De Derecha Diario
El gobierno de Sanna Marin enfrentó una contundente derrota electoral por la falta de respuestas a los principales problemas económicos que atraviesa el país. La actividad cayó por dos trimestres consecutivos, la inflación supera el 8% y Finlandia no logra el equilibrio fiscal desde hace 13 años.
El resultado de los comicios electorales de Finlandia decidió darle la espalda a la Primer ministro Sanna Marin, dirigente del Partido Socialdemócrata y mandataria del país desde diciembre de 2019. Los finlandeses decidieron emprender un cambio de rumbo tras la falta de ordenamiento macroeconómico y fiscal.
Bajo la administración Marin todos y cada uno de los presupuestos aprobados fueron firmados con déficit fiscal, a pesar de que Finlandia (así como Noruega) históricamente se caracterizó por su celosa responsabilidad sobre las cuentas públicas.
El Gobierno findlandés no logra recuperar el equilibrio presupuestario desde el año 2009. Los sucesivos gobiernos centristas o socialdemócratas no mostraron mayor preocupación por retornar la normalidad. Bajo la gestión de Marin el déficit financiero total se incrementó del 0,95% del PBI en diciembre de 2019 hasta el 1,6% del producto hacia el segundo trimestre de 2022, para luego moderarse al 1,34% del PBI en el tercer trimestre.
El gasto público finlandés representó el 53,6% del PBI en el tercer trimestre del año pasado, un resultado muy similar al que había antes de la pandemia y una de las métricas más grandes de Europa (por detrás Francia, que alcanza el 56% del PBI).
Y si bien el déficit opera en valores relativamente similares a los que había en 2019, el shock fiscal provocado por la pandemia se financió con endeudamiento. El stock de deuda pública se incrementó drásticamente del 65% del PBI al 71% al término de 2022.
La negativa de la Primer Ministro por reformar el Estado y retornar al equilibrio fiscal de 2009 se añadió a un shock exógeno e imprevisto en 2020. Esta dinámica fue uno de los factores que contribuyeron a dañar su imagen en vista a los pobres resultados cosechados en la contienda electoral (solo un 20% del electorado respaldó su programa político).
En plena pandemia y frente a una aguda recesión, el programa del oficialismo socialdemócrata emprendió una reforma tributaria para subir los impuestos a los ingresos directos y las cargas patronales. La cuña impositiva aumentó, pero los ingresos fiscales no subieron como se esperaba.
La tasa marginal máxima para el impuesto a las Ganancias escaló al 56,95% desde 2020 (una de las más altas del mundo), y la tasa aplicada para las cargas sociales a cargo de los empleados ascendió al 11,76% en 2020 y 10,9% en 2021 (partiendo del 9,8% del salario imponible en 2019).
La recaudación impositiva representó el 52,2% del PBI en el tercer trimestre del año pasado, ligeramente por debajo del 52,4% observado en diciembre de 2019 (antes de la reforma tributaria). Aunque la economía se recuperó del shock de 2020, y aún con impuestos más altos, la recaudación es prácticamente la misma.
La actividad económica sufrió una caída del 0,1% en el segundo trimestre de 2022 y hasta un 0,6% en el tercero, entrando así oficialmente en una nueva recesión. La variación interanual del PBI se redujo del 2,8% al 0% en ese período, y las estimaciones para el último trimestre del año pasado sugieren que la economía ya habría entrado en el terreno negativo.
Este proceso se produce, además, en el marco de la inflación más elevada de los últimos 40 años. Los precios minoristas aumentaron un 8,8% interanual en febrero de 2023, y tuvieron una suba récord de 9,1% entre noviembre y diciembre del año pasado. Finlandia entró en una situación de estanflación como no ocurría desde la segunda mitad del siglo XX.