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De Socialismo a más Socialismo, reflexión sobre la URSS y Venezuela

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Un poco de contexto: nos ubicamos en el contexto ruso entre momentos antes de 1917 y 1922; los actores son los siguientes: socialdemócratas —divididos en dos tramos: el menchevique, más laxo; y el bolchevique, más radical—, socialistas revolucionarios, anarquistas colectivistas, conservadores y, como me gusta decirlo, seudoliberales; en suma, todos socialistas, y los que no, eran funcionales a los mismos. Con esto en mente, iniciamos…

Era febrero de 1917 cuando surge de forma espontánea una serie de protestas como respuesta a la decadente situación en la que se encontraba el Imperio Ruso. Estas protestas obligan a Nicolás II a abandonar su puesto de monarca, por lo que inicia una serie de gobiernos interinos en el que se alternarían gobernantes de distintos partidos —los mismos partidos que más tarde conformarán el Ejército Blanco—. La incompetencia de estos para dar respuesta a la demanda de la población abre paso para que el partido bolchevique se haga del poder en un golpe que termina por derrocar el gobierno el 25 de octubre de 1917 —calendario juliano—.

Una vez en el poder, las previsibles arbitrariedades hacen que estalle la guerra civil rusa —1917-1923; llevándose a cabo los enfrentamientos más intensos y sangrientos entre 1919-1920— en donde el Ejército Blanco tuvo victorias importantes que no supo aprovechar por sus incongruencias, descoordinación y falta de objetivos claros, algo con lo que si contaba el Ejército Rojo —bolchevique—, lo que hace que estos se conviertan en el partido de la esperanza y, más tarde, se hagan con la victoria que se traduciría en la creación de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviética (URSS) en 1922. El fracaso de este Estado ya todos lo conocemos.

Todo el proceso ruso pre-URSS se cargó con la vida de millones de personas, pero esas vidas suman a la cuenta de un mismo sistema, a saber, el Socialismo —entendido como todo tipo de coacción sistemática e institucionalizada a la acción humana—. Durante la guerra civil, como toda guerra, todos los bandos cometieron actos atroces, pero a todos los integrantes los movía el mismo pensamiento, «implementar el socialismo», o en el caso de los conservadores «dejar las cosas como están» que sirvieron como caldo de cultivo para que el Socialismo se impregnara en el pensamiento de las masas.

Al estudiar esta experiencia me doy cuenta que la misma ilustra la teoría de que todo sistema socialista de menor grado está condenado inexorablemente a crear las condiciones necesarias para que cada vez más dosis de Socialismo se inyecte en el sistema con la excusa de corregir los problemas que, paradójicamente, el mismo sistema socialista causó. Esta es la advertencia que hace Friedrich Hayek en su obra «Camino de Servidumbre» y eso fue lo que paso en Rusia; la hipertrofia del Estado del monarca —Socialismo de otro color— llevo a un socialismo del tipo socialdemócrata —menchevique—, apoyado por conservadores que querían mantener el orden establecido, que luego termina por entregarle en bandeja de plata el destino de la nación al Socialismo radical —bolchevique—.

En todo tiempo y lugar en donde se ha implementado el Socialismo radical, o se ha intentado hacerlo, éste aprovecha las circunstancias del momento, creadas o dadas siempre por un Socialismo menos radical o por el conservadurismo, para convertirse en el Mesías que solucionará todos los problemas sociales y crear el paraíso en la tierra —demás está decir que un paraíso de demonios, pero así no lo ve o entiende la gente al principio, sino cuando ya es demasiado tarde—.

Lo mismo pasó en Perú, pues, la victoria de Pedro Castillo, un marxista-leninista —socialista—, se debe en buena medida a los fantasmas del conservadurismo —Fujimorismo— que llevaron a que un poco más de la mitad de la población del país depositara su confianza en el Socialismo. Puedo decir lo mismo de Chile, Colombia y otros países de la región.

Lo mismo pasó en Venezuela cuando, después de haber vivido de Socialismo en Socialismo a lo largo de toda su historia, si bien en menor grado al compararlo con el presente, llega el pacto de punto fijo en 1958 para sumergir a la población, a la nación, en un bipartidismo socialdemócrata —más Socialismo— maldito que no hizo más que engendrar y dar fuerza al Socialismo Radical que vio luz en 1992 y llega al poder, cabe destacar que como «el partido de la esperanza», en 1998. Ya ostentando dicho poder, al igual que el Partido Comunista ruso, con apoyo masivo, se acelera la caída —ya el país caía desde hace mucho tiempo— hacia el abismo en el que se encuentra el país hoy día.

No conforme con estas similitudes, la teoría prevalece cuando los opositores al gobierno, nuevamente al igual que los opositores al Partido bolchevique, todos socialistas —lo que los convierte en opositores al gobierno, más no opositores al sistema del mal—, en la lucha por el poder obtienen victorias importantes entre el año 2015 y 2020 que no saben aprovechar por su incompetencia, incongruencia, descoordinación y, más que falta de objetivos, desatino a la hora de decidir los medios para la consecución de sus fines. Esta lucha entre hermanos pertenecientes a una familia disfuncional —repito, todos son socialistas— sólo ha logrado crear una sociedad resignada a ser esclavos; y los que no están resignados, en su mayoría, o se marchan del país o terminan ejerciendo acciones en el ámbito político que también son funcionales al Socialismo.

Y quiero dejar en claro que no estoy emitiendo una opinión, estoy hablando de hechos.

Ya va siendo hora de que la sociedad venezolana despierte, aprenda de la historia y comience a realizar acciones que si ataquen el problema de raíz. El Socialismo no puede sacar al Socialismo y los conservadores y seudoliberales crean las condiciones para que triunfe el Socialismo en un período indeterminado de tiempo. Por ello, es hora de dejar de confiar en los políticos, es necesario; y se incluye tanto a socialistas de distintos colores, como conservadores y supuestos liberales/libertarios que ahora quieren entrar en el ámbito político a pesar de que sus acciones no sean congruentes con las ideas que dicen defender.

Del mismo modo en que no se puede secar un paño echándole más agua, no se puede luchar contra el sistema desde dentro del sistema —o por lo menos, no por sí solo—. La lucha no es con las instituciones, sino contra esas instituciones espurias. Mientras las personas sigan validando y/o legitimando cultural e intelectualmente el sistema que se ha convertido en su verdugo, estaremos condenados a vivir de fracaso en fracaso, sólo que cada siguiente fracaso será peor, mucho peor.

Por Roymer Rivas, coordinador local de EsLibertad Venezuela.

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John R. De la Vega, P.A.

Immigration Law
  • Asilo
  • Representaciones en la corte de inmigración
  • Peticiones familiares

John De la Vega es un abogado venezolano-americano que ha ayudado mucho a la comunidad venezolana e hispana en sus procesos migratorios en los Estados Unidos.

John R. De la Vega, P.A.

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John De la Vega es un abogado venezolano-americano que ha ayudado mucho a la comunidad venezolana e hispana en sus procesos migratorios en los Estados Unidos.

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