Si algo tiene en común la sociedad alemana luego de la Segunda Guerra Mundial (con la derrota del nazismo) y la venezolana en el postchavismo, es que son necesarios procesos de desinfección y descontaminación sobre los símbolos que tuvieron auge (hayan sido creados, resignificados o en última instancia secuestrados) a estos nefastos periodos históricos, en el caso de la primera el régimen nazi dirigido por Adolfo Hitler, en nuestro caso, el régimen de Hugo Chávez y toda aquella parafernalia socialista, que como un virus, infectó todas y cada una de las instituciones y a su vez las instituciones hacen vida las personas. Al proceso de desinfección y descontaminación desde ahora los llamaremos técnicamente en un solo término: deschavificación.
Una de las cualidades más efectivas de la izquierda revolucionaria es la propaganda, la capacidad de apropiarse del lenguaje para resignificar símbolos y elementos constitutivos de la realidad imperante a fin de colocarla a sus servicios. Pero yendo mucho más allá, en su nueva versión, la izquierda, que en muchos casos sus simpatizantes no se reconocen como tal ni tampoco como una nueva burguesía, ha aplicado teorías postmodernas constructivistas, donde lo fundamental es “el uso performativo del lenguaje”, es decir “el lenguaje crea realidades”, sin embargo esto ya de por sí es un error intelectual, porque estarían obviando las realidades objetivas.
El concepto que involucra la deschavificación es bastante antiguo siendo rastreado desde los tiempos del Imperio Romano, que expuso dos casos bastante notorios, donde se aplicó lo que llamaría el jurista alemán Christoph Schreiter como Damnatio Memoriae o “condena de la memoria”, siendo estos ejemplos los Emperadores Calígula y Nerón (según Suetonio en “La vida de los Césares”), dado a que durante sus gobiernos el Estado romano estuvo sometido a grandes perversiones que lo pusieron al borde de su desaparición y con ello toda su cultura y la existencia del pueblo romano.
Las primeras etapas de este proceso, sería la reingeniería del proceso educativo venezolano, un nuevo diseño curricular mucho más próximo al desarrollo del individuo, al autoreconocimiento de sus talentos, a la defensa del bien común, al reconocimiento de sus símbolos originales y su propia historia, manipulada perversamente para generar antagonismos entre venezolanos provocando una guerra fratricida, y como vanguardia en el desarrollo de la Nación, tal proceso ha sido expuesto en nuestro Plan de Nación.
Lo próximo es considerar todos los elementos culturales donde se ha introducido el chavismo, especialmente aquellos que involucran las artes escénicas y plásticas, la música y la literatura, a fin de desactivar toda la narrativa instaurada en la psique colectiva venezolana, desde su falsa denuncia contra los centros hegemónicos —siempre ellos como víctimas— de discurso y pensamiento, pero irónicamente ellos son el único centro hegemónico de discurso y pensamiento aplicando la desculturización y la deconstrucción de todas las artes inscritas en el universo cultural venezolano.
La deschavificación comprende además un proceso donde las obras públicas deberán ser rebautizadas con nombres de venezolanos ejemplares quedando fuera de todo símbolo propagandístico y siendo la promoción de la virtud como aspiración moral máxima de todos los venezolanos. La deschavificación también involucra la reeducación y concientización de venezolanos que por los “beneficios” recibidos de la tiranía optaron en apoyarla sin importar sus consecuencias para la Nación (incluso por la ignorancia y/o por la manipulación ideológica), también incluir a aquellos venezolanos sobre los cuales la tiranía ha instrumentalizado la coacción y la violencia política (el terror de manera sistemática) desde toda clase de parapetos parainstitucionales, contrarios incluso a su propia constitución, demostrando en la práctica su carácter totalitario, como por ejemplo los consejos comunales y las misiones “educativas”.
Si nos damos cuenta, han proliferado como rizomas, diversas agrupaciones que se autodenominan “colectivos” o “colectividades” que reúnen “multiplicidades” o “disidencias” que tienen sus manifestaciones mayoritariamente dentro del aspecto cultural siempre haciendo alarde su horizontalidad, secuestrando además nuestros próceres y nuestra propia historia, condenando a quien rechace el lenguaje y símbolos llamándolos en su neolengua como “antipatriota”, “fascista”, “apátrida”, quedando superado aquel epíteto utilizado por el chavismo hasta la saciedad: “escuálido”. La gran ventaja sobre el chavismo, es que todo de su parte se encuentra escrito y lo han ido ejecutando “sin prisa pero sin pausa”, con lo cual se puede ir adelantando una vanguardia intelectual necesaria que se adelante a la imposición de su relato y construir una nueva narrativa fundamentada en la herencia de nuestra historia, pero siempre proyectándonos hacia adelante, siempre en la búsqueda de la unificación nacional dando inicio a la era del postchavismo donde el nacionalismo venezolano debe ser la base política para la superación de todos los males que han pervertido a la República.
La instauración de esta nueva política sobre los vestigios de la tiranía en reparación de nuestra nación es delineada de la siguiente manera:
- Describirla como periodo político de corte totalitario y oscuro (comprobable enteramente en la práctica) desde el inicio de nuestra historia republicana, sin olvidar el proceso político anterior que le dio origen (el bipartidismo AD-COPEI), donde se llevó a Venezuela a toda una perversión social, económica, política, militar y cultural.
- La desaparición del espacio público de la jerga de la tiranía y de todos aquellos nombres, estructuras, procesos que estuvieron involucrados y que se desarrollaron dentro de la tiranía, eso incluye también a TODOS sus intelectuales venezolanos y/o extranjeros (muchos de ellos, sino todos, pagados con dinero del tesoro público venezolano).
- Mostrar de manera sistemática, estructurada y sostenida a los venezolanos las causas y consecuencias del proceso histórico de la tiranía, donde la misma estuvo basándose en la extrapolación de la lucha de clases a todos los ámbitos de la vida cotidiana, provocando el antagonismo y la degradación de la Nación, así como del secuestro de la historia nacional, presentando este proceso como parte de la inmunización de la consciencia para las próximas generaciones, demostrando que a pesar de ser una nación muy rica, podemos caer en la ruina sino somos capaces de cuidar lo propio.
- Adoptar leyes que permitan acusar e ilegalizar a todo partido o agrupación con pretensiones políticas que se basen en la lucha de clases para lograr sus objetivos, con especial calificación de terrorismo en cuanto a su uso de la violencia, similar a lo establecido en Alemania con el nazismo y diversos países que estuvieron bajo la órbita soviética.
Yrvin Escorihuela
@__amor_a_roma__
¡Venezuela quiere ORDEN!