Vera Kichanova, una egresada de Estudiantes por la Libertad (SFL por sus siglas en inglés), originaria de Rusia, comparte sus pensamientos sobre la agresión bélica de Vladimir Putin sobre Ucrania.
Hace 10 años, fui escogida para el concejo municipal en Moscú, convirtiéndome en la primera política libertaria electa en Rusia. Dos años más tarde, Putin anexó Crimea e invadió el este de Ucrania (sí, la guerra entre Rusia y Ucrania comenzó hace 8 años, no en febrero del 2022). Ahí me di cuenta que no quería tener relación alguna con ese régimen – y me mudé de Moscú a Kyiv.
Como concejal hice campañas para un gasto público más transparente y controlado en mi circunscripción, y apoyé actividades de base. Pero, más importante, hicimos lo posible para enfrentarnos al monopolio de Putin sobre el poder.
Ayudamos a organizar concentraciones que llegaron hasta 150.000 participantes, exigiendo elecciones libres y libertad de expresión. Nos opusimos a la militarización de la sociedad Rusia. Trabajé con el Comité de las Madres de los Soldados, exponiendo las violaciones a los Derechos Humanos dentro de la armada rusa.
Ninguna de estas actividades es segura en la Rusia de Putin – y he sido arrestada seis veces por mi activismo.
En el 2014, protestamos contra la invasión rusa a Ucrania. Durante la revolución del Euromaidán, estuve un fin de semana lleno de drama en Kyiv, y fue cuando se me hizo claro que Ucrania era el lugar donde la historia postsoviética se estaba haciendo.
Siendo mitad ucraniana, siempre sentí una conexión fuerte con este país. Pasé mucho tiempo ahí durante mi infancia. Mis abuelos bien en Paylogrado, una pequeña ciudad minera al este de Ucrania en donde ahora están acostumbrados a sirenas antiaéreas a medida que los soldados de Putin tratan de capturar la ciudad cercana de Dnipró.
Pasé dos años en Kyiv trabajando para la Sociedad Atlas y Estudiantes por la Libertad, impulsando programas educacionales, promoviendo reformas políticas, viajando a lo largo del país, y hablando a jóvenes ucranianos desde Kyiv hasta Kharkiv. Esas personas eran de mi edad – la primera generación libre creciendo en los restos del imperio la Unión Soviética. La invasión de Putin ha sido vista como un intento de restaurar la Unión Soviética – algo que los ucranianos abandonaron al adoptar valores liberales.
Organizamos Clases de Libertad – una serie de conferencias para discutir las ideas de la libertad y la implementación en el ambiente postrevolucionario en Ucrania. El proyecto le llegó a más de 1000 estudiantes y ganó el premio a Evento del Año – un reconocimiento no sólo a nuestro equipo, sino a los jóvenes entusiastas que se dieron cuenta que toma más que una revolución para hacer de un país libre. “Los estudiantes en este país son recursos subestimados para el futuro,” me dijo Tom Palmer en una entrevista en Kyiv.
Kyiv se ha vuelto mi segundo hogar. Estoy tratando de afrontar el hecho que el Kyiv que amo tanto – con arquitectura hermosa que se deja sin aliento, ferias callejeras, mercados de pulgas y festivales de danza bajo el puente – es la misma ciudad que está siendo ahora bombardeada por los invasores rusos.
Lo que no me sorprende, sin embargo, es la valentía que los ucranianos mostraron ante la invasión. Los ucranianos ahora están haciendo el trabajo que empezamos hace más de 10 años – tratando de poner un fin, probablemente, al régimen europeo más feo que Europa ha visto desde 1945. Están peleando por nuestro futuro, no sólo el suyo. Y merecen todo nuestro apoyo. Y ganarán.
La libertad prevalecerá. Слава Україні!