Por: Omar E. Ramírez R. Coordinador Local Senior de Estudiantes por la Libertad Venezuela.
Hace un año, a finales de agosto en Venezuela se popularizó una campaña en redes sociales en la que muchas personas exigían cerrar una página de Instagram que funciona como monitor del precio del dólar en el país. Pues la responsabilizaba del aumento de precios y de la inflación, culpandola a su vez del aumento en el precio del dólar paralelo. Hablaré sobre los sofismas económicos que influyen en este pensamiento y, especialmente, sobre el hombre masificado por la propaganda y su respuesta a ella.
Sofismas Económicos
En el pasado ya expuse las razones por las cuales no es culpa del monitor y de por qué el verdadero culpable es el Banco Central de Venezuela (BCV). Refresquemoslas ideas generales en este apartado antes de pasar al punto de hombre masa.
El rechazo a esta página brota desde la adopción de sofismas por el desconocimiento sobre cómo funciona la economía. En esto no culpo a las personas, pues el sistema educativo venezolano es deficiente, especialmente en estos temas, y a eso se suma la promoción de sofismas por parte de los aparatos de propaganda del Estado venezolano. En este sentido, cabe destacar que un sofisma es una Razón o argumento falso con apariencia de verdad, que normalmente los políticos populistas y malos economistas utilizan con la intención de engañar. A la definición de argumento falso, se le suma la intención de engaño, y muchas veces implica estrechamente lo que Bastiat llamó Silogismo en su tratado Sofismas Económicos; y es enseñar verdades a medias. Por ello, un sofisma económico puede entenderse como un argumento falso o verdad a medias que se enseña con la intención de engañar.
Esta página solo funciona como indicador del precio del dólar en el mercado negro, es decir, muestra un promedio de los precios en los que distintas casas de cambio transan el dólar. Este precio, es EL precio de mercado o punto de equilibrio, el cual es producto de las interacciones entre la oferta y la demanda. Por lo tanto, La idea de que el precio del dólar lo establece una página de Instagram es un sofisma. La aparición de este mercado negro —del cual la página solo funciona como monitor— es consecuencia de las acciones del gobierno.
En contraste, el precio que establece el Banco Central de Venezuela no es resultado específicamente de la oferta y la demanda, sino es una imposición. Se trata de una intervención en el mercado cambiario que funciona como política de precios máximos. «Cuando un precio máximo se establece por debajo del precio de mercado —o del punto de equilibrio—, genera escasez del bien en cuestión y el surgimiento de un mercado negro. En este último, se da respuesta a esa escasez, vendiendo las cantidades del bien al precio real. Si al mercado se le cierran las puertas, entra por las ventanas y termina imponiéndose; y es preferible que entre por la puerta.
Hombre Masa y Propaganda
Habiendo refrescado las ideas puramente económicas en este tópico, y entendido que no es momento de desenmascarar sofismas, hoy, a un año de los sucesos mencionados al principio, es hora de resaltar hechos relevantes. Estos se refieren a la masificación de muchos venezolanos y a la amputación de su criterio propio por parte de la propaganda del régimen.
En primer lugar, es interesante recordar como personas influyentes en redes sociales comenzaron a pedir el cierre de la página, creyendo que esto sería la solución al problema de la inflación, sin investigar las causas reales del problema. Esta actitud es comparable a un padre que arroja al piso un termómetro para curar la fiebre de su hijo. Y, sin ningún respeto por la teoría económica, comenzaron a hablar sobre inflación y precios, usando falacias y mentiras de todo tipo:
- Falacia del Pensamiento circular, algo que fue común escuchar y leer en publicaciones que se dedicaron a cantinflear —hablar y hablar sin decir nada— fueron cosas como “el precio del dólar es culpa de los comerciantes y de la página que lo monitorea, pues el precio que ellos ponen, es el que usan los comerciantes,” y escribían largas cadenas de WhatsApp o posts sin explicar siquiera qué es un precio.
- Una gran mentira, como expliqué arriba, y en el artículo que cité, el precio del dólar no lo determina una página de Instagram, sino que es un proceso de mercado.
- Falacias Ad-Hominem, pues cuando intenté explicar el asunto, muchas veces me respondían a mí, con insultos o calificativos cómo “facho neoliberal explotador lamebotas de los viles comerciantes que roban al pueblo y son los culpables de todo”, aunque no fueran capaces de explicar satisfactoriamente por qué los comerciantes eran los culpables.
Así, Nunca podían dar una definición de conceptos como mercado u oferta y demanda, pero pretendían refutar a quienes con argumentos, ejemplos y evidencia querían explicar y hallar las causas reales de la inflación.
Peor fue ver como mucha gente les seguía. Da tristeza verlos escribir en sus redes “yo no soy oficialista, pero lo que dicen de la página es verdad”, luego de años de propaganda. Aun cuando sientan profundo odio hacia el gobierno, siguen creyendo en las mentiras que éste promueve. Como la idea de que la solución está en mayor intervención estatal, o que los problemas económicos son culpa de una clase burguesa que está en constante lucha con el pueblo —esto era lo que reflejaban frases cómo “es que los comerciantes abusan”—.
Sucede que uno de los principios de la propaganda termina siendo ese. En palabras de Joseph Goebbels, ministro de propaganda Nazi, “Toda propaganda debe ser popular, adaptando su nivel al menos inteligente de los individuos a los que va dirigida. Cuanto más grande sea la masa a convencer, más pequeño ha de ser el esfuerzo mental a realizar. La capacidad receptiva de las masas es limitada y su comprensión escasa; además, tienen gran facilidad para olvidar”. Con esta intención se promueven las peores falacias y sofismas posibles para concretar los otros principios de Simplificación y Enemigo Único, a saber, vender la falsa, pero simple idea de que la inflación es culpa de los comerciantes o quienes administran la página. El enemigo termina siendo de nuevo “la burguesía” —ahora encarnada en los comerciantes— y usando el principio de Transposición, o de trasladar, la responsabilidad por la inflación del BCV al monitor de Instagram.
La propaganda buscar masificar a los individuos, suprimiendo y criminalizando su criterio propio para insertarlos en una masa amorfa fácil de dirigir ; crear una nueva tribu en la que cada uno de sus miembros defendería a muerte cualquier consigna, cualquier falsa idea, cualquier “post-verdad”, o cualquier sofisma, siempre que sea la de su cacique o líder —al que muchas veces ni siquiera pueden identificar plenamente—.
Llegan incluso a cambiar de líder o mensajero divino, o a cambiar fácilmente el sofisma que defienden como si de ello dependiera su vida. Al punto que tan rápido como apareció el sofisma de que una página de Instagram era la culpable, desapareció del ideario colectivo.
Esto nos plantea un gran reto a los defensores de la libertad, y sobre todo, de la verdad. Querer buscar la verdad y usar el tan criminalizado criterio propio en medio de tanta conformidad supone, muchas veces, exponerse a insultos o ser condenado al ostracismo. Las voces críticas son a menudo despreciadas, a pesar de que el tiempo pueda darles la razón. Esto hace que muchos deseen profundamente haberse equivocado al advertir, por ejemplo, que la excesiva inyección de dinero para el pago de bonos al sector público traería consecuencias nefastas.
Al final, quienes desenmascaran sofismas y se esfuerzan en liberar a sus hermanos de la conformidad, advirtiendo incansablemente sobre el peligro que se avecina, son quienes más desean haberse equivocado. Lo hacen en medio de una situación comparable a un incendio, donde tanto combustible está junto y expuesto al calor suficiente para iniciar una mecha.