Las vacunas desarrolladas por Moderna, Pfizer y BioNTech han sido las preferidas de los países para administrar a sus ciudadanos. Tanto en Estados Unidos, Israel y varios países de Europa, las jornadas de vacunación ya han comenzado y se espera que millones de individuos sigan recibiendo su respectiva dosis para lograr conseguir la inmunidad contra el coronavirus.
A pesar de esto, la vacuna rusa de Sputnik V, que ha generado desconfianza en muchas personas por la falta de transparencia sobre los efectos secundarios y el porcentaje de inmunidad que pueda generar, ha sido escogida por tres países para ser distribuida dentro de sus fronteras.
Venezuela, bajo la tiranía de Nicolás Maduro, fuertemente aliada al régimen dirigido por Vladimir Putin en Rusia, firmó un acuerdo de vacunación masiva con la empresa rusa, a pesar que varios ciudadanos del país, a través de sus redes sociales, han expresado que se rehúsan a colocarse esa fórmula creada en el país dirigido por Putin.
La tiranía de Venezuela, a través de su vicepresidente, Delcy Rodríguez, aseguró que, en la primera fase de vacunación, se llegará a por lo menos 10 millones de venezolanos, sin dar detalles de cuando iniciaría este proceso.
Bielorrusia, que actualmente sufre una crisis política, además de sanitaria y generalizada, debido al presidente ilegítimo del país, Alezander Lukashenko, también se sumó a la lista de las naciones interesada en el dudoso producto ruso. El país ex soviético ya recibió la primera carga de vacunas Sputnik V y, de acuerdo a la información oficial, ya se han empezado las vacunaciones masivas.
Otro país sudamericano que se ofreció para experimentar con sus ciudadanos fue Argentina, que ha recibido alrededor de 300,000 dosis de la vacuna rusa y planea administrarla a los ciudadanos, aunque han enfatizado que será de manera voluntaria.
La vacuna que, aparentemente, había sido aprobada ya en el mes de agosto, se está distribuyendo en países que no se aseguran de la calidad de los productos que son recibidos por sus ciudadanos.