Por Yrvin Escorihuela.
De nuevo la tiranía venezolana revela que es una cofradía de cobardes, capaces de dispararles a civiles desarmados o peor aun: utilizar elementos parapoliciales con afinidades ideológicas a ella para perpetrar lo que podríamos considerar terrorismo de Estado; sin embargo, llama la atención su reacción respecto al asesinato de un niño de 1 año que iba en brazos de su madre en una embarcación improvisada que zarpó desde el estado Delta Amacuro hasta la isla de Trinidad y Tobago, esto a manos de la guardia costera de ese país. Por el momento es necesario tener en cuenta que Trinidad es un país que fue en algún momento colonia británica, pero luego nos ahondaremos más en ese punto.
En ORDEN siempre hemos tenido la convicción de que un Estado serio no negocia con delincuentes ni con terroristas. Una extensión en la legitimidad y del deber moral de ese Estado es la protección en tales circunstancias en condiciones de alta vulnerabilidad, pero esto es un contrasentido, la institucionalidad venezolana en este instante es prácticamente inexistente, en otras palabras un Estado fallido, lo que es un incentivo claro para las autoridades y los cuerpos armados de Trinidad y Tobago.
Su accionar, va de manera reiterada con violencia directa contra ciudadanos venezolanos, en este último caso con saldo mortal, siendo agravante un niño venezolano de solo un año de edad y su madre herida de gravedad.
Esto no es un incidente que puede correrse como la basura debajo de la alfombra, a punta de palabrería diplomática, diluyendo así la enorme gravedad del caso. Cualquier potencia del presente o de antaño, algún un estado con una institucionalidad sólida, pudiera considerarla un paso previo a un casus belli, bien sea a través de represalias del mismo tenor respecto a funcionarios o ciudadanos del país agresor.
Pero es la gran ironía, la falta de institucionalidad, la falta de estado de derecho y de condiciones mínimas para una vida digna lleva a que sea un caso más de emigración forzada de venezolanos, sin considerar que puede ser un viaje fatal y sin regreso, huyendo del tan tristemente célebre “Socialismo del siglo XXI”, que lo único que lo ha definido en todas sus versiones es el fracaso estrepitoso con millones de muertos y desplazados.
Este incidente hace recordar a miles de cubanos que se lanzaron al mar en los 90’s independientemente enfrentándose en muchos casos a una muerte segura, aunque preferían eso buscando la libertad y huyendo del “paraíso socialista” que tanto cacareaba y se jactaba Fidel Castro. Los venezolanos estamos repitiendo la misma historia.
Retomando el punto respecto a Trinidad y Tobago, que es un país que forma parte de la Commonwealth (Macomunidad) británica y que mantiene lazos culturales con Gran Bretaña, lo que hace presumir que es posible que Trinidad se ampare en ese enlace para arremeter contra venezolanos en alta mar impunemente. Hasta que no se proteste duramente contra el gobierno trinitario en todos los lugares del mundo donde tengan una embajada por este incidente y que se haga presión mediática, tenemos que deslastrarnos del discurso victimista (ese que le encanta a la izquierda para sacar rédito político) y empezar la ofensiva.
Este tipo de delitos que se enmarca claramente como una violación directa a los DDHH, a final de cuentas los venezolanos terminamos entre la espada y la pared: entre el socialismo con su legado de muerte y las balas de alguna república bananera que con una Venezuela en otras condiciones, sería incapaz de hacer lo que hizo la guardia costera trinitaria.
Venezuela quiere ORDEN