Por Levi Aguinagalde
En el momento que don Simón Rodríguez regresa a América con cincuenta y tres años de edad, sus ideales siguen siendo los mismos: educar, innovar, transformar. Su biógrafa, Mercedes Álvarez, destaca que él tenía una noción perfecta del hombre, creía en el género humano, estaba impregnado de un altísimo espíritu moral, cívico, público y pragmático; amaba la libertad, pero sin libertinaje. Además, a diferencia de lo que ocurría con otros maestros, no recurre al palo, a la correa, a la palmeta, a la humillación, sino a exaltar la emulación, el ejemplo, la caridad, el amor al prójimo.
El libertador, Bolívar, le tenía tanto respeto y aprecio que lo llegó a llamar incluso “Sócrates de Caracas”. Cuando se enteró de la llegada de su maestro a América le escribe a Santander y le recomienda, diciendo “Haga usted por él por cuanto merece un sabio y un amigo mío que adoro”. Y le pide que le dé un dinero de su parte. Sin embargo, es mejor ver un poco la perspectiva de la carta que le escribe a Rodríguez.
“Mil veces dichoso el día en que usted pisó las playas de Colombia”. Esta, es la frase más controversial de toda carta, pues, la mayoría de su contenido se basa en recordar hechos pasados y preguntar sobre el presente. Viene a colación este dato para plantearse ¿y la educación venezolana? Pues, en todos los niveles, económicos, sociales y administrativos, el salón de clase dejó de ser un lugar de clase y pasó a ser una trinchera de guerra.
Actualmente, en los principales niveles educativos, el bachiller y universitario, existe un continuo conflicto de todas las aristas que requieren la educación, restándole relevancia y significado a la idea de recibirla. Es interesante escuchar, en esas discusiones al aire libre en un campus o en un patio, los planteamientos que podrían hacerse los estudiantes ante su perspectiva de recibir educación, no siempre resultan ser positivos y no complementan entre sí la perspectiva. Ya que se conciben ideas sobre cómo debería mejorar el tipo de enseñanza y se critican los problemas alrededor de ella.
La Encuesta Nacional sobre Juventud (ENJUVE) del año 2021, realizada por la Universidad Católica Andrés Bello indica que un 34% de la población joven solo trabaja y un 37% ni estudia ni trabaja. Esto se debe al mismo contexto socioeconómico que afecta a la población en general.
De esta forma, Venezuela demostró que ante la adversidad es importante emprender y trabajar, bien sea iniciando un pequeño negocio u ofreciendo algún servicio. Es posible así encontrar a una población que aboga por poder obtener lucro económico ante una educación que sistemáticamente se ha desmejorado en los últimos 20 años con los cambios realizados por las gestiones del sistema.
Entonces, si estudiar supone un reto que, a la percepción del estudiante, no contiene algún beneficio a favor.¿para qué seguir en ello? De esta forma, es importante reflexionar sobre la forma de educar y todo lo que rodea a la educación en sí.
El maestro Simón Rodríguez supone un ejemplo que no tiene fecha de caducidad sobre los valores morales y éticos para el docente y para la educación. El mundo evoluciona día a día, cada vez más nos rodean actualizaciones que hacen que lo que estaba ayer en el sistema quede obsoleto, quizá funcione, pero ya demuestra que es algo que no da la talla ante los pasos gigantes del mundo.
Se puede evocar a la obra de Goya, La letra con sangre entra, esta obra hace referencia a que la educación queda en las personas por la vía de la violencia física; pero los tiempos han cambiado, la obra mantiene su vigencia no desde el punto de vista del maltrato físico, sino, el psicológico y emocional: la ansiedad, el limitarse de muchos gustos y simplemente guardar silencio ante la persona que abusa. Si la población no cae en cuenta de esto se daría cuenta en muy mal momento que la letra con sangre sigue entrando.
En otro orden de ideas, sí se plantea a la educación como un medio para lograr una sociedad libre y es algo completamente importante para lograr la libertad. Rousseau, por ejemplo, en su obra educativa Emilio plantea que la educación debe servir para que las personas no sean esclavos en un futuro así logran reconocer y abogar por sus derechos para vivir en libertad.
Para mejorar, se debe invitar a reflexionar y a dialogar asertivamente en las zonas educativas, hogares y población estudiantil respecto a que necesitamos en el sistema educativo lo cual permite impulsar nuevas ideas que brinden el desarrollo propicio de una educación funcional y de calidad para la nación. Los jóvenes y los educadores juegan un papel fundamental en este punto, a través de la socialización y diálogos que permitan un ambiente pleno para la construcción de un conjunto de costumbres y un sistema fuerte que sea el pilar fundamental de la sociedad del mañana.