El Sector Público Consolidado brasileño tuvo un fuerte superávit fiscal correspondiente al primer mes del año, principalmente impulsado por la recaudación estacional del impuesto de sociedades y contribuciones sociales. Se trata del mejor enero desde que se registra este dato.
De la mano del ministro Paulo Guedes, la administración Bolsonaro comienza a mostrar signos de corrección fiscal y reordenamiento en las cuentas públicas del Estado consolidado.
El Banco Central de Brasil reveló en un reciente informe que se logró un superávit primario de R $ 58 mil millones en el pasado mes de enero. El déficit acumulado de 12 meses bajó hasta el 9,43% del Producto Bruto Interno (PBI).
En términos nominales, la cifra es la más positiva desde el inicio de la serie histórica registrada por el Banco Central, que comienza en 2001. De esta manera, y si bien por cuestiones estacionales todos los meses de enero arrojan datos positivos, este dato muestra una posición más solvente para el Estado brasileño.
Brasil había cerrado el 2020 con un déficit fiscal consolidado en torno al 13,5% del PBI, el último dato correspondiente al cuarto trimestre del año. El dato fiscal de enero parecería indicar el principio de una rápida corrección fiscal.
Guedes se planteó una serie de metas fiscales para reducir el déficit a lo largo de este año. El superávit de enero llega después de casi tres meses de déficits mensuales consecutivos.
El dato conseguido surge de tener en consideración a todas las esferas del sector público de Brasil, es decir, la sumatoria del Estado federal, los gobiernos regionales y las empresas públicas.
El superávit financiero, teniendo en cuenta los gastos por intereses de deuda pública, llegó a los R $ 18 mil millones. El Gobierno central (el sector que es administrado directamente por Guedes y Bolsonaro) alcanzó un superávit de R $ 43 mil millones en enero, mientras que los gobiernos regionales y municipales llegaron a los R $ 14 mil millones.
Incluso las empresas públicas lograron conseguir un superávit operativo en enero, que llegó a los R $ 446 millones. Las privatizaciones, que ya vienen acumulando trayectoria desde el Gobierno de Temer, tuvieron una gran incidencia en el resultado positivo y se eliminaron pérdidas para la sociedad.
A pesar de los datos de enero, se espera que las empresas estatales sigan siendo una carga para los contribuyentes, pero las autoridades prometieron continuar con la agenda de privatizaciones.
Los desequilibrios fiscales del 2020 fueron financiados de forma no inflacionaria, y se recurrió al mercado de crédito internacional aprovechando el clima de exceso de liquidez y los bajos tipos de interés (algo que muchos países de la región consiguieron aprovechar).
De esta forma, la deuda pública de Brasil ascendió a los R $ 6,67 billones en el primer mes de este año, un monto equivalente al 89,7% del PBI. Esto equivale al nivel más elevado desde el 2006, mientras que en el 2020 el ratio había cerrado en el 89,3% de la economía.
Aun así, Brasil no se caracteriza por una alta prima de riesgo dentro de los estándares regionales (por debajo de Ecuador o Argentina) y la consolidación fiscal para este año apunta a garantizar el pago de las obligaciones dispuestas por la pandemia.
La deuda neta del sector público brasileño (teniendo en cuenta los activos que dispone el Estado frente a los pasivos emitidos) alcanzó el 61,6% del PBI con una baja de 1,3 puntos porcentuales en enero.