Yo no soy pesimista, simplemente, sé leer

Por Gervis Medina, abogado, criminólogo y escritor venezolano.

¡Vivimos en tiempos tan confusos! Que analfabetas como el genocida Maduro y sus adláteres del partido, afirman que la revolución es la venganza por la muerte de su padre. 
Deploran la idea del uso de la razón y la ciencia, sin darse cuenta, que la industrialización y la ilustración, son la salida a la crisis. Crisis que ha sumergido al Estado, en un populismo deletéreo y criminógeno organizado. Que genera diferentes modelos de negocios dentro del propio Estado y a su vez, los mecanismos para permitir una aparente legalidad y constitucionalidad de tales ilícitos.

Los populistas están en el lado oscuro de la historia, sean estos de derecha o de izquierda. Al igual que los profesionales del apocalipsis. Aquellos irredentos que dicen que “el país va cada día peor y sólo nosotros podemos salvarlo”. Me refiero a los políticos que dicen ser líderes de la oposición representativa llámese PUD, MUD, Frente amplio, en fin, todos aquellos que produjeron la llegada de esta peste en la Venezuela de la cuarta República. Llevando ambas tendencias, a la sociedad venezolana a un axioma de debilidad moral, donde no pueda reclamarle a sus líderes sus faltas morales, porque también las han cometido. Y además justificarse, con comentarios como “ellos roban y dejan robar” o “a mí no me den, póngame donde haiga”.

Ambos factores de poder. Tienen en común una mentalidad tribal, la misma que conduce una al pendejismo y la otra a un régimen autoritario hegemónico con rasgo de totalitarismo. Sienten hostilidad hacia las instituciones, buscan un líder natural que exprese la pureza y la verdad de la tribu. Les cuesta aceptar la idea democrática e ilustrada, que el gobernante es un custodio temporal del poder sometido a deberes y limitaciones. Y que han generado, el más terrible de todos los sentimientos. ¡Tener la esperanza muerta!

Esta elegante evaluación, de la condición del liderazgo político venezolano en el tercer milenio, me vino inspirada con la lectura del libro “En defensa de la Ilustración” del científico e intelectual Steven Pinker. Quien nos insta a ver con otra perspectiva los titulares alarmistas y las profecías de la perdición que juegan con nuestros prejuicios psicológicos. En cambio, haciendo uso de datos empíricos, muestra que la vida, la salud, la prosperidad, la seguridad, la paz, el conocimiento y la felicidad van en aumento, sin darnos cuenta. En criollo pues, ¡nos la pasamos llorando en vez de vender pañuelos!

Ahora bien, si creías que el país estaba llegando a su fin, esto te debe interesar: «Los venezolanos se han quedado sin alternativas en sus esfuerzos por escapar del autoritarismo. La oposición ha intentado todo lo ya conocido para restaurar la democracia. Nada ha funcionado. Cada día que pasa, el régimen se vuelve más autoritario». Tomado del artículo publicado por el New York Times de Javier Corrales, profesor de Ciencias Políticas en Amherst College.

Para entender la falta de opciones en Venezuela. Es útil revisar, leer y estudiar (elementos de la Ilustración), los factores que los investigadores de las ciencias políticas y sociales como: Javier Corrales, Jhon Magdaleno; Sergio Bitar; Abraham Lowenthal; Carlos Rojas; PNUD, entre otros. Que con gusto a vuestra petición para un debate os los daría en digital. Han analizado ¿cómo salir de un régimen autoritario?

Muchos venezolanos, piensan que la grave crisis económica derrocará a la dictadura; sin embargo, hay que advertir que los dictadores y el régimen autoritario hegemónico con rasgo de totalitarismo, rara vez caen ante la presión económica. De hecho, tienden a sobrevivir a la recesión económica y la usan como excusa (el imperio contraataca, la iguana cañadera, la guerra económica, el equinochi, Obama, Donald Trump, las sanciones etc.), para ser aún más represivos.

Esta es una de las razones por las que las sanciones económicas son poco eficaces, para provocar un cambio de régimen a lo interno. El régimen venezolano ya ha sobrevivido diez años de contracción económica, bajo sanciones externas cada vez mayores.
Por otro lado, las insurrecciones civiles funcionan mejor. Pero sólo si el Estado no está dispuesto a reprimirlas. Desde 2001, el gobierno ha reprimido las principales olas de protestas violentas y pacíficas.

Luego, están los golpes militares. Tienen mayor probabilidad de sacar del poder a los líderes autoritarios. Sin embargo, los golpes de Estado en contra de los autócratas se han vuelto cada vez menos frecuentes por una razón: los gobiernos actuales tienen mejores formas de detectar y, por ende, frustrar los posibles golpes. Incluso cuando ocurren, la mayoría de los golpes de Estado contra los autócratas no conducen a la democracia: sustituyen autocracias viejas con autocracias nuevas.

Así que, los venezolanos esperan que la economía; las sanciones en contra del gobierno; que vengan los marines; las protestas civiles o un golpe militar restauren la democracia; podrían estar esperanzados contra toda esperanza. A esto le llamo ¡Tener la esperanza muerta!

Ante la pregunta ¿votar o no votar? Deberíamos preguntarnos más bien si ¿votar es mejor que no hacer nada?

Para mí, la respuesta es votar. Al no hacer nada, es decir, optar por la abstención, los venezolanos dejamos a Maduro en el poder, lo digo así porque lo que está de moda es la “abstención castigo” hasta que se vaya el autócrata. A mí entender nunca más se participaría en una elección popular legitima o no. Mientras, el genocida de Miraflores se hace más fuerte dentro de su partido, admirado por lograr una victoria en medio del colapso económico, político y social.

El investigador social Jhon Magdaleno, presentó una investigación comparada con unos resultados interesantes; se refirió al estudio hecho por varios politólogos sobre 61 casos exitosos de transición a la democracia desde regímenes autoritarios como el venezolano. Donde influyeron la negociación y el voto. ¡Escuchó bien! Negociación y Voto.

¿Qué encontramos en ese estudio? 15 de los 61 casos y en 14 de ellos hubo un conflicto armado previo que posibilitó la intervención militar extranjera, la única excepción es Panamá y Granada. Reveló que en el resto de los casos donde tuvieron una intervención militar extranjera, no se instaló después una democracia.

Los 46 casos restantes, operaron por dos vías: una transición por colapso, es decir, una insurrección armada y el resto de los casos, la mayoría, fueron transiciones negociadas. Narra el experto: “Yo no he encontrado un caso en que la abstención masiva facilite la fractura de la coalición dominante, ni siquiera el caso de Toledo en Perú”.

Magdaleno también refirió que en 55% de los casos, el desencadenante del cambio democrático fue dado por condiciones internas, 49% de estos casos fue posible a través de negociaciones, las cuales fueron privadas y no mediatizadas. Especificó que en cada uno de los escenarios no existían condiciones electorales satisfactorias.

Una transición hacia la democracia, se inicia cuando los gobernantes autoritarios deciden restituir las garantías, que han sido violadas, y la forma de obligarlos es formulándole crecientes costos políticos y amenazas al régimen.

Para vencer al populismo deletéreo y criminógeno organizado (esta mi tesis) se debe reconocer el valor del progreso. Hay un hábito muy extendido entre intelectuales, periodistas, twiteros, políticos; que consiste en destacar solo lo negativo, en describir el mundo como si estuviera siempre al borde de la catástrofe y que no existe solución al problema.

Si la gente sensata deja de creer en la verdad y los datos empíricos. La reacción razonable es combatir sus mentiras con nuestras mentiras, su propaganda con nuestra propaganda. Pero la única forma de combatir la mentira es diciendo la verdad, ser aún más transparentes, más objetivos y rigurosos.

Debemos transformarnos en ese tipo de personas con olor a yo quiero, yo puedo, “vamos a echarle bolas”; es posible y me lo merezco; con gusto a no lo sé todo, escucho y aprendo; con mirada de si, y sonrisa de gracias. Atrévete, asume el Compromiso con confianza y serenidad. Deja de decir que no se puede; deja de decir este régimen no sale con votos; deja de ser pesimista, ponte a leer y conviértete en un Ilustrado para hacer las cosas diferentes y obtener resultados diferentes.


Todo lo expresado es netamente del autor y no representa necesariamente la postura de ContraPoder News.

Diógenes Escalante

Por Leroy Garrett (@lerogarrett).

Contra todo pronóstico, más por la reacción gomecista que por la labor de los partidos modernos y entonces nacientes, los cuales, en su tiempo, creaban en la población, pasiones, mística y desprendimiento militantes, el Gobierno de López Contreras se impone y para sucederle ya se piensa en dejar la presidencia a un civil. Allí surge por vez primera la candidatura de Diógenes Escalante.

Diógenes Escalante fue un andino culto y educado, expresión ilustrada de la hegemonía andina, compañero de escuela de López Contreras, estuvo opuesto a la invasión de los sesenta, a quienes enfrentó del lado liberal amarillo. Adepto ulterior a la causa restauradora, fue diplomático destacado, representante de Venezuela en la liga de las naciones, y firmante de la carta de la ONU y jefe de la primera delegación venezolana a la misma.

Es el general Medina por influencia del sector militar gomecista quien sustituye a López.

Medina abre un periodo sin precedentes en nuestra historia, quizá el más democrático jamás vivido por los venezolanos, tuvo que dirigir el país en medio de la guerra mundial, demostró tolerancia a la oposición política, permitió el activismo político organizarse en partidos a lo largo y ancho de la república y siembra la base de un gobierno responsable y progresista.

El enfrentamiento por el liderazgo oficialista lleva a la enemistad a los generales López y Medina, genera una verdadera crisis política, que se acrecienta por la presión de calle ejercida por el partido Acción Democrática quien pide el reemplazo inmediato del sistema electoral imperante de segundo grado por una elección abierta, directa y secreta.

Acción Democrática compra la propuesta del Medinismo de aceptar a Escalante como candidato electo en segundo grado, el cual manejaría la transición hacia el voto popular directo, en el ínterin, y a meses de ser electo presidente, el Doctor Escalante enloquece, agravando así la crisis por el poder post medinista, López pretende regresar a Miraflores, los mando medios del ejército se alzan con AD como socio golpista y se cambia así la historia de Venezuela para siempre.

Hoy, cuando esta dictadura se sustenta en bases constitucionales, quienes mandan en contra del pueblo siempre temen a la historia. Y siendo la historia una ciencia inexacta siempre presenta sorpresas.

Sin embargo, a menos que la presente dinámica política nos madrugue con un cambio, ya la tiranía ganó las elecciones.

María Corina no será presidente, porque así lo ha querido el gran elector, Manuel Rosales declina igualmente porque el repudio popular a lo que el representa es una amenaza a la misma precariedad institucional del chavismo.

Hoy como ayer con Escalante, no es el oficialismo, sino esta oposición hecha a la medida del régimen, quien ha informado que ya se escogió un candidato, se llama Edmundo González, y como Escalante, es otro diplomático de carrera.

Su nombramiento mismo ya promete un sexenio más de chavismo, ¿Por qué? Su candidatura no precede una depuración del registro electoral, se vota en las condiciones de siempre esas donde el triunfo chavista es irreversible.

Las Fuerzas Armadas o lo que se asume que son desde que dejaron de ser apolíticas, y al contrario son de facto el brazo armado del PSUV, no aceptarán a un civil como comandante en jefe que no haya sido primero parte del apparatchik. 

El chavismo hace mucho voló todos los puentes institucionales que le hubieran permitido entregar el poder pacíficamente, el chavismo no sale a votos. Entonces, ¿Por qué hacernos ilusiones?

En la mira: la abstención no es una opción

Por Ricardo Guanipa d’Erizans.

El régimen de Nicolás Maduro hace grandes esfuerzos para desincentivar a los venezolanos para evitar que salgan a votar el 28 de julio, día de las elecciones presidenciales en el país, e incluso vienen días intensos producto a los planes de Jorge Rodríguez y sus operaciones de guerra psicológico por radio, TV y redes sociales para deprimir a los ciudadanos y hacerles sentir que todo está perdido.

Pero tenemos que tener claro algo: el PSUV es una organización criminal no es un partido político, como tampoco no existe en esa red delincuencial un chavista honrado, decente y honesto, créeme, en toda Venezuela no hay ni un solo chavista o madurista con solvencia moral, todos, absolutamente todos son unos pillos que se sienten a gusto con la cleptocracia revolucionaria donde robar es algo totalmente normal.

Es por eso que los venezolanos tenemos que tener muchísima fortaleza para resistir hasta el 28 de julio, día que el pueblo le va a patear el trasero a Maduro y su banda de narcotraficantes y asesinos terroristas y guerrilleros incluyendo al cleptómano adeco Elvis Amoroso quien saqueo las riquezas de la nación mientras fungió como Contralor General de la Nación pero ahora ha dejado de robar dólares para robar votos como presidente del CNE.

Pero la avalancha de votos a favor de Edmundo González, único candidato de la oposición, el resto son alacranes financiado con dinero del Cartel de los Soles que lidera el fugitivo Nicolás Maduro, por quien la DEA ofrece 15 millones de dólares por su captura.

Es por eso que mano segura no se tranca, usando el léxico de los jugadores de domino, por eso no hay que caer en la abstención eso solo favorece a Maduro y sus Cartel del narcotráfico, ahora bien, el 28 de julio los militares tendrán que decidir cómo será el fin de 25 años de cleptocracia chavista madurista, si por las buenas reconociendo la expresión popular a través del voto o una inmensa marcha rumbo al CNE para exigir respeto y transparencia de los resultados.

Yo no tengo la menor duda que el 80% de los venezolanos saldrán a votar por candidato de la unidad Edmundo González Urrutia, como reflejo que ya los ciudadanos están asqueados de tanta criminalidad socialista que han destruido el aparato productivo del país y robarse más de 3 trillones de dólares en casi 3 décadas de tragedia chavista tristemente mientras otros países se han desarrollado y crecido económicamente en Venezuela hemos retrocedidos solo comparable con lo que era el país en 1912. 

Y como les dije, no caigan en operaciones de guerra psicológica que los depriman, como la presencia del zángano Fiscal de la Corte Penal Internacional quien se revuelca en el estiércol revolucionario en Miraflores ya que ese fiscal socialista se le olvida que Maduro tiene una orden de captura internacional emitida por un juez Federal de EE. UU. por estar envuelto en crímenes de narcotráfico, lavado de dinero y actividades terroristas, por ello ofrecen 15 millones de recompensa por su captura pero el fiscal Karim Khan llega a Venezuela y con el primero que se reúne es con el fugitivo, vaya decencia tan limitada del farsante fiscal y su corte de impunidad. ¿Cuánto le habrán pagado por su show?

En La Mira: Baden financia campaña de Maduro

Por Ricardo Guanipa d’Erizans.

Haber suavizado por meses las sanciones en contra de Nicolás Maduro y sus lacayos
asesinos, no contra Venezuela y los venezolanos, ha sido un grave error del presidente
Joe Baden, influenciada por (informantes de Maduro) venezolanos americanos
socialistas, de su administración, que han servido de mediadores entre la Casa Blanca
y el narcotraficante fugitivo de Maduro, de quien hay que recordar que la DEA ofrece 15 millones de dólares de premio por su captura, para auxiliar la dictadura.

El levantamiento parcial a las sanciones contra Maduro solo sirvió para que el narcoterrorista de Miraflores inflara sus cuentas con miles de millones de dólares, y así
traicionar a Baden y no respetar los acuerdos de Barbados incluyendo la liberación de
su testaferro Alex Saab y la libertad de miles de millones de dólares que en total le
permitirá al narcovenezolano financiar su régimen por los próximos seis meses, sin que
afecte la restitución de sanciones pautada para el próximos jueves 18 de abril que deja
fuera el mercado estadounidense y sus aliados el gas y petróleo chavista.

El gran artífice de la mega mentira al gobierno de EE. UU. es el perverso psiquiatra
Jorge Rodríguez, quien trata a los norteamericanos y el resto de los mediadores como
sus propios pacientes, me explico, les dice lo que ellos quieren oír hasta manipularlos y
llevarlos a donde los quiere llevar bajo falsas promesas pero, uno vez logrado los
objetivos, patea la mesa y incumple con sus palabra sin piedad ni escrúpulos, sin
importarle cuanto pueda afectar a quien o quienes se alearon para ayudarlo. Así
funciona la izquierda, para ellos el fin justifica los medios, sin importar quien vive o
quien muere; lo que único que tiene importancia y valor es su propia existencia.

Ahora, Maduro como buen cobarde va a culpar a María Corina Machado y a los
venezolanos que estamos en el exterior como responsables de la restitución de las
sanciones, una canallada mas de esos delincuentes de cuello rojo que han destruido
todo el costoso aparato productivo del país, literalmente.

Sin embargo, ante todo este escenario, el 90% de los venezolanos están esquiados del
chavismo y los militares socialista, aunque Maduro y sus 12 apóstoles alacranes
jueguen en 28 de julio a jugar sucio motivando a la abstención, plan del anciano
perverso adeco de Ramos Allup quien ha embarcado a los venezolanos mas de una
vez con sus idea revolucionaria cubana, para luego anunciar el CNE que votaron 15
millones de personas aplicando una fórmula matemática sin pie ni cabeza pero que
legitima al régimen, pero en este viaje están bien equivocados, esta guachafita de
estos bandidos Traidores a la Patria termina en 28 de julio con toda Venezuela en la
calle para elegir a un nuevo gobierno que restituya el hilo democrática y retome las
riendas del crecimiento y desarrollo económico, político, moral, social, etc., por eso es
totalmente impensable la opción de abstención.

Ni Maduro ni sus 12 apóstoles Alacranes seguirán humillando al sufrido pueblo de
Venezuela, el chavismo que decida como va a terminar esto el 28 de julio, si por las
buenas o ejerciendo los venezolanos sus constitucional derecho a la defensa.


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Dinero, precios, coeficiente de caja y ciclos económicos: una respuesta a Juan Ramón Rallo

Por Roymer Rivas, coordinador local senior de EsLibertad Venezuela y teórico del Creativismo Filosófico.

Hacía tiempo que quería hacer esto, pero no me había dado la tarea para, ni había invertido tiempo en, hacerlo. Hoy, tras el mínimo revuelo en las redes por la respuesta del profesor Jesús Huerta de Soto a unos videos del profesor Juan Ramón Rallo, dando más vida el debate sobre si es bueno o no el coeficiente de caja del 100%, me veo en la obligación moral —o intelectual— de escribir estas líneas, pues considero que hay errores y aciertos de parte y parte, en aras de dilucidar mejor el funcionamiento del dinero y los precios en la economía y, por consiguiente, sostener el sistema monetario más sensato en el marco de una sociedad libre. Sin más, comienzo punto por punto.

La deflación no es gris: contra la expresión “no toda deflación es positiva”

Rallo ha expresado que “no toda deflación es buena”, pues la que se produce por “aumento de producción” sí lo es, pero la que ocurre por variación en la demanda de la moneda es mala, en la medida en que no todos los precios de la economía se ajustan a la misma velocidad a la baja y, tal como ha expresado en otros sitios, hay “redistribuciones arbitrarias de riqueza”, dado que “generan recapitalizaciones y descapitalizaciones de algunos agentes económicos que no están vinculados con el valor o la riqueza que generan para el mercado”[1]. Sin embargo, esta diferenciación de “dos deflaciones” es arbitraria y absurda, pues, en el fondo, siempre se trata de lo mismo: subida de la demanda de dinero, independientemente de las razones por las cuales sube dicha demanda.

En principio, cuando aumenta la producción de uno o varios bienes, y la cantidad de dinero —o sustitutos perfectos— se mantiene constante, disminuye, o aumenta menos que la producción, la moneda se aprecia, dado que aumenta su demanda con respecto a los bienes y servicios —ley básica: más oferta de bienes, menos o igual oferta de dinero—. De allí que la deflación sea una ganancia del poder adquisitivo del dinero —siendo la inflación todo lo contrario—. Entonces, si hemos de apegarnos a las premisas de Rallo, no habría que preguntarse: “¿Cuál deflación es mala, que hemos de evitar, y por qué?”, sino que solo cabría hacer una pregunta: ¿Es la deflación —que es una sola— buena o mala? A esto Rallo seguiría respondiendo que es mala, por las razones dadas en el primer párrafo anterior, pero, aún matizando, sus premisas siguen teniendo algunos problemas.

Si imaginamos una economía donde los intercambios voluntarios se fundamenten en el trueque, es decir, donde no hay dinero, nos encontramos con que cualquier variación en la demanda de uno o varios bienes y/o servicios alteraría el precio de los mismos, de cara a los demás bienes o servicios; si en una economía tenemos 100 Papas, 100 Peras y 100 Manzanas con igualdad de demanda —entiéndase que el valor de intercambio de cada uno es exactamente el mismo o, si gusta más, cada una valdrá lo mismo que la otra—, pero espontáneamente aumenta la demanda de la Papa y ésta pasa a costar un 1.25 Manzanas y al mismo tiempo 1.60 Peras —la oferta se mantiene exactamente igual, solo varía la demanda—, nos encontraremos también con que ahora la manzana se ha apreciado con respecto a la Pera, dado que ahora se necesitan 1.28 unidades Peras para adquirir 1 manzana[2]. En este escenario, los poseedores de papas se han beneficiado del cambio de las demandas de los actores en la economía, en perjuicio de los poseedores de manzanas y peras, siendo estos últimos los que peor salieron—, pero ¿Se puede decir que es arbitrario que haya algunos ganadores y perdedores por algo que sucede como consecuencia de la misma dinámica espontanea del mercado? ¿Se necesitaría “inyectar más papas” para mantener los precios relativos “en el mismo nivel”, es decir “estable”, y no “dificultar el cálculo económico” de los actores sociales? En lo absoluto. Pues, lo mismo pasa en un entorno con dinero de por medio.

De hecho, arbitrario sería decir que el proceso espontaneo de creación de precios necesita de algún tipo de ajuste o mecanismo creado por el human para que puede “corregir” estas deficiencias y no hayan “ganadores y perdedores” en los ajustes, puesto que, de aceptar tal premisa, sería igual a decir que cualquier cambio en las valoraciones subjetivas de los actores, que lleve a que los precios relativos se alteren en favor de unos y en perjuicio de otros, son “arbitrarios” y necesitan de alguna especie de mecanismo —sabrá Dios cuál… ¿Emisión ilusoria de bienes y servicios?— para poder “mantener el nivel general de precios”. Un absurdo total. En este sentido, es necesario mencionar que no existe tal cosa como un “nivel general de precios”, esto si es un arbitrio. Nosotros nos podemos encontrar en un país donde un bien cueste 10 unidades monetarias en un lugar, pero a 5 cuadras se encuentre a 50 unidades monetarias, ¿Cómo se puede medir eso en un “nivel general de precios”? Los precios son relativos a las subjetividades que se encuentran sumergidas en un proceso llamado mercado, no a las objetividades —matemáticas o no— de unos cuantos; los datos en el mercado cambian constantemente, y los precios van a ir en función de la demanda de los actores de cada bien o servicio, lo que incluye el dinero —su oferta, demanda, y las expectativas de cada variable que allí converja—.

Sí, es cierto que el cálculo económico puede dificultarse[3] si los precios relativos tienden a subir o bajar, pero es precisamente esto lo que deben prever cada actor en el mercado, y aplica tanto si aumenta la oferta de dinero —inflación monetaria— como si disminuye —deflación monetaria—[4]. Pero la cuestión debatir entonces es si dichos aumentos o disminuciones responden a procesos espontáneos del mercado, en un marco de ética, o si, por el contrario, responden a intervenciones varias o a acciones dentro del mismo mercado que son antiéticas. En adición, hay que tener en cuenta que, cuando no aumenta la cantidad de medios de pago por cuestiones ajenas al mercado —éticas—, la demanda de dinero, por razones cuales sea, no puede crecer infinitamente, sino que crecerá hasta donde lo requiera el mercado —tendiendo al ajuste de precios a un nivel de estabilidad relativa—, por su parte, la demanda sí puede caer hasta el piso, haciendo que los precios no tengan techo en sus subidas. De este modo, la inflación tiene un horizonte de parada más largo que la deflación, por lo que, pasado un tiempo, es incluso hasta más peligroso.

Dicho en otras palabras, el dinero es un bien instrumental que sirve como medio de pago, por lo que su demanda depende de las cosas que puede adquirir para satisfacer necesidades presentes y futuras —en este caso, actúa como reserva de valor y va a los saldos de tesorería—. Por ello, el valor subjetivo del dinero está atado a la utilidad anticipada de aquellos bienes y/o servicios que se esperan adquirir con él. De allí que cualquier variación en los bienes o servicios, incluyendo la moneda, afecte precios en muchos niveles y a distinta profundidad, pero ocurre de forma espontánea y, como parte del proceso de mercado, tiende siempre al equilibrio. Es irrelevante los ganadores y perdedores que hayan en el camino —espontaneo—; yo escucho eso y se me viene a la cabeza un constructo totalitario fundamentado en la eficiencia paretiana, donde no es posible mejorar la calidad de vida de unos, sin empeorar la de otros, y así no funciona el mercado.

Con todo lo anterior, queda refutada la idea de Rallo de que es necesario y/o “ideal” mantener un “nivel de precios” constante —que no existe, ni existirá— para que la economía fluya de la mejor manera posible. Esto es una quimera. También, se infiere que la deflación y la inflación, tanto monetaria como de precios, pueden surgir como resultado de los procesos espontáneos del mercado —no solo la deflación, como parece apuntar Philipp Bagus[5]—, y que queda de parte de cada persona estimar más o menos lo que espera a futuro, en función de sus necesidades, gustos y preferencias.

La evolución de los medios de pago

A todo lo anterior se suma que el hecho de que la idea de mantener “estable” los precios en una economía es peligrosa, porque se estaría interviniendo directamente en el proceso evolutivo de la selección de medios de pagos, que tiende a sustituir el sistema imperante por uno mejor. A modo de ilustración, intentar mantener los precios implica que, si llega acaso un bien que se presenta como un mejor medio de pago, haciendo que la demanda de la moneda en desuso comience a caer y, por consiguiente, que los precios manifestados en esa moneda comiencen a subir, se tendría que limitar la oferta de la nueva moneda y contraer la oferta de la vieja, con tal de “mantener los precios”. Por mucho que no le guste a Rallo, esto si es arbitrario, y pasará aun en un sistema con encaje fraccionario, habiendo o no curso forzoso. Ergo, el debate no debe girar en torno a si se ha de mantener o no “el nivel general de precios” —que no significa nada, y no me cansaré de decirlo—, sino en las acciones éticas que se lleven a cabo en el mercado, en lo que respecta al dinero.

Al respecto de los medios de pago y el mercado

A todo esto, Rallo podría responder que, en efecto, los medios de pagos creados por los bancos en un entorno de encaje fraccionario es algo que no atenta contra la ética y responde al proceso de mercado, agregando que en un sistema con reserva 100% no se puede expandir la moneda. Pero, nuevamente, hay muchos problemas en tales concepciones, aunque no quiere decir que yerre en su totalidad y no tenga razón en algunas cosas —he aquí precisamente donde comenzamos a tocar los errores de los cienporcientistas del ala del profesor Huerta de Soto, Rothbard y Bagus—. Voy a tocar varios puntos aislados, pero en este mismo orden de ideas.

Para empezar, es necesario diferenciar entre “depósitos a la vista” y “préstamos a la vista” —éste último conocido en EE. UU. como “demand loan”—. Si la discusión gira en torno a que los depósitos de bienes fungibles que se destinan a custodia deben o no mantener un encaje del 100%, se acabó las discusión, pues claramente debe tenerlo, apelando a los principios básicos del derecho, en el que apropiarse de un bien ajeno es robo, independientemente de lo que se haga con él, y/o puede constituir un fraude, en la medida en que se dice que se usará el dinero para una cosa —en este caso, cuidarlo—, pero en realidad se usa para otra cosa —prestarlo, invertir—. Ahora bien, no tiene por qué ser igual con los “prestamos a la vista”, que estimo es a lo que apela Rallo cuando habla en contra de la reserva 100%. Si una persona A le presta dinero a un banco B, éste decidirá que hacer con el mismo para rentabilizar y poder pagar cuando el prestatario requiera su dinero de vuelta —con cierta ganancia—, en este marco, Rallo tiene una parte de razón y solo habría riesgo de perdidas y quiebre si los plazos entre el momento que se debe regresar el dinero a la persona A es menor al momento en que el Banco recibe el retorno de su inversión —o del préstamo de dinero a un tercero—. Empero, esto no crearía dinero de la nada, puesto que alguien está dejando de usarlo para que lo use otro —solo se cambia la forma en que se posee y se utiliza el dinero existente—. Si bien es cierto que el deudor puede emitir un certificado de deuda que pueda utilizarse como medio de pago, haciendo que aumente el circulante en el corto plazo —que podría significar también hasta un aumento de los precios relativos—, en el momento en que se cancela la deuda, disminuye el circulante.

Si bien, hay que tener cuidado con lo descrito anteriormente, porque que le esté dando en buena medida la razón a Rallo no significa que todo lo que dice está bien y que así funciona exactamente el sistema actual. Esto hay que matizarlo más adelante —ver: “El sistema bancario, las reservas y las deudas emitidas”, en este mismo texto—. Por ahora, falta solo decir que la parte donde Rallo no tiene absoluta razón es que el descalce de plazos es la causa el ciclo económico, pues se puede dar el caso donde solo quebrarían aquellas entidades que incurrieron en el descalce de plazos y se verían afectadas solo las personas que tenían sus préstamos en dicha entidad —al menos que todas las entidades se pongan de acuerdo e incurran en el descalce de plazos, que si generaría un problema general[6]—.

En este marco, apelando al sistema contrapuesto, es necesario decir también que, en un entorno de patrón oro, es falso que con reservas del 100% no pueda aumentar la cantidad de dinero que requiera la economía, porque, además de la minería de oro —que es cara, pero que, también para disgusto de Rallo, no representa un problema—, se podría fácilmente emitir billetes por las reservas de plata, u otro bien que se pueda considerar “dinero” en el mercado. Que exista un “patrón oro” no significa estrictamente que las reservas deben ser en oro, sino que la unidad de cuenta de referencia será el oro, por tanto, se puede emitir en base a otros bienes altamente demandados, con encaje del 100%, haciendo paridad con el oro. Este contexto no distaría mucho de un entorno multimoneda, donde surge la Tasa de Cambio (TC) para fijar precio de una moneda con respecto a otra; así, si la cantidad de plata que se reserva para emitir billetes equivale a cierta cantidad de oro, entonces se sigue emitiendo sin necesidad de salir del patrón oro y sin necesidad de que aumente la producción minera. De hecho, también se pueden usar los depósitos a plazos y, para el sufrimiento de Bagus y JHS, se podría hasta emitir deuda sin alterar el patrón, pero esto será abordado más adelante —ver: “El sistema bancario, las reservas y las deudas emitidas”, en este mismo texto—.

Por todas estas razones es que la afirmación de Rallo de que el crédito se vería casi eliminado por completo en una economía del 100% es también errada. Al respecto, suficiente con agregar que, antes de que la reserva fraccionaria se convirtiese en el sistema que pretende coordinar las necesidades monetarias del mercado, los títulos de valores se usaron para satisfacer las necesidades del crédito. Títulos que podrían ser fácilmente también las letras, pagares, o cualquier otro certificado de deuda que podrían ser emitidas por empresas, y no necesariamente por los bancos, pero en este caso, se entra nuevamente en el debate de si el encaje del 100%, o no, de los préstamos a la vista. Vamos a ello.

El sistema bancario, las reservas y las deudas emitidas

Es necesario aclarar ciertos puntos: (i) los depósitos a la vista deben tener encaje 100%, porque ese es el contrato para los bienes custodios; (ii) los prestamos a la vista no necesitan del encaje 100%; (iii) en el marco anterior, intentar limitar las letras que emiten empresas y/o personas con la credibilidad suficiente para emitirlas —con ciertos criterios, porque si no esto se sale de control— significa atentar contra la libertad contractual de los actores que voluntariamente apelen a estos instrumentos, así, se entiende que ni Bagus, ni HDS, son quien para limitar este proceso crediticio. Ahora bien, el diablo está escondido siempre en los detalles, por lo que hay que tener cuidado con la expansión crediticia en base a los certificados de deudas —cualquiera—.

Esto es así porque, en caso de que estas letras comiencen a usarse como medios de pagos, inflando así el circulante en la economía, se podría crear un escenario que no dista mucho del sistema monetario fundamentado en deuda que hoy rige al mundo. A modo de ilustración, imagine que una Persona A hace un préstamo a la vista al Banco A, recibiendo un certificado de deposito por igual cuantía; si el Banco A presta a persona B y este a su vez deposita en el Banco B en forma de “préstamo a la vista”, y sigue repitiéndose una y otra vez el proceso, nos encontraríamos con que puede iniciarse un proceso de expansión crediticia que se podría traducir en inflación y, más importante aún, dar paso al ciclo de auge y recesión.

Estimo que si los plazos de retorno de dinero son menores al primer plazo que originó toda la cadena, habría una expansión de medios de pago que con el tiempo tendería a contraerse, pero que en el proceso ayudó a los proyectos de inversión darse por finalizado, pero, aún así, la expansión de medios de pago se puede traducir en inflación y una posterior deflación, monetaria y de precios, que no me queda muy claro si se trataría de un mero ajuste del mercado o si, por el contrario, nos encontramos de plano en el problema del ciclo económico. Es decir, y para verlo mejor usaremos los depósitos a plazos con un tiempo determinado, imagine que la Persona A deposita en el Banco A 10 unidades monetarias a un plazo de 2 días; este lo presta a persona B, que también deposita el dinero en el Banco B a un plazo de 1 día; cada uno recibiendo un certificado de su depósito que podría usarse fácilmente como medio de pago generalmente aceptado en la economía. En este escenario, nos encontraríamos que, aunque solo se depositaron 10 unidades monetarias en un principio, esto dio paso a que apareciera un certificado de deposito a plazo por 10 unidades monetarias, un segundo deposito a plazo por 10 unidades monetarias y, por tanto, un segundo certificado de depósito a plazo por igual precio. Así, ahora hay 20 unidades monetarias en forma de certificados de depósitos a plazos, aunque cada uno con distintos plazos. En el tiempo inmediato, eso es expansión de medios de pago, que podría traducirse en aumento general de precios, pero al acabarse los plazos y ser necesario devolver los depósitos a sus dueños iniciales, nos encontraremos con que los medios de pago se reducen nuevamente a 10 unidades monetarias[7].

Sin embargo, he aquí el problema, siguiendo la misma línea del ejemplo anterior, pero ahora viéndolo los depósitos como “préstamos a la vista”: al tener esta condición ¿Cómo puede estimar el Banco B en qué momento devolver el dinero a la persona B para que, a su vez, este pueda devolverlo al Banco A y éste a la Persona A? Rallo podría decir que, si lo tiene invertido en “activos muy líquidos”, puede liquidar y regresar en el momento en que se lo pida, pero, ¿Qué son, en este contexto, “activos muy líquidos”? Estamos partiendo de la idea que lo único que hicieron las persona fue depositar a plazo el dinero recibido. Si ponemos en la fórmula los proyectos de inversión emprendidos, y al necesitar estos proyectos más tiempo que la condición de “a la vista” para poder terminar el proyecto, ¿No nos encontraríamos ineludiblemente ante un descalce de plazos que queda a merced de que cualquier persona en la cadena de crédito que vaya a solicitar su deposito requiera que el banco liquide sus inversiones y, por tanto, muy probablemente también tengan que liquidar aquellos que emprendieron los proyectos antes de terminarlo? En caso de tener en cuenta el mercado de valores, ¿No se estaría igual adquiriendo el título valor con medios de pagos fundamentado en deudas, por lo que nos encontramos en un escenario en el que se compran títulos que también quedan a merced de un desplome en la bolsa, sean rentables o no los proyectos, una vez iniciado el ciclo de impagos? —nos encontramos también en el ciclo económico—.

Es más, aún si da tiempo que todos los proyectos de inversión finalicen, en el momento en que se vayan a liquidar los prestamos a la vista, nos encontraríamos con que hay menos medios de pagos y hay mayor producción, haciendo que el dinero se aprecie y, por tanto, en términos reales, ahora los proyectos tengan que pagar más de lo que inicialmente recibieron, pero en un escenario donde sus bienes o servicios se venden más barato de lo que previeron, haciendo que, con el tiempo, muy probablemente, se incurran en impagos, alimentando nuevamente así la cadena de impagos en donde los proyectos tendrán que declararse en banca rota, y los bancos también, y varios etcéteras que conocemos muy bien en este tipo de crisis que atribuimos al ciclo económico —pues, sí, nuevamente nos encontramos en el ciclo—.

Los teóricos de la liquidez pueden decir que es poco probable que las personas vayan a solicitar sus depósitos, porque igual cuentan con un medio de pago de igual valor, dando como resultado que no haya una contracción de los medios de pagos. Sin embargo, aun si esto fuese cierto, no limita que ahora hay medios de pagos que no se sustentan en el ahorro real de los actores —en el ejemplo descrito anteriormente, hay 20 unidades en medios de pago que se fundamentan solo en los 10 unidades del depósito inicial—, lo que lleva a la descoordinación entre ahorro e inversión —que deben caminar en la misma dirección—, que hace caer nuevamente en el problema del ciclo —fundamentado en la teoría del capital de la Escuela Austriaca de Economía, a saber, poco ahorro, más inversión por expansión crediticia, que en el corto se traduce en un auge y en el mediano o largo en una recesión—. De allí que se infiera que la Reserva fraccionaria bancaria, sea por donde sea, tanto si es fundamentada en los depósitos de bienes custodios como en los prestamos —a la vista o no—, permita absurdamente que el ahorro y la inversión tengan sentidos contrarios, es decir, subida de inversión con caída del ahorro.

Para evitar esto, la forma sería en que nunca se cobraran los depósitos a plazos, o en que haya un flujo de depósitos a plazos de igual cantidad que la liquidación de los otros depósitos a plazos, o que en ese tiempo el dinero haya aumentado en cuantía suficiente para responder a todos los depósitos a plazos —lo que significa que no aumenta ni disminuye el circulante, pero si se liquidan las deudas y aumenta el dinero real—, o que, y para ser más creativos, quienes reciban el dinero de tercera mano, esto es, A presta a B, B emprende su proyecto de inversión y para ello compra cosas a C —siendo C quien recibió su depósito de tercera mano—, y todos los que le siguen, no emprendan proyectos de inversión con ello y lo mantenga como un deposito a la vista —custodio— y no como un préstamo a la vista, lo cual se traduce en un crecimiento más lento y en una expansión crediticia super controlada, pero que podría verse en un problema de principios, pues se requiere limitar la libertad de uso de “su dinero”.

Lo cierto es que prohibir de lleno todo préstamo a la vista y fijar plazos, he incluso ver como un deposito a la vista los prestamos con plazos de 30 días —como sugiere JHS— tampoco soluciona estos problemas, porque lo único que cambiaría son los tiempos, pero el mecanismo y/o proceso crediticio descrito seguiría intacto. Y, de plano, prohibir usar los certificados de depósitos a plazo como medio de pago es atentar contra la libertad de los actores. He aquí una paradoja.

Cabe señalar que solo estoy jugando con los escenarios, superficialmente. Al final, y apelando a la paradoja anterior, nos encontramos en un contexto donde, si no se encontrar la forma de regular todo esto para que no se salga de control, al mismo tiempo que se respetan las libertades de cada actor social, ni el encaje 100% ni las propuestas de Rallo evitan el ciclo económico. Así, o hay algo a lo que se puede apelar para controlar todo esto y evitar el ciclo, o los socialistas tienen razón cuando dicen que el capitalismo genera crisis inevitables o, si gusta más, amoldado a este tema directamente, los ciclos económicos son un mal inherente en el capitalismo —aunque no por las estúpidas razones que sostienen, y me atrevo a decir que es una de esas afirmaciones que se hacen y que se amolda a la realidad por mera suerte —.

El error de Rallo con el sistema monetario actual

Rallo defiende que se puede ir a un entorno de competencia bancaria con encaje fraccionario y que lo que debe ser eliminado es el Banco Central, y dice también que, cuando se emiten medios de pago, alguien siempre está ahorrando. Lo que no parece entender es que, en el fondo, los medios de pagos —y sobre todo los fundamentados en dinero fíat— no son deudas reales, sino una estafa. Puede que, a nivel contable, se compute una deuda del Banco cuando se deposita, y una deuda a quien el banco le preste, siguiendo toda la cadena de forma repetitiva, pero el medio de pago per sé, fundamentado en el sistema de Banca Central o no, no es una deuda que se pueda saldar, sino una creación de medios de pago de la nada, de dinero, aunque a Rallo no le gusta esa afirmación—. Y si acaso llegan a ser deudas de algo, son deudas creadas sobre deudas, pues un depósito inicial da lugar a la creación de más depósitos, por lo que, en el fondo, no hay contraprestación alguna —por lo menos no en términos reales—.

Imagine un entorno de encaje 100% para los depósitos a la vista y cada banco emite un certificado de depósito, a la vista o a plazo: si persona A deposita a plazo 100 onzas de oro y el Banco A los presta a persona B, éste compra lo que necesita para emprender su proyecto de inversión a persona C, depositando este además las 100 onzas de oro a plazo en el Banco C, vemos que ahora hay 200 onzas de oro en formas de certificados de depósitos a plazo —que se pueden usar como medio de intercambio indirecto, pero para saldarlos solo hay, en términos reales, 100 onzas de oro en la economía[8].

En adición, si vemos el sistema financiero actual, Rallo podría decir que, en última instancia, el dinero es un pasivo del Banco Central, aunque no convertible. Sin embargo, aun si fuese “convertible”, pregunto: ¿Convertible en qué? ¿Acaso puede ser convertible? El dinero actual, aunque compute como un pasivo del Banco Central, en sí mismo no es un reclamo de nada. Si alguien tiene un activo financiero denominado en alguna moneda fíat, tiene derecho sobre los billetes que emite el Banco Central, pero esos billetes no reclaman nada más. Es decir, lo único que pueden reclamar los billetes fiduciarios son billetes fiduciarios. Sí, es cierto que con ese medio de pago se pueden adquirir bienes, pero eso solo son cosas que se pueden comprar con él, no que se pueden reclamar. Antes de eliminar el patrón oro, los billetes sí constituían un derecho a deuda, porque se podían reclamar la convertibilidad del billete, pero ahora no es así, no se puede reclamar nada al BC con eso. Alguien puede decir: “pero el BC tiene activos que puede liquidar”, y sí, pero esos activos se liquidan y se obtienen y/o compensan en dinero fíat. Allí muere todo. Mientras que los bancos comerciales si tienen deudas con sus depositantes y éstos a su vez activos, no significa que, en última instancia, el dinero fíat per sé sea un pasivo del BC, pues el banco está obligado a responder a sus depósitos en billetes fíat del BC, pero éste último está obligado a responder su medio de pago emitido por nada. En suma, y para no seguir redundando, el tenedor de un billete solo puede exigir que le den un billete igual, el BC no está obligado a tener algún activo con el que hacer frente a la exigencia de devolución del tenedor de sus medios de pago.

Que el BC esté obligado a recibir ese billete como forma de pago es irrelevante, puesto que, si entendemos que un pasivo es la obligación de restituir o remunerar con un activo al tenedor del certificado de deuda —tenedor del billete— en la cantidad que requiere ese certificado, el BC no restituye nada. Ergo, no es un pasivo. Si Banco A tiene credibilidad y emite un Certificado X con la promesa de que recibirá ese Certificado como medio de pago, pero solo está obligado a dar un Certificado X por valor igual al certificado de quienes vengan a solicitar el pago del mismo, lo único que tenemos es una estafa generalizada que se usa como medio de pago. De hecho, los billetes emitidos no tienen fecha de vencimiento, porque se amortiza a voluntad del emisor cuando este quiere. De esto deriva el hecho de que no se puede interpretar, con lógica, que los billetes son un préstamo a la vista, porque eso solo pasa cuando existe la obligación de entregar algo a simple requerimiento. De hecho, se podrían considerar esos billetes como parte del patrimonio neto del BC, pero no abordaré ese tema aquí[9]. Los puntos que se quieren destacar son; en primer lugar, que la premisa de Rallo de que se pueden emitir medios de pagos que en última instancia son ahorro de alguien, en realidad no es el caso, porque, o se ahorra deuda —bonos, letras, etc., que se pueden usar como colateral para recibir más deuda— y, por tanto, no hay ahorro real, o simplemente todo constituye una creación de algo que son activos para algunos, pasivos para otros, incluso hasta patrimonio neto, que se usa como medios de pagos e incrementa a gusto de quienes tienen la capacidad de emitir créditos.

Al respecto de los casos Ecuador y Panamá

En respuesta a JSH, groso modo, Rallo sostiene que el los Bancos de Panamá y Ecuador han sobrevivido precisamente por no contar con, y/o prever la, ayuda de un prestamista de última instancia, lo que los lleva a ser más prudentes. Sin embargo, tanto Rallo como JSH se equivocan. Rallo tiene razón en su crítica a JSH, pero su afirmación de que los bancos han sobrevivido “gracias a su prudencia” es, cuanto menos, cuestionable. Apelando al análisis que hasta ahora se ha sostenido, fácilmente se puede decir que esas economías se han encontrado con un aumento de la demanda de los medios de pago y por la poca tendencia, hasta el momento, de ir a solicitar sus prestamos a la vista, lo que no quiere decir que el sistema esté blindado, sino que vive al borde del precipicio, pero sin caerse aún. Lo que es más, que no haya habido corridas bancarias masivas no quiere decir que se evite el ciclo económico, o que haya una clase que se beneficia de la inflación —baja— causada por la expansión crediticia.

¿Es, entonces, como pregunta Rallo, “el coeficiente de caja 100% el remedio adecuado para evitar corridas?”, a lo que él mismo responde, acertadamente, “No, pues no es una condición necesaria ni suficiente”[10]. El punto en cuestión es que tampoco lo es la reserva fraccionaria y, de hecho, algunas de sus criticas al sistema 100% carecen de fundamento. El problema real no es el sistema cienporcientista, sino que, aun con él, puede haber crisis cíclicas.

En este marco, también habría que diferenciar entre la inflación y/o deflación causada como proceso espontaneo del mercado, que deben prever los actores sociales, que no podríamos decir que hay allí problemas éticos, de aquellas causadas por las entidades monetarias bajo un sistema inmoral, que está configurado para que unos se benefician a costa de otros, no por proceso de mercado. Si ha de haber ciclo inevitablemente —para pensar, no lo doy por 100% verdadero, es mero ejercicio intelectual— el debate giraría entorno, entonces, a la ética detrás de cada sistema.

Al respecto del caso Tether

Rallo pone como ejemplo la empresa detrás de Tether para sostener puede ser factible un sistema de prestamos a la vista, con encaje fraccionario, pero esto no pone en tela de juicio nada de lo aquí expresado. Las personas que apelan a Tether —como yo—, lo hacen porque demandan un medio de pago para poder navegar en el mundo cripto, pero, en el fondo, el sistema funciona igual. Los activos muy líquidos que tiene la empresa detrás de Tether se usan a su vez en el resto de la economía, siendo depositados en bancos que lo usan para emitir créditos —expansión crediticia—, mientras que se usa Theter dentro del mundo cripto. No hay ahorro real. En el caso específico de quien compra Tether, solo hay un cambio en la forma en que se posee un activo —el billete fiduciario es un activo para sus tenedores—, que se usa como bien líquido para adquirir alguna cripto. A lo sumo, el caso de Tether solo ilustra cómo una empresa se puede aprovechar del sistema financiero actual para sacar ganar mucho dinero, lo cual no es garantía de que todos puedan hacerlo, ni menos siempre.

Al respecto de los argumentos consecuencialistas

Habiendo expresado todo lo anterior, tengo que decir que es curioso que Rallo hable de preferir no usar argumentos consecuencialistas, como algunos de los usados por JHS, pero, contradiciéndose —o, mejor dicho, haciendo exactamente lo mismo para sostener lo contrario—, dice que el coeficiente de caja 100% podría generar problemas de ajuste de precios y que, por tal motivo, no es bueno para la economía de mercado. Ante esto, no me queda más que decir que “a veces la vida es una triste ironía”. Rallo usa argumentos consecuencialistas para decir que los argumentos consecuencialistas de JSH no son verdaderos —o por lo menos para explicar por qué no está de acuerdo—.

No tango más nada que agregar, por ahora. Así que apelaré a algunos comentarios en forma de “excursos”.

Excurso primero: Argentina y las reservas de dólares supuestamente congeladas

En un escenario de dinero fíat, Rallo menciona, en respuesta a JHS, con respecto a que “no se mantiene congelada la oferta de dólares en la economía si se lleva a un encaje del 100% de los depósitos a la vista en dólares, pues pueden llegar del exterior en un intercambio con EE. UU., por ejemplo —defiende JHS—, que el hecho de que “la oferta global de dólares no sea rígida, no es incompatible con que sí lo sea dentro de Argentina, en una economía dolarizada y con un coeficiente de caja del 100%, los propios argentinos no serían capaces de crear endógenamente —internamente— sustitutos monetarios pagaderos en dólares que pudiesen abastecer —satisfacer— su demanda de dólares. Y, por tanto, la única forma que tendrían los argentinos de incrementar la cantidad nominal de dólares de la que disponen, no la cantidad real —que aumenta con deflación—, es, efectivamente, con superávit exteriores a su favor”, es decir, cobrando más de lo que gastan en el extranjero —exportando más de lo que importan—. No obstante, para que esto sea posible, es necesario ajustar a la baja los precios internos de la argentina —otra forma seria que las exportaciones argentina sean competitivas, lo que da paso a que las personas puedan trabajar y ahorrar (produciendo más) para atraer más dólares, sin necesidad de apelar a la deflación; pero, si hay mucha demanda de dólares en el corto plazo dentro de Argentina, la forma más común para lograr esos dólares que necesitan —y quieren— es bajando los precios de los productos que exportan —o de los que venden dentro para dejar de importar, lo que se traduce en que no salgan dólares—. Esta deflación interna “puede alterar los precios relativos de la Argentina, y si los altera, generar descoordinaciones económicas”[11]. Sorprendente afirmación sin sentido, muy bonita, pero sin sentido.

Al respecto, dos cosas: (i) aun si es cierto —que no lo es— que la cantidad de dólares en la economía argentina no se pueda expandir por sí sola, a nivel interno, eso no tendría por qué representar un problema por las cosas expuestas en el primer subtema —ver: “la deflación no es gris: contra la expresión “no toda deflación es positiva””—; (ii) ¿En qué mundo es posible que la oferta interna de dólares se mantenga constante, o disminuya, y no haya flujos de cajas positivos para el país? Pues, en uno donde dicho país, y absolutamente todos sus habitantes, sin excepción, esté aislado del resto del mundo, pero ese no es el escenario de Argentina —podría ser el de Corea del Norte, y aún así lo dudo mucho—, por lo que pueden entrar dólares al país sin ningún problema, sea por vía de que exporten más de lo que importen, o por vías menos oficiales. Por mencionar un ejemplo, en la economía venezolana han entrado millones de dólares, fuera del mundo de las importaciones y exportaciones, que han llegado para satisfacer —y se quedan cortas— la demanda de la moneda de los venezolanos. En un mundo globalizado, dificulto mucho que “pueda haber una oferta elástica de [dinero] a nivel internacional, pero una inelástica a nivel nacional”, que el escenario sea posible, no significa que esa posibilidad sea alta. Ergo, ese escenario solo está en la cabeza de Rallo.

Excurso segundo: libre competencia bancaria y reserva fraccionaria

Si Rallo tuviera razón y fuese posible mantener una estabilidad en la economía bajo un sistema bancario de libre competencia y fundamentado en el sistema de reserva fraccionaria, tendría que explicar por qué hubo ciclos de auge y recesión en el pasado, cuando imperaban sistemas parecidos. En concreto, en el periodo de 1814 a 1914.

Excurso tercero: mi respeto para Juan Ramón Rallo, Bagus y Huerta de Soto

Quiero dejar en claro que el hecho de que este servidor no comparta del todo las posturas de Juan Ramón Rallo, Philipp Bagus y Jesús Huerta de Soto, aunque si bien es cierto que este texto giró en gran medida en torno a las premisas de Rallo, no quiere decir que no los respete. Todo lo contrario, a pesar de estas diferencias, y de algunas otras que competen a otras áreas del conocimiento, les agradezco muchos aportes intelectuales. De hecho, doy una enhorabuena y me mantengo de pie ante el trabajo de Rallo con la difusión de las ideas de la libertad, a través de distintos medios; hago lo mismo con Bagus y con JSH. Con respecto a este último, destaco que mi primer encuentro con las ideas de la libertad fue con “Dinero, crédito bancario y ciclos económicos” … he aquí varios años después.

Gracias, por tanto, pero están equivocados en algunas premisas, que estimo hay que corregir en aras de vislumbrar un sistema monetario que evite los ciclos, pero que a su vez respete la libertad de cada individuo. ¿Qué estoy equivocado en mis premisas y sí es posible evitar el ciclo manteniendo alguno de los dos sistemas que defienden Rallo o JSH y sus seguidores? Es una posibilidad. Les invito a demostrarlo.


[1] Juan Ramón Rallo. ¿Es positiva la deflación que defiende Javier Milei?. Publicado en YouTube. Puede acceder a través de: https://www.youtube.com/watch?v=hTQXI_Av4p4& (Consultado el 14 de abril de 2024)

[2] Regla de tres: a los precios dados de 1.25 unidades de manzana igual a 1 papa y 1.60 unidades Pera igual a 1 Papa, tenemos: (i) 1 manzana es igual a 0.8 papa —((1*1)/1.25) = 0.8—; (ii) 1 pera es igual a 1.28 manzanas —((0.8*1.6)/1) = 1.28—; si A=B=C, entonces A=C, por lo que, si 0.8 papas equivale a 1 manzana y a 1.28 peras, 1 manzana es igual a 1.28 peras. De esto se desprende, y lo resalto a modo de comentario, que el total de peras no alcanza para comprar el total de manzanas, al igual que el total de manzanas por sí solo no alcanza para adquirir el total de papas, pero la economía monetaria venezolana me ha enseñado que las cantidades de un bien A necesarios para adquirir un bien B son irrelevantes, pues la demanda de las mismas, dadas unas cantidades, determinará sus precios, una con respecto a la otra, sin importar que el total de uno pueda o no adquirir el total de otro.

[3] Digo “dificultarse”, no “eliminarse”. Uno de los errores de los economistas de la Escuela Austriaca de Economía es afirmar que “sin precios no hay calculo económico”, al menos que por “precios” incluyan las comparaciones de valores que no necesariamente se expresan en unidades monetarias. Pero eso es cuento para otro día.

[4] Puede haber inflación o deflación de precios, sin necesidad de que haya aumentado o disminuido la oferta monetaria, si llega a variar la demanda de la misma, más si hay competencia de monedas. Ejemplo de ello es el caso venezolano, donde la demanda del bolívar es tan poca, y la demanda del dólar tan alta, que ha creado un interesante escenario que, por cuestiones prácticas, no desarrollaré aquí, pero sí he vislumbrado en otro lugar, al que puede acceder en: https://contrapodernews.com/hiperinflacion-un-fenomeno-incomprendido-respuesta-al-libro-de-pascualina-cursio/ (Consultado el 14 de abril de 2024).

[5] Philipp Bagus. 2023. Anti-Rallo: una crítica a la teoría monetaria de Juan Ramón Rallo. Madrid, España. Publicado por Unión Editorial., sección: “El origen del dinero y el poder adquisitivo constante”, párr. 1.

[6] Bagus sostiene que el descalce de plazos no representa un problema y no es la causa del ciclo, porque puede darse el caso en el que se renueven los plazos del préstamo, haciendo que de el tiempo suficiente a quienes emprendieron sus proyectos de inversión, o que los nuevos prestamos lleguen para sustituir el que está venciendo. No obstante, es necesario decir dos cosas: (i) aunque puede tener razón en ciertos escenarios, no significa que la economía esté blindada si todas las entidades de intermediación financiera incurren en el descalce de plazos, y (ii) ¿No se incurre en una doble moral el decir que la entidad puede prestar el dinero a un plazo mayor que el plazo en el que le fue prestado a él, solo por “estimar” que el prestatario no va a querer el dinero en ese plazo y “muy probablemente” lo renueve? ¿No es inmoral que el contrato fije un plazo y que, yendo contra el mismo, la entidad use ese deposito para prestar a un tiempo aun mayor? Si ha de defenderse el descalce de plazos en las circunstancias en las que describe Bagus, entonces no habría motivo para acusar de fraude a quienes toman los depósitos a la vista para prestarlo también, porque “muy probablemente” la persona no vaya a retirarlo antes de que le sea retornado el préstamo realizado a un tercero. Con esto, lo que intento resaltar es que tanto la emisión monetaria a través del crédito como el descalce de plazos son problemas, y ambos pueden desencadenar un ciclo, señalando además que queda en tela de juicio la afirmación de Bagus cuando dice que “el descalce de plazos es perfectamente legítimo”. (…) Si desea ver lo que dice Bagus al respecto, donde pretende refutar a Rallo, pero que, a mi juicio, deja mucho que desear —que no significa que Rallo tenga razón—, véase: óp. Cit. Anti-Rallo: una crítica a la teoría monetaria de Juan Ramón Rallo., sección: “5.2 La curva de rendimiento y el arbitraje”.

[7] En este ejemplo, el encaje de los depósitos a plazo es de 0%, lo que se podría prestar para crear medios de pagos que tienden al infinito. Empero, aplica la misma lógica, aunque con más limites en la expansión, con un porcentaje mayor en el encaje.

[8] Dos cosas: (i) aquí caeríamos nuevamente en los escenarios que se describieron más arriba; y (ii) no se está tomando en cuenta que los certificados de depósitos a plazos puedan usarse como aval para solicitar más crédito —que es lo que puede hacerse en la actualidad bajo ese sistema financiero—, haciéndose más patente la “creación de deuda sobre deuda”.

[9] Se pueden usar muchos argumentos para sostener que sí es un pasivo, que es un patrimonio, que es un activo… el billete emitido por el BC, pero esto solo muestra la gran maraña y confusión que ha generado el sistema financiero actual, y que debe dilucidarse en aras de avanzar a un sistema monetario más sano.

[10] Juan Ramón Rallo. Coeficiente de caja 100%: a favor y en contra. Publicado en YouTube. Puede acceder a través de: https://www.youtube.com/watch?v=cjYggzdCF7g (Consultado el 14 de abril de 2024).

[11] Ibidem.

Opinión sobre la interferencia del estado en el desarrollo de una economía naranja

Por Diego Márquez, coordinador local de EsLibertad Venezuela.

Actualmente he realizado un estudio en el marco de la objetividad, y la opinión que daré a continuación deviene del estudio y de observar el manejo de un tipo de economía en esta parte del continente que, muy lejos de manejarse entre los parámetros de la competitividad y el libre ejercicio el estado ha focalizado y tratar de orientar aun sin contar con las preferencias  mayoritarias de las gentes, a su vez he fomentado una opinión que con sumo detalle voy a redactar y tratar de elaborar dentro del marco de la objetividad en base a la evidencia empírica.

La economía naranja es un tipo de planificación en función de una caracterización a parte de la sociedad que específicamente se enfoca en las artes, se trata de promover la visión artística en un enfoque de mercado para que además de brindar gusto a la labor sea conveniente a la hora de generar ingresos, en pocas palabras es un sistema que incentiva el trabajo artístico para así que deba ser incentivado por los individuos.

Realmente, de esa manera no sería un peligro, porque si mayoritariamente nos decantamos a ese mercado es porque así lo deseamos, y lo puedo tomar desde un punto de vista muy Randiano en el sentido del comercio de las artes, pero lo que se trata de plantear en este trabajo no es el área comercial, sino lo que en mi opinión vendría siendo que el incentivo por parte de subvenciones a particulares , con el fin de potenciar del desarrollo o la aceptación por parte de la sociedad, financiado por el estado en su planificación de políticas públicas, es ineficiente, porque la planificación en el marco de la realidad tiende hacer imprecisa y no necesariamente podría tener el éxito que se espere, o que sean políticas que realmente no devengan en resultados favorables para todos.

Todo indicaría que si el estado “eficiente” (un concepto que se pondría en duda sin cuestionarlo) podría hacer que la inversión en la naranja, o en la verde, que se en enfoca en el entorno ambiental, o azul, que se enfoca en el marítimo, o como puede ser la roja, que trate del consumo desmedido de bienes y servicios, todo deriva en que la implementación de dichos planes no hará de estos una buena ejecución debido a los incentivos que puede haber por medio.

Creo en una economía de libre mercado, en donde la que la lidera no es una institución que determina que es lo que le conviene a la sociedad quitándoles la libertad; creo en la auto regulación acompañada con el sistema de precios fundamentado en la oferta y la demanda, de dicha manera, si en nosotros como seres humanos pensantes está el promover la economía el mercado, encontrará la opción para que esta funcione en nuestro estilo cultural, porque también existe la posibilidad de que esta no sea bien recibida, y así mismo el mercado se auto regule sacándola de por medio.

Esto no quiere decir que siempre será fructífera, ya que eso depende de la demanda de las personas; si el público demanda un auge artístico y cultural, se aceptará sin ningún problema, pero, si no hay demanda, no estoy a favor de que el estado crea que sí y actúe en consecuencia, porque el proyecto podría terminar en un rotundo fracaso.

Esto lo digo porque me apoyo en el concepto de economía de mercado, una economía libre, un sistema de precios libre y donde el valor lo determina la utilidad, en caso de que un estado quiera hacer dicha inversión hay que evaluar su realidad país, en observar si está en condiciones de mantener dicho plan de economía naranja y, yéndonos al contexto de Venezuela, veo sumamente importante que se promueva una economía como la de economía de mercado para generar riquezas, esa que atiende las demandas de la sociedad, y que trae prosperidad económica a las naciones; si el sistema libre determina y pide una economía naranja esta será fructífera porque tiene una demanda a la cual atender.

El tema de la inversión desmedida y el gasto público no debe tomarse a la ligera por ejemplo: en China el gobierno promovió una distribución poblacional gastando millones en infraestructura para así redistribuir a la población y según generar más fuentes de trabajo en aquellas áreas, el resultado fue que no todos se mudaron, que no incentivo al trabajo en aquellas áreas desoladas y debido a esa inversión hay ciudades con muy poca densidad poblacional y no recupero absolutamente nada de esa política, porque desde el estado se pensó que era lo que debía hacerse, y fracasó por ello. Estoy en desacuerdo cuando se trata de incentivar la economía desde el estado porque, en palabras de Ayn Rand: “Cuando el negociante se equivoca con su dinero el pierde, pero cuando lo hace un burócrata perdemos todos”, y con esta idea culmino: estoy totalmente de acuerdo con dicha economía cultural enfocada en las artes y humanidades, solo cuando tenga una demanda a la cual dirigirse.

Meritocracia como estructura de ascenso para sociedades exitosas

Por Diego Márquez, coordinador local senior de EsLibertad Venezuela.

Para comenzar a hablar del tema es necesario definir el concepto que conocemos por «meritocracia», ¿A qué nos referimos cuando hablamos de meritocracia? En palabras simples, se puede decir que es un sistema que se basa en la recompensa del talento y el esfuerzo humano, por tanto, negar la meritocracia es negar todos los avances del mundo libre.

¿Por qué hago tal afirmación? Basándonos en el conocimiento actual de la vida, la superación del ser humano en contra la naturaleza, no se demuestra otra cosa que la capacidad de la mente y el esfuerzo del trabajo son necesarios para poder sobrevivir en el mundo. De esa manera, por ensayo y error, el éxito de muchos derivó en el levantamiento la civilización, tal y como la conocemos hoy en día.

El apalancamiento y/o la suerte que pudieron tener algunos libremente, se debe al mérito que pudieron tener sus antepasados. En ese sentido, el ingenio y esfuerzo tratan de prevalecer y sostenerse. No obstante, la meritocracia suele ser criticada precisamente por quienes tratan de borrar los logros anteriores de una persona; apelando a la clase social, lo tachan de suerte y no de un trabajo y esfuerzo.

En otras palabras, un padre planta un árbol para que un hijo goce de su sombra, pero el mérito anterior traspasa a la siguiente generación, en una sociedad libre el sistema es justo por excelencia, porque solo con el talento y la perseverancia humana (y a veces un poco o mucho de suerte) es de esperar una recompensa.

Por ello, personalmente creo en la meritocracia, el trabajo, el esfuerzo, es una virtud que no todos saben emplear. Y para ilustrarlo apelaré a la experiencia personal: soy de Venezuela, un país en donde el trabajo y el esfuerzo, donde por el simple hecho de trabajar y ganar más que otros por una labor noble como lo es contribuir para el mercado, se hace prácticamente imposible por la presencia garrafal que tiene el estado venezolano, que se entromete en la vida del individuo e impiden su progreso como personas, abarcando todos los aspectos importantes de su vida. En resumen, no hay libertad, hasta llegar al punto en donde la gran mayoría trata de sobrevivir con esfuerzo y trabajo, pero las recompensas otorgadas en un sistema represivo y entrometido en la vida individual no genera mayores recompensas y vemos como el mérito se vuelve en una distorsión del término el trabajo y talento, que se hacen nada, pues estar de la mano con el estado lo es todo para conseguir el éxito.

Este sistema, un proyecto que se vende como algo noble, es el atraso total de la humanidad, salimos de las monarquías con un cambio radical y libre del ser humano, en donde fue un avance para la humanidad, dando como ejemplo la era de las revoluciones industriales e innovaciones del mundo libre, un fenómeno que aparece en los países libres de Europa y posteriormente extendiéndose por el resto de los continentes, pasando por llegar a tal nivel de innovación como hoy en día es un logro de aquellos sistemas libres que abogan por la recompensa del talento humano y su esfuerzo es un sistema de libertad, y es moralmente justo porque se recompensa el esfuerzo, inteligencia o cualquier cualidad humana que se trate de llevar a su máximo punto para dar una mejor opción o soluciones a problemas, para llegar a un sistema donde la involución impera.

El éxito de muchos deriva en su comportamiento sus relaciones con otros, el arte de las relaciones humanas, poner el mérito solo como trabajo físico enfocado a determinada acción sería bastante reduccionista, lo ideal es aplicar todas las cualidades del ser y que este pueda manifestarlas sin ningún tipo de impedimento, porque el estado no se pondrá en medio para arruinarle la vida, y así que el talento que algunos tienen se ve perjudicado por cuestiones de interés dentro de su contexto social, político o económico.

Si bien es cierto que hay quienes no nacen con las mismas oportunidades y tienen menos posibilidades de avanzar, esto varía dependiendo el contexto de libertad que exista en su zona de procedencia, no es lo mismo nacer en condiciones de pobreza en un país como Venezuela, a nacer en condiciones similares en un país como los Estados Unidos. La respuesta es que, a comparación de un sistema libre a otro en donde el estado está altamente presente en la vida del ciudadano, la cuestión es que indudablemente el  talento y el esfuerzo humano se valora más en un país como los Estados Unidos que en Venezuela; los venezolanos debemos entender que solo optando por el camino de la libertad es que podremos realmente ser valorados por nuestro ingenio y nuestras cualidades porque tendremos más oportunidad, de salir de la pobreza.

En vista de los hechos descritos anteriormente, no cabe duda que la respuesta a nuestros problemas como país es la libertad, el querer crecer, el querer avanzar e innovar solo se podrá cuando “en Venezuela, después del socialismo, seamos libres”. 

Anti-Paz Autoritaria: una clase de lenguaje y análisis político a Ricardo Sucre Heredia

Por Roymer Rivas, un simple estudiante, teórico del Creativismo Filosófico, lo demás no importa.

Hace poco, el asesor de campaña de Manuel Rosales, Ricardo Sucre Heredia, se ufanó porque en el pasado se dobló por la paz en el país. En concreto, dijo que “muchos [se] doblaron por la paz, autoritaria, pero paz.”. Lamentable, pero cierto.

Estas palabras constituyen una clara ilustración de como los políticos que pretenden cambiar el escenario del país son los más incapacitados para hacerlo, pues es imposible cambiar aquello que no se comprende, y más cuando estas pretensiones provienen de ciegos que creen “ver cosas” —siempre a gusto— en un animal desconocido por ellos mismos. A este señor hay que recordarle que todo el camino transitado desde 2012 hasta el presente solo ha desembocado en más represión y control de una sociedad que se sumerge en la miseria, en buena medida porque aquellos en quienes confiaron han demostrado no estar a la altura de lo que requieren las circunstancias[1]. Entonces, en este escenario, ¿Qué espera Ricardo? ¿Qué le agradezcamos por eso? Bueno, he aquí mi agradecimiento dando una clase gratuita por escrito:

Clase de lenguaje: el contexto Venezuela y la supuesta “paz”

De alguna manera, Ricardo señala que el país vive en “paz” al mismo tiempo que está sumergido en un régimen “autoritario”, haciendo énfasis además en su error al destacar que la misma expresión —“paz autoritaria”— dice lo que es. Sin embargo, lo único que se puede sacar de ello es (i) el oxímoron ridículo que constituye y (ii) que no tiene ni el más mínimo vestigio de idea está parado y qué hacer para salir de este problema —como la mayoría de los políticos y “analistas políticos” venezolanos—.

En principio, es un (i) dada la naturaleza contradictoria de los términos, pues la “Paz” se asocia con conceptos como la tranquilidad, la ausencia de violencia, la armonía y la justicia, mientras que el “Autoritarismo” implica la imposición de control y la restricción de la libertad por parte de un régimen contra quienes somete. Ergo, ¿Puede haber algo como “paz” en “autoritarismo”? No, y afirmarlo es caer en un absurdo superlativo. En esta línea, el (ii) es una consecuencia lógica que llega para describir a aquellos que sostienen tal mensaje. Esto queda más en evidencia describiendo bien las cosas, como lo siguiente: (…)

Clase de análisis político: la verdadera situación de Venezuela

Apelando bien al lenguaje, la situación de Venezuela no podría describirse más como una “esclavitud resignada”, “opresión aceptada” o “servidumbre sin rebelión”, cayendo incluso en lo que Étienne de La Boétie llamó y describió en su Discurso sobre la servidumbre voluntaria. Una situación en la que los esclavos son sometidos al control y explotación de sus amos, pero no se sublevan por miedo, aceptando incluso su condición sin cuestionarla ni intentar liberarse —por medios correctos, efectivos, que respondan a las circunstancias y representen verdaderos detonantes de cambios— no puede describirse de otra manera.

Esto no es un asunto baladí, pues, como bien dijo Mario Alonso Puig, “el lenguaje no sólo describe la realidad, sino que además es capaz de crearla. Nuestra forma de hablarnos a nosotros mismos afecta tremendamente a nuestra manera de relacionarnos con el mundo”, y ver la situación de Venezuela como “una paz autoritaria” —dejando de lado la estupidez de la expresión— solo denota el conformismo y la adaptación a un régimen “camuflado” que se dirige a pasos de vencedores hacia una Venezuela Nazi[2].

En la antigüedad, algunos esclavos se adaptaban a su condición y desarrollaban una relación de dependencia y respeto con sus amos, sin sublevarse, pues se conformaban con las expresiones de su descontento de manera pasiva o con buscar formas de mejorar su situación dentro del sistema esclavista —que es lo que parece estar haciendo hoy la “oposición” en Venezuela de la que forma parte Ricardo—

Excurso sobre más estupideces manifiestas, parte uno: defensores de Ricardo

No tengo más nada que agregar al respecto, pero sí sobre algunas defensas a la expresión de Ricardo, y voy por partes:

Algunos dicen que la expresión de Ricardo describe la realidad venezolana, que «no es una defensa de la situación» y afirmando incluso que aquellos que lo critican «no saben leer». A estos les respondo: (i) en un escenario donde se apela a la vía electoral «porque es el camino de paz» y donde se reivindica el hecho de que es preferible «una paz autoritaria» a una «guerra», sí, sí se está defendiendo tal postura —que no implica necesariamente defender las acciones del régimen, pero al mismo tiempo implica que no se hace nada relevante para cambiar la situación—; y (ii), en definitiva, esto no va de de una «guerra de interpretaciones», «sino por los hechos mismos», el punto es que los hechos no son lo que describe o pretende describir Ricardo y cómo los idiotas útiles lo interpreten para intentar salvar dicha expresión. Entonces ¿Quiénes son los analfabetos?

Excurso sobre más estupideces manifiestas, parte dos: más expresiones de Ricardo

A veces, para no dar cuenta de su error e imbecilidad, comienzan a imputar en otros su condición existencial. Ricardo me ha mandado a hacer una «proclama de queja» donde «no se salga el rico lenguaje», tomándose la expresión que le imputé: «político al fin», como un insulto —que sí lo es—, pero esto solo demuestra el poco entendimiento que tiene de analizar contextos, en la medida en que (1) debe comprender que «el rico lenguaje» —que debería estudiar— también permite contener grandes mensajes en tan cortas pero acertadas expresiones como las que he usado, y (2) debe dejar de proyectar su condición quejosa —pues, se queja de los abstencionistas y los que «quieren guerra»— y confundirla con la descripción certera de una realidad.

No me queda de otra que decir: Político al fin —el mal de toda la humanidad—.


[1] Al respecto, ver: Roymer Rivas. 2024. Oposición a la deriva: crónicas de un espejismo de cambio. Publicado en el portal de ContraPoder News. Puede acceder a través de: https://contrapodernews.com/oposicion-a-la-deriva-cronicas-de-un-espejismo-de-cambio/ (Consultado el 12 de abril de 2024).

[2] Al respecto, ver: Roymer Rivas. Sobre la chavista ley contra el fascismo: el texto que atornilla al régimen en el poder. Publicado en el portal de ContraPoder News. Puede acceder a través de: https://contrapodernews.com/sobre-la-chavista-ley-contra-el-fascismo-el-texto-que-atornilla-al-regimen-en-el-poder/ (Consultado el 12 de abril de 2024).

Legitimidad, ilegitimidad y montesinos

Por Leroy Garrett [@lerogarrett].

Acabo de terminar un fascinante relato subdividido en varios capítulos, escrito por Mary Beard, a la sazón, la máxima autoridad viviente en lo que antigüedad romana se refiere y profesora de tales estudios en la Universidad de Oxford.

En “los 12 Césares”,  la profesora Beard nos invita a un viaje bien interesante para reconocer la veracidad o inverosimilitud, o ambas simultáneamente del rostro de los Césares, de los primeros doce, cuya fama e infamias son basamento de la conducta política de occidente tanto en sus facetas brillantes, claro oscuras, o bien tenebrosas.

Con asombro encontramos que la imagen de los emperadores romanos —salvo contadas excepciones muy bien documentadas— son una invención del Renacimiento, ese momento de vuelta hacia lo secular sin dejar de ser religioso.

Aunque el rostro de César es producto de una base común habida en la moneda emitida (Inventada) desde entonces, su cara fue adaptándose a realidades políticas y conveniencias sociales desde tiempos del mismo imperio y en lo sucesivo que por seguro desvirtuaron haciendo dudosos sus rasgos y apariencia.

Pero el bestseller de la Doctora Beard conlleva un mensaje a gritos; el de la legitimidad, hija del legado, y madre del poder. ¿Qué se buscaba con incorporar los Césares en la vida cotidiana renacentista o el orden greco romano en la arquitectura que sigue en boga en los edificios donde reposa el poder público?

Para las mentes artísticas renacentistas y sus patrones nobles, hacer regresar a los emperadores de Roma, les otorgaba un sentido incuestionable de ser los poderosos de entonces, los LEGITIMOS, los Medicis o Borgias, eran entonces los herederos de la grandeza pretérita y su justificación para detentar el poder.

Esto ha sido recurrente tanto en regímenes de derecha y escandalosamente de izquierda, el bolchevismo se negó enterrar a Lenin; santo ateo y perpetuo centinela de un régimen que cayó de bruces hace más de 3 décadas, así como debemos recordar por su caída, las estatuas con omnipresencia en cada rincón de la extinta más no desaparecida del todo unión soviética.

Sadam Hussein hizo lo propio, sus brazos que entrecruzaban espadas, daban la bienvenida a Bagdad y su retrato, en cualquier pose y ataviado inclusive a la moda de fiebre del sábado por la noche era presencia íntima entre beneficiarios y víctimas.

Sabemos que el difunto autócrata ha corrido la misma suerte, entre estatuas y hasta disfrazado de médico, aunque su legitimidad no cuaja, ni cuajará como la milenaria inmanencia de los Césares.

Con esto en mente, ¿Qué podemos decir del escenario en Venezuela?

Los últimos días han sido agónicos y repetitivos, para la señora Machado y su “candidata”, cantan como sinrenas en clave de réquiem, ya la dinámica política y la narrativa de los eventos no lo controlan, las abandonaron, la dictadura se salió con la suya y el destapado colaboracionista gobernador del Zulia es el ungido del gran elector quien lo más lejos que llega en su campaña flash es a Cabimas, y eso si por si “lo matan y se muere” y está comprometido en reconocer la victoria irreversible del candidato presidente inclusive antes de ir el mismo a votar

Hay que silenciar a María Corina, y ya se logró, aunque sus apariciones en las redes cada día son más lacónicas, exudan derrota, con ese acento y léxico de “Laura Pérez la sin par de Caurimare”  y protuberante tono depresivo, el régimen le quita de un “guamazo” el metraje de prensa agónico que le quedaba, sorpresivamente sacando a su enemigo público número uno —antes pilar revolucionario— “bajo arresto”.

¿Recuerdan a Montesinos, el arquitecto del aparato policial que capturó a Abimael Guzmán y que se convirtió en arma represiva para tratar de imponer a Fujimori para siempre, y que, por ese minestrone de nazis y estalinistas que sigue siendo el chavismo, se le dio protección hasta que Chávez quiso desviar los ataques de la opinión pública hacia la creación entonces de los círculos bolivarianos y otras medidas que ya asomaban los tiempos que vivimos?

Y después de rotundamente negar que daba posada al esbirro, un buen domingo de Julio del 2001 declaro “ atrapamos a Montesinos “.

Una opinión sobre la educación

Por Diego Mendoza, coordinador local de EsLibertad Venezuela y editor del medio La Ventana Rota.

He decidido escribir este artículo luego de percatarme que en diferentes redes sociales y círculos de amigos ha surgido una interesante y esperanzadora discusión en torno a la situación de la educación en nuestro país, Venezuela.

Actualmente las instituciones educativas estatales, que son las predominantes en número y tamaño, se encuentran cerradas en todos sus niveles: inicial, básica, media, técnica y diversificada, y superior. Debido a la destrucción del poder adquisitivo de la moneda (Bs.) a partir de su grotesca emisión, y de la quiebra del monopolio estatal PDVSA, los presupuestos para el sostenimiento de la educación pasaron a un infra-plano. Ahora mismo, las casas de estudio yacen en su mayoría cerradas y abandonadas a su suerte, por lo que suelen ser objetivo recurrente de destrozos más que de robos, pues desde hace unos cuantos años atrás hay muy poco mobiliario llamativo para extraer. De hecho, en el estado donde habito, a uno de los edificios de la Universidad de Los Andes (ULA) le fue hace años arrancado gran parte de su cableado eléctrico interno, sin poder ser repuesto.

Para añadir complicaciones a este triste panorama, el establecimiento de la cuarentena en marzo de 2020, terminó de apresurar la muerte de la educación estatal, pues al permanecer cerradas las instituciones su deterioro ha sido mayor. El ya escaso personal que hacía vida en estas casas de estudio, se dedicó a otras actividades dentro o fuera del país.

La queja en mayor grado por lo que he podido evidenciar, proviene de los estudiantes universitarios que ya estaban a mitad de sus carreras o habían superado ese punto, los cuales piden un retorno a las actividades, e incluso algunos dicen estar dispuestos a pagar directamente con otra moneda el sueldo de sus profesores, pero llegar a una resolución del problema se ha hecho difícil, pues no depende únicamente de los profesores el regreso a clases, como ya se mencionó, la infraestructura de las instituciones está considerablemente deteriorada, y sumado a ello, no se puede pasar desapercibido que las mismas son propiedad del Estado venezolano, por lo que sus dirigentes pueden decidir entre aceptar un sistema de pago directo, o sencillamente optar por mantener el cierre total.

Una vez expuesta la situación, puedo proceder a desarrollar mi punto, pues considero que nos encontramos en el momento más propicio para cambiar de ideas respecto a la educación estatal, es decir, cuando hemos chocado con la cruda realidad.

Si algo debería a toda costa mantenerse fuera de la tutela del Estado es precisamente la educación; pues si la naturaleza del primero es la rigidez y la coerción, el segundo es su antónimo, necesitando del cambio permanente y la tolerancia.

La educación estatal logra eufóricos apoyos por el sembrado pretexto de que dejándole en libertad, solamente una minoría de la población podría acceder a las instituciones educativas, mientras que la inmensa mayoría nunca podría asistir a una. Este argumento de que en el libre mercado unos pocos se quedarán con todo, mientras que la mayoría se queda sin nada, es  por cierto una especie de plantilla que repiten muchos políticos cada vez que desean que los electores les den luz verde para intervenir algún sector del mercado.

Pero se desmonta rápidamente esta afirmación cuando evidenciamos que han existido y siguen existiendo en el país múltiples instituciones privadas en todos los niveles, cuyos precios de matrícula son bastante accesibles, situación que además tenderá a ser mucho más ventajosa para el consumidor si se generase una apertura real de mercado, pues la acción competitiva inducirá entre otras cosas a la baja de los precios.

Aun así, partiendo de dicha excusa, varios políticos han creado otra idea absurda como lo es darle a la educación el grado de “derecho positivo”, lo que conlleva a que otros tengan el deber de brindar este servicio, en este caso, el Estado a través del dinero que obtiene de los contribuyentes, o del monopolio que sostiene sobre cierta actividad. Por cualquiera de las dos vías se está cometiendo una arbitrariedad, si se acude al cobro de impuestos, se le está extrayendo dinero al individuo que bien éste hubiese preferido tener para gastar en alguna otra apetencia. Y si se acude al monopolio sobre una actividad económica, en nuestro caso venezolano la explotación del subsuelo, se está reduciendo el campo de acción del individuo.

Y nuevamente los hechos comprueban que las personas están dispuestas a pagar voluntariamente por educación en cualquier nivel, incluso por formación específica, de aquí que haya academias de futbol, beisbol, tenis, gastronomía, modelaje, idiomas, primeros auxilios, entre otras. Como lo plasma Murray Rothbard en su ensayo, Educación Libre y Obligatoria:

La ventaja de un desarrollo ilimitado de las escuelas privadas es que en el mercado libre tenderá a desarrollarse un tipo distinto de escuela para cada tipo de demanda.”

Pero siempre hay cabida para otra tesis, y ella es que para poder vivir organizados en un Estado moderno esencial es formar ciudadanos, es decir, individuos que conozcan y respeten las leyes e instituciones. Lo curioso de sugerir esto es que el sistema de Estado moderno fue concebido antes de la instauración de la educación estatal, y en ciertos países como en Inglaterra esta condición se mantuvo durante largos años. No obstante a ello, surgiría la duda de ¿quién decide qué es un buen ciudadano? Si se deja en manos de las autoridades del Estado tal elección, no sería extraño esperar que algún día llegue un mandatario que disponga que un buen ciudadano es aquél que no contradice al Estado, sino que lo defiende en todo momento, y en este sentido exige dirigir la educación estatal, y ya que se le concedió tal poder, no se podría decir que está cometiendo una falta.

También hay quienes dicen que la educación estatal es una forma de brindar las mismas herramientas a todos los individuos para que logren progresar. Pero esta premisa carece de validez ya que en tal caso, el Estado también debería proveer alimentación, vestido, vivienda, transporte, útiles escolares, tecnología, y cuantas cosas el individuo considere necesarias para progresar. En definitiva, una inmensa cantidad de productos y servicios, por lo que los individuos trabajarían día y noche para mantener a otros, todo administrado y dirigido por un Estado omnímodo, donde quien ocupe los altos cargos tendría poder para hacer cuanto desee.

Así mismo, el negocio del servicio educativo en manos del Estado, como cualquier otro, se torna inviable a mediano y largo plazo, por la sencilla razón que el Estado no ejecuta la función empresarial, es decir, su negocio no se basa en saber cubrir las necesidades del consumidor, sino que el dinero es concebido como ya se mencionó, a través de impuestos o la monopolización de algún sector del mercado. De allí que, los costes y la calidad sean dos características pasadas por alto. Lo que comúnmente hace una empresa de educación privada que percibe una reducción de beneficios es replantear el negocio o cerrarlo, pero el Estado no puede actuar de dicha manera porque si decide cerrar una casa de estudio, miembros de la comunidad –por muy pocos que sean- podrían alegar que se le está quitando el “derecho a la educación”, que los mismos políticos constituyeron, por lo que su reclamo tendría procedencia legal. Lo que quiere decir además, que es una medida sumamente impopular, por lo que las autoridades de turno corren el riesgo de no volver a ser elegidos para ocupar un cargo; por esto es que su respuesta es seguir destinando dinero a un saco sin fondo, dinero que en manos de los individuos podría ser de mayor provecho.

Posteriormente, también se ha replicado que una educación estatal sería el camino para consolidar la tan anhelada entelequia de la “igualdad social”. Temo que aquí se comete un grave error, ya que si algo se ha podido demostrar es que las personas mientras más se ilustran, menos parecidas son sus ideas; con total razón, pues al no existir por naturaleza la homogeneidad del pensamiento, el conocer sobre un tema hace que cada quien le analice desde su particular punto de vista. En cambio, dos personas que no saben de algo no tienen más opción que decir: “no sé.” Por tanto, buscar igualar a los individuos a través de la educación sólo podría derivar en un daño, ya que dicha igualación únicamente sería probable hacia la ignorancia.

En este mismo sentido Murray Rothbard en su ensayo Educación Libre y Obligatoria, escribe:

Como habilidades e intereses son naturalmente diversos, una deriva hacia hacer igual a la gente en todos o la mayoría de los aspectos es necesariamente una nivelación a la baja. Es una deriva contra el desarrollo del talento, el genio, la variedad y el poder de razonar.

Aún a sabiendas de esto, se aplica la idea, y algo todavía más asombroso es darle el carácter de obligatoriedad, es decir que no llanamente se está forzando al individuo a poner dinero para el sostenimiento de la empresa, sino que a su vez se le está obligando a recibir el servicio. Esto representa una soez violación a la libertad individual. Muchos consideran que al no hacerla obligatoria, la mayoría de las personas optarán por no educarse; gran desliz, pues nuevamente la evidencia histórica da al traste con esta opinión, demostrando que por naturaleza evolutiva el ser humano ha descubierto las inigualables ventajas del saber. Como bien lo argumenta Carl Sagan en su obra Cosmos:

La evolución nos ha hecho de modo tal que el hecho de comprender nos da placer porque quien comprende tiene posibilidades mayores de sobrevivir.”

También hay quienes dicen que los padres ya no enviarán a sus hijos a las escuelas, otra bárbara mentira, pues darles educación universitaria no es una obligación de los padres, y aun así, la mayor cantidad de ellos corren con todos o parte de los gastos de este nivel educativo, con la intención de que sus hijos se especialicen en alguna ciencia, especulando que los beneficios futuros que se podrán cosechar sobrepasará los costes asumidos en el presente.

La repercusión de hacer de la educación escolar una obligatoriedad para los niños de cierta edad, es que los padres que no puedan o deseen enviar a sus hijos a las escuelas, deberán enfrentar problemas legales como multas o incluso ir a la cárcel. Por lo que en cierta forma se le estaría dando al Estado derecho de propiedad sobre los menores y la conducta de los padres.

Unos padres podrían no estar mandando a su hijo a la escuela por circunstancias económicas o geográficas. Y si al conocer la historia le representa a alguien un disgusto, la solución es sencilla, con su propio dinero puede ofrecer pagar la matrícula del niño, o correr con los gastos de establecer una escuela en la lejana zona donde este reside. Pero lo que esa persona no tiene el derecho de hacer es obligar a otros a pagar su obra de caridad, que es exactamente lo que hace el Estado.

Otros, tomarían la decisión de no enviar a sus hijos a la escuela porque consideran que pueden ellos mismos cumplir con la función pedagógica. ¿Hay acaso algo malo con ello?

Pero aquí en Venezuela, al igual que en muchos otros países, la intervención en materia educativa va más allá, imponiendo un control sobre las materias y los contenidos temáticos que se deben impartir tanto en las instituciones estatales como en las privadas. Hay quienes pueden argumentar que de esta manera se cuidan los contenidos impartidos, y se pasa por una especie de verificación de los mismos. Pero considero que se comete nuevamente un error al quitarle a los padres la autoridad de decidir lo que se le enseña en la escuela a sus hijos, para conferírsela al Estado. Esto significa inexorablemente que las materias y su contenido a impartir dependerán de la subjetividad de los burócratas de turno.

En un sistema de libre empresa habría diferentes pensum, métodos de enseñanza, sistemas de evaluación, horarios, e incluso quedaría a libertad la exigencia o no de un uniforme. Todo ello se les presentaría a los padres, quienes tras analizar la oferta decidirán dónde inscribir a sus hijos. Y si en un momento determinado en la carrera escolar el padre decide que no le convencen los temas, los métodos de enseñanza, o cualquier otra cosa, entonces tiene la posibilidad de optar por una opción distinta.

Actualmente esto resulta imposible, no hay más opción que recibir la educación que determina el Estado, gustenos o no. Se podría cambiar al niño o joven de institución, pero seguiría viendo las mismas materias que hoy son obligatorias, y dentro de ellas se tratarán los mismos temas. Lo único que podría variar sería el método de enseñanza del docente, y esto hasta cierto punto, pues sigue maniatado por los plazos y el sistema de evaluación.

Cabe considerar que al dar al Estado el poder de dictar las materias y los contenidos, no nos podríamos luego quejar si estos no van acorde a nuestras ideas. Si quienes hoy dirigen el Ministerio de Educación piensan que se debe enseñar una cátedra llamada Socialismo de Siglo del Siglo XXI, para glorificar por medio de la misma las opiniones de Hugo Chávez Frías, está legalmente en toda la potestad de hacerlo. E inversamente, si en algún momento llegasen a ser autoridades quienes consideran que debe existir una cátedra llamada Nuevo Ideal Nacional para así promover las ideas de Marcos Pérez Jiménez, también tendrían el derecho. Por consiguiente, la educación estatal siempre tiende al adoctrinamiento en función de los intereses de las autoridades de turno, sin poderse contar con una alternativa.

Abordando desde otro flanco a las universidades estatales, se suscita la problemática del gasto despreocupado de los siempre escasos recursos en el sostenimiento de carreras con baja demanda puesto que, el mercado laboral para los formados profesionales es muy reducido o inexistente. Pero un político podría perfectamente utilizar la apertura de estas carreras para ganarse adeptos, a fin de cuentas, los costes en los que se incurren no los cancela él.

Es por ello que no era extraño para nosotros encontrar a un licenciado en Artes Visuales egresado de la Universidad de Los Andes, manejando un taxi, pues su profesión no contaba con una demanda real en el mercado. Aun así, él habría estado 5 años – puede que incluso más tiempo – recibiendo todas las ventajas que otorga esa universidad estatal: educación, comedor, transporte, beca, residencia. Sin por ello tener ninguna preocupación, pues en definitiva él no era quien pagaba la factura. Si en caso contrario, la universidad fuese privada, la apertura de las carreras obedecerá a una demanda capaz  de generar beneficios.

Esta es en parte la razón por la cual las universidades estatales manejan costes superiores a las privadas.

Una vez expuesto todo este análisis, dejo claro mi compromiso en defensa de una educación privada y no obligatoria, es decir, una educación realmente libre, donde los individuos puedan optar entre palmares de sistemas educativos y contenidos, siendo este panorama campo propicio para que surjan verdaderos debates donde diferentes ideas se comunican y llevan a reflexionar. Tengamos claro que el respeto a la libertad del individuo empieza por su educación.

¡Piénsenlo![*]


[*] Este articulo fue publicado por primera vez en «La Ventana Rota», y puede acceder al mismo presionando aquí.