Los acontecimientos parecen indicar que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, tiene a la antigua URSS cada vez peor amarrada, y esta vez Armenia ha dicho que está harta.
Mientras Rusia libra una guerra contra Ucrania para impedir que se acerque con éxito al paraguas de la OTAN, uno de los miembros de la alianza defensiva (OTSC) que lidera Moscú le ha dicho al líder ruso a la cara que su protección no sirve para nada.
A pesar de ser aliada de Rusia sobre el papel, Armenia no ha recibido ayuda ante el avance de Azerbaiyán. Los combates volvieron a prender en septiembre y más de 200 soldados murieron. El Gobierno armenio solicitó asistencia de la organización en septiembre, pero recibió sólo la promesa de enviar observadores.
«Es deprimente que la membresía de Armenia en la OTSC no disuada a Azerbaiyán de acciones agresivas», dijo Pashinyan ante el rostro algo estupefacto del dictador bielorruso, Alexander Lukashenko, que estaba sentado frente a él, con los brazos abiertos.
La CSTO es conocida como la ‘OTAN de Putin’, e incluye a Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán, además de Rusia y Armenia. Por lo que constituye una de las formas que tiene Rusia de preservar su esfera de influencia en la antigua Unión Soviética.
Pero la guerra de Armenia ha mostrado que esta especie de ‘OTAN postsoviética’ no es ninguna garantía. Y los repliegues rusos en Ucrania, incluso en regiones que considera anexionadas, incrementan todavía más la desconfianza de algunos socios ante el ‘puño de hierro’ ruso.