Por Andre Mendoza
Hay una reflexión necesaria en momentos en el que se vive un caos político sin precedentes. Al menos, considerando los factores que acontecen, la ineptitud y corrupción a un nivel no visto en un país con una democracia que se ha ido forjando en el presente siglo.
Asumir nuestra responsabilidad y hacernos cargo de nuestro deber como ciudadano, no debería considerarse una afrenta a la decisión que se tomó en una elección en plena libertad. Asumir tu voto, no debería considerarse una arenga que incite la polarización. Todos los errores y virtudes de
una gestión política, serán precedidos de una decisión democrática. Pero estando en un gobierno caótico, cómo podremos generar consensos y lecciones para no volver a repetirlos, si una parte de la población pide deslindar de esa responsabilidad.
Y es cierto, también existe un ánimo de sacar en cara una decisión en la que la población que fue a las urnas, se opuso en casi un 50% a la otra mitad. Pero consideremos que cualquiera hubiera sido el ganador en la 2da vuelta, las consecuencias tendrían que haber sido asumidas de la misma manera. Una sociedad responsable debería ser crítica con el político, no celebrar gestos vacíos con el afán de callar a un sector con ideas opuestas. Como si la “competencia” de exponer errores propios de las elecciones, no hubiera acabado. Si es que se debe resaltar algo, son las decisiones políticas, no tanto a los políticos. Con el tiempo, un político popular se puede volver un eje que atraiga a oportunistas en el que será difícil separar al buen político, del malo. Sobretodo en una democracia, aún frágil como la peruana.
En el Perú se ha vivido una relativa estabilidad que nos dado la confianza para creer que cualquiera sea el Presidente, podremos estar exentos de una crisis política y económica. Nos hemos acostumbrado a votar cada 5 años y poder desentendernos otros 5 años más, para luego culpar al “otro” del político que ahora toma decisiones por todos. Nos hemos acostumbrado a creer que la democracia se ejerce cada 5 años y después dejarlo a un lado y mirarlo cada cierto
tiempo para quejarnos y fingir que se hace política en base a antis. No hemos construido, se dejó de lado la responsabilidad que requiere una democracia. Y esta democracia, tan imperfecta como necesaria, no se establece en un papel, esta se defiende constantemente y con mayor razón en una región en el que el populismo y el autoritarismo nos ronda. Ya sea en Venezuela con una dictadura establecida, o un país con un populismo a alto nivel como Argentina. La democracia se defiende con libertad y como menciona Hayek, este parte del individuo.
La libertad es responsabilidad. Cuando decidimos y actuamos, estamos asumiendo las consecuencias de nuestros actos. Lo paradójico es que muchas personas le temen a la responsabilidad. Por eso los autoritarios se disfrazan de voz autorizada para establecerse en el poder. Ahí, la gente suprime su propia opinión, sin ofrecer resistencia.
La libertad es el medio para desarrollar nuestras fortalezas. Se responsable, asume tu voto.