Por Roymer Rivas
Coordinador local de Estudiantes por la libertad Venezuela.
En la Venezuela actual aún persisten ciertas creencias en la sociedad que la sostienen y, para mal, dirigen su rumbo. A veces esas creencias son tacitas, no se pueden articular, pero de igual forma sostienen y definen el contexto de nuestra época y fundamentan el camino hacia el futuro de nuestro país. En lo que al campo monetario respecta, es lamentable que en pleno 2022, después de toda una historia de desastre monetario, que se profundizó con la creación del Banco Central y, sobre todo, con la posterior la desvinculación del patrón oro, el venezolano siga sumergido en el mismo circulo de creencias nefastas en este tema. Y para muestra, un botón.
Hace poco en Venezuela se volvió tendencia en las redes sociales el lema “No Autorizo”, haciendo alusión a que el portal informativo “Dólar Monitor” no estaba autorizado para “establecer” el precio del dólar en el país. Para algunos puede ser algo insignificante, un simple lema del momento, pero la realidad es que este “simple lema” ilustra lo mal que el común venezolano identifica los problemas del país, cayendo sin querer —o eso quiero pensar— en el discurso de los políticos que gobiernan y de economistas ciegos afines o no al gobierno —entiéndase: socialistas todos—. Aquí me propongo identificar las creencias falaces que sostienen este discurso para luego desmontarlos.
Para empezar, las bases del discurso son las siguientes: uno, los precios aumentan porque la moneda se devalúa, en otras palabras, primero es la devaluación y después la inflación de precios; dos, el dólar paralelo es manejado y alterado arbitrariamente por personas desconocidas; tres, el dólar paralelo carece de validez legal y económica porque el único que puede estipular ese precio es el Banco Central de Venezuela y, por consiguiente, todos deben apegarse a él obligatoriamente. Habiendo identificado las premisas, paso a explicar lo absurdo de cada punto.
En principio, el aumento generalizado de precios —inflación de precios— tiene solo una causa, a saber, la expansión monetaria por encima de su demanda —inflación monetaria—; es el aumento de la cantidad de moneda no demandada la que causa la subida de precios, y como el dólar es un bien financiero altamente demandado y líquido, generalmente es lo primero en subir de precio. Dicho de otro modo, primero es la inflación monetaria y después la devaluación de la moneda.
Muchos economistas han intentado demostrar lo contrario, pero en el camino solo caen en un sinfín de falacias que solo demuestra su poca comprensión en lo que a moneda se refiere y su mecanismo en el mercado —interacciones humanas—. Entre ellos se encuentran Pasqualina Curcio, quien en su libro “Hiperinflación, arma imperial” se vale de cálculos econométricos para “demostrar” que en Venezuela los precios suben porque primero sube la tasa de cambio —primero devaluación y luego inflación de precios— manipulada por el “Imperio norteamericano”, no obstante, esta afirmación y construcción matemática y estadística tiene un error esencial: desconocer que la inyección de liquidez monetaria actúa con rezago, es decir, que si hoy se expande la cantidad de moneda, pasado un tiempo es que la sociedad comenzará a ver los efectos de esa expansión —tomando en cuenta a su vez que esto no ocurre de forma uniforme, sino que primero se ve en unos sectores y luego otros; a esto se le conoce como efecto Cantillon—; por tal motivo, si yo tomo la inyección de liquidez de hoy y la subida de la tasa de cambio de hoy y hago cálculos econométricos, se verá como que los precios suben por la subida de la tasa de cambio, pero no se esta teniendo en cuenta que la subida de la tasa de cambio y de los demás precios responden a una acción pasada.
En palabras simples, es un disparate total; es como decir que el cuerpo humano crea sus propios nutrientes antes de comer o que un automóvil puede moverse por si solo sin combustible, electricidad o una fuerza externa que le haga moverse. Ese es el problema de sobre-aplicar las matemáticas en la economía y, de paso, aplicarlas mal. Yo podría hacer algo parecido en el periodo de la Alemania nazi a principio de los años 30 y decir que, matemática y estadísticamente hablando, fue un éxito; pero todos sabemos que no es así.
Con esto en mente, por lógica se infiere entonces que un precio dado de la Tasa de Cambio no hace subir los precios generales en la economía; por lo que echarle la culpa del problema monetario del país a una página es un sinsentido total, hacerlo es confundir causas con consecuencias. Estas subidas en la tasa de cambio es solo una consecuencia de las políticas monetarias que se llevaron a cabo en el pasado y aún persisten en el presente.
Pasando al segundo punto, tengo que decir que el promedio dado por “Dólar Monitor” es solo eso, un promedio de los distintos precios que manejan distintas casas de cambios en el país que, a su vez, son resultado de las transacciones que realizan las personas allí; por lo que el precio es estipulado por el mercado, es resultado de millones de interacciones o transacciones, no de la manipulación. Lo curioso con esta afirmación es que, aún si fuera cierta, las personas que la sostienen piden pasar el poder al BCV, el verdadero y único culpable del desmán monetario actual, como si este no estuviera controlado por personas sujetas al régimen del país; el discurso se cae solo. Esto es como decirle al asesino serial que te persigue y te ha clavado 7 puñaladas que sane tus heridas, es darle el control de tu vida al verdugo más vil de todos.
El ultimo punto es aún peor, la cantidad de aberraciones contra natura de corte filosófico es abismal, decir que el precio promedio por el que casi todos los venezolanos —por no decir que todos— se referencian voluntariamente para realizar sus transacciones carece de validez económica, es igual a decir que la acción humana que origina y sostiene a la economía per se no es válida —estupidez absoluta—; en el mercado, lo que valida o invalida un bien o servicio es la demanda, no un mandato establecido por políticos parásitos que solo beneficia a ellos mismos y allegados —y digo “mandato” porque una verdadera ley también se fundamenta en la acción humana, no en lo que estipule un órgano director que tiene el poder de hacer valer su dictado solo a través de la violencia—. El bien y el mal lo define la acción humana, y el fundamento de dicha acción es la libertad natural de cada persona; quienes piensan que un mandato establecido en una constitución o en leyes orgánicas define lo que está bien —y hay que cumplirlo así no se quiera—, sin importar que atente contra la persona que lo cumpla, es una estupidez cósmica en expansión.
Un mandato establecido como ley no determina el bien y el mal —en el pasado la esclavitud era ley y no por eso estaba bien—, antes es el bien y el mal —resultado de la acción humana, como ya dije— y es esto lo que determinará si debe cumplirse o no una ley —no al contrario—. La aceptación y referenciación del dólar paralelo no podrá tener “validez legal” —según la ley de gobernantes parásitos que crean constituciones sin autoridad y leyes orgánicas que desorganizan la sociedad—, pero validez económica tiene. De hecho, me atrevo a elogiar el funcionamiento de la economía en negro —la economía real—, que con sus mecanismos llevó a la organización social en base a un promedio; si no fuera por esto, tendríamos a 100 empresas o personas distintas guiándose por 100 tipos de cambios distintos, complicando el cálculo económico subjetivo de cada actor social y resultando en un caos aún mayor que la situación actual. Pero esto no lo ven quienes se quejan, ellos prefieren que el mismo órgano que los sumergió en la miseria siga dirigiendo el rumbo monetario del país.
Si alguien no quiere guiarse por la tasa del dólar paralelo, esta bien, es su decisión personal y se respeta; si todos quieren dejar de guiarse por el precio dado en el mercado real —negro, paralelo— esta bien, se respeta; pero esa acción tiene que ser voluntaria, no una imposición. Ahora bien, en el contexto actual es difícil, la antítesis del dólar promedio en negro es el precio del dólar fijado por un Banco Central en el que, gracias a Dios, la gente no confía.
¿Es necesario hacer algo para corregir el problema monetario? Sí, es necesario, pero las acciones a llevar a cabo tienen que desviar el foco hacia la fuente de todos los problemas, y no atacar consecuencias en su lugar. A modo de ilustración, si tenemos fiebre, no comenzamos a atacar al termómetro y a pedir que todas las farmacias o demás comercios que fabrican y venden termómetros tienen que cerrar para dejar de sufrir fiebre, más bien, comenzamos a identificar la razón por la que tenemos fiebre —quizás yendo al doctor— para luego tomar los medicamentos necesarios y erradicar el malestar; cualquier otra acción puede ser contraproducente.
En Venezuela pasa lo mismo, tenemos fiebre y el termómetro es la tasa de cambio, si queremos evitar devaluaciones, entonces hay que atacar la infección causante de dicha fiebre. Y en nuestro caso esa infección tiene el nombre de “Banco Central de Venezuela” y su apellido es “privilegios dados a los banqueros a través del sistema financiero y bancario que sostiene expansión crediticia de la nada, sin fundamento real en ahorro”. En otras palabras, nuestro país necesita una reforma cuasi completa de todo el sistema financiero y bancario nacional que se fundamente en la acción humana —libertad— para eliminar de una vez por todas el mal de la inflación y sus consecuencias. Ya basta de ser el hombre-masa que sigue cualquier premisa sin razonar y pretende imponer esas premisas sobre otros como si su comprensión del mundo definiera la realidad latente. Y con estas ultimas palabras no quiero decir que todos tenemos que hacernos expertos en economía, teoría monetaria o cualquier otro tema donde pretendamos opinar, sino que debemos tener la moral suficiente para reservar una opinión, o por lo menos no darla como una verdad absoluta, cuando nuestro fundamento es la ignorancia, porque después lo pagamos muy caro, hasta ahora lo hemos pagado caro.
En resumen, es falso que el dólar monitor no tiene validez económica, la tiene, porque si no fuera así, no estuviera allí siendo referencia de millones de personas —a nadie le ponen una pistola en la cabeza para referenciarse en él, en cambio, si nos obligan a hacerlo con la tasa del BCV—; es falso que el precio promedio dado por una pagina es la culpable de los problemas monetarios del país, más bien, este precio es solo una consecuencia del desastre monetario que atraviesa Venezuela y llegó para facilitar los cálculos económicos de los venezolanos para luego coordinar sus acciones; y es ingenuo pensar que si todos se rigen por la tasa del BCV se corregirán siquiera algunos problemas, ese escenario no existe en ninguna circunstancia donde haya coacción de por medio.