Principios inmorales del Socialismo, el sistema más antivalores que existe

“Tus valores definen quién eres realmente. Tu identidad real es la suma total de tus valores”

(Assegid Habtewold)

Por Roymer Rivas, coordinador local senior de EsLibertad Venezuela y teórico del Creativismo Filosófico.

Hoy en día, aún son muchos los que conceptualizan al Socialismo como una determinada mundividencia moral. A menudo los defensores de esta ideología manifiestan que el Socialismo se sostiene en valores elevados; por lo que, al compararla con otros sistemas, principalmente el sistema capitalista, concluyen que su superioridad ética y moral es indudable. Estos apelan en palabras al amor, la honestidad, solidaridad, respeto y justicia como la base para construir una sociedad más “libre, justa e igualitaria” –supuestos valores fundamentales en lo que se sostiene el sistema–. Incluso hay toda una rama de pensamiento filosófico denominado “Socialismo Ético” fundamentada en la ética o filosofía moral kantiana que considera el Socialismo como un conjunto de principios y requisitos ético-morales, siendo la solidaridad la base en la que se construye el sistema; esta concepción del Socialismo deja de lado la idea de que ésta es “resultado del desarrollo socioeconómico lógico de la sociedad” para hacerse de la doctrina de que es “una concepción moral”[1].

Ahora bien, ¿Es realmente el Socialismo un sistema que se fundamente en valores morales elevados? Más allá de las palabras ¿Demuestra la praxis de este sistema que sus bases son éticas? Las respuestas a estas preguntas no son un asunto sin importancia, puesto que, como bien dijo Jesucristo, “no puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos”[2]; cambiando las palabras para adaptarlas al contexto, “no puede un sistema en el que su estructura se sostenga sobre bases inmorales ser de beneficio para quienes lo implementen” y, en contraste, “todo buen sistema, fundamentado en la ética y la moral, produce gracia en la sociedad que lo aplique”; por lo que observar los fundamentos morales del Socialismo permitirá definir qué es realmente.

La careta moral del Socialismo

En principio, esta ideología se vende como una necesidad ética y moral de la especie humana, pero la realidad es que se mantiene al margen de estas disciplinas filosóficas teniendo como resultado, no solo la destrucción del mismo, sino también la decadencia de la moral y la razón de todos aquellos que son sometidos por el sistema. Esto es así porque, para alcanzar la elevada conciencia y espíritu y la plena realización humana con “verdaderos valores de amor, honestidad, solidaridad y justicia”, inicia todo un proceso transformador de actitudes que tiene como fin la manifestación de un/os determinado/s comportamiento/s. El medio utilizado para tal fin es el abuso de poder; extendiendo sus tentáculos a lo largo, ancho y profundo del círculo social, emprende un proceso de educación que pretende la edificación de una nueva sociedad; pero, cabe aclarar, todo según su concepción de la realidad, del cómo deberían ser las cosas, no del cómo son realmente. A través de distintos mecanismos —destacando que estos siempre están fundamentados en “valores morales”— socaba la esencia humana hasta hacer de la persona un animal —irracional, no pensante— en la medida en que siempre se busca modificarlo hasta enmarcarlo en lo que, para el Socialismo, es la plenitud humana. Esto no hace más que despojar a la persona de su ser para convertirlo en una “bestia adiestrada”[3].

Este proceso de adiestramiento es justificado por todo el caudal de “valores” en los que dice sostenerse el sistema. En nombre de la solidaridad y la igualdad se realiza el “justo reparto de la riqueza” mediante sistemas de impuestos[4] desiguales que, en el mejor de los casos, quitan o roban parte de los ingresos de aquellos que, por generar más beneficios a la sociedad, obtuvieron una mayor ganancia, para repartirlo entre aquellos que, en muchas ocasiones, no generan ningún bien. Esta práctica tiene como consecuencia el “estado de bienestar”[5], un concepto que tiene el objetivo de “redistribuir” la riqueza para “mejorar el bienestar de la población en general y combatir la desigualdad repartiendo de forma más equitativa”. Sin embargo, en estas acciones hay errores de fondo de índole “ético-moral e intelectual” que surgen de un mal entendimiento del constructo de la sociedad en sí; primero, este sistema se sostiene en el robo sistemático, se le quita a la sociedad parte, sino todo —en casos extremos—, del fruto de su trabajo para financiar acciones que, en la gran mayoría de los casos, las personas no quieren financiar; segundo, se trata desigualmente ante la ley a las personas —¡no se roba a todos por igual!— en la medida en que se le quita más al verdadero benefactor social, que recibió sus beneficios por prestar/brindar un servicio o producto que el mercado[6] demandaba, “redistribuyendo” así aquello que ya el mercado distribuyó correctamente de acuerdo a los gustos y necesidades de las personas, cambiando la distribución que fue producto de acciones voluntarias por una redistribución producto de una imposición coercitiva; tercero, el concepto de “igualdad” es mal entendido, ¡Ninguna persona es igual! El Socialismo pretende alcanzar una utópica igualdad de hecho —física, económica y/o de condiciones— en una sociedad desigual y diferente[7], por no entender este hecho, en el proceso de búsqueda o construcción de la igualdad, se destruye la iniciativa individual y privada —la única fuente de riqueza y progreso en una sociedad—; cuarto, se usa la solidaridad sin comprender el verdadero significado del término y cómo surge ésta en las interacciones sociales.

Lo que es la verdadera solidaridad que ataca el Socialismo

La solidaridad, en sentido amplio, significa “cohesión a la causa” o “adhesión circunstancial sólida”, firme y/o completa, esto denota, por sí mismo, amor, apoyo, caridad, hermandad, fraternidad, protección, compasión y misericordia. Éste coctel de valores mueve a la persona “solidaria” a ser un apoyo para los más necesitados —la persona se entrega al otro por completo por considerar eso un valor mayor a su bienestar material—. No obstante, al igual que todos los valores humanos, este surge de manera natural en las personas; en circunstancias normales –sin Socialismo– difícilmente una persona vería a otro pasar necesidad sin extender una mano ayuda, parte de la naturaleza del human es condolerse del sufrimiento ajeno y tomar acciones necesarias, en la medida de sus posibilidades, para brindar apoyo; es una cooperación que surge de forma natural —voluntaria, no coercitivamente— entre los individuos que viven en sociedad. En efecto, el mercado es el sistema más solidario entre la especie human.

Sin embargo, esta ideología contranatural cambia el significado de “solidaridad” y la adapta como algún tipo de “deber” y “conducta social” que tiene como fin el “bien común”, es decir, las personas tienen la responsabilidad, más allá de la obligación moral que los mueve voluntariamente a ayudar al prójimo, “de facto o de hecho” de solucionar los problemas de las “personas sufrientes” que le rodean; anulando de esta forma la “voluntad” de ayudar de los individuos transformándola en algún tipo de “obligación” que requiere necesariamente de la coerción para intentar alcanzar el “bien social o común” que no existe —por lo menos no en la concepción espuria que se tiene sobre el termino[8]—, y, en consecuencia, es imposible de lograr[9] en la medida en que es imposible que todas las personas quieran lo mismo; las mismas diferencias —desigualdades— humanas hacen imposible el concepto del “bien común” porque no se logrará jamás satisfacer a todos por igual, aún si lo imposible se hace posible y todos en la sociedad desearan exactamente lo mismo, no quedarían satisfechos en el mismo grado, cada individuo apreciaría su deseo y el logro del mismo de forma distinta.

El Socialismo y la Justicia

Otro problema ético que paradójicamente fundamenta al socialismo tiene que ver con la “justicia”. Al ser un sistema que se extiende en cada una de las instituciones sociales en busca de modificar conductas individuales que se reflejen en la sociedad como un todo, que recurre sistemáticamente a la imposición de acciones —usando la fuerza—, cambia o sustituye el concepto tradicional de ley y justicia entendido como un conjunto de leyes materiales, generales y abstractas de carácter consuetudinario[10] por un “derecho” espurio. En otras palabras, el socialismo recurre sistemáticamente, a través de un cúmulo de reglamentos, órdenes y mandados coactivos emanados por un órgano director, a la agresión institucionalizada para modificar la conducta humana —lo que constituye un ataque directo contra la naturaleza humana—; bajo este sistema, la ley pasa a ser instrumento de control y bloqueo, se transforma en un mecanismo al servicio del órgano planificador. En consecuencia, aquellos sometidos al régimen inconscientemente modifican su personalidad y comienzan a respetar cada vez menos las normas tradicionales de conducta; las leyes materiales que antes regían a las personas dejan de ser referencia para las acciones de los mismos y estos pierden paulatinamente las costumbres que les permitían adaptarse a las normas espontaneas surgidas de la sociedad en la que se desenvuelve. Estos mandatos corrompen el concepto de “derecho” y “ley” y lo único que logran es que los ciudadanos pierdan todo respeto por ella. No conforme con esto, la esperada y entendida desobediencia o elusión del mandato por parte de la sociedad como una manifestación de supervivencia es usada como excusa para crear e imponer más reglamentos —sumergiendo así, nuevamente, a los individuos en una espiral ascendente de deterioramiento moral[11]—; las consecuencias de esta acción socialista son nefastas para la sociedad.

Este mal concepto sobre el derecho que presenta el socialismo le lleva a una mala aplicación de la justicia[12]. En este sistema, se deja de juzgar el comportamiento del human para comenzar a juzgar el resultado de los mismos en la medida en que quienes se escudan en el aparato del Estado, fundamentados en su miope percepción del proceso social, se valen de sus arbitrarias estimaciones de los resultados que surgen de las interacciones sociales que ellos creen percibir para recurrir al único medio que tienen para tratar de organizar a la sociedad desde arriba, a saber, la coacción. En otras palabras, el no conocer, y mucho menos entender, la configuración social —que se ordena espontáneamente—, lleva al órgano director a establecer, según su percepción y/o estimaciones, lo que está bien y lo que está mal de acuerdo a los resultados que se alcancen en todo el proceso social a lo largo del tiempo y no a cuál haya sido el comportamiento individual de cada actor. Esto se ilustra muy bien cuando, como resultado de un arduo esfuerzo mental y/o físico y, quizás, un poco de suerte, una persona, movida por su empresarialidad, crea un producto/servicio que beneficia a la sociedad y, en consecuencia, obtiene buenas ganancias por ello —por ser un producto/servicio altamente demandado— y el órgano director le roba parte de sus ganancias —o toda en casos extremos— en nombre de la solidaridad y la “justicia social” para, en el mejor de los casos, suponiendo que la manos porosas de quienes constituyen el órgano director no se haga de parte de esos ingresos, darlo al “más necesitado”. Sin embargo, aquí surgen varias cuestiones ¿Quiénes son los más necesitados? ¿Qué pasa con todo el comportamiento a lo largo del tiempo que precedieron los resultados del individuo que creó el bien?

La respuesta a estas preguntas desnuda el concepto de justicia del socialismo; “los más necesitados” son escogidos a dedo por el órgano director, es éste quien, subjetiva y emotivamente, fija quien es el más necesitado y quien no, este constituye un concepto abstracto que se aleja de la realidad en la medida en que se basa solo en el resultado[13] y no en las acciones que realizó aquel que le llevaron a crear un bien que, en realidad, beneficio a la sociedad en general, incluyendo los “más necesitados” que tanto dice defender el sistema, y, por consiguiente, obtuvo ganancias por eso —es un todos ganan—; las consecuencias de esta coacción sistemática lleva a la eliminación de la iniciativa de los individuos para resolver los problemas que cree percibir en la sociedad, la desmotivación invade al individuo y su empresarialidad queda reducida a cero por prever que, cuando consiga los beneficios esperados —o no—, el órgano director le quitara sus beneficios; por lo que, en el mediano/largo plazo, la riqueza de la sociedad en general decrece y, paradójicamente, ahora todos los actores encajan en el concepto de “más necesitados” —exceptuando a unos pocos que forman parte de la estructura socialista—. Ahora bien, he dicho que el socialismo realiza todas estas acciones en nombre de la “justicia social”, pero ¿Qué es la “justicia social”? ¿Es buena o mala?

La “Justicia social” como injusticia auspiciada por el Socialismo

La justicia social es el verdadero concepto y sentido de justicia del Socialismo, esto es, una justicia espuria. El término “social”, que complementa la “justicia” aplicada por el sistema, es un calificativo que se utiliza para engañar semánticamente a las personas; cuando a una palabra se le agrega el término “social” se vacía y modifica por completo el sentido de ésta, convirtiéndola en un sentido que es totalmente el contrario del que realmente tenía; a este tipo de términos se les denomina “términos comadreja” o “palabras comadreja” en alusión a la capacidad que tiene el animal de sacar el contenido de un huevo sin estropear el cascaron. En general, las personas apelan a estas palabras en sus discursos para decir cosas que no quieren decir directamente, de esta manera crean la impresión de que han dicho algo significativo cuando la verdad es que se realiza una afirmación y/o envía un mensaje vago o hasta irreal —inexistente—[14]. La justicia social es una construcción que tergiversa el valor “justicia” y, en consecuencia, es lo más injusto que existe. Al valerse de este concepto vacío, el socialismo incauta a los individuos sometidos al sistema haciéndoles ver que se toman decisiones en nombre de la “justicia” que tiene como fin el “bien social”, pero, en realidad, es el órgano rector quien, a través de distintos mecanismos, crea la ley —más bien, mandatos u ordenamientos—, la interpreta y juzga a las personas según sus impresiones subjetivas; cabe destacar que todos estos mandatos —con vestimenta de “ley”— tienen el fin de beneficiar al juzgador, este es el mismo órgano rector que pretende ordenar a la sociedad. Es decir, la institución pasa al servicio del poder central, al igual que la gran mayoría de las demás instituciones. El resultado de todo esto es la descomposición, decadencia y desaparición, ordenado en diferentes etapas, del sentido de “justicia” real o tradicional y la perdida cuasi absoluta de toda seguridad jurídica.

El Socialismo como asesino de la Libertad

Por último, todos estos mecanismos tienen como fin el logro de la “libertad” —sabrá Dios qué aberración de concepto de libertad tiene y/o busca el Socialismo—. Un sistema que pretende modificar el comportamiento individual para adaptarlo a su percepción de la realidad, anulando la razón y destruyendo la esencia humana yendo en contra de la lógica y del orden natural, que corroe la verdadera libertad en sentido puro, como lo es la condición de poder actuar conforme a la elección de qué hacer con nuestro ser y nuestros bienes, teniendo como único límite el no perjudicar a otros en el proceso de la realización de nuestra plenitud personal, no puede llamarse un “sistema que pretende alcanzar la libertad”.

Para el Socialismo, la libertad significa el sometimiento a todos los mandatos u ordenamientos caprichosos que emanan del órgano director que tiene como resultado el debilitamiento, e incluso la desaparición, de la moral y razón humana. Es contradictorio, hasta paradójico, que para alcanzar una sociedad más “libre, justa e igualitaria”, el sistema vaya en contra de todo tipo de libertad individual valiéndose de la injusticia. La única libertad que alcanza el socialismo es la “libertad de no ser”, es decir, un individuo libre de todo lo que lo hace human, a saber, su capacidad de pensar y raciocinio, sus gustos y preferencias que le llevan a sopesar y elegir entre una cosa u otra según sus estimaciones personales, su creatividad, el estar vivo en sí mismo; esto es, un individuo libre de todo lo que lo hace persona, una sociedad libre de todo lo que le hace sociedad. El concepto de libertad que denota el sistema socialista no se asemeja siquiera a la percepción de libertad que podemos imaginar que tiene un animal dentro de sus limitadas capacidades, es aún peor —los animales están mejor que los humans oprimidos por el Socialismo— dado que este concepto solo es alcanzado en el gehena[15]; que, a fin de cuentas, es el fin real del régimen socialista.

Conclusiones: el socialismo como el sistema más inmoral que existe

En resumen, el Socialismo repudia por completo la moral establecida por una sociedad verdaderamente libre, que es construida por procesos espontáneos. En el sentido más estricto, tiene como su peor enemigo la moral, por lo que lucha en su contra. Este sistema repudia la verdadera libertad y, al no comprender la estructura y los procesos sociales, pervierte el sentido de valores humanos como la solidaridad y de instituciones como el “derecho” y la “justicia” para enmarcarlas en su propia concepción de la realidad con el fin de modificar el comportamiento human. La consecuencia de esto es la desaparición o eliminación de los principios morales que permitían al human adaptarse a su ambiente y que hicieron posible el avance de la civilización en general, reduciéndolo a sus más arcaicas y primitivas pasiones; incluso, en casos extremos, hasta hace que el human se encuentre en la misma categoría que el resto de los animales —razón limitada, no pensante—[16].

El sistema no ve al human como un fin y mucho menos al mismo como el medio para alcanzarlo; su meta es externa a la persona en si, por lo que es irreal; trata de lograr un fin sin preguntar a los actores involucrados —quienes serán afectados por esos fines— si están de acuerdo o no con el mismo, el órgano director que pretende “ordenar” a la sociedad cree tener la sabiduría suficiente para saber qué es lo más beneficioso para todo el mundo, trabaja en busca de ello y, cuando las personas comienzan a manifestar que no es de su agrado el sistema, en lugar de corregir, cree que los individuos tienen algún tipo de defecto que no les permite ser capaces de conocer qué es lo mejor para ellos y, en consecuencia, refuerza aún más los mecanismos basados en la coacción institucionalizada que envuelve a la sociedad en una espiral descendente hacia la decadencia. Por lo tanto, el Socialismo, en todas sus expresiones o manifestaciones, es un sistema totalmente contranatural, in-human y profundamente inmoral. Los valores del Socialismo son, pues, el odio, la envidia, el resentimiento, la esclavitud, la igualdad contranatural, la injusticia, la guerra, la mentira y, en suma, todos los antivalores que puedan existir; este sistema es la máxima expresión del mal, para apelar a conceptos religiosos, la idealización del mismo Diablo en la tierra y, por lo tanto, es un sistema que se opone en contra de Dios y del orden original –natural– que él mismo creo.


[1] Tanto el Diccionario Filosófico (1965; pág. 430-431), tercera versión del diccionario de Rosental e Iudin que se ajusta a la filosofía resultante del XXII Congreso del PCUS (Moscú, 1961) y es traducido directamente del ruso por Augusto Vidal Roget, como el Diccionario de Filosofía -soviético- (1984; pág. 401), traducido del ruso por O. Razinkov, destacan que los creadores/promotores de esta doctrina (Cohen, Paul Natorp, Rudolf Stammler, Karl Voränder, entre otros) rechazaron la filosofía marxista y, basándose en la filosofía moral de Kant, conjugaron “el socialismo científico con la filosofía moral kantiana” pretendiendo una “transformación socialista de la sociedad mediante la teoría kantiana” abandonando la “lucha de clases”, “revolución social”, “la dictadura del proletariado”, entre otros conceptos del marxismo, por “la idea del perfeccionamiento moral paulatino de la humanidad”. Estas ideas pasarían al primer plano, lo que llevaría a que, en la práctica, las tesis del Socialismo ético equivaldrían “a la renuncia de la lucha por el socialismo”; esta concepción del Socialismo es puramente moral.

[2] Mateo 7:18 -Traducción Reina-Valera (1960)-. En otras palabras, un árbol bueno da frutos excelentes, pero un árbol podrido da malos frutos; todo árbol se conoce por sus frutos, un cactus es distinguible de un manzano, el primero produce espinas, el segundo manzanas; si alguien le dice que “una cactácea puede producir manzanas” lo más probable es que usted le adjudique algún tipo de problema mental; del mismo modo, si el fundamento de un sistema que pretende ordenar a la sociedad es deplorable, es de esperar que su práctica sea un desastre –y lo mismo ocurre en caso contrario–.

[3] Es como cuando un entrenador de perros, o cualquier otro animal, lo adiestra para que cumpla determinados comportamientos. Cuando se le está educando, el animal es producto de maltratos físicos hasta que logra accionar de manera automática a las voces que se le dirigen. Este es el fin del Socialismo, para esta ideología el human es un animal, una bestia no pensante llevada por sus impulsos egoístas totalmente negativos inclinada hacia el mal, que necesita ser “adiestrado”, sin importar si en el proceso este reciba maltratos de todo tipo.

[4] La teoría generalmente aceptada indica que los impuestos son la cantidad de dinero que se le paga (adeuda) al sector público (Estado). Este concepto hasta hace ver los impuestos como una “deuda”, cuando en realidad es todo menos deuda; lo que está pasando es que el Estado le quita, de forma coercitiva, a las personas parte del fruto de su trabajo, es el gobierno el que “ordena” que se pague, por lo que, en el campo ético-moral, la esencia de los impuestos es quitar a otro, constituye un “robo”. Ahora bien, piense en esto, si de por si los impuestos están mal y, a pesar de ello, la sociedad tiene que soportarlos, imagine que estos tengan que ser desiguales, es decir, que no se aplique la misma ley de carga impositiva a todas las personas por igual (castigando a unos más que a otros). Es más inmoral todavía. Si desea profundizar en el origen de los impuestos y sus consecuencias sociales, consulte los libros de Charles Adams titulados “Fight, Flight, Fraud: The Story of Taxation” (Lucha, Escape, Frauda: La Historia de los Impuestos) -1982- y “For Good and Evil: The Impact of Taxes on the Course of Civilization” (Por Bien y Por Mal: El Impacto de los Impuestos en el Curso de la Civilización) -1992-; si bien el segundo es más completo, recomiendo también la primera publicación por ser una joya informativa y una excelente referencia bibliográfica.

[5] Más que “estado de bienestar” esto es un “estado de malestar, tristeza y pobreza”, expresión más coherente con la naturaleza del mismo y la realidad.

[6] El mercado somos todos, es una realidad social, es el producto de las millones y millones de interacciones humanas. Este no es un actor, no acciona, como si lo es y hace el Estado, en la vida en sociedad, es más bien el espacio en donde las personas interactúan e intercambian aquello que les pertenece. En suma, el mercado es la máxima expresión de una sociedad libre en donde sus integrantes intercambian voluntariamente los títulos de propiedad según sus gustos y necesidades. Como tal, no tiene fallas, como algunos tienden a decir, sino que más bien es el escenario donde se permite aprehender de alguna manera la descoordinación entre actores sociales y junto con ello dando paso a la posibilidad de corregir dicha descoordinación.

[7] El ver la igualdad como un “hecho” ha causado males extraordinarios a la humanidad. La igualdad social pretendida por el Socialismo es diametralmente opuesta a la realidad. Esta desatinada comprensión de la sociedad socava la verdadera igualdad de la que disfruta el human desde su nacimiento, a saber, la igualdad en tanto condición humana y, en una realidad social, por extensión, una igualdad de derechos, una igualdad que es inalienable e imprescriptible —verdadera igualdad que, por cierto, el Socialismo se encarga de atacar sistemáticamente—. Fuera de eso, todos somos inevitablemente diferentes, la variedad que se monta encima de la naturaleza humana es ilimitada, somos desiguales y, por tanto, las decisiones y las acciones realizadas por un individuo serán potencialmente distintas y manifestarán potencialmente resultados distintos, dependiendo de quién las realice y cuando las realice, porque, de hecho, también influyen las circunstancias o el contexto.

[8] Tengo mis reservas y creo que puede haber “una visión libertaria sobre el bien común”, pero eso para otro día. Por ahora, suficiente con decir que hay apreciaciones intersubjetivas sobre cosas o acciones que llevan a que más o menos las personas amolden su conducta en ello —de allí las instituciones sociales—.

[9] No es de extrañar entonces el débil estado en el que descalza la “solidaridad” y, en suma, todos los valores de las sociedades que viven en Socialismo. Gracias al ataque sistemático por parte del sistema, que busca modificar la conducta de los individuos para adaptarlos a sus preceptos, la moral humana se ve pervertida. Al ser el Estado quien dicta órdenes, reglamentos y mandatos coactivos que definen cuál ha de ser el contenido concreto del comportamiento de cada individuo, modificando de esta manera la personalidad, mientras la aleja de su esencia en tanto human, estos pierden costumbres y respetan cada vez menos las normas tradicionales de conducta. Es decir, se pierden los valores humanos. En consecuencia, el conjunto de valores —amor, solidaridad, respeto, entre muchos otros—, que por naturaleza las personas manifestaban, desaparecen. Convirtiéndose esto en una excusa para que el Socialismo se siga extendiendo y desarrollando, por lo que se entra en una espiral descendente de decadencia de la moral y el “ser” human y una ascendente del poder centralizado director de la vida del human, ahora más cercano a un animal —que en buen grado entra en el concepto de “irracional, no pensante”—.

[10] El derecho —real— es una institución evolutiva que surge de las interacciones humanas; es decir, gracias a la información que surge de manera espontánea de la misma convivencia social, que está constituida por un número elevado de autores que, a su vez, son dueños de una información que es tacita e inarticulable, surgen leyes —no creadas por alguien en específico— que crean hábitos de conducta en los individuos. Estas leyes materiales son generales puesto que se aplican a toda la sociedad por igual y son abstractas porque no supone resultados concretos del proceso social —acciones del individuo en sociedad e información que esto genera—, sino que sólo establece un marco de actuación para el individuo. En otras palabras, la ley/norma no es arbitraria, sino una disposición consubstancial a las acciones que realizan los individuos; esto es, que la condición natural, necesaria, de la inmanencia de la ley/norma son las relaciones entre las personas; estas vienen contenidas en la misma acción humana y crean hábitos de conducta. Todo de forma espontánea. Si desea profundizar en el origen y concepto del derecho, consulte “Derecho, Legislación y Libertad” (2006) de Friedrich Hayek, allí el autor marca la diferencia entre las normas consuetudinarias y las normas elaboradas e impuestas por el legislador de turno al decir que las primeras “derivan de las condiciones de un orden espontáneo que nadie ha creado, mientras que las segundas se proponen deliberadamente la creación de una organización orientada a alcanzar determinados objetivos” (pág. 153-154); los reglamentos que tienen origen en una legislación (“orden construido”) que pretenden ordenar la sociedad constituye una perversión de la idea de derecho. También, en “La teoría evolutiva de las instituciones”, César Martínez Meseguer hace un recorrido por la historia, partiendo desde Grecia, pasando por China, la edad media, el empirismo inglés, entre otras etapas temporales, en donde muestra cómo concurridamente se comenzó a pervertir el “orden espontaneo” por un conjunto de órdenes de pensadores que desconocían el constructo y/o proceso social. En la parte II de la obra (La Metodología de la Escuela Austriaca), el autor analiza el papel que juega en la sociedad las relaciones de intercambio; a saber, que cuando los individuos toman conciencia de que pueden lograr sus objetivos si intercambian medios, movidos por su empresarialidad innata que les lleva a que, por lo menos, uno tome la iniciativa, entonces surge el intercambio. Esta es la base de las instituciones sociales, entre las que se encuentra el derecho.

[11] De aquí es que surge la corrupción como problema social, por cierto. Al respecto, ver: Roymer Rivas. 2023. El cáncer de la corrupción: una consecuencia de las restricciones a la libre acción humana. Publicado en ContraPoder News. Puede acceder a través de: https://contrapodernews.com/el-cancer-de-la-corrupcion-una-consecuencia-de-las-restricciones-a-la-libre-accion-humana/ (Consultado 23 de noviembre de 2023). Me cito a mí mismo por considerar que trato el tema de forma sencilla y porque en dicho texto están las citas a los autores correspondientes de donde extraigo la idea.

[12] Si las normas y/o leyes son materiales, generales y abstractas, entonces la justicia es la aplicación por igual de estas normas; este, y no otro, es el verdadero concepto de “justicia”. En la misma línea, retomando la idea principal de la nota anterior (7), a modo de énfasis considero destacable las palabras de Axel Capriles en su libro titulado “La picardía del venezolano o el triunfo del Tío Conejo” en donde escribe, basándose en Michel Foucault, que “la norma no es algo exterior ni independiente de su contenido, es una acción que se desarrolla desde el interior mismo de las cosas. Las disciplinas crean la sociedad, pero la sociedad disciplinaria no doblega a sus sujetos por medio de un código de leyes, sino que exterioriza un dominio de subjetividad inclinado a la acción normalizada. La norma es, así, el soporte de un lenguaje común, un principio de comparación, el piso de una medida colectiva indispensable para la referencia del grupo a sí mismo. Define las experiencias posibles. Su discurso es prescriptivo. Antes de prohibirnos o castigarnos, nos hace desear lo que debemos hacer. Es la internalización de la sociedad en nosotros mismos” (subtitulo “El Caudillo Sagaz”, capitulo VIII titulado “el pícaro en Venezuela: el individualismo anárquico”, párr. 5). Esto es el verdadero derecho, la ley/norma inherente a la acción humana surgida de, por y para las actuaciones de las personas. Ahora bien, como el Socialismo tiene una visión positiva del derecho, vacía el contenido del mismo, por lo que, entonces, es de esperar que la justicia aplicada en el sistema sea una aberración.

[13] Se fijan solo en el hecho de “tal persona acumula mucha riqueza y esta otra no”. Esta miope estimación deja de lado el cómo la persona obtuvo la riqueza que acumula y por qué el otro no obtiene tal riqueza; cuales son las diferentes acciones que están realizando estas personas que llevan a que obtengan resultados distintos; si en todo este proceso el primero beneficia o no a la sociedad con el medio por el cual obtuvo y mantiene su riqueza y si el segundo es de los beneficiados por este medio de creación y mantención de riqueza del primero; además, si todas las acciones que llevaron a que el primero tenga tal riqueza y el segundo no fueron realizadas de manera voluntaria —voluntariedad que surge del hecho de que el primero hace algo que beneficia al segundo, por lo que, en realidad, todos salen ganando—.

[14] Muchos atribuyen que la expresión “termino comadreja” deriva de versos de conocidas obras “Henry V” y “As You Like It” de Williams Shakespeare. En “As you like it” (Acto II, Escena V, 11, en The Riverside Shakespeare, Houghton Mifflin, Boston 1974, p. 379) el verso dice “I can suck melancholy out of a song, as a weasel sucks eggs”. Pero la expresión aparece por primera vez en una publicación de The Century Magazine del año 1900 que mostraba el cuento de Stewart Chaplin titulado “Stained Glass Political Platform”. En esta publicación se dice que estas palabras “absorben toda la vida de las palabras a su lado, así como una comadreja chupa un huevo y deja la cáscara. Si después pesas el huevo, es tan ligero como una pluma, y no te llena mucho cuando tienes hambre, pero una canasta de ellos sería un gran espectáculo y engañaría a los desprevenidos…” (pág. 235); Theodore Roosevelt, quien popularizo el termino, le atribuyo la expresión a Dave, el hermano mayor de su amigo William Sewall, pero Herbert M. Lloyd, en una carta dirigida a New York Times, explica que el verdadero origen del término popularizado por el Coronel Roosevelt es del cuento publicado por la revista Century ya mencionada. Se puede leer el texto original (carta de M. Lloyd) en los archivos de The New York Times con fecha de 3 de junio de 1916 (pág. 12). Ahora bien, el origen más remoto de la etimología la encontramos en el poema “Metamorfosis” del poeta romano Publio Ovidio Nasón; en esta obra se describe como Galanthis, sirvienta de Alcmene, al fijarse que Lucina, la diosa del parto, que está afuera de la habitación intentando prevenir el nacimiento de Hércules, sale a decir que el nacimiento ha sido un éxito; al escuchar esto, con mucho temor, viéndose fracasada, cede en su intento por prevenir el parto, lo que permite que nazca el bebe; Galanthis procede a burlarse de Lucena y, sintiéndose engañada su divinidad, ésta la arrastra por los cabellos y la convierte en una comadreja. En la traducción al español de Ana Peréz Vega, Ovidio escribe “puesto que con mentirosa boca ayudó a una parturienta, por la boca pare y nuestras casas, como también antes, frecuenta” (pág. 151). Todo indica que los términos comadreja denotan engaño. Entre las palabras comadreja usadas por los socialistas tenemos: popular, orgánica, neoliberalismo y social. Ahora bien, si desea profundizar sobre este tema, invito a consultar el Capítulo VII titulado “Nuestro envenenado lenguaje” del libro de Friedrich Hayek “La fatal arrogancia” (pág. 173); este es el título del último libro escrito por Hayek y fue publicado originalmente en Estados Unidos en ingles en el año 1988 bajo el título “The Fatal Conceit: The Errors of Socialism”. Actualmente se puede encontrar la obra en español en Unión Editorial.

[15] Gehena es la forma griega del hebreo “Gueh Hin-nóm” (Valle de Hinón). El Valle de Hinóm está situado al Sur/Sur-Oeste de Jerusalén y actualmente recibe el nombre de “Wadi er-Rabadi”. Fue en esta tierra que los reyes de Judá, Acaz y Manasés, practicaron idolatría, que muchas veces incluía sacrificios humanos (2 Crónicas 28:1, 3; 33:1, 6; Jeremías 7:31, 32; 32: 35). Este valle fue contaminado por el Rey Josías para evitar que estas actividades, que constituían un insulto directo para Dios, ocurrieran nuevamente. En consecuencia, con el tiempo el valle quedo reducido a un lugar en donde se depositaban los desechos y los cadáveres de personas que no tenían el favor de Dios; esta basura y los cadáveres eran consumidos por el fuego que, quizás, se avivaba con azufre para que no se apagara. Además, lo que el fuego no consumía, seria consumido por los gusanos o cresas que allí se criaran. Puede consultar el significado y simbolismo del término en el libro editado por la Watch Tower Bible And Tract Society of New York titulado “Perspicacia para comprender las escrituras las escrituras” (v.1., pág. 999). En efecto, esto es lo que significa “una sociedad más libre, justa e igualitaria” para el Socialismo; libre de ser human, la justicia es como el fuego y los gusanos que consumen todo a su paso y la igualdad de hecho es mostrada en su máxima expresión: todos muertos, sin existencia alguna y sin esperanza de existir en el futuro.

[16] Consulte la obra ya citada de Friedrich Hayek, “La Fatal Arrogancia”, en su Capitulo I.

Argentina: sacerdote exige a votantes de Milei que no usen comedores populares

El sacerdote Francisco Olveira desató una polémica en Argentina al advertirles a los votantes del presidente electo, Javier Milei, que no intenten acudir a los comedores populares ni solicitar ningún tipo de ayuda, ya que ello contradice la posición política que tomaron el pasado domingo.

«Como ganó la opción que dice que dónde hay una necesidad no hay un derecho, quiero pedirles a los votantes de Milei coherencia y, por tanto, que no se acerquen desde mañana al comedor ni a ningún otro servicio que damos desde la Fundación Isla Maciel», escribió en sus redes sociales, al referirse a lugar en donde suele ir a comer gente pobre.

«Tampoco nos pidan nada. ‘No con la mía’, como dice la vicepresidenta electa (Victoria) Villarruel, pero no por eso del ojo por ojo y diente por diente, sino porque simplemente no va a haber recursos para todes», agregó.

Cabe destacar que Olveira, quien es conocido como «el padre Paco», es un militante peronista que suele salir en los medios y forma parte del grupo Curas en la «Opción por los Pobres».

Su posteo provocó una inmediata controversia en la que se advirtió que la postura de Olveira es discriminadora, revanchista y alejada de los preceptos de solidaridad religiosos.

«Así son, deleznables: te cambio el voto por un plato de comida pero de trabajo y progreso ni hablar», «¿Eso es caridad cristiana?», «El cura decidió que si sos pobre y votaste a Milei no tenés más derecho a un plato de comida», lamentaron algunos usuarios de redes sociales.

Algunos le recordaron que la solidaridad es un principio cristiano que solo cobra valor y sentido en la medida en que parten del acto voluntario y no por obligación impuesta, que es lo que pretenden quienes sostienen que «la necesidad es un derecho», sentenciando al sacerdote como un «engendro del mal».

Argentina: medios públicos muestran su rechazo a los planes de Milei para privatizarlos

Los medios de comunicación públicos argentinos han mostrado este lunes su preocupación y su rechazo a los planes del recién presidente electo, el libertario Javier Milei, quien pretende privatizarlos.

En este sentido, un comunicado firmado en conjunto por la directiva de varios medios de comunicación expresa: «(Milei) demuestra un gran desconocimiento del rol que cumplen (los medios públicos) en la construcción democrática».

Así, en la misiva insisten en que «los medios públicos son esenciales para el fortalecimiento de la vida democrática, la libre expresión, la diversidad de voces y la construcción ciudadana».

En ese sentido, han defendido la información «como un derecho y no como mercancía», que se produce en base al «interés público y no por los estándares comerciales», que trabajan en torno a la «pluralidad, la diversidad y la inclusión» y que su mandato está «establecido en las leyes vigentes».

Además, los directivos han explicado que el rol de los medios públicos también sirve para «la soberanía informativa y cultural» y para «la difusión de Argentina hacia el mundo».

No obstante, cabe señalar que esta supuesta defensa de la «Democracia y la verdad» contrasta con el hecho de que algunos de estos medios han servido de propaganda política a favor de los gobiernos que tanto daño le han hecho a la Argentina, difundiendo mentira en varios casos.

Mérida colapsó este por la escasez de gasolina

Caracas. – De acuerdo con reportes en las redes sociales, difundidos este miércoles, los habitantes del estado Mérida amanecieron prácticamente inmovilizados, debido a la falta de gasolina.

Varios videos publicados, principalmente por la red X, muestran las enormes colas en las estaciones de servicio, que se extienden por las principales de la capital de esa entidad y también en varios municipios.

Una de las denuncias fue realizada por el internacionalista Gustavo Azócar, quien alertó: «MÉRIDA SIN GASOLINA: la ciudad de los caballeros amaneció hoy miércoles 15 de noviembre convertida en un caos…!!! No hay combustible».

Asimismo, señala que hay pocas estaciones de servicio funcionando, y para colmo, estas le dan preferencia a los clientes «VIP», quienes pueden pagar en divisas para saltarse las enormes colas.

Las denuncias también advierten que la escasez de combustible afectó enormemente al transporte público, lo cual hizo que muchos merideños no pudieran cumplir con sus rutinas, bien sea de trabajo o estudios.

También, la contingencia le pasó factura a los productores agrícolas, quienes llevan días sin poder movilizar sus mercancías a los mercados por no poder llenar los tanques de los transportes.

Sobre la confusión entre las ideas de “Estado” y “Gobierno”

Por Roymer Rivas, coordinador local senior de EsLibertad Venezuela y teórico del Creativismo Filosófico.

Cuando hablamos de “Estado” las personas tienden a relacionarlo como un sinónimo de “Gobierno”, sin embargo, esto es un grave error, pues, estrictamente hablando, “Estado” no es más que una forma de “gobierno”. Es importante hacer la separación de los conceptos, porque normalmente cuando los anarquistas defienden una sociedad sin Estado, tienden a ser malinterpretados por sus oyentes, quienes se alarman y creen que se está hablando de una sociedad sin ningún tipo de control social[1].

En un texto anterior ya he explicado que cuando hablamos de ‘Estado‘ nos estamos refiriendo a una persona o grupo de personas “que tienen una posición de poder por encima de todos los demás”[2]. Además, aclaré que el Estado en sí mismo no es un ser con personalidad propia, por lo que no es un ser racional, sino que “es una entidad conformada por personas que están organizadas jerárquicamente y que tienen la condición de mandar a otros”[3]. También, que se sostiene gracias a la coacción, por lo que la definición más atinada de la entidad es que “es un tipo de gobierno de coacción ilegitima de humano sobre humano”[4] y que, en su etapa más avanzada, que es lo que estamos viviendo hoy, es un tipo de gobierno donde todas las instituciones permiten o avalan que un grupo de humanos someta a otros sistemática e institucionalmente[5].

Note que aquí estoy diciendo dos cosas extremadamente importantes y sustanciosas en una corta expresión: (i) tipo de gobierno (ii) de coacción ilegitima; de lo cual se infiere que puede haber otros tipos de gobierno donde la coacción sea legítima. Empero, para llegar a ello es necesario comenzar desde el desde el principio, definiendo correctamente el término “Gobierno”.

Sobre el Gobierno

En principio, ‘Gobierno‘ deriva del verbo en latín ‘gubernare’ —gobernar—, que en un inicio significaba “pilotar o dirigir el barco”, cosa que más tarde se extrapolaría para formar la idea de que “gobierno” es la acción y efecto de “dirigir el Estado”. Viéndolo así, que es como se ve comúnmente, dado que siempre se enseña —y es como aparece en los diccionarios— que el Estado surge de alguna forma como la conjunción de los conceptos de “Nación, territorio y gobierno”, se pensaría que no puede haber gobierno sin Estado, pero el punto es que tal concepción es un error, pues ese “dirigir el barco” también puede ser un “Gubernare Societat”, es decir, “dirigir o guiar la sociedad”, sin necesidad de un Estado de por medio. Para gobernar no se necesita del Estado, lo que se necesita es autoridad, y eso fácilmente pueden tenerla las instituciones sociales que surgen espontáneamente a través de un periodo evolutivo muy dilatado de tiempo y luego pueden ser —o no— administrada por seres humanos[6], o los mismos seres humanos que se ganan la autoridad para dirigir a otros.

Este punto es clave, porque se tiene que el gobierno es anterior al Estado y emana del mismo proceso social que tiende a la civilización, y si tenemos en cuenta que el Estado descansa por encima de las sociedades, a quienes dirige, necesitando además de la concentración territorial y de la capacidad para concentrar la administración de las diferentes acciones o funciones de la vida de y en las sociedades, ejerciendo poder cuasi-absoluto sobre ella, entonces, de hecho, la idea de Gobierno y la idea de Estado son mutuamente excluyentes. El Estado se encuentra por encima de la sociedad, el Gobierno emana de ella y se sostiene a través de mecanismos que el mismo proceso social establece, por lo que no está por encima, sino sumergida en ella; el Estado sigue sus propios mecanismos y establece sus propias reglas para mantenerse, el Gobierno sigue los mecanismos y reglas del proceso social.

Sobre el Estado, la Sociedad y los Gobiernos

Sin embargo, para no ser tan intenso y más o menos amoldarme a los conceptos de hoy sobre los términos, es suficiente con establecer que un orden social dirigido por un Estado es solo un tipo de gobierno, no el único[7]. Por ello, la discusión dejaría de ser si debe haber gobierno o no, para pasar a ser: (A) ¿Cuál es el mejor tipo de gobierno? Y (B) ¿Es legítimo ese gobierno? Como buen anarquista, defenderé que el mejor tipo de gobierno es aquel que surge de los mismos mecanismos que brinda el mercado, sostenido en acciones y acuerdos voluntarios, con dinámicas de poder fundamentadas en el respeto, y no uno que se basa en el saqueo y cuyo único sostén sea la violencia —como lo es el Estado—.

Ahora bien, esto no quiere decir que en una sociedad “anárquica” con gobierno no vaya a existir ningún tipo de coacción, pues el gobierno también significa administración de la ley, lo cual incluye sanciones para quien no se amolde a ella. Por ejemplo, salvo casos excepcionales, alguien que atente contra la propiedad ajena puede y debe ser coactado para evitar el delito o saldarlo. Con esto queda aclarado que sí hay, y debe haber, gobiernos donde se aplique coacción legitima. —Por cierto, la traducción literal de “an-arkhia” es “sin mandato; sin poder de los medios políticos, para usar la expresión de Franz Oppenheimer; digámoslo ya, significa sin poder del estatal; no “caos”.—

Ejemplos de gobierno sin Estado sobran: cuando el condominio elige a sus líderes; cuando se crean grupos de trabajo en los espacios académicos; cuando un grupo de amigos decide emprender un viaje y entre ellos se encuentra un líder a quien todos siguen por voluntad propia; cuando los padres guían a sus hijos; etc. En contraste, ejemplos de gobierno estatal solo encontraremos dos: el legal y el ilegal; el legal es el Estado-Nación que todos conocemos con sus seudo-instituciones; el ilegal son los grupos delincuenciales armados que someten a otros; aunque al final ambos funcionan como una mafia y son igual de ilegitimo[8][*].


[1] Tengo claro que sí hay anarquistas que de forma insensata hablan de una sociedad “sin gobierno” o “sin ningún tipo de control”, al estilo de una sociedad sin ley, pero estas concepciones son minoría y provienen de personas que no tienen ni la más mínima idea de lo que defienden, mucho menos del proceso social. Por tanto, la defensa que aquí haré del término “anarquía” es una con sentido, sensata, no utópica, en referencia a una sociedad sin Estado, pero sí con Gobierno.

[2] Roymer Rivas. 2023. Estado, gobierno, Dios y orden social. Publicado en el portal de ContraPoder News. Puede acceder a través de: https://contrapodernews.com/estado-gobierno-dios-y-orden-social/ (Consultado el 30 de octubre de 2023). Sección: “El Estado, lo que no es”, párr. 1, 2.

[3] Ibídem.

[4] Ibídem., sección: “El Estado definido”, párr. 4.

[5] Ibídem., párr. 6., y sección: “El Estado en el presente”.

[6] Roymer Rivas. 2023. El cáncer de la corrupción: una consecuencia de las restricciones a la libre acción humana. Publicado en ContraPoder News. Puede acceder a través de: https://contrapodernews.com/el-cancer-de-la-corrupcion-una-consecuencia-de-las-restricciones-a-la-libre-accion-humana/ (Consultado 01 de noviembre de 2023). Me cito a mí mismo por considerar que trato el tema de forma sencilla y porque en dicho texto están las citas a los autores correspondientes de donde extraigo la idea.

[7] Por lo que ya expresé, siendo estrictos, Gobierno y Estado no pueden ir de la mano, pero comprender esto a cabalidad requiere de una explicación más exhaustiva que aquí no puedo permitirme. Me es suficiente con que el lector comprenda que la idea de “Gobierno” puede estar separado de la idea de “Estado”. Ahora, si desea profundizar en el tema, invito a leer la obra de Piotr Kropotkin titulada “El apoyo mutuo”, publicada por primera vez en 1902 —aunque advierto que debe leerse con pinzas—.

[8] En este punto caeríamos en una discusión de la legitimidad y su significado, pero eso para otro día. Invito al lector a leer las siguientes obras: “El problema de la autoridad política” (Michael Huemer); “La libertad y la ley” (Bruno Leoni); “Socialismo, calculo económico y función empresarial” (Jesús Huerta de Soto) y “Una teoría evolutiva de las instituciones” (Cesar Martínez Meseguer) —por solo mencionar algunos—; para que, por un lado, comprenda que no puede juzgarse como legitimo o no legitimo algo en función del actor que lleve a cabo la acción juzgada —Huemer— y, por el otro, que legitimidad va de la mano con el concepto de “Ley” y que éste último solo cobra valor y sentido en tanto y en cuanto surge de forma espontánea en sociedad y no porque alguien la ha creado deliberadamente —demás autores—.

[*] Este artículo fue publicado también en el portal de «La Ventana Rota». Puede acceder al mismo presionando aquí.

Jubilados y trabajadores saldrán a la calle a protestar este #9Nov

Caracas. – Una movilización a nivel nacional tendrá lugar este jueves, 9 de noviembre, cuando jubilados y trabajadores públicos tomen las calles en todo el país exigiendo mejoras salariales y de condiciones laborales en general.

Así lo informó la Coordinación Nacional de Trabajadores en Lucha, cuyos integrantes indicaron en rueda de prensa que la principal protesta se llevará a cabo en Caracas.

También, otras organizaciones sindicales anunciaron su apoyo a esta convocatoria y confirmaron su presencia masiva en la misma a través de las redes sociales.

En la ciudad capital se movilizarán desde Plaza Carabobo hasta el Ministerio del Trabajo, a fin de entregar un documento «con las peticiones y exigencias de los trabajadores, pensionados y jubilados ante la crisis humanitaria que atraviesa el pueblo venezolano».

Entre las exigencias se acumulan la derogación del pago fraccionado del bono navideño y la liberación de dirigentes sindicalistas que fueron detenidos por exigir mejoras.

En este escenario, se espera que miembros del sector universitario y docente en general, tomen parte en la protesta de este jueves.

Crucificaron en redes a Leopoldo López por sus declaraciones sobre el Socialismo

Caracas. – Fuertes reacciones en las redes sociales en contra de Leopoldo López generó un video donde el dirigente de Voluntad Popular (VP) ofrece sus impresiones acerca del socialismo.

López ofreció declaraciones en España durante una entrevista informal, desde la calle, en la cual explicó lo que significa, para él, el socialismo y cómo afectó su vida y su carrera política. La grabación fue difundida por las plataformas digitales de VP.

«El comunismo genera pobreza para que el pueblo dependa de lo poco que le da el régimen. Va quitando los incentivos para poder trabajar y desarrollarse como persona», explica el fundador de la tolda naranja durante la entrevista.

Igualmente, hizo referencias a su estadía tras las rejas cuando fue apresado por la Narcotiranía: «Lo que me mantuvo con esperanza cuando estuve en la cárcel y mantiene hoy a 300 venezolanos, es que nadie nos olvida y que la lucha no se ha perdido».

No obstante, las respuestas, lejos de favorecer al dirigente supuestamente «exiliado», lo criticaron, pues, lo consideran un socialista más y un colaborador del narcorégimen de Nicolás Maduro.

«Al punto de fornicar sobre cucarachas, pobrecito leo», «Este tipo es un chiste» o «Este delincuente lo q debería es estar preso junto a los demás bandidos del falso interinato por el robo de la ayuda humanitaria», fueron solo algunas de las respuestas publicadas.

Otras de las replicas aluden a las aspiraciones de algunos venezolanos de verlo tras las rejas nuevamente, así como de sus «guisos» cuando estuvo al frente de la Alcaldía de Chacao.

¿Por qué retornamos a Punto Fijo?

Por Leroy Garrett.

Esta semana se cumplió un nuevo aniversario del pacto de gobernabilidad más exitoso de la historia moderna venezolana; un acuerdo que Chávez no se cansó de condenar y que habría ocasionado todos los males que el se proponía corregir, pero no se ha olvidado, y visto lo que ha representado el chavismo en Venezuela, hasta se añora.

Es común saber que, una vez roto el control gubernamental Colonial en Venezuela hasta la fecha, el país no disfrutó de una plenitud hermética de orden, acato a la ley y los gobernantes; en aquellos tiempos se “gobernaba” la infantil republica desde Caracas y ya en Charallave habían alzados en armas.

En un país donde la tradición imprimía como plausible que el derecho lo hace la fuerza, los líderes de los partidos modernos, concientes de nuestro barbárico transito ajeno al imperio de la ley, asumiendo el mea culpa del sectarismo y la elevada confrontación de calle que produjo el régimen de Pérez Jiménez, firman un pacto de gobernabilidad; AD representada por Rómulo Betancourt, la URD de Jovito Villalba y el COPEI de Caldera.

Lo más cercano a esta experiencia que se recuerde fue el pacto de Guzmán y los jefazos de los recién creados estados federales; el arreglo básicamente eran licencias otorgadas a los caudillos para abusos de poder y descarada prevaricación, siempre y cuando no se le alzaran a Caracas.

El pacto creó las condiciones de una gobernabilidad basada en la colaboración de partidos, en específico el gobierno de Betancourt, que contó con ministros de los partidos signatarios, saliendo prematuramente URD por la rebelión del canciller Arcaya y su apoyo a Cuba en la OEA. Así, Jovito sería de nuevo asociado en el Gobierno de Leoni, más no COPEI.

El pacto por razones de alineamiento geopolítico dentro del balance de poder global derivado de la guerra fría, es excluyente de la izquierda marxista, caussando una crispación política que llevó a la división en AD —surgiendo el MIR— y la URD —Fabricio Ojeda y Jose Vicente Rangel—, y una prolongada y sangrienta insurrección guerrillera financiada por Fidel Castro y ejecutada por actores y ancestros de la presente desgracia.

El pacto abrió la vibrante, aunque no completamente justa, sociedad venezolana de segunda mitad del siglo XX, aperturo espacios de tolerancia y participación en el poder público en donde los antiguos insurrectos encontraron cuotas de poder y relevancia social-económica por virtud de la garantía de elecciones éticas y de transparencia.

Pero el pacto derivó en un crudo reparto de posiciones cada día más impopular, gracias a un sistema populista de subsidios devenido insostenible por la caída de precios petroleros en los años 80.

Cuando la clase política se percata de la necesidad de desmontar la versión democrática del estado gomecista y abrir el camino a un nuevo contrato social, cosa que evidentemente se inició con toda responsabilidad histórica —ejemplo de ello es que se llevaron a cabo elecciones regionales para elegir gobiernos autónomos, entre otros avances—, el retorno a la barbarie fue electo por voto universal y mayoritario.

Sancionan a un estonio por 400 euros por llevar un gorro con el escudo soviético

El sábado pasado un hombre, al cruzar la frontera entre Rusia y Estonia, se vio obligado a pagar multa de 400 euros por llevar un gorro blanco con el escudo soviético, según informa el medio estonio ERR.

El lunes, la prefectura de Ida declaró que el infractor era un ciudadano estonio que había llegado al puesto de control fronterizo Narva-1 desde el lado ruso y que llevaba un gorro blanco con el emblema de la URSS, según ERR.

Cuando lo detuvieron, los agentes le impusieron la multa y le notificaron que está prohibido exhibir símbolos de un «Estado agresor».

Cabe recordar que esto ocurre en un contexto donde, en abril de 2022, el Parlamento estonio aprobó una ley que prohíbe el uso de «símbolos hostiles», aunque no proporcionó una lista detallada de los mismos y alcanzando incluso multas de 32.000 euros.

Asimismo, las autoridades de Estonia han prohibido la exhibición de banderas rusas o soviéticas o como cualquier simbología que pueda interpretarse como «agresiva» en el Día de la Victoria, el 9 de mayo, cuando se conmemora la liberación de Europa del nazismo en 1945.

En este sentido, de no apegarse al reglamento, los infractores podrían enfrentarse a multas de hasta 1.200 euros o ser sancionados con arresto, de acuerdo con funcionarios policiales.

Además, cabe destacar que las fuerzas de seguridad del país europeo monitorean la actividad en redes sociales en vísperas de esta fecha.

Asesor de Milei en Argentina propone romper relaciones con el Vaticano y la Iglesia responde

El economista Alberto Benegas Lynch, uno de los principales asesores del candidato a presidente de Argentina, Javier Milei, provocó un revuelo en las últimas horas de la campaña al proponer la ruptura de las relaciones con el Vaticano.

«Por consideración y respeto a mi religión católica creo que habría que imitar lo que hizo el presidente ]Julio Argentino] Roca y suspender las relaciones diplomáticas con el Vaticano, mientras allí prime el espíritu totalitario», advirtió Benegas Lynch el miércoles por la noche, durante el cierre de campaña de Milei.

En medio de ovaciones, el referente de 83 años, a quien Milei define como «un prócer del liberalismo», aclaró que asumía de manera individual sus dichos, aunque van en línea con el enfrentamiento que el candidato ha sostenido con el papa Francisco, a quien alguna vez definió como «un representante del maligno en la tierra».

También ha acusado al Papa Francisco de influir de manera indebida en la política argentina y a nivel internacional. En concreto, expresó:

«[El papa] tiene afinidad por los comunistas asesinos (…) además es alguien que considera a la justicia social como un elemento central y eso es muy complicado», dijo Milei el mes pasado, durante una entrevista con el periodista estadounidense Tucker Carlson.

Por ello, esta semana el Papa Francisco le respondió de manera velada, ya que, sin mencionar directamente el nombre del candidato, alertó sobre «la trampa» que representan los «flautistas de Hamelin» que aprovechan las crisis para encantar a la gente y la terminan ahogando.

«A veces, los chicos y las chicas se aferran a milagros, a mesías, a que las cosas se resuelvan de manera mesiánica. El Mesías es uno solo que nos salvó a todos. Los demás son todos payasos de mesianismo», señaló el Papa en entrevista con Télam, la agencia estatal de noticias de Argentina.