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Imagen ilustrativa del manejo de tus finanzas personales (Pixabay)

Mi finanza personal vs el Estado: ¿Quién podrá defenderme?

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«¿Desea llevar unas buenas finanzas personales? Estudie cómo lleva las finanzas el Estado y haga precisamente todo lo contrario.»

Autor

Por Roymer Rivas, analista financiero, coordinador local senior de EsLibertad Venezuela y teórico del Creativismo Filosófico.

Desde hace algunos 100 años, el Estado, junto al sistema económico que se sustenta gracias a él —entiéndase: conjunto de instituciones que empujan a ver mejor el aumento del consumo presente a costa de la prosperidad futura, aunque no acepten esto último—, han llevado una guerra contante contra el ahorro, promoviendo la deuda y la inflación como cosas necesarias y/o características del sistema “capitalista” en un marco donde se busca el progreso de la sociedad, y hasta el momento ha ganado la batalla: suficiente con ver las actitudes que tienen las personas hacia el ahorro y el consumo para darse cuenta de ello. Empero, nada más alejado de la realidad y más dañino para la sociedad que esto. A diferencia de lo que piensan algunos, esta no es la panacea de la prosperidad; parecen no entender que la deuda y el consumo irresponsable que auspician no es la causa de que la mayor parte de la población saliera de la pobreza, sino que es todo lo contrario: el ahorro y la empresarialidad es lo más importante.

El sistema financiero mundial, sostenido en Dinero Fiat, es el único que ha inventado el ser humano que permite tener un saldo negativo en las cuentas y, aun así, poder seguir gastando como si no hubiese un mañana —algo de lo que salen más beneficiados los políticos y los banqueros que cualquier otro agente en la economía, vale destacar—. Esto es una aberración en todo sentido, dado que atenta contra principios básicos de finanzas y economía —las buenas finanzas y la buena economía—, a saber, que la inversión —y el gasto— es igual al ahorro[1].

¿Los perjudicados? Usted y yo, personas comunes que no tenemos —y si eres de los míos, ni queremos tener— ningún tipo de vínculo con el Estado y su sistema prebendario, pues vemos carcomerse nuestros ingresos reales[2]. En este marco, donde la deuda mundial es exorbitante, al punto en el que toda la población del planeta tendría que trabajar casi 4 años sin recibir siquiera 1$ para saldar con toda ella, cabe preguntarse: ¿Realmente necesito de la deuda para mejorar mi estilo de vida? Y ¿Cómo puedo protegerme de las decisiones del Estado y, más importante, la tendencia al consumo irresponsable? ¿Quién puede defendernos?

Lo primero es comprender que nadie va a venir en su ayuda, que la responsabilidad corre toda por su cuenta. Usted decide si seguir la ola en la que sumergió el Estado a la Sociedad en el último siglo o hace todo lo contrario. En este sentido, lleva la contraria a la dirección de la sociedad y el común de la gente, que tiene problemas financieros, simplemente evitando las deudas.

Las deudas esclavizan, son los grilletes de esclavitud del siglo XXI. En las finanzas personales. Esto no constituye una mera opinión ni depende de las circunstancias, es una verdad invariable, independientemente del contexto. Usted puede vivir pensando en qué pagará mañana o en cómo administrar mejor mis ingresos y el ahorro para aumentar la satisfacción en el futuro.

De hecho, esto dice mucho de su psicología en relación con el dinero; los niños tienden a apelar a la inmediatez, a querer todo hoy; los adolescentes, en buena medida marcado por el adjetivo anterior, tienden a apelar a la superficialidad; los adultos tienden a ser más responsables; pero el punto fuerte lo encontramos en los adultos mayores, esos si ahorran y pueden trasladar la satisfacción presente a un futuro más o menos lejano. El problema es que las actitudes de los miembros de la sociedad actual parecen ser más adolescentrica que adulta mayor; quiero todo hoy, sin importarme qué pase mañana; como va viniendo vamos viendo; mañana voy a morir, disfruto todo hoy; se me acabó el dinero, pero puedo pedir prestado y después veo como lo pago; se me acabó el dinero, pero lo disfruté al máximo, puedo aguantar unos días de hambre; o pensamientos similares; en suma, además de adolescentrico, son pensamientos y actitudes “estadocentricas”, así es como piensa el Estado, así actúan hoy los individuos.

¿Desea llevar unas buenas finanzas personales? Estudie cómo lleva las finanzas el Estado y haga precisamente todo lo contrario. El Estado gasta más de lo que ingresa; gastar menos de lo que ingresa. El Estado no ahorra y se endeuda; yo debo ahorrar y evitar las deudas. El Estado incentiva el consumo porque “es lo que sostiene la economía”; yo debo consumir responsablemente, dadas mis circunstancias, y dejar “que la economía se venga abajo”[3]. El Estado inyecta dinero para “estimular o engrasar los engranajes de la economía”; yo tomo ese dinero y, después de salir de gastos varios, lo rechazo invirtiendo, porque prefiero otra cosa al dinero y porque sé que mañana eso no valdrá nada.

Además, como no siempre puedo escapar de las acciones del Estado, porque extiende sus tentáculos ahorcadores por todo el corpus social, yo estudio las leyes tributarias de mi zona para tratar en lo posible de pagar menos impuestos; comprendo más o menos cómo afectan las decisiones del Banco Central en el campo monetario y financiero para protegerme de sus ineludibles consecuencias; pero sobre todo, cultivo buenos hábitos de ahorro e inversión para oponerme por completo al sistema y al Estado y conseguir frutos en el largo plazo.


[1] Puede que usted piense: “pero puedo gastar más hoy con deuda, así que no siempre la inversión más el gasto es igual al ahorro”, pero esta premisa no considera que usted está trasladando el ahorro presente hacia el futuro, pues, aunque consume más hoy, en el futuro tendrá que consumir menos —ahorro— para cancelar su deuda. Ergo, la premisa se mantiene: inversión es igual al ahorro. De hecho, el sistema financiero actual no sigue esta premisa, y por ello es que llegan los ciclos de auge y recesión, donde cosas que durante un tiempo parecían rentables resultaron no serlo.

[2] Para quien no lo sabe, en economía y finanzas se manejan los términos: ingreso nominal e ingreso real. En resumen, cuando se habla de “ingreso nominal” se hace referencia a la cuantía en monedas, mientras que el “ingreso real” hace referencia a la cantidad de cosas que se puede comprar con esa cuantía. Puede que durante 12 años usted haya ganado 1000$ —ingreso nominal—, pero en el mes 12 se encuentra con que compra menos cosas que en el mes 1 —ingreso real— gracias a los efectos de la inflación, que corroe el poder adquisitivo de su dinero. En este escenario, si su modo de vida se mantiene igual, se dificulta mantenerlo en el tiempo.

[3] Aclaro, es sarcasmo. En realidad, es precisamente el ahorro y las bajas deudas lo que permite que la economía progrese. Ergo, todo aquel que ahorre no solo toma una decisión que le beneficia a nivel personal, sino que es un benefactor social fundamental. Usted puede producir y consumir 28 huevos a la semana sin recibir nada más, o menos, o puede consumir 21 durante un tiempo, vender el restante —ahorro— y, con el dinero recaudado —ahorro—, aumentar la producción de huevos, de forma que en el futuro pueda consumir 35. ¿No beneficia a toda la economía con eso? Por supuesto que sí.

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John R. De la Vega, P.A.

Immigration Law
  • Asilo
  • Representaciones en la corte de inmigración
  • Peticiones familiares

John De la Vega es un abogado venezolano-americano que ha ayudado mucho a la comunidad venezolana e hispana en sus procesos migratorios en los Estados Unidos.

John R. De la Vega, P.A.

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John De la Vega es un abogado venezolano-americano que ha ayudado mucho a la comunidad venezolana e hispana en sus procesos migratorios en los Estados Unidos.

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