El oficialismo busca profundizar la sangría fiscal y presentó un proyecto para subir la alícuota máxima del Impuesto a las Ganancias corporativas. Teniendo en cuenta los dividendos, la tasa efectiva más alta llegaría al 39,55%.

Desesperados por aumentar la recaudación, luego de que el Banco Central tuviera que rescatar al Tesoro este meses, el gobierno kirchnerista busca nuevos cambios en torno al Impuesto a las Ganancias, tanto para empresas como para individuos.
El oficialismo presentó un proyecto en el Congreso para elevar la presión fiscal sobre grandes empresas, esperando compensar la actualización de los montos sobre los ingresos individuales.
Se propone dividir el impuesto en distintas secciones, manteniendo un limite marginal superior en torno al 35% para empresas con ganancias netas imponibles (descontando todas las deducciones pertinentes) superiores a los $2.600.000 en términos anuales.
Si bien el kirchnerismo asegura que el impuesto solamente afectaría a las “grandes” empresas, lo cierto es que los montos presentados dejan mucho que desear en comparación con las ganancias corporativas en otros países.
No obstante, aun cuando las ganancias fueran realmente considerables, Argentina sigue en el podio dentro de los impuestos a las empresas.
En términos nominales, una tasa corporativa del 35% es superior a la media de la región, incluso mayor a la que tiene Venezuela. Sumando los dividendos, la tasa marginal efectiva más alta llegaría al 39,55%.
Las empresas relativamente medianas, entendidas como aquellas con ganancias netas imponibles de entre $1.300.00 y $2.600.000 en el periodo fiscal, seguirán pagando la tasa actual fijada en 30%. Aquellas empresas con ganancias inferiores pasarían a pagar un 25%.
Según la reforma tributaria de 2017, no solo las pymes sino todas las empresas deberían empezar a pagar un 25% en concepto del impuesto corporativo a partir del 2020, pero el Gobierno frenó la iniciativa y se dedicó a desmantelar cualquier tipo de rebaja impositiva.
La reforma de Macri no suponía una rebaja fiscal significativa, pues si bien rebajaba la tasa corporativa, se producía una suba en el pago de impuestos por dividendos.
De esta manera, el objetivo del macrismo no había sido bajar la presión fiscal, sino añadir un incentivo a reinvertir las ganancias obtenidas.
Pero bajo el esquema presentado por el kirchnerismo, se plantea seguir aumentando la presión fiscal sobre empresas, mientras se busca desincentivar el ahorro y mantener inalterado el tributo sobre los dividendos, que actualmente ronda el 7,5%.
De esta forma, la tributación por dividendos implica un aumento en la tasa efectiva aplicada para el sector empresarial. La mayor carga fiscal sobre las empresas supondrá un efecto recesivo, en un momento en el cual la recuperación del nivel de actividad es clave para el país.
El Gobierno asegura que cerca del 75% de las empresas pagarán menos impuestos que antes de la reforma, y que solamente las grandes soportarán una carga mayor. De esta forma, las autoridades defendieron el proyecto.
Si se tienen en consideración otras trabas y regulaciones sobre la actividad empresarial, la presión efectiva en Argentina es de las mas elevadas en el mundo, sumando impuestos internos e indirectos sobre empresas.
En contrapartida, una enrome porción dentro de la economía permanece en la informalidad, ya sea desde el punto de vista de la producción como de la contratación de personas a raíz de los altos impuestos laborales.









