De Derecha Diario
El Gobierno socialista brasileño fue virtualmente responsable de un préstamo millonario que la Argentina utilizó para destrabar el acuerdo con el Fondo Monetario, buscando deliberadamente favorecer la campaña del candidato del kirchnerismo. Se trata de la maniobra que instrumentó la CAF.
A pesar de haber denunciado abiertamente un “préstamo político” del FMI durante el Gobierno de Mauricio Macri, la izquierda kirchnerista está haciendo precisamente todo lo que aborrecía antes, y recibió el apoyo financiero de Brasil con el único objetivo de frenar el implacable avance popular de Javier Milei en las encuestas y en las urnas.
El Gobierno socialista de Lula da Silva trabajó activamente en la concreción de un préstamo por US$ 1.000 millones para financiar el despilfarro fiscal del ministro Massa, una maniobra que necesitaba del visto bueno de Brasil para que pueda instrumentarse a través del Banco de Desarrollo de América Latina (CAF).
Es importante señalar que Brasil mantiene una participación de hasta el 37,3% en el paquete accionario de la CAF, y por lo tanto su poder de decisión es significativo. De hecho, es el país de la región con el mayor poder de influencia sobre la entidad bancaria.
Este préstamo se concretó en el mes de agosto, y le permitió a Massa cerrar un acuerdo con el FMI aún sin haber cumplido ni la más mínima proporción de las metas fiscales, monetarias y de acumulación de reservas con las cuales se había comprometido en agosto del año pasado.
Lula instruyó a Simone Tebet, actual Ministra de Planificación y Presupuesto del Brasil, para que otorgara inmediatamente el financiamiento y llamara a su votación entre los miembros de la CAF. Los US$ 1.000 millones se giraron directamente hacia las cuentas del Fondo Monetario Internacional, y el organismo multilateral finalmente dio el brazo a torcer y firmó un desembolso por US$ 7.500 millones como se había estipulado.
El FMI cometió un error garrafal, y tan pronto como el acuerdo fue firmado, el ministro Massa desarticuló de manera rastrera todas las cláusulas del acuerdo, lanzando el “plan platita” para tratar de mejorar su competitividad en cara a las elecciones generales de este mes.
Sin la intervención del Gobierno socialista en Brasil, posiblemente ni el despilfarro fiscal de Massa ni tampoco la renegociación con el FMI hubieran sido posibles. El margen de maniobra del kirchnerismo se hubiera visto irremediablemente acotado, ya que los costos por incurrir en un default dramático en las actuales circunstancias hubieran superado al de cualquier beneficio posible de una expansión fiscal como la que hoy se está dando.
El presidente brasileño afirmó públicamente que Massa tiene que ganar “a como diera lugar”, y para eso presionó por un préstamo sin ningún fin económico realista, simplemente por una cuestión de intereses políticos.