De Derecha Diario
El presidente francés emprendió el proceso de nacionalizaciones más ambicioso desde los tiempos de François Mitterrand, en contraposición con sus primeros discursos de campaña en 2017. El Estado aumentó su participación en el sector de la energía, el transporte y la industria.
Desde su llegada al poder con un mensaje centrista y moderado, Emmanuel Macron no titubeó en llevar a cabo el proceso de estatizaciones más importante de los últimos 40 años en Francia. No se veía una convicción estatista tan pronunciada desde la administración del expresidente socialista François Mitterrand, como parte de su “programa común de Gobierno”.
La administración Macron avanzó incluso más allá de las pretensiones del expresidente socialista François Hollande, quién solo llevó a cabo un aumento temporal en la participación accionaria estatal de la firma Groupe PSA.
El primer episodio de estatización bajo el mandato de Macron se produjo con la expropiación de la empresa de astilleros STX Francia en mayo de 2017. El Gobierno se adueñó temporalmente de la firma a fin de “defender los intereses estratégicos de Francia”.
Luego, en septiembre de 2017, se llegó a un acuerdo con la empresa italiana Fincantieri para que el sector privado retuviera hasta el 51% del paquete accionario hasta 2018, y a partir de julio de ese mismo año el Estado francés adquirió el 84,34% del total y pasó a denominarse “Astilleros Atlánticos”.
Con una superficie de 150 hectáreas, Astilleros Atlánticos se perfila como una de las firmas más importantes de Europa y del mundo en materia de construcción naval. Incluso posee operaciones vinculadas con la fabricación militar, y en menor medida las subestaciones eléctricas.
Más tarde, a mediados de 2018, el Gobierno anunció la nacionalización mayoritaria de la firma multinacional Areva, empresa líder en el programa nuclear del país y un gran peso en la industria energética francesa, fuertemente dependiente de este tipo de actividades.
El Estado culminó la nacionalización durante el primer trimestre de 2021, y asignó un monto de hasta 560 millones de euros para aumentar su participación accionaria hasta el 90% para llevar a cabo un control más exhaustivo, dejando a la iniciativa privada en un lugar completamente marginal.
La economía francesa se encuentra cada vez más intervenida, más regulada y con un menor grado de competitividad relativa a la propia Unión Europea y el resto del mundo. Macron, que muchos al día de hoy reconocen como de ideología liberal, en términos económicos es el más estatista en más de cuatro décadas.
En 2021 el ministro de Economía Bruno Le Maire dio marcha atrás con sus propias declaraciones negando “cualquier posibilidad de nuevas estatizaciones”, y se decidió incrementar el peso accionario del Gobierno francés en la firma aeronáutica Air France-KLM hasta el 28,6%.
El Estado retenía hasta el 54,4% del paquete accionario en 2003, su participación cayó por debajo del 14,3% tras la privatización parcial del expresidente Jacques Chirac en 2004, pero bajo la administración de Emmanuel Macron se volvió a retroceder en la apertura hacia la iniciativa privada.
La última gran apuesta del oficialismo fue la estatización total de Electricité de France (EDF), la principal empresa de generación de electricidad en el país en junio de 2022. EDF es una de las empresas eléctricas más importantes del mundo y la principal proveedora de electricidad no solo en Francia si no que en toda Europa occidental. En el año 2017, esta empresa llegó incluso a ocupar el segundo lugar en la producción eléctrica mundial, solo por detrás de la China Energy Investment Corporation.
Macron tiene pensado seguir con las estatizaciones a lo largo de su segundo mandato que tiene duración hasta 2027, tras su reelección el año pasado, estuvo muy cerca de perder frente a la derechista Marine Le Pen, a la que irónicamente había acusado de “estatista” en la campaña de 2017.