Por Antonio Semprun, Coronel de la Guardia Nacional.
Un país arrasado por la avaricia, el resentimiento y la ruina moral tiene que afrontar la traición y el arrodillamiento de seudos políticos que se cuelgan el cartel de opositores.
La memoria corta de los venezolanos los ha convertido en víctimas de quienes les miente y los utilizan para satisfacer sus ambiciones partidistas y personales, que han hecho los personajes que hoy se brindan apoyo ante la difícil situación que atraviesa Venezuela, además de haber sido candidatos presidenciales, dos veces en el caso de Henrique Capriles.
El pasado 28 Agosto del año en curso, Manuel Rosales anunció con bombos y platillos su apoyo a Henrique Capriles. La decisión muestra las costuras, deja ver la ambición de poder, muestra a quien se trata de descarrilar, muestra los mismos personajes a quienes el pueblo venezolano en el pasado reciente les entregó un mandato y les quedó grande o lo negociaron a su favor.
Ese ha sido el comportamiento errático de políticos de pacotilla, que en su afán por una cuota de poder no importa el tamaño, buscan hacerse merecedores de una palmadita del tirano en el hombro o el guiño por haber sido el Caballo de Troya elegido.
Esto constituye un acuerdo entre los representantes de la cobardía y la ambición de poder que podría ser la alianza en la que a los autores del acuerdo no les afecta el cambio de posición.
Henrique Capriles y Manuel Rosales cambiaron la palabra unidad por apoyo, para ir no contra de Maduro y su organización criminal, irán contra quien ha despertado un sentimiento de esperanza nacional que crece exponencialmente en las encuestas, a saber, María Corina Machado.
Manuel Rosales, el 3D del año 2006 presuroso acepta el triunfo de Chavéz, en el año 2008 viaja a Perú donde pide asilo político durante 6 años, regresa a Venezuela en el año 2015 y la tiranía genocida que ha ordenado a los jueces dicten sentencias de 30 años a quienes han levantado la voz en su contra, lo libera después de seis meses de prisión sin que hubiera terminado el juicio.
Sobre esto, corrió un rumor antes de las elecciones presidenciales del año 2006 que hubo una reunión a la que asistieron Manuel Rosales, Teodoro Peckof y Julio Borges, presidida por José Vicente Rangel, en la que se decidió quien sería el candidato que enfrentaría a Chávez y cuál sería su misión.
Henrique Capriles, candidato a la presidencia de Venezuela en 2012 con Hugo Chavez y en 2013 con Nicolas Maduro, en las que resultó ganador y se la robaron según reconoció él mismo y en defensa del mandato que le otorgó el pueblo venezolano, tomó la decisión del enviarlo a sus casas a bailar salsa, para según el, evitar una guerra civil en año 2013.
Una tiranía conformada por asesinos, ladrones, narcotráficantes está dispuesta a todo por conservar el poder, no lo entregará por las buenas. Esa verdad no implica dejar de luchar para crear las condiciones, que permitan desalojarla de el, una de esas condiciones es identificar el enemigo, hacer prevalecer los intereses de la República, unir todas las fuerzas para empujar en un mismo sentido.
Si el interés de estos políticos fuera genuino en el rescate de la inopia a la que han llevado a Venezuela, la lógica les dictaría que se debe cerrar fila en favor de quien aglutina la preferencia del pueblo venezolano.
Después de más de dos décadas de tragedia, en las que los personajes que hoy se brindan apoyo político han sido protagonistas, a los venezolanos nos está prohibido olvidar y obligados a recordar lo que dice la Biblia “el que tenga ojos que vea, el que tenga oídos que oiga”.