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(Firma del acta de la independencia)

Rescatemos nuestra historia, Venezuela: la firma del acta de la independencia

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Por Roymer Rivas

La historia carecería de valor y sentido de no ser siempre presente; es decir, en nuestro ser de hoy pervive todo el pasado humano conocido, el pasado es pasado gracias a que forma parte de nuestro presente, porque es nuestro pasado, es lo que somos en la forma de haber sido –es por eso que jamás vamos a ser el mismo de hace un minuto atrás, porque tenemos un minuto más de experiencia acumulada en nuestra existencia–. Como diría Ortega y Gasset, “la vida como realidad es absoluta presencia”, dado que no puede decirse que hay algo si no es presente; por lo que, si hay pasado, lo habrá como presente y actuando en nosotros. Por esta razón es indispensable conocer nuestra historia, porque, queramos o no, más que ejercer influencia, constituye nuestro ser de hoy.

Desconocer, no entender o mal interpretar nuestro pasado tiene consecuencias nefastas en el individuo y en la sociedad. Y quienes pretenden gobernar e influenciar en la sociedad saben muy bien este hecho, entienden que alterando hechos históricos pueden conseguir determinados resultados, dirigir a los gobernados hacia donde ellos quieran. No por nada la historia de un pueblo siempre está ligada o controlada, en mayor o menor medida, a la clase gobernante; quienes muchas veces, a propósito, o no, oficializan un nuevo saber de la historia, una nueva visión e interpretación totalmente seleccionada, privilegiada, deformada, manipulada y dirigida que sirva para su proyecto político determinado. Venezuela es claro ejemplo de ello; las etapas negras que vivió y vive hoy la sociedad venezolana es consecuencia de siglos de desatinos visibles y ocultos aun no comprendidos, historia que ha sido instrumentalizada políticamente en el campo cultural.

Bien dijo George Orwell en su novela titulada 1984: “Quien controla el presente controla el pasado y quien controla el pasado controlará el futuro”. El presente, pasado y futuro de Venezuela estuvo y está en manos de los políticos, porque lamentablemente el común venezolano se ha mostrado desinteresado ante lo hechos históricos, convirtiéndose en un inconsciente adepto y seguidor de “la historia oficial” que se vende como “la verdadera historia de nuestro país”. Quizás esto sea hasta cierto punto natural, realmente al yo del pasado también le fastidiaba leer y aprender de historia, pero en el momento que comprendí que somos resultado de todas las decisiones que tomamos en el pasado, que en el futuro seremos resultado de las decisiones que tomemos hoy, tanto a nivel individual como social, y que para comprender los tiempos y las sazones de un pueblo o época es importante conocer el conjunto de creencias que le sostienen, me interesé por ella.

Para ilustrar este hecho podría hablar de la mala concepción que se tiene del 19 de abril de 1810 o el 24 de junio de 1821, entre otros datos falsos vendidos como verdad; pero hoy escribiré sobre el 5 de julio de 1811, por la proximidad de la fecha.

Todos los 5 de julio de cada año se celebra en el país la “firma del acta de la independencia” con desplazamientos, desfiles y discursos de miembros de la fuerza armada nacional, en presencia del presidente. La fecha es conmemorada con grandes actos militares, no cívicos; de hecho, el factor común de estos actos con las demás conmemoraciones es que siempre se reivindican las acciones militares y no las cívicas, aun cuando no tienen cabida. Ahora bien, esto tiene un fin: mostrar a personajes militares o al aparato militar en conjunto, pasado y presente, como el héroe necesario y columna vertebral que construye material y simbólicamente a la nación –no por nada también se celebra el día de la Fuerza Armada Nacional Bolivariana este día–; si analizamos el discurso político y la retórica dominante en nuestra sociedad nos fijaremos en que para el común venezolano le es imposible comprender aspectos fundamentales de nuestra existencia sin pensar en el rol y la influencia que el mito del héroe ha tenido en la formación del pueblo. En vista de ello, es necesario hacer ciertas acotaciones –contar la verdad–.

En principio, el 5 de julio siquiera estaba redactada el acta de independencia, por lo que no pudo haberse firmado –¿Cómo firmar un acta que no existe?–, ese día lo que pasó realmente fue que representantes de siete provincias de la Capitanía General de Venezuela votan y deciden declarar la independencia de la nación, después de casi tres días de debate, rompiendo las cadenas impuestas por el Imperio Español hasta el momento; siendo Juan Antonio Rodríguez Domínguez en su función de presidente del Congreso quien anuncia la resolución.

Luego del hecho, Juan German Roscio, quien más tarde redactaría la primera Constitución de Venezuela junto a Cristóbal Mendoza, y Francisco Isnardi elaboran el acta que se ratificaría dos días después, el 7 de julio de 1811, para dar paso a la firma de los representantes. Sin embargo, si bien se comenzó a firmar el acta el 7 de julio, la validez formal la obtiene una vez pasa al libro de Actas del Congreso el 17 de agosto y estampan las ultimas firmas al siguiente día. Por lo que, si hemos de celebrar la independencia se Venezuela, sería el 5 de julio por su declaración y el 18 de agosto por su firma; y no el 19 de abril y 5 de julio como se celebra respectivamente.

En adición, como dato no menos importante, el 14 de julio se presenta el Acta de la Independencia en Caracas y es izada la bandera tricolor en el Cuartel San Carlos y la Plaza Mayor, sin embargo, lo que resaltaba era la acción civil, no la militar; los “vivas y aclamaciones” de y por la independencia provenían mayormente de civiles, no militares –si bien estuvieron presentes, estos no ocuparon el centro de atención–, y esto queda demostrado tajantemente cuando las primeras autoridades en jurar solemnemente la independencia en el Congreso el 15 de julio fueron los Diputados, seguido por el Poder Ejecutivo, la Alta Corte de Justicia y solo después juró el gobernador Militar de Caracas y el Arzobispo en un marco de acciones civiles, no militares.

Con esto no intento menospreciar las acciones de aquellos que arriesgaron su vida por romper el yugo español, fueron actos necesarios dignos de elogiar también, pero es inadmisible que prevalezca esa visión por encima de los actos civiles que determinaron, para bien o para mal, el rumbo de nuestra sociedad. De hecho, la gesta militar emancipadora no fue un acto disruptivo creado por sí mismo, sino el resultado de ideas que se formaron y crecieron durante años en el seno intelectual de la época y se esparcieron cual virus en el colectivo; todo cambio social se debe primero a cambios de pensamientos en la elite intelectual, seguida luego de movimientos populares, no al revés; por lo que las acciones civiles siempre serán más grandes que las militares. No obstante, en nuestra cultura predominan las figuras militares y, en contraste, personajes como los nombrados en este escrito pasan desapercibidos.

Llegados a este punto cabe preguntarse: ¿Fuera nuestro presente distinto de conocer y comprender bien los hechos del pasado? Claro que sí; quizás no se hubieran corregido y evitado todos los males que ha atravesado la nación, pero seguramente se hubieran prevenido muchos sin sabores. Ya va siendo hora de recuperar nuestros hechos históricos, los reales, comprenderlos bien –no interpretarla a gusto– y destacar los actos que se oponen a la predominante idiosincrasia venezolana; solo así podremos dar un giro de 180 grados al camino decadente que ha recorrido el país por años y comenzar a construir una sociedad feraz sostenida en el tiempo.

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John R. De la Vega, P.A.

Immigration Law
  • Asilo
  • Representaciones en la corte de inmigración
  • Peticiones familiares

John De la Vega es un abogado venezolano-americano que ha ayudado mucho a la comunidad venezolana e hispana en sus procesos migratorios en los Estados Unidos.

John R. De la Vega, P.A.

Immigration Law

John De la Vega es un abogado venezolano-americano que ha ayudado mucho a la comunidad venezolana e hispana en sus procesos migratorios en los Estados Unidos.

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