Por @carrascolince
@OrdenVzla
La polarización política de nuestro país contribuye a crear una visión dogmática de la historia y cuando los académicos no unifican criterios sobre el pasado, ni la sociedad analiza diversas fuentes para comparar, los partidos ejercen el monopolio de la verdad con sus intereses de poder.
Los militantes tratan de convertirse en historiadores, para imponer una visión sectaria en la opinión pública; afectando la función pedagógica en colegios, universidades y medios de comunicación: tres áreas claves para el discurso progresista (marxismo cultural). Hay ejemplos como Ramón J. Velásquez, Simón Alberto Consalvi, José Agustín Catalá y Miguel Otero Silva, para argumentar esta hipótesis.
Desde Acción Democrática y el Partido Comunista de Venezuela, se han establecido patrones de análisis histórico que no aceptan opiniones distintas, para crear una imagen única sobre estadistas como Juan Vicente Gómez y Marcos Pérez Jiménez, quienes fueron enemigos de la izquierda criolla.
Cuando se utilizan sinónimos como democracia (bueno) y dictadura (malo), hay una omisión sobre el origen de ambos conceptos e incluso un desconocimiento de regímenes como la tiranía, para establecer las diferencias correctas y entender el contexto de la época.
Si aplicamos la lógica de Acción de Democrática, el primer gobierno de Rómulo Betancourt también fue una dictadura, porque nació de un golpe de Estado contra Isaías Medina Angarita y que, además, tuvo una alianza temporal con militares como Carlos Delgado Chalbaud y Marcos Pérez Jiménez, que luego se rompió por conflictos de poder.
Por una parte, condenan las muertes de Leonardo Ruiz Pineda y Antonio Pinto Salinas, pero no mencionan los casos de Fabricio Ojeda, Alberto Lovera y Jorge Rodríguez (padre); sin embargo, todos formaban parte de colectivos de izquierda (guerrillas), que se enfrentaron a las fuerzas de seguridad.
Llama la atención que Marcos Pérez Jiménez fue juzgado en 1963, por Acción Democrática, pero no pudieron demostrar su participación en homicidios, torturas y desapariciones; por lo que fue condenado por “peculado”. Luego de 5 años preso, el ex Presidente ganó la elección de senadores, pero la Corte Suprema de Justicia lo inhabilitó para ejercer el cargo en 1968.
En 1973 el Congreso aprobó una enmienda constitucional, para evitar que el general del Ejército pudiera llegar a Miraflores por la vía electoral; lo que relativiza el concepto de democracia, según la visión de los partidos tradicionales. Desde 1958 el contrato social en Venezuela se convirtió en un acuerdo populista: el candidato presidencial busca votos bajo la promesa de un Estado paternalista, que “garantiza” todos los beneficios posibles mediante la renta petrolera.
De esta forma, el partido de turno se convierte en una especie de empresa pública, que establece grandes redes de negocios mediante el aumento de la burocracia y la corrupción; limitando las iniciativas privadas y estatizando todos los aspectos de la vida en sociedad.
Sólo en el diccionario de la Real Academia Española, hay 13 conceptos diferentes de democracia; pero en el caso venezolano el sistema fue secuestrado por el populismo. Antes de la llegada del chavismo, la opinión pública debatía sobre el 80% de pobreza, como resultado del fracaso en las políticas de distribución de riqueza (petrolera). Actualmente, Venezuela representa uno de los peores casos de hiperinflación, violencia y migración forzada del mundo; creando una crisis de refugiados en América Latina.
La extraña mezcla de individualismo liberal y lucha de clases marxista, define a nuestra sociedad en el problema interno; pero en el extranjero también se ha desatado una persecución xenofóbica contra los venezolanos, para complementar la tragedia.
Si Acción Democrática, COPEI y el PSUV, defendían una legitimidad de origen (votos), es evidente que perdieron su legitimidad de ejercicio y representan una estafa histórica. El bipartidismo MUD-Tiranía ha muerto (pero respira) y es necesaria una tercera alternativa para Venezuela.
El renacimiento del Ideal Nacional, como influencia política, no es un capricho de las generaciones más jóvenes. Se trata de la referencia más cercana para lograr el desarrollo integral y si analizamos las estadísticas de tipo de cambio, deuda externa, inflación y PIB, es evidente que superan el modelo socialista de los últimos 63 años.
Venezuela Quiere ORDEN