En nuestra sociedad es muy común votar sin razonar, en primer lugar, no elegimos bien a nuestros representantes, pues desconocemos el perfil del buen político, aquel que sea: sabio, entendido y experto en el buen gobierno; en segundo lugar, si queremos elegir a otro que no esté en el gobierno, se nos ofrecen oposiciones de cartón, todas incapaces -o estatistas- para efectuar las reformas necesarias.
Entonces, tenemos candidatos que van de mal en peor, y desconocemos una regla general o perfil que nos ayude a tener estándares altos de exigencia para reconocerlos, y es por eso que los liberales damos el triste espectáculo de discutir, incluso acaloradamente, cuál de todos los caudillos y candidatos socialistas, es “menos socialista”, y cuál estatista, es “menos estatista”; o sea “el mal menor”.
Para muestra, un botón: Bolivia.
Bolivia es el ejemplo más reciente de esto, cuando analizamos detenidamente el discurso y programa de gobierno -o ausencia de él- de cada candidato, podemos entender que ninguno representaba una opción óptima; todos tenían propuestas estatistas y dirigistas, no hablaban de las grandes reformas de fondo que hay que emprender; populismo hasta los tuétanos y mediocridad son los principales signos que marcan sus acciones.
Mi frase más usada durante estos comicios fue: «gane quien gane, pierde Bolivia», y como es típico, cuando expresas una opinión que no le agrada a la mayoría, te califican negativamente, o peor, te insultan. Pero así fue señores, perdió Bolivia y por «goleada», y esta vez no fue culpa de Evo ni de sus acólitos, simplemente no habían buenas opciones y no se razonó las elecciones.
La segunda década progresista está cerca.
Mientras redacto este escrito, están a solo horas de iniciarse las elecciones en Chile para conocer si gana el «apruebo» o si pierde el «rechazo», ¿y por qué lo digo de esta forma? Pues porque tal como pasó en Bolivia, es altamente probable que gane el «apruebo» impulsado por la izquierda, y pierda Chile, ante la falta de una derecha buena con un programa de reformas completo y aptitudes óptimas para conducir a su país hacia un sistema de gobierno limitado.
Decir esto a pocas horas de llevarse a cabo los comicios parece ser de «mala suerte» para muchos, para mí es solo un análisis crítico del panorama del continente, el cual está cada vez más cerca de iniciar su segunda década progresista.
La línea del tiempo del péndulo en América.
Hagamos un breve recuento de los hechos de estas últimas décadas:
- 2001 – 2010: Primera década progresista, la izquierda continental impulsa la «marea rosa» y establece su hegemonía en casi todos los países de América. «Tienen la sartén por el mango».
- 2011 – 2020: La izquierda se tambalea, la derecha mala retoma el control parcial en varios países y desestabiliza a la izquierda a través de la «ola conservadora».
- 2021 – 2030 o «2000 siempre»: Segunda década progresista, la izquierda se estabiliza nuevamente y sigue avanzando con su agenda globalista, como si nada hubiera ocurrido. Hago mención al irrisorio «2000 siempre» que tanto mencionaba Chávez, ya que ese es el camino que transitamos gracias a la ley del péndulo: una alternancia entre izquierdas y derechas malas.
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