De Derecha Diario
La caída del Kabul provocó una reacción en los mercados y la moneda afgana sufrió una devaluación que derivó en una cotización de 81 unidades por dólar estadounidense, pero insólitamente la devaluación afgana fue muy tenue en comparación a la que sufrió Argentina en agosto de 2019.
El arribo de los talibanes constituyó un nuevo cimbronazo para los mercados, siendo que ya se había producido una ligera anticipación de la situación actual en los primeros días del mes de julio.
La moneda de Afganistán, el afgani, sufrió una devaluación del 2,4% desde finales de julio y la mayor parte concentrada en las primeras dos semanas de agosto. El ex presidente del Banco Central Afgano, Ajmal Ahmady, aseguró que su país se encontraba en una situación delicada pues no se recibían más envíos de dólares.
Esta problemática surge porque la gran mayoría de las reservas afganas en dólares se encuentran actualmente fuera de ese país, por lo que el mecanismo para aplacar una hipotética devaluación se torna difícil, y más aún dado que una parte de esas reservas permanecen en Estados Unidos.
Aún así, y antes de abandonar definitivamente el país, Ahmady consiguió anclar las expectativas de devaluación y tranquilizar a los mercados, evitando lo que podría haber sido un escenario aún más caótico de lo que se presenció.
Aunque parezca insólito, la victoria de Alberto Fernández en agosto de 2019 provocó un cimbronazo incluso mayor al que generó la caída de Kabul en Afganistán. El pánico por el regreso del kirchnerismo al poder fue tan drástico, que en un solo día el tipo de cambio con el dólar estadounidense pasó de los $42,9 a $57, una devaluación del 32,9%.
Al mismo tiempo en que se producía la brutal devaluación, el pánico por la victoria de Fernández provocó una abrupta caída en los depósitos bancarios, especialmente en dólares ante una posible violación futura a los derechos de propiedad.
La violenta reacción en las variables macroeconómicas generó un clima de inestabilidad que no se veía desde abril y mayo del 2018. La actividad económica se derrumbó un 2,5% entre agosto y septiembre de 2019.
La inflación, que se había estabilizado en el 2,2% mensual en junio de 2019, saltó bruscamente al 3,95% en agosto y a 5,9% en septiembre, marcando el fin del programa de estabilización que había comenzado Guido Sandleris como presidente del Banco Central.