En la actualidad, pensar en un buen gobierno es más un sueño que una realidad. No obstante, los liberales, y en especial los que decidimos emprender la acción política, nos proponemos materializar tal sueño. En principio, hay que entender lo que es y lo que no es un buen gobierno.
¿Qué es un buen gobierno?
En palabras simples, un buen gobierno es aquel que es limitado, tanto en funciones como en recursos y atribuciones; se dedica a cumplir con las funciones que le son propias al Estado (garantizar seguridad y defensa, administrar justicia, y proveer obras de infraestructura pública) y está conformado por buenos políticos.
¿Qué no es un buen gobierno?
A fines de clarificar todavía más lo que es un buen gobierno, es importante explicar lo que no es.
El buen gobierno no debe extender sus poderes más allá de lo estrictamente necesario, pues de ser así, ocurre una usurpación de las libertades correspondientes a los ciudadanos.
Los recursos del buen gobierno no deben ser ilimitados, tienen que ser suficientes para cumplir con las tres funciones propias del Estado, en el caso de que estos sean excesivos, producirían pobreza en la ciudadanía, pues de esta provienen dichos recursos.
Para finalizar, el buen gobierno no debe proveer educación, salud, vivienda, vestimenta, alimentación, pensiones y jubilaciones, matrimonios, tecnología, bonos y subsidios para las empresas, la cultura, el arte, el deporte, ni cualquier bien o servicio que se extienda más allá de lo expresado anteriormente para explicar las funciones propias del Estado.
Les presento un escrito más corto de lo usual, pues en esta ocasión solo persigo la intención de proveer una visión general de lo que es y lo que no es un buen gobierno, espero de esta manera haber contribuido en la clarificación de este concepto y aprovecho para hacer extensivo un llamado a la acción política en pro de la tan añorada libertad.
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