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Leroy Garrett

Legitimidad, ilegitimidad y montesinos

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Por Leroy Garrett [@lerogarrett].

Acabo de terminar un fascinante relato subdividido en varios capítulos, escrito por Mary Beard, a la sazón, la máxima autoridad viviente en lo que antigüedad romana se refiere y profesora de tales estudios en la Universidad de Oxford.

En “los 12 Césares”,  la profesora Beard nos invita a un viaje bien interesante para reconocer la veracidad o inverosimilitud, o ambas simultáneamente del rostro de los Césares, de los primeros doce, cuya fama e infamias son basamento de la conducta política de occidente tanto en sus facetas brillantes, claro oscuras, o bien tenebrosas.

Con asombro encontramos que la imagen de los emperadores romanos —salvo contadas excepciones muy bien documentadas— son una invención del Renacimiento, ese momento de vuelta hacia lo secular sin dejar de ser religioso.

Aunque el rostro de César es producto de una base común habida en la moneda emitida (Inventada) desde entonces, su cara fue adaptándose a realidades políticas y conveniencias sociales desde tiempos del mismo imperio y en lo sucesivo que por seguro desvirtuaron haciendo dudosos sus rasgos y apariencia.

Pero el bestseller de la Doctora Beard conlleva un mensaje a gritos; el de la legitimidad, hija del legado, y madre del poder. ¿Qué se buscaba con incorporar los Césares en la vida cotidiana renacentista o el orden greco romano en la arquitectura que sigue en boga en los edificios donde reposa el poder público?

Para las mentes artísticas renacentistas y sus patrones nobles, hacer regresar a los emperadores de Roma, les otorgaba un sentido incuestionable de ser los poderosos de entonces, los LEGITIMOS, los Medicis o Borgias, eran entonces los herederos de la grandeza pretérita y su justificación para detentar el poder.

Esto ha sido recurrente tanto en regímenes de derecha y escandalosamente de izquierda, el bolchevismo se negó enterrar a Lenin; santo ateo y perpetuo centinela de un régimen que cayó de bruces hace más de 3 décadas, así como debemos recordar por su caída, las estatuas con omnipresencia en cada rincón de la extinta más no desaparecida del todo unión soviética.

Sadam Hussein hizo lo propio, sus brazos que entrecruzaban espadas, daban la bienvenida a Bagdad y su retrato, en cualquier pose y ataviado inclusive a la moda de fiebre del sábado por la noche era presencia íntima entre beneficiarios y víctimas.

Sabemos que el difunto autócrata ha corrido la misma suerte, entre estatuas y hasta disfrazado de médico, aunque su legitimidad no cuaja, ni cuajará como la milenaria inmanencia de los Césares.

Con esto en mente, ¿Qué podemos decir del escenario en Venezuela?

Los últimos días han sido agónicos y repetitivos, para la señora Machado y su “candidata”, cantan como sinrenas en clave de réquiem, ya la dinámica política y la narrativa de los eventos no lo controlan, las abandonaron, la dictadura se salió con la suya y el destapado colaboracionista gobernador del Zulia es el ungido del gran elector quien lo más lejos que llega en su campaña flash es a Cabimas, y eso si por si “lo matan y se muere” y está comprometido en reconocer la victoria irreversible del candidato presidente inclusive antes de ir el mismo a votar

Hay que silenciar a María Corina, y ya se logró, aunque sus apariciones en las redes cada día son más lacónicas, exudan derrota, con ese acento y léxico de “Laura Pérez la sin par de Caurimare”  y protuberante tono depresivo, el régimen le quita de un “guamazo” el metraje de prensa agónico que le quedaba, sorpresivamente sacando a su enemigo público número uno —antes pilar revolucionario— “bajo arresto”.

¿Recuerdan a Montesinos, el arquitecto del aparato policial que capturó a Abimael Guzmán y que se convirtió en arma represiva para tratar de imponer a Fujimori para siempre, y que, por ese minestrone de nazis y estalinistas que sigue siendo el chavismo, se le dio protección hasta que Chávez quiso desviar los ataques de la opinión pública hacia la creación entonces de los círculos bolivarianos y otras medidas que ya asomaban los tiempos que vivimos?

Y después de rotundamente negar que daba posada al esbirro, un buen domingo de Julio del 2001 declaro “ atrapamos a Montesinos “.

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John R. De la Vega, P.A.

Immigration Law
  • Asilo
  • Representaciones en la corte de inmigración
  • Peticiones familiares

John De la Vega es un abogado venezolano-americano que ha ayudado mucho a la comunidad venezolana e hispana en sus procesos migratorios en los Estados Unidos.

John R. De la Vega, P.A.

Immigration Law

John De la Vega es un abogado venezolano-americano que ha ayudado mucho a la comunidad venezolana e hispana en sus procesos migratorios en los Estados Unidos.

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