El escritor hispanoperuano Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura, ha fallecido este domingo a los 89 años de edad en la capital de Perú, Lima, según ha informado su familia a través de un comunicado, que no ha especificado la causa del fallecimiento.
«Su partida entristecerá a sus parientes, a sus amigos y a sus lectores alrededor del mundo, pero esperamos que encuentren consuelo, como nosotros, en el hecho de que gozó de una vida larga, múltiple y fructífera, y deja detrás una obra que le sobrevivirá», han señalado sus hijos, Álvaro, Gonzalo y Morgana Vargas Llosa.
Sus familiares han anunciado que no tendrá lugar ninguna ceremonia pública por su fallecimiento y han señalado que confían «en tener el espacio y la privacidad para despedirlo en familia y en compañía de amigos cercanos». «Sus restos, como era su voluntad, serán incinerados», han agregado.
Cabe recordar que Vargas Llosa, que nació en marzo de 1936 en Arequipa (Perú) y tiene la nacionalidad española desde 1993 y la dominicana desde 2022, había reducido sus apariciones públicas en los últimos meses y residía en Lima.
En octubre de 2023, anunció que se retiraba de la literatura con su última novela ‘Le dedico mi silencio’, y dos meses después, en diciembre, publicó su última columna, marcando su retirada del periodismo.
El escritor, que tiene una prolífica obra traducida a 30 idiomas, formó parte del llamado ‘boom’ latinoamericano, junto con el colombiano Gabriel García Márquez (1927-2014), el argentino Julio Cortázar (1914-1984) o el mexicano Carlos Fuentes (1928-2012). Además del Nobel de Literatura, obtuvo numerosos premios, como el Cervantes (1994) o el Príncipe de Asturias de las Letras (1986).
En la política, destacó por apoyar el liberalismo, pues consideraba que la libertad es lo único que puede sostener el progreso de los pueblos en el tiempo, además de ser el escenario que permite el desarrollo pleno de los individuos. Esto, lo llevó a oponerse ferreamente a las dictaduras de la región, como la de Nicolás Maduro, e incluso se ha negado en reivindicar la de Pinochet en Chile, por considerar que ninguna dictadura es buena o «menos mala».