Por Antonio Semprun, coronel de la Guardia Nacional.
El comunismo es el acto preparatorio de una acción criminal, difunde ideas y doctrinas que incitan la comisión de delitos, y eso es justamente lo que ha ocurrido en los países donde se ha implementado.
Por ello, el comunismo como tendencia debe ser eliminado de toda tarima pública o política, porque hay quienes lo izan como solución a los escenarios económicos y sociales que enfrenta un país, y aquel que acaricia, abrace o impulse esa tendencia, después de los resultados que deja donde se ha infiltrado, debe ser juzgado por incitar a la comisión de delitos.
Así como un arma de fuego en la mano de un criminal es una grave amenaza a la vida y propiedades de un ser humano, porque de manera premeditada y alevosa intenta robarlo y quitarle la vida, es el comunismo para la sociedad; el comunismo es esa arma de fuego para la democracia, los derechos humanos, el erario nacional, la soberanía de un país y la tranquilidad de su gente.
Después de la 2da guerra mundial, y como resultado de los juicios de Nuremberg, la ideología nazi fue “condenada mundialmente”. Pero no basta una condena ante la tragedia que se le infringe a un pueblo el comunismo, porque es racia y salitre, donde se ha implantado lo único que ha dejado ha sido muerte, desolación, ruina, miseria, destierro y una vertiginosa clase de nuevos ricos.
Quien le quita la vida a un ser humano y lo despoja de sus propiedades es un asesino y un ladrón, por lo que debe ser juzgado y sancionado. Pues, eso es el comunismo, pero como no se puede juzgar y sancionar una doctrina, hay que erradicarla para evitar que falsos profetas con agendas ocultas lo utilicen para seguir destruyendo.
El comunismo es una apología del delito, lo demuestra el balance de muertes ocasionado tras su implementación muy superior a cien millones de muertos, que equivalen a cuatro veces más que los atribuidos por el mundialmente condenado nacionalsocialismo de Hitler.