Por Roymer Rivas, Coordinador Local de Estudiantes por la Libertad Venezuela
Siempre escuchamos a los intelectuales socialistas y seguidores hablar de la pobreza y la desigualdad; en Venezuela, escuchamos mensajes tipo: «que las causas de la pobreza son por capitalistas burgueses 100% anti-revolucionarios engendrados por el Diablo», «que hay que buscar la igualdad», o frases similares. De hecho, por tan solo citar un ejemplo, hace un tiempo atras la economista socialista —chavista— Pasqualina Cursio escribió un artículo titulado “Nuestra América: La más desigual” en donde afirma que el capitalismo es el sistema más desigual que existe y, por tanto, como “la desigualdad es la causa principal y determinante de la pobreza del mundo”, es también el causante de la pobreza mundial.
Muchos respetados académicos en el mundo han caído en este juego de manipulación y comienzan a debatir sobre “las verdaderas causas de la pobreza”; en Venezuela también se han dejado llevar por este tipo de discusiones, la oposición institucional –entiéndase “partidos políticos igual de socialistas o, en el mejor de los casos, funcionales al régimen”–, y los liberales hacen que el debate gire en torno a “cuáles son las causas de la pobreza y/o la desigualdad”. Sin embargo, esto es una equivocación, las premisas del debate están erradas y, por consiguiente, hay que cambiarlas.
En principio, debo aclarar que ningún ser humano es igual, cada persona es un ser singular, único e irrepetible y posee, además del conocimiento formal, uno del tipo practico –tácito e inarticulable– que le lleva a valorar su entorno de forma distinta; por lo que, además, los gustos y preferencias no solo son diversos, sino que hasta contradictorios en muchos casos. Por esta razón, buscar una igualdad material –igualdad de hecho–, es contra natura, una aberración que tiene consecuencias nefastas. La única igualdad real que debemos buscar, es la igualdad de trato, esto es, igualdad ante la ley.
Entendiendo que un debate en torno a las desigualdades sociales no tiene sentido alguno, dado que, gracias a Dios, todos somos diferentes y siempre existirán desigualdades –ya que forma parte de la naturaleza humana–, paso al siguiente punto: la pobreza.
Cuando se habla de pobreza, no se refieren a otra cosa más que a la escasez o carencia de una determinada cosa que, teniéndola, ayudaría a satisfacer una determinada necesidad. Ahora, comprendiendo esto, a priori, concluimos que la pobreza es el estado natural del ser humano –aludiendo a Hobbes, este estado natural es invivible–; el hombre, en su estado natural, no cuenta con recursos en abundancia, se muere y mueren todos los que le rodean; por consiguiente, la pobreza es incausada –no tiene causas–.
En este punto alguien podría decir que “el hombre cuenta con los recursos naturales”, y esto no es del todo cierto; el entorno está –existe–, pero es la acción racional del hombre –tanto consciente como inconsciente– la que permitirá que el mismo las aproveche; y según las acciones que ejecute, tendrá éxito o no en la satisfacción de su necesidad; es decir, sin acción –trabajo–, no se puede salir de la pobreza. En su estado natural, un hombre con hambre no puede satisfacer su necesidad, pero si el hombre está cerca de un rio y se fija que puede pescar, es el trabajo y el esfuerzo –acción– lo que más tarde le dará qué comer –en este caso, pescados–.
Por el contrario, la riqueza no es natural y, por ello, tiene causas; y estas causas son, la propiedad privada, la libertad, el trabajo, la responsabilidad y los intercambios voluntarios –indisociables los unos de los otros–. Sólo las sociedades libres, en donde se respeta y protege la propiedad, donde el individuo es dueño del fruto de su trabajo y se hace responsable de las consecuencias, negativas o positivas, de las acciones que ejecute, son las que progresan.
De manera que no tiene sentido discutir sobre las causas de la pobreza, acerca de lo que hay que discutir es sobre las causas de la riqueza y, si se quiere, las causas por las cuales una sociedad no genera riqueza. Esto es lo sensato y verdaderamente importante; la riqueza es causada y lo causa el trabajo del hombre –actuando conforme a sus fines y haciéndose responsable de dichas acciones–.
Por otro lado, muchos piensan que la razón de riqueza de algunos es la pobreza de otros, que la economía es un juego de suma cero en donde nadie gana y, así pues, los que ganan es porque roban a otros; en otras palabras, piensan que unos son ricos a costa de otros. Y esto es una colosal falacia en la medida en que –repito– la riqueza, que no es natural, proviene del trabajo y del libre contrato –que, a su vez, deriva de la propiedad privada–. Cuando dos personas intercambian algún bien o servicio, ambas ganan; dado que el valor es subjetivo.
Si yo intercambio una paca de harina pan por un libro; es porque el libro vale más para mí que lo que vale la paca de harina y, al mismo tiempo, la paca de harina vale más para la otra persona que lo que vale el libro; por tanto, ambos ganamos.
Podríamos encontrarnos con alguien que diga que “algunos si se vuelven ricos a costa de otros” –por ejemplo, estafando–; y tiene razón, si hay inescrupulosos que, con tal de alcanzar sus fines, dañan a otros; sin embargo, para que esto pueda suceder, ya debe haber riqueza previa, un infame no puede robar algo que no existe; y con esto quiero decir que, lo que hizo esa persona no fue “crear riqueza”, sino “robarla”; que no es lo mismo. Si hacemos retrospectiva, nos encontraremos con que había un punto en donde no existía riqueza –puesto que la pobreza es el estado natural del hombre–, entonces, ¿Cómo se creó riqueza a partir del robo si la misma no existía? El robo no crea riqueza, eso es una falacia, la riqueza primero debe existir para luego poder ser robada; y para que exista la riqueza debe ser creada, y la misma se crea con el trabajo.
En resumen, al contrario de como afirman muchos, la riqueza no es resultado del robo, sino que es resultado de los intercambios voluntarios a valores subjetivos, que parten del respeto a la propiedad, y del trabajo. En adición, invito a los lectores a invertir el debate, puesto que discutir sobre la pobreza no tiene sentido alguno en la medida en que es la condición natural del hombre, una discusión juiciosa debe girar en torno a “cuáles son las causas de la riqueza” y “por qué razón no genera riqueza la sociedad”.