Las izquierdas se unen por encima de las fronteras nacionales, conformando de esta manera estructuras supranacionales que llevan décadas imponiendo su corrosiva agenda globalista; estas son:
- La Internacional Socialista (IS), sucesora de la Segunda Internacional (1889), fue refundada en 1923 como Internacional Obrera y Socialista (IOS) y posteriormente reconstituida en 1951, en su forma actual.
- La Conferencia Permanente de Partidos Políticos de América Latina y el Caribe (COPPPAL), fue creada en 1979 por partidos políticos con marcadas tendencias progresistas.
- El Foro de Sao Paulo, fundado por Lula da Silva en 1990, con la intención de reivindicar al socialismo –como si eso fuera posible– tras la caída del Muro de Berlín. Orquestando de esta manera el abyecto «Socialismo del s. XXI».
- El Grupo de Puebla, fundado en 2019, con el objetivo de reorganizar a la izquierda regional tras haber perdido —parcialmente– el control en Brasil.
- La Internacional Progresista, fundada en 2020 y auspiciada por Bernie Sanders y Yanis Varoufakis, líderes socialistas de Estados Unidos y Europa respectivamente.
Todas estas estructuras partidistas internacionales permiten a la izquierda tener una marcada influencia global; se reúnen con frecuencia para acordar sus próximas estrategias en la lucha contra la libertad, el orden y la justicia, y nos someten con su alto poder de impacto. Adicionalmente, impulsan innumerables ONG’s y demás «organizaciones de fachada», como Lenin las denominaba.
Como hemos podido observar en este y otros escritos que he realizado, América está infestada de fuertes y numerosos enemigos: los «supra-partidos» y partidos nacionales de izquierda, las derechas malas, todas estatistas y por lo tanto indispuestas a realizar las reformas que tanto hacen falta, y finalmente, la «fauna liberal/libertaria», pero ya escribiré sobre estos últimos en próximos artículos.
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