Por Yrvin Escorihuela
Los venezolanos en las últimas semanas hemos presenciado un acto más del circo decadente protagonizado entre el partido de la tiranía, el PSUV y sus compañeros de camerino con máscaras de oposición. Este circo está dividido en dos partes: la primera que refiere a las “negociaciones” en México y la segunda, tiene que ver con las “elecciones” de alcaldes y gobernadores.
En un primer lugar surge un dilema fundamental respecto a estas elecciones: por un lado, quien vote y apoye algún tipo de accionar democrático, estaría validando de facto a la tiranía, haciendo ver al mundo que es democrática, por el mero hecho de “poderse votar”, por el contrario, si nadie vota, entonces los candidatos de la tiranía tomarán posición de cualquier rincón de poder en Venezuela. Haciendo un pequeño análisis al primer aspecto del dilema, la tiranía queda desnuda ante el hecho en el que su “fiesta democrática” no es posible sin unas instituciones sólidas y con división de poderes del Estado, dado el carácter republicano de Venezuela. Esa primera parte del acto que hablamos anteriormente, inicia con la “aprehensión” de Freddy Guevara, que no es más que una simulación de una situación de rehenes para luego “negociar”, pero es cierto y hay que tomarlo en cuenta así: es una línea de tiempo más o menos larga y el ciudadano venezolano está ocupado y preocupado para sobrevivir día tras día, lo cual no le permiten darse cuenta de esto.
La voluntad de poder del chavismo, no repara en contradicciones ideológicas si de mantener ese poder es necesario, un ejemplo de ello es la pretensión de concretar el acuerdo del Fondo Monetario Internacional (FMI) para acceder a Derechos Especiales de Giro (DEG) por 5.000 millones de dólares, siendo que en tiempos pasados el discurso de la tiranía estaba orientado a señalar al antes mencionado organismo multilateral como promotor del “neoliberalismo” en la región latinoamericana. Otra muestra de este extraño “pragmatismo” de la tiranía, es la dolarización de facto que existe en Venezuela y que Nicolás Maduro ha manifestado como “positiva” para las actividades económicas dentro de una economía que hace tiempo ya está dolarizada.
Mientras tanto y mientras este circo continúa, dejando nuevamente al ciudadano venezolano de lado, solo se seguirán ocupando de cómo repartirse la torta, eso sí: la tiranía reparte pero se queda con la mayor parte, quedando la atención de todos mirando el circo tragicómico y en decadencia. Este tipo de actos nos tienen en la condición similar a la de Alex DeLarge en “La Naranja Mecánica”, cada vez que escuchamos a algún sátrapa de la tiranía u oposición, genera una sensación de repulsión tremenda, sin embargo quedamos en un estado de indefensión: incapaces de poder hacer algo por nuestra cuenta en favor de Venezuela.
Este circo como foco principal de la atención de todos, permite que en Venezuela se están gestando, totalmente al margen y prácticamente de manera imperceptible, movimientos alineados ideológicamente en lo que se ha denominado “La nueva izquierda”, la “New Left” como la denominaba uno de los teóricos de la Escuela de Frankfurt, Herbert Marcuse o como la llamaríamos en ORDEN, como comprensión del fenómeno: la izquierda postmoderna. La agenda de la izquierda postmoderna, es variopinta —con total ironía—, es “diversa”, con múltiples temas de proyección a largo plazo, aunque con un único fin: borrar totalmente la cultura occidental y reemplazarla por lo denominado por Adriano Erriguel: “la gobernanza global”.
Los nuevos sujetos revolucionarios de esta izquierda postmoderna no son parte de los definidos o del definido dentro del marxismo clásico: el proletario. En este análisis debemos tomar en cuenta la confluencia de diversos criterios políticos y filosóficos, comenzando por Antonio Gramsci y la apropiación por la cultura de parte de la izquierda revolucionaria, para así posteriormente cambiar la base económica que daban origen a las instituciones tomadas desde la cultura, medios de comunicación y la educación principalmente, posteriormente y por otro lado, tenemos a los sepultureros del marxismo clásico: La Escuela de Frankfurt, quienes rompieron finalmente con la propuesta economicista de Karl Marx y pretendieron —con gran éxito desde su punto vista— abocarse a cambiar el pensamiento, el sentido común y las bases sociopolíticas de sociedad occidental a partir de las humanidades: desde la sociología, la psicología social, la antropología hasta la musicología.
En ORDEN entendemos que la izquierda jamás ha dejado de producir intelectualmente ni dejará de hacerlo, sino vean a Gramsci y con su obra estelar “Los cuadernos de la cárcel”, con esto quiero orientar un poco más la mirada hacia la contemporaneidad, estamos en tiempos postmodernos o desde la misma izquierda definidos como “postmarxistas”, con una biopolítica global que terminó atravesando no solo los cuerpos de los ciudadanos sino también la soberanía de cada nación en sus costumbres, en sus hábitos rutinarios, en su economía, en sus valores más fundamentales, su fe cristiana y en sus tradiciones. En este punto es necesario mostrar en escena un intelectual contemporáneo de esta izquierda postmoderna: Antonio Negri o simplemente Toni Negri, si bien Michel Foucault había hecho entrever alguna vez que “el hombre ha muerto” desde el punto de vista del sujeto y los valores que le dan vida social en Occidente. Esta muerte para Negri es el nacimiento de un nuevo sujeto, un sujeto basado en la inmanencia, que quiebra con la modernidad, aquella conexión intergeneracional propuesta por Edmund Burke, trascendente en sí misma.
Este nuevo sujeto estará a pesar de declararse anticapitalista y al estar basado en la inmanencia del ser, a pesar de liberarse de categorías que “lo mantienen atado” al poder de la sociedad disciplinaria como parte de ese proceso “emancipatorio” —propuesto por Foucault—, se mantendrá atado al mercado, único proveedor de una identidad, eso sí, una identidad líquida (Zygmunt Baumann, Tiempos líquidos) siempre con opción a compra, convirtiendo al sujeto de la postmodernidad es un “sujeto del rendimiento y la autoexplotación” (Byung-Chul Han, La sociedad del cansancio), siempre ocupado de sí mismo y viviendo para sí mismo y su continua “optimización”.
El nuevo sujeto o “el nuevo pueblo” (Ernesto Laclau, La razón populista), está compuesto por minorías: étnicas y sexuales fundamentalmente, pero entran también el ecologismo (una ideología), el feminismo (otra ideología), el aborto como ejecutor de la agenda antinatalista. Estas minorías al encontrar sus “cadenas de equivalencias” u objetivos comunes que los aglutina y pasan a ser una “multitud” o “la multitud” (Antonio Negri y M. Hardt, Multitud), es la nueva clase social global, la nueva masa de sujetos, sin fronteras ni estados nacionales que los detengan, de estos tenemos una versión venezolana, denominados “sinfronteristas criollos” descritos en otro artículo de ORDEN. Ahora bien, dentro de Venezuela están lentamente tomando terreno, en analogía a un rizoma (Deleuze y Guattari, Rizoma), no van dejando raíces, sino formando rizomas, conexiones y multiplicidades en las cuales es imposible saber el origen y los líderes.
Estas multiplicidades son dadas entre grupos feministas, que si bien están fundamentados en las propuestas de Butler y Firestone (Género en disputa y La dialectica del sexo, respectivamente), cuyo objetivo es la aniquilación del hombre, del varón como sujeto sexual, también pretende aniquilar a la mujer como sujeto sexual, quedando a la autopercepción de cada sujeto —producto de su propia inmanencia, un paso más a la emancipación dejando atrás a la sociedad disciplinaria—, es la sociedad que deberá verse obligada a tratar a este nuevo sujeto de acuerdo a como se autoperciba, si un otro pretende contradecir esta autopercepción será patologizado como “fóbico” con el prefijo relativo a la identidad sexual del “agraviado” (en resumen LGBT-fóbico). Sin embargo lo más extraño de estas “luchas sociales e interseccionales”, es la búsqueda incansable de financiamiento, es por lo tanto que podríamos definir este feminismo en Venezuela a partir de anglicismos informáticos como por ejemplo Feminism as a Business (Feminismo como un negocio).
Sin duda alguna hemos determinado como hecho público y notorio que el conglomerado LGBT ha estado recibiendo asesoría —posiblemente algún apoyo económico además— de parte de estados extranjeros, Reino Unido es un ejemplo a través de su embajada, dicho sea de paso, debería de ser tarea de la inteligencia venezolana truncar estos intentos, si en verdad les interesara la soberanía de la Nación venezolana, pero la tiranía prefiere utilizarlos en cosas menos importantes, como la aprehensión de los bufones mencionados anteriormente. No solo estados extranjeros están afanados en esta tarea de diseminar la ideología de género, la agenda antinatalista (abortista) y el feminismo radical, también personajes como George Soros, quienes han destinado ingentes cantidades de dinero para la formación de Think Tanks y movimientos de nueva izquierda, a fin de deconstruir al hombre occidental y suprimir los movimientos nacionalistas emergentes (como nuestro movimiento por ejemplo).
Ahora nuestra labor también deberá no solamente denunciar ante el mundo entero las atrocidades de la tiranía de Maduro y sus secuaces, sino también esa nueva izquierda, subrepticia, rizomática, que da por obsoleta la lucha de clases y pretende generar nuevos conflictos, también ve el conflicto PSUV-MUD como un conflicto del pasado, obsoleto y esteril —como efectivamente lo es, aparte del circo que representa—, estos nuevos conflictos avanzan muy silenciosamente en nuestra sociedad, pretendiendo introducir la dialéctica del victimismo, que erosionando el principio básico del derecho: la igualdad de todos los sujetos ante la Ley debido a una subyacente e indefinible intención que es más una entequia ideológica que otra cosa, donde hay un victimario —en nuestro caso el hombre venezolano— y una víctima —desde la mujer hasta personas que tienen cualquier gusto sexual, distinto al heterosexual—, esta dialéctica incluso es perversamente útil para atentar con la institución primaria de cualquier nación: La familia.
Insistimos: La propuesta ideológica de la “Nueva Izquierda” es la destrucción total de todos los elementos culturales que nos caracterizan, incluyendo la historia, la nación, la noción de lo bueno, lo bello y lo verdadero, la fe cristiana, el sexo, la sociedad, las instituciones y el Estado. Es un proyecto verdaderamente totalitario, un proyecto que consigue en la socialdemocracia el gobierno perfecto entre élites políticas débiles, fácilmente abatibles por la corrección política, que permiten la prevalencia de organismos internacionales por encima de la soberanía de cada nación y sus leyes. Lo íntimo del ser humano se ha vuelto un tema público, lo que se encuentra dentro del hogar se ha colocado en la palestra pública y el debate público real, ha sido privatizado por las transnacionales informáticas de las redes sociales, censurando cualquier disidencia de lo políticamente, siendo calificada de “discurso de odio” sin ningún dato objetivo para hacer eso, pretenden hacer un control exclusivo de la realidad a través del control de la verdad, como los totalitarios del siglo XX.
