El escenario político mundial se muestra poco alentador. El 2020 ha traído con él una serie de eventos que pudiesen hacer pensar que el mundo occidental está en grave peligro. No solo hablamos de una pandemia que nos ha lanzado a un mundo distópico de ciencia ficción al estilo «Twelve Monkeys», sino también el regreso de la Nueva Izquierda al poder.
La nueva izquierda fue la forma en que se denominó a los grupos políticos formados, principalmente, en Hispanoamérica por la Unión Soviética o con influencia de ella, y corresponden a la tercera oleada del terrorismo, como lo describe David Rapoport en The Fourth Waves, o las cuatro oleadas del terrorismo. De esta oleada resultó el régimen de Fidel Castro, el cual se constituyó como un satélite del comunismo en América.
El gran problema que tenemos al frente es que muchas cosas han cambiado desde la década de 1960, cuando se originó aquella oleada. Para entonces, en Venezuela, desde Acción Democrática hasta el PCV, tuvieron relación con ella. Sin embargo, con el distanciamiento visible de Rusia, aquellos grupos se dividieron. Por un lado, se genera una internacional socialista aliada con los Estados Unidos, recordando aquella frase de Rómulo que decía que “…la revolución había que hacerla con los Estados Unidos de América”, y por otro, se fue formando el Foro de Sao Paulo.
Del primero, se generaron una serie de gobiernos socialdemócratas. El segundo sostuvo la práctica de guerrilla, los robos, ataques terroristas, secuestros y asesinatos. El Foro de Sao Paulo, tras el telón, fraguó una serie de eventos que muchos vieron como coincidencias a finales de los 80. Marchas ecologistas en Brasil, Ideología de género en Argentina, Saqueos en Venezuela, indigenismo en Bolivia, grupos armados en casi todo el sur del continente, guerrillas en Colombia, sendero luminoso en Perú; en algunos intentaron tomar el poder por la fuerza, pero ante el fracaso, decidieron avanzar con la vía política.
A finales de los 90, y principios del nuevo milenio, aparecen en la escena política Nestor y Cristina Kichner, Evo Morales, Rafael Correa, Lula Da Silva, José Mujica y el tirano Hugo Chávez, como los principales exponentes del Foro. Todos aliados, no pueden verse como elementos aislados, incluso no debemos olvidar a Bachelet en Chile, que parecía ir de un lado al otro, pero siempre más a la izquierda. Esa alianza se dedicó a quebrar los sistemas democráticos, ya bastante débiles, de las principales Repúblicas del sur.
Con la muerte de Hugo Chávez y el ascenso de Nicolás Maduro, el Foro tembló en su estructura. De ese temblor, luego del 2010 vinieron cambios, apareciendo figuras como Macri, Piñera y Bolsonaro. Más al norte, en los Estados Unidos de América se alza Donald Trump por los republicanos, y un agente extraño en México, Labrador, jugando a las cartas con Dios y con el Diablo.
Parecía que la ola de la izquierda venía en declive, pero al llegar el 2019-2020 la ola se levantó más alto; el foro se había reorganizado para volver. Macri pierde las elecciones frente al elegido por Cristina. En Chile, la izquierda inicia protestas violentas que acabaron con infraestructuras e hicieron arder las calles, dejando a muchas personas sin empleo. Aparece el COVID-19 afectando la economía mundial cuyo origen aún se debate, aunque muchas miradas y gritos se dirigieron a China. En Bolivia, Añez “la breve” dio una alegría de tísico, derroca a Evo para servir unas nuevas elecciones que le dan paso al regreso del Aimara.
En Estados Unidos, el abuso de poder de un policía se transformó en una excusa racial para generar disturbios y preparar el escenario electoral. Todo esto ocurre mientras Maduro ve series en Netflix con Cilia y se burla del sufrimiento de los venezolanos.
Ante la vista del mundo, las elecciones entre Donald Trump y Biden terminan con una serie de denuncias de fraude por parte del líder republicano, con una censura hacia Trump por parte de los medios de comunicación y las rede sociales. Una acción que hace ver la falsa moral de la libertad de expresión que muchos dicen defender.
Cerrando todo, Vizcarra en Perú es destituido por el congreso, para seguir la cadena de acciones con las que iniciamos.
A diferencia de las oleadas del terrorismo, cuya conexión no es visible ya que tenían diferentes orígenes, en este caso, las oleadas de la nueva izquierda han demostrado ser acciones organizadas y mancomunadas. Tienen un objetivo político claro y un accionar evidente. ¿Qué está haciendo Occidente para hacerle frente? Temo que muy poco. Mientras la izquierda está usando todo lo que tiene para alcanzar el poder, los otros juegan a la democracia en tiempos de guerra. La democracia es un sistema que es positivo cuando las instituciones funcionan correctamente, en tiempos de paz. Sin embargo, con tanta agitación, es muy difícil de sostener, ya que el esfuerzo que implica mantener el sistema es tan grande que la efectividad de los problemas inmediatos queda reducida. Estamos en tiempos de guerra, no es una guerra común, es una guerra ideológica. Ya no se trata de la izquierda tradicional sino de una que tiene mil brazos, que se disfraza de cualquier lucha humana como algo noble. Bajo esto, el mundo está cambiando. Esta izquierda de mil formas ahora se conjuga en todas aquellas luchas globalistas que buscan destruir las culturas locales, la familia, la estructura y todo el desarrollo Occidental.
Es necesario resistir hasta que el momento esté en nuestras manos. Vista activa y determinación, para no cometer los errores que otros vienen pisando. Veamos nuestro ejemplo, el de Perú, Bolivia, Argentina y ahora el de Estados Unidos. Porque llegará el momento en que nos toque ser quienes defiendan, ser la última resistencia para dar paso a una era favorable. Debemos reinventarnos y conseguir nuevas formas de gestionar nuestra nación. En estos tiempos se ha demostrado que el extremo autoritario o la democracia ciega, no son fórmulas mágicas, y no están a la altura de las circunstancias.
La tecnología como el Blockchain, la inteligencia artificial, y los avances en informática, están ahí para ser utilizados. Buscar formas de mejorar la gestión pública, la ejecución de la justicia, y la anticipación ante las crisis son tan solo unos pasos. Poder discernir cuando es momento para el debate público y cuando se requiere de la toma de decisiones. Si no avanzamos, los enemigos de Occidente seguirán tomando fuerza, tras cada oleada.
Por German Jiménez