Por Leroy Garrett (@lerogarrett).
Bueno sabemos que aunque salgan verdades, mentiras, mentiras disfrazadas de verdades y pare de contar, pretendiendo decirle a los venezolanos que se defiende a los activos de PDVSA, que se busca salvar CITGO, el hecho es que, entre las hazañas de Maduro y Guaidó, los negocios internacionales de la industria petrolera nacional pasan a ser propiedad de sus acreedores.
Nunca en los anales de la historia universal se ha visto una infamia tal; un gobierno y sus opositores se pusieron tácitamente de acuerdo para destruir a un país, y lo triste es que lo lograron.
El hecho de que el final de la presencia internacional de Pdvsa ha sido una agónica serie de infortunios que ha llegado a las costas de lo que se consideraba intocable y no negociable; CITGO.
Hoy, el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos ha renovado la posibilidad a ciudadanos y compañías estadounidenses de comerciar la compra y venta de los bonos PDVSA 2020, recordemos que este ha sido un valor de cambio bien escandaloso, ha ocurrido de todo, ha caído en mora para pagar sus dividendos, la administración “Chavista” y Ad Hoc han enfocado su exclusivo objetivo en defenderles y tratar de que no se reclamen, recordemos que el atractivo de estos papeles es que CITGO les sirve de garantía. Lo demás es totalmente irrelevante.
El dinero fluye y nada lo detiene, cuando CITGO y el resto de los activos de PDVSA en el exterior se acercan sin limitaciones a ser repartidas entre los acreedores, unos reconocidos, otros por reconocer, simplemente el tenedor de esos bonos es de pleno derecho también un acreedor.
El hecho es que la certeza en el cambio de propietarios en quizá los bienes más importantes poseídos al menos en la letra de la ley por pueblo de Venezuela, adquieren notoriedad, pueden ser negociados y es un pasaporte a la gran subasta de Julio.
Hay otros deudores que no se contaban con su presencia, veintitrés mil trabajadores, tal vez la fuerza hombre más capacitada y malograda de Latinoamérica en toda su historia.
La gran familia petrolera, víctima de la negligencia, impericia y vesania asesina de los extremos, ellos que entregaron lo único que tenían, su empleo, creyendo en el supuesto respecto de un régimen traidor ajeno a la observancia de las esenciales garantías constitucionales y un liderazgo inicialmente político, desde el principio eunuco, que les arroja al conflicto dejándoles a su suerte, sin aún explicar por que carajos los expusieron y porque fallaron.
Aquellos que trazan en las dos últimas décadas, inmensurable sufrimiento, muerte y abandono, ellos aunque no sean tenedores de bonos, o acreedores de variopinta índole, ellos, por la gracia de Dios y la justicia, tendrán su día en Corte para reclamar como deudores lo que se les debe y con todo derecho les corresponde.
Pero esa es otra historia, en franca ocurrencia.