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La corta distancia entre amar y prostituirse

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Por Anthony Parra, coordinador local de EsLibertad Venezuela.

La mayor cacería de la historia no ha sido de brujas, sino de prostitutas. Las “morales” arbitrarias y despóticas han prolongado el castigo civil a aquello considerado ajeno al comportamiento correcto, del que son vecinos. Este artículo es una defensa del trabajo más antiguo de la historia de la humanidad, el servicio sexual (de mayoría mujeres). Su libertad frente a las supersticiones, divagaciones populares no merece más que un poco de compasión.

¿Por qué se defiende? Porque cada persona toma las decisiones sobre su cuerpo, pues si su vida es un fin, su cuerpo es su propiedad, la libertad es conciencia de sí y de su identidad. ¿Dónde quedan los otros bajo esta definición? En las consecuencias, pues, al reconocer la identidad propia no podría evitar reconocerse los accidentes que nos hacen similares. En este punto versa este artículo, en el que aquellos libres obstruyen el reconocimiento de los accidentes o atributos de otro, el fin de los prostitutos.

Amar se vuelve bajo esos términos una conexión entre los amantes y sus valores —métodos para alcanzar una mejor vida— casi que homogéneos. Sin embargo, lo que se defiende al amar no se defiende frente aquellos que se prostituyen. No solo tienen paralelismos, sino que en muchos sentidos lo único que cambia es la “cultura”, el idioma en el que hablan, o lo que buscan decir.

He de reconocer previo que no admito que la prostitución y el amor sean lo mismo, en todo caso lo que subyace a esta explicación es intentar convencer al lector que prohibir la prostitución no es otra cosa que poner a prueba lo permitido en un intercambio y rechazado en otro como muestra de una imposición de la identidad de unos sobre otros, una limitación de la libertad reconocida.

Bien, dignidad y derecho por arbitrariedad y preferencias personales

Esta imposición de la identidad personal como una muestra del no-reconocimiento de la libertad son, por ejemplo:

  1. Basar el ataque a las personas que se prostituyen en la dignidad de la mujer: esto es obligar a una mujer a tomar decisiones bajo las otras mujeres. La imagen idolatrada de la mujer no tiene por qué dirigir las preferencias y decisiones del resto de mujeres. Cualquier prostituta es independiente, no un medio para otras mujeres.
  • Hablar de la “inmoralidad de prostituirse frente a sus condiciones laborales” no hacen otra cosa que definir qué es el bien para otras personas, es por lo tanto interesado y parcial a sus preferencias; una contradicción, porque, de ser así, es amoral. Si se impone es buscar imponer preferencias. Estar en desacuerdo con la decisión de otro no se sigue de prohibición.

¿Por qué las preferencias de otra persona deberían de someterse a las de otros que ni participan y ni les afecta? Si se observa grotesco decir a una pareja que se imponga a casarse con alguien y se utilice medios como el estado para conseguirlo, ¿Por qué debería ser distinto en la prostitución? Se dice que se abandonaron los matrimonios forzosos del siglo XVI, pues parece que solo se logró eso.

Es necesario tener en cuenta que la prostituta decidió, analizando ventajas y desventajas, ofrecer sus servicios sexuales; si toma una acción frente a otra es por su preferencia se inclina a esa decisión. Es libre de abandonar ese trabajo, como lo hacen los seres humanos al elegir una pareja. Solo ellos, los individuos, son los que actúan. El prostituto no da su cuerpo como un bien, lo ofrece como un servicio, la observación del cuerpo como un bien es acercar la identidad personal con la identidad de otros, es otra muestra del olvido de la libertad de los demás que es en otros casos, reconocida en sí mismos.

El amor cuando es voluntario es legítimo; la prostitución es legítima cuando no se obliga a ejercer, si no se quiere intercambiar no se realiza. En el amor hay acuerdos y límites que, si una parte las viola, puede terminar con la relación o, si es agresión, en casos legales. En la prostitución se hacen acuerdos al intercambiar y límites en las acciones mutuas en base a esos acuerdos, toda agresión puede responderse por la ley.

Se hacen las mismas acciones, pero en otros idiomas.

Entonces, ¿por qué se visualiza dantesca la elección de hacer intercambios sexuales y se admiran los intercambios de vínculos afectivos?

Sin sobrepasar la gran diferencia que va más allá con el amor, y solo analizando el intercambio en cuestión, antes de tener sexo siempre hay que ofrecerle algo al otro. Un altísimo porcentaje de personas, si no todas, que se posicionan en contra del servicio sexual no daría sexo a cualquiera por nada, sin placer, en contra de su voluntad.

El sexo tiene un valor; ergo, lo que molesta es la expresividad del acto o su cuantificación en dinero. Si este es el argumento emocional que subyace, entonces es aquí donde surge la contradicción.

Siempre se paga por sexo

Sí, lo del subtítulo no es una exageración. Aunque las convenciones sociales denigran el servicio sexual por intercambiar dinero por sexo, lo han aprobado de otras formas en la historia, y en el presente también: las familias en que el hombre dirige la economía y la mujer se queda en casa cumpliendo con el sexo; los matrimonios acordados para engendrar un hijo heredero del trono; el chico que paga las cenas, que invierte emocionalmente para tener sexo; y la chica que ofrece su sexo a cambio de su esfuerzo y carisma; el Don Juan zalamero que perfumaba con palabras por intenciones sexuales con doncellas que conocían su pasado libertino; las formas ocultas de mujeres que pagan por sexo a nivel global en el libro editado por John Scott y Victor Minichiello. Distintos tiempos, mismas intenciones. Todos son comerciantes y quieren serlo.

Amar y prostituirse son intercambios voluntarios; en uno se intercambia afecto, consideración y respeto; en otro se intercambia dinero, satisfacción y goce. Al igual que se puede arrepentir una persona de amar a otra, se pueden tener intercambios aceptados entre las partes que intercambian sexo. Emocional o económico, siempre se paga por sexo, sea intencional o no intencional. Siempre que se obtiene sexo como consecuencia de un acto, tuvo que haberse ofrecido algo para que esa acción humana se llevara, ya sea en atractivo, económico y/o emocional. Existe una relación causal.

But all relationships where trade takes place—termina este punto con Walter Block— sex as well as those which do not, are a form of prostitution”.

Abandonar la insensibilidad

Los censuradores de la prostitución y sus actitudes medievalistas de cacería de brujas no muestran más que su intransigencia ante algo que desconocen y que tratan como verdaderos inquisidores. Queda claro que la prostitución es un servicio que en secreto se ha aceptado, solo que en forma de otros actos; que no está en su responsabilidad limitar y que beneficia a toda la sociedad en términos económicos y ofrece oportunidades a un grupo de personas marginadas a nivel laboral como una forma de responder a su situación (aunque en esto no se profundizará en este artículo).

Entonces, ¿Se limitan las oportunidades de un grupo de personas que quieran hacer uso de ellas en su libertad en nombre de… ¿su propia libertad?? Entre la ira y la imposición de la tajante división de terceros que no participan en este mercado, no han hecho otra cosa que denigrar a las mujeres que han ofrecido un servicio a consumidores que, contra todo pronóstico, no dejan de ofrecerlo.

Ante el dañino deseo de esconder la realidad, el miedo a la vergüenza la prostitución no merece más agresión, repudio ni distancia. Merece compasión. Permitir que si las personas no necesitan a las prostitutas puedan dejar de hacerlo, si es que algo así puede llegar a suceder.


Block, W. (2018). Defending the undefendable. Ludwig Von Mises Institute. https://bit.ly/45A12bG (Trabajo original publicado en 1976).

Capella, F. (2006). Ética, economía y prostitución. REVISTA PROCESOS DE MERCADO, 3(2), 245–256. https://doi.org/10.52195/pm.v3i2.343.

(Nota: las ideas expresadas son netamente del autor y no necesariamente representa la posición de ContraPoder 3.0)

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John R. De la Vega, P.A.

Immigration Law
  • Asilo
  • Representaciones en la corte de inmigración
  • Peticiones familiares

John De la Vega es un abogado venezolano-americano que ha ayudado mucho a la comunidad venezolana e hispana en sus procesos migratorios en los Estados Unidos.

John R. De la Vega, P.A.

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John De la Vega es un abogado venezolano-americano que ha ayudado mucho a la comunidad venezolana e hispana en sus procesos migratorios en los Estados Unidos.

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