Por Javier Cardozo
Una de las cosas más comunes dentro del discurso político, especialmente en época de elecciones son las promesas. Estas pueden ser de distinto tipo y grado, pueden ser dolarizar el país o una legislación nueva que proteja al trabajador. El problema de hacer promesas es que como ya muchos sabrán algunas difícilmente se pueden cumplir, pero peor aún es cuando esas promesas están envueltas en el intento de construir una utopía.
Las utopías podemos definirlas como esos estados ideales a los que a sociedad quiere llegar, en estos, los elementos por los que comúnmente el ser humano sufre han desaparecido, no hay pobreza , no hay hambruna, las enfermedades se pueden curar, hay igualdad de derechos para todos los ciudadanos , en pocas palabras , se alcanza un estado de bienestar pleno. Este deseo de alcanzar un estado superior es antiguo, cosa que ha sido grabada en la literatura como el libro Utopía de Thomas Moro que fue publicado en 1516. Desde entonces han surgido muchas ideas de lo que una utopía puede ser, hay algunas asentadas en teorías psicológicas como la expuesta en Walden Dos de Skinner, otras pasan necesariamente por lo político y lo revolucionario como la Utopía marxista en el que llegado su utopía se dará el principio “donde de cada cual, según sus capacidades, a cada cual según sus necesidades”. Esta utopía marxista no debe ser subestimada porque durante cientos de años ha impulsado a filósofos, lideres políticos y ciudadanos en general a buscar alcanzarla. Una de las razones por las que el comunismo se propago tanto es porque pudo enlazar con el deseo humano del bienestar general , si , antes de que a alguien se le ocurra decir que el Comunismo de Marx trata de ser más científico en relación a lo que pudieron haber hecho sus predecesores no por esto se hace más realizable , si vamos al caso la etapa final que sería el comunismo pleno donde el Estado desaparece tras el proceso de revolución y la dictadura del proletariado no se ha alcanzado , lo que si se logró fueron millones de muertos por las hambrunas y las purgas causadas por el comunismo.
Frente a la crítica a la utopía puede surgir el pensamiento contrario que seria “ hay que buscar desarrollar un discurso político que se aleja totalmente de las Utopías, que se base solo en datos ’ , esto en parte sería lo ideal, no obstante, en la práctica puede llegar a ser más difícil de lo que parece porque a nivel de markenting político es difícil competir cuando se ofrecen ideas razonadas y realistas contra las ideas que prometen la tierra donde correrán los ríos de leche y miel. Más cuando en muchos casos los votantes terminan decidiendo a quien votar en los comicios electorales más guiados por la emoción que por un estudio de las propuestas de los candidatos y los posibles efectos que estos puedan tener.
No todo es positivo para la venta de las utopías , y aunque parezca contradictorio con lo que anteriormente establecimos, el promover utopías puede constituir a largo plazo un efecto negativo para su creador o promotor .Un candidato puede promoviendo utopías llegar al poder, el problema es cuando la dirección del estado , las políticas públicas que propone terminan causando un efecto contrario , en ese caso en una futura elección ese candidato puede perder por recibir lo que se conoce como voto castigo.
El objetivo de este artículo es suscitar en el lector la reflexión sobre el cuidado que se tiene que tener con las utopías por su alta capacidad de contagio, pero también por las consecuencias que se puede tener creer demasiado en ellas. En el caso del liberalismo por ejemplo este debe evitar caer en discursos donde todo sea explicaciones numéricas o totalmente doctrinales puesto que quiérase o no eso no consigue tantos votos, pero debe tener cuidado también de venderle un mundo perfecto a la población donde todos van a tener casas de 3 pisos y 3 autos por persona. El liberalismo puede ser vendido sin necesidad de tener que hacer pensar a las personas que todos sus problemas van a ser solucionados, aun cuando esta ideología o sistema de pensamiento produzca buenos resultados el mundo no será perfecto porque el ser humano en si no lo es.
La estrategia debe apuntar a poder construir una narrativa que con expectativas realistas pueda generar ilusión y entusiasmo a la población, que sea capaz de venderse más que la competencia pero que no caiga en querer demostrar que todo lo negativo se acabó y que de ahora en adelante el mundo o el país será ajeno a todo mal , puesto que si lo hace puede que lleguen a conquistar el poder, pero quizás el coste a mediano plazo sea no solo electoral sino en sufrimiento humano.