El Gobierno de Ecuador, mediante un comunicado emitido por su Cancillería, reconoció a Edmundo González como «presidente electo» de Venezuela. Según alega
Por Roymer Rivas, coordinador local de EsLibertad Venezuela y teórico del Creativismo Filosófico.
Al momento de proponer soluciones de mercado a varios de los problemas que surgen en la sociedad, o incluso como una opción para satisfacer la demanda de los actores que se piensan que solo pueden ser satisfechos por el Estado, los detractores se alarman, cual religioso cuando escucha nombrar al Diablo. La razón es que consideran que el mercado no puede satisfacer algunas cosas y que más bien agravaría el problema por llevar a todos a un supuesto estado de naturaleza donde los más fuertes se aprovechan de los más débiles, extrayendo unos beneficios a costa de otros. Empero, ¿Es realmente esto así? Yo creo, y con fundamentos, que no; de hecho, creo que no hay mejor escenario para aumentar las probabilidades de éxito en cuanto a dar solución a problemas en la sociedad, con mayor calidad y al mejor precio, que el libre mercado.
En libre mercado, la competencia lleva a que los oferentes de bienes y/o servicios no puedan abusar de su posición, pues es la buena reputación que tengan lo que se traducirá en más beneficios presentes y futuros al ser más atractivos a los consumidores de lo que ofrecen —demandantes—. La misma lógica aplica en todo lugar, independientemente del bien o servicio a ofrecer, lo cual incluye cosas como la seguridad y justicia. La competencia siempre impone un límite a —o representa un obstáculo para— aquellos que quieran abusar de su posición de poder en el mercado, ya que siempre se podrá adquirir los mismos bienes en otro lugar; ergo, por muy malas intenciones que tenga un oferente, si quiere mantenerse vivo en el juego, tiene que ofrecer calidad y mejores precios.
Con respecto al tema de seguridad y justicia, algunos dirán que se podría llegar a un monopolio que perjudique a todos por no tener como defenderse, pero a estos yo les pregunto: ¿No es acaso eso mismo lo que tenemos hoy a manos del Estado? Claramente sí, entonces, el problema no es el mercado. Puede que respondan: “No, pero es que el Estado está obligado a obedecer la ley”, pero, nuevamente, pregunto: ¿Va el Estado a obedecer una ley que él mismo crea? ¿Qué impide que la incumpla y brinde los servicios que debe ofrecer “por ley”? También, y más importante, ¿Acaso las empresas en el mercado actuarán fuera de la ley? (…) Estimo que aquellos que intentan defender temas como seguridad y justicia necesitan más argumentos —que no los hay con total sensatez— que aquellos que defienden la libre competencia en el mercado. Lamentablemente no podemos corroborar al 100% el cómo sería una sociedad así, porque no lo hay, pero ver cómo actúa el mercado para solucionar otros problemas da buenas luces al respecto —si el mercado demuestra ser mejor que el Estado en las cosas donde este le permite actuar, ¿Por qué tenía que ser diferente con la seguridad y la justicia?
A modo de ilustración, suponga que en una sociedad donde se elige libremente se encuentran dos empresas de seguridad: A y B. A se preocupa por la seguridad de sus clientes y hace todo lo posible por ayudarlos, valiéndose además de contratos voluntarios entre las partes, y cobra por ello. B, por su parte, ofrece el mismo servicio pero, a pesar de cobrar por ello, lo hace muy mal, no aporta valor alguno a sus clientes. En este escenario, las personas preferirán pagar por los servicios de A que por los de B, por lo que éste se vería de cara a la quiebra. Es más, si nos ponemos más creativos, incluso si B intenta someter a las personas para que adquieran de su servicio por la fuerza —algo contradictorio y que, de hecho, hace el Estado—, las personas recurrirían a A para protegerse de B.
En este ejemplo, en extremo simple, se pueden sumar otras cosas a analizar, pero dejo eso como trabajo al lector: cuando lo haga, si lo hace, se dará cuenta que no hay escenario posible donde salga mejor parado el Estado en comparación con el mercado en cuanto a temas de seguridad y justicia, así como en todo lo demás, se refiere; incluso en el peor de los casos que se pueden dar en el mercado, siguen siendo mejor que lo que ofrece el Estado.
Contrario a lo que piensan muchos, los humanos no queremos matarnos los unos a los otros, sino que tendemos a la cooperación voluntaria en busca de alcanzar objetivos individuales y compartidos, y las empresas, dirigida por personas, no buscan arruinar a la sociedad, sino que se benefician mientras mejor esté. La igualdad ante la ley, la cooperación y razón, en un escenario donde impera la no coacción ilegitima a otros —libertad—, dan paso a la competencia y, por extensión, a ese orden espontaneo que es caldo de cultivo para el progreso y la sana convivencia.
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Contra Poder 3.0
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John R. De la Vega, P.A.
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John De la Vega es un abogado venezolano-americano que ha ayudado mucho a la comunidad venezolana e hispana en sus procesos migratorios en los Estados Unidos.
John De la Vega es un abogado venezolano-americano que ha ayudado mucho a la comunidad venezolana e hispana en sus procesos migratorios en los Estados Unidos.
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