De Israel Noticias
A principios de otoño, Irak fue noticia por la posibilidad de normalizar las relaciones con Israel.
El 24 de septiembre, en una conferencia organizada por el Center for Peace Communications (Centro de Comunicaciones para la Paz), con sede en Estados Unidos, celebrada en la ciudad de Erbil, capital de la región kurda del norte de Irak, los participantes defendieron que Irak debía reconocer a Israel como país amigo para que se estableciera la paz regional. Desde entonces, los organizadores de la conferencia han sido objeto de una feroz reacción que ha incluido órdenes de detención, peticiones de ejecución y amenazas de muerte. El alboroto demuestra que el gobierno de Bagdad, capital iraquí, respaldado por Irán, está lejos de firmar un acuerdo de paz con Israel.
Aparte de la respuesta del gobierno, sigue habiendo dudas sobre la idea de que Irak normalice sus lazos con Israel. En particular, ¿se opondrían los iraquíes a esa medida? ¿Y por qué el gobierno iraquí se opone a firmar un acuerdo cuando otros países árabes hicieron lo mismo en los Acuerdos de Abraham?
En agosto de 2020, los Emiratos Árabes Unidos (EAU) aceptaron normalizar las relaciones con Israel, poniendo en marcha lo que se conoció como los Acuerdos de Abraham. Bahréin se sumó a la iniciativa un mes después, y las tres partes firmaron una declaración en Washington en la que se reconocía “la importancia de mantener y fortalecer la paz en Oriente Medio y en todo el mundo sobre la base de la comprensión mutua y la coexistencia, así como el respeto a la dignidad humana y la libertad, incluida la libertad religiosa”. A continuación, Sudán firmó la paz con Israel en octubre y con Marruecos en diciembre. Todos los acuerdos fueron facilitados por la administración Trump; los dos últimos acuerdos implicaron la retirada de Sudán de la lista de estados patrocinadores del terrorismo y el reconocimiento estadounidense de la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental, respectivamente. Los acuerdos definieron una nueva era de paz y vínculos con Israel en Oriente Medio y el Norte de África (MENA).
Dado que estos países árabes son pragmáticos a la hora de establecer lazos oficiales con Israel, también es razonable esperar que Irak siga su ejemplo. Después de todo, las relaciones con Israel podrían tener un impacto significativo en Irak. El comercio entre ambos países crearía puestos de trabajo para los iraquíes y daría lugar a inversiones extranjeras directas. La compra de armas y aviones a Israel, y la realización de ejercicios militares conjuntos reforzarían al ejército iraquí, que fue barrido por el Estado Islámico en 2014. A pesar de estas posibles ventajas de la normalización con Israel, la oposición del gobierno iraquí a la conferencia fue severa (con acusaciones de traición e inconstitucionalidad). La reacción socava el derecho de los ciudadanos iraquíes a expresarse en un ambiente supuestamente democrático en el Irak de la posguerra.
Sabemos que este contragolpe del gobierno iraquí, así como cualquiera de sus decisiones, está alineado con la agenda de Irán: parecer un opositor a Israel. Este nivel de oposición a la conferencia también representa el estado de anocracia, el actual gobierno sectario de Irak. Después de 2003, un vacío de poder facilitó la influencia externa iniciada por Irán, con el apoyo de la mayoría chiíta. Además, la llegada del Estado Islámico y su control de partes de Irak (y Siria) en 2014 proporcionó a Irán otra oportunidad para ampliar su influencia. Como resultado del control de Irán, los problemas políticos de Irak han profundizado las divisiones en el país multiétnico de múltiples sectas y han debilitado drásticamente la capacidad del gobierno para crear una sociedad y una economía que funcionen. La alianza con Irán nunca conducirá a un cambio positivo, ya que Irán, el propio modelo a seguir, es un estado que se deteriora. En octubre de 2019, comenzaron las protestas en Irak para exigir el fin del sectarismo y la militarización respaldados por Irán.
Aquí, como iraquí, mi pregunta es: ¿Por qué mantenemos relaciones perjudiciales con Irán mientras nos oponemos a una normalización potencialmente ventajosa con Israel? Por desgracia, los iraquíes saben que para los actuales funcionarios del gobierno chiíta, salvaguardar su propia existencia y aliarse con Irán es más importante que los intereses de su pueblo.
Una perspectiva pragmática para la normalización de Irak con Israel
Desde el punto de vista pragmático, la normalización con Israel ofrece prometedoras ventajas económicas y diplomáticas. Basados en la realidad, los iraquíes reconocen ahora que la paz y la seguridad son esenciales para el progreso futuro. A pesar de la falsa distorsión, la conferencia tiene eco en un público iraquí más amplio, que considera que la paz con Israel es un apoyo para generar cambios positivos. Según Joseph Braude, presidente de la organización que patrocina la conferencia (el Centro de Comunicaciones para la Paz, con sede en Estados Unidos) “Millones de iraquíes quieren un compromiso civil y una asociación con los israelíes, pero se les impide decirlo abiertamente”. Como iraquí, sé que una proporción importante de iraquíes desea secretamente una normalización similar a la de los EAU, pero deben ocultarlo, por temor a un destino similar al de los participantes en la conferencia.
Las consecuencias de la reacción
En general, la conferencia de Erbil confirmó la reacción prevista de un gobierno anocrático. Ha quedado claro que el actual Estado iraquí, respaldado por Irán, teme un debate abierto sobre las relaciones entre Irak e Israel y, por tanto, fuerza un falso consenso público de que los iraquíes rechazan la paz con Israel. Para que los iraquíes puedan decir lo que piensan, se les debe permitir un diálogo abierto en el que no teman las consecuencias.
También es obvio que un escenario de paz de Irak con Israel requiere un improbable cambio en el régimen iraquí. Esto sólo podría ser posible en un futuro impreciso, sobre todo teniendo en cuenta que los resultados de las recientes elecciones parlamentarias en Irak favorecieron a los clérigos chiíes, como el movimiento sadrista liderado por Muqtada Al-Sadr, abiertamente antiisraelí.
Tras 18 años de esperanza de cambio, los iraquíes están agotados y necesitan soluciones concretas. Como iraquí, creo que necesitamos un cambio de mentalidad colectivo hacia una agenda política pragmática que funcione para los intereses de Irak. Para sacar a Irak de su actual malestar civil, deben considerarse nuevas estrategias que incluyan un replanteamiento de las relaciones exteriores. La paz con Israel podría ser un movimiento estratégico que condujera a la estabilización y mejora de la región.