Por @Coates_R1
En Australia, las políticas gubernamentales durante la pandemia por el COVID-19 han consistido en mantener las fronteras cerradas e implementar cierres repentinos cuando surge un nuevo caso
A lo largo de la pandemia, el gobierno australiano ha escogido el camino de restricciones cada vez más severas para combatir el COVID-19. Sin embargo, un año de políticas autoritarias como órdenes para permanecer en casa, el cierre de lugares de trabajo y la prohibición de la mayoría de actividades recreativas no solo han fallado en su intento de reducir la tasa de infección, sino que también han tomado tu parte de una población cooperante que ya está cansada.
A pesar de estos esfuerzos y de estar aislados en gran parte del resto del mundo, los contagios se han incrementado en todo el territorio en los dos meses pasados.
La Libertad de Expresión no debe ser una víctima de la pandemia
Mientras las restricciones en las reuniones públicas varían de acuerdo al estado, una gran parte de la población australiana ha visto su libertad de asociación suspendida por el tiempo que el gobierno lo vea necesario. En Sídney, los individuos se enfrentan a multas instantáneas de hasta $3.700 ($5000 australianos) si no cumplen la orden de quedarse en casa, la cual era anteriormente una quinta parte.
Como consecuencia, a pesar de una prohibición efectiva en las protestas, los australianos han tomado las calles de manera paulatina para expresar su oposición a los cierres y restricciones draconianas. Tristemente, en vez de defender su derecho a protestar, el cual es una parte esencial de una sociedad libre, las autoridades han respondido con un nivel de represión que va en escalada.
La semana pasada, en Sídney, muchos manifestantes fueron arrestados mientras trataban de reunirse y marchar hacia un parque. Los organizadores fueron sentenciados a tres meses en prisión. Muchos intentos de protestas han sido sofocados por las autoridades, quienes han hecho un uso abundante del gas pimienta.
Al criminalizar las protestas pacíficas y obligar a las autoridades a intervenir, el gobierno actual está incrementando el riesgo de altercados violentos e incluso el esparcimiento del virus en medio del caos que se genera. Las autoridades también están socavando la confianza social al apelar a los ciudadanos para que reporten a sus familiares y amigos que no cumplan con las regulaciones de cuarentenas.
Cuando los gobiernos eliminan el derecho a las protestas contra sus políticas, generan una falta de responsabilidad sumado a las obvias violaciones en lo que debería ser considerado un derecho humano fundamental en cualquier sociedad libre.
Las restricciones de confinamientos draconianos infligen un costo económico y social masivo
El reciente incremento de las protestas es entendible tomando en cuenta el contexto de la severidad de las restricciones por los confinamientos. En este punto, no hace falta decir que las órdenes de permanecer en casa, especialmente por largos periodos de tiempo, traen consigo costos sociales y económicos desastrosos que sobrepasan sus beneficios.
En Australia, debido a restricciones excesivas de viajes, muchas personas no han podido reunirse con sus seres queridos afuera por lo que va de pandemia. Sin embargo, El periodo de confinamiento más reciente de Australia provee uno de los ejemplos más conmovedores sobre los costos de las restricciones por cuarentenas.
Por ejemplo, es ilegal viajar hacia las zonas más cerradas del país bajo ninguna circunstancia, incluso si es para ir a un funeral. Esto se aplica en los distintos controles policiales que se hacen a lo largo del país, y las autoridades se basan en un “enfoque de sensatez” para disentir.
Además, una historia bastante perturbadora salió al publico recientemente en donde las autoridades dispararon a perros de refugios para evitar que los voluntarios salieran de sus casas a cuidarlos.
Incluso en esas partes de Australia en donde a la gente se le permite salir, las restricciones han llegado a un nivel absurdo. Por ejemplo, en una declaración fuerte para despotricar a quienes van a bares al aire libre para hacer “tours” en ellos, el Primer Ministro de Victoria dijo que estaba prohibido remover las mascarillas para beber.
Cuando meses de políticas restrictivas draconianas han probado no ser efectivas en evitar que el virus siga contagiando, debemos preguntarnos en que punto los gobiernos entenderán la insostenibilidad de las políticas basadas en una constante disrupción social y económica y se darán cuenta que otra vía para enfrentar la pandemia es necesaria. Una que promueva la responsabilidad individual en torno a la mitigación de riesgos en vez de unos periodos indefinidos de casa por cárcel.
La gente de Australia tiene derecho a salir y ganarse la vida.
Los bloqueos rápidos son un intento de desviar la atención de las decisiones erradas tomadas previamente
Lo que está claro de la situación actual de Australia es que tiene más relación con las decisiones erradas tomadas por el gobierno el año pasado que con los individuos irresponsables. Un ejemplo particularmente prominente de esto es la idea errónea del gobierno de creer que permaneciendo cerrados al resto del mundo, Australia podría eliminar el virus por completo, y así colocar menos énfasis en el acceso a las vacunas por parte de los australianos.
Cuando se considera la tasa de vacunación de otros países desarrollados, Australia se encuentra retrasada. Esto es un resultado de un lanzamiento lento de la vacuna, debido a los bajos índices de contagios previos que contribuyeron con la complacencia del gobierno en obtener un número adecuado de vacunas, así como retrasos productos de las regulaciones. En agosto del 2021, en gran parte debido a escasez de producto, solo un aproximado de 25% de australianos están completamente vacunados, a diferencia del 50% que tienen otros países desarrollados.
No obstante, después del número récord de casos diarios, el Primer Ministro, Scott Morrison, dijo que el país empezará a implementar una estrategia de vivir con el virus cuando la tasa de vacunación llegue a un 70% de la población adulta. Esto significa que cualquier apertura significativa, incluso en la escala en la cual se encuentran algunos países de Europa y Norteamérica, no se avizora en el corto plazo
Los políticos y las autoridades estatales han tratado constantemente de desviar la atención de las fallas en el programa de vacunación gubernamental. De hecho, culparán sin penas por el aumento de contagios, por lo cual ellos insisten que la única vía son políticas draconianas, en los ciudadanos de Australia.
La mano dura del gobierno australiano en respuesta a quienes disienten de las políticas de confinamiento no es algo que uno esperaría en una sociedad supuestamente libre y debe cesar de inmediato.
Si el gobierno australiano puede violar los derechos de sus ciudadanos por una emergencia ¿Qué evita que creen una emergencia para romper la ley en el futuro?