La fiscal del distrito de Columbia, Jeanine Pirro, ha acusado este jueves al sospechoso de disparar en las inmediaciones de la Casa Blanca contra dos miembros de la Guardia Nacional estadounidense, que permanecen todavía en estado crítico, de tres cargos de agresión con intención de matar y uno por posesión ilegal de armas.
«Los dos guardias nacionales son Sarah Beckstrom, de 20 años, y Andrew Wolfe, de 24, miembros uniformados de la Guardia Nacional de Virginia Occidental y estaban en Washington D. C. para garantizar la seguridad de la ciudad», ha detallado en una rueda de prensa.
En caso de ser declarado culpable, se enfrenta a 15 años de prisión después de que disparara a los dos miembros de la Guardia Nacional a plena luz del día justo un día antes de Acción de Gracias, en lo que las autoridades han descrito ya como «ataque selectivo».
El sospechoso, identificado como Ramanulá Lajanwal, es un ciudadano afgano de 29 años que residía en Bellingham, ubicado en el estado de Washington, con su mujer y cinco hijos. Entró en EE. UU. gracias a los vuelos de repatriación organizados por el entonces expresidente Joe Biden durante la toma de poder por parte de los talibanes en Afganistán.
La Agencia Central de Inteligencia de EE. UU. (CIA, en inglés) ha confirmado este jueves que el sospechoso del tiroteo —que se trasladó desde su domicilio en Washington hasta la capital— trabajó con una unidad militar de Kandahar respaldada por la CIA durante la guerra en Afganistán.
«Nuestros ciudadanos y militares merecen algo mucho mejor que soportar las consecuencias de los catastróficos fracasos de la Administración Biden», ha indicado el director de la CIA, John Ratcliffe, en un comunicado recogido por la cadena NBC News.
El presidente de EE. UU., Donald Trump, tildó en la víspera de «acto de maldad, acto de odio y acto de terrorismo» el ataque. «Ha sido un crimen contra toda nuestra nación», indicó en un mensaje publicado en la red social Truth Social.
Las tropas de la Guardia Nacional de varios estados han estado en Washington durante meses como parte de la ofensiva anticrimen impulsada por la Administración Trump en la capital, y que ha expandido a otras ciudades de todo el país.
De hecho, el secretario de Defensa, Pete Hegseth, comunicó en la víspera durante su visita a República Dominicana que EE. UU. desplegará 500 militares adicionales tras el ataque contra dos miembros de la Guardia Nacional.