Caracas. – Nuevos datos sobre el asesinato del militar disidente en Chile, Ronald Ojeda Moreno, señalan que, debido al alto nivel de planificación que requirió la ejecución de este crimen, la estrategia fue ideada en la misma embajada venezolana ubicada en Santiago de Chile.
Así lo ha revelado un artículo publicado por el New York Times (NYT), el cual habla sobre una «nueva y sombría táctica” del régimen chavista, que ahora siempbre el terror entre el resto de venezolanos que se encuentran asilados en otros países.
El artículo menciona versiones de investigadores de Chile, en las que esgrimen la presunta actuación de funcionarios de contraespionaje procedentes de Venezuela.
Según el medio estadounidense, investigadores vinculados al caso señalan, que «agentes de contraespionaje venezolanos han trabajado desde la embajada de Venezuela en Santiago, según un funcionario de alto rango cercano a la investigación, quien habló bajo condición de anonimato para discutir conclusiones que aún no se habían hecho públicas”.
La nota señala que los documentos judiciales muestran la elaborada planificación del asesinato, mensajes de teléfonos confiscados que muestran como un jefe de Tren de Aragua comunicó al jefe de la banda en Chile que les pagarían una gran suma por secuestrar y matar a Ojeda. Como los miembros de la pandilla obtuvieron uniformes, armas y vehículos para hacerse pasar por efectivos de la PDI.
También, entre las evidencias recopiladas por la fiscalía chilena resalta el testimonio del testigo reservado número 7, quien dijo que el ministro de Relaciones Interiores de Maduro, Diosdado Cabello, ordenó personalmente el asesinato de Ojeda, tras haberlo declarado “traidor a la patria” en un documento oficial del narcorégimen.
El artículo de NYT señala, además, que «durante años, Maduro ha mantenido su control sobre Venezuela encarcelando a opositores políticos en su país. Pero el asesinato en Chile sugiere que el líder venezolano también ha adoptado las tácticas de su estrecho aliado, el presidente Vladimir Putin de Rusia, de llegar a naciones extranjeras para asesinar a rivales políticos».
Algunos medios chilenos también recordaron el comportamiento, del entonces embajador venezolano en Santiago, Arévalo Méndez, quien días antes de ser localizado el cadáver de Ojeda, se negó a dar declaraciones sobre la desaparición del militar disidente, lo cual, ahora, resulta mucho más sospechoso.