Por Roymer Rivas, coordinador local senior de EsLibertad Venezuela y teórico del Creativismo Filosófico.
En todo tiempo y lugar, el hombre que ha querido alzarse y prevalecer por sobre otros hombres, para someterlos a su voluntad, ha necesitado suprimir la individualidad de cada uno de los sometidos, limitar la expresión libérrima de sus voluntades, para poder dominarlos fácilmente. Con este objetivo, controla el qué y cómo aprenden los sometidos, qué y cómo deben pensar y actuar, y hasta opta por castigar psicológica y físicamente a quienes no se amolden a su cosmovisión.
No obstante, esto no siempre amerita de una violencia física a escala masiva, también puede darse el caso en el que los sometidos, pudiendo elegir ser libres, deciden abandonar su independencia y se aferran más a su yugo. Parafraseando un poco lo que expresó Étienne de la Boétie en su “Discurso de la Servidumbre Voluntaria” (1574), llega un punto en el que la dominación desnaturaliza tanto al hombre, el único verdaderamente nacido para vivir libremente, que le hace perder el recuerdo de su primer ser y el deseo de recuperarlo.
Tal es el caso que se presenta en “Himno” (1938), la novela de Ayn Rand que retrata una sociedad donde el individuo es suprimido a un punto en el que solo es “bueno” y “real” el “nosotros”, lo referente al colectivo, y los miembros de la sociedad siquiera pueden manifestar algún vestigio de gusto o preferencia sin sufrir las consecuencias. Sin embargo, curiosamente, la mayoría de estos no se animan a sublevarse, a pesar de que no alguna fuerza física que los amenace con someterlos en caso de que suceda tal cosa, pues el sistema ha penetrado por completo en sus almas, sus cadenas son mentales y/o espirituales, su servidumbre es voluntaria.
A pesar de ello, la naturaleza libre del ser humano siempre encuentra la forma de salir a flote y termina por imponerse, así sea tan solo en unos pocos que logran sacar fuerzas para nadar contracorriente. En esta novela distópica, nos encontramos con un ejemplo claro de este hecho cuando el protagonista, Igualdad 7-2521, a pesar de considerar que nació con “una maldición” que siempre lo condujo a pensamientos que estaban prohibidos y generaban deseos que estaban mal según la moralidad de su sociedad, no desistió de encontrar las respuestas a las preguntas que le inquietaban[1].
Él mismo expresa: “sabemos que somos malos, más no tenemos la voluntad ni el poder para resistirnos a ello. Éste es nuestro asombro y nuestro temor secreto: que lo sabemos y no oponemos resistencia”[2]. Sus palabras ilustran que, a pesar de las circunstancias, este “nosotros” llamado “Igualdad 7-2521” tenía una voluntad individual, aunque en su momento no lo sabía.
El considerar “una maldición” lo que le pasaba responde a que en su sociedad no había “una transgresión más vil que obrar o pensar solos”[3]; está prohibido estar solos, prohibido pensar, y prohibido actuar sin que se le ordene, como se le ordene y cuando se le ordene[4].
Esto es así porque el pensamiento crítico, el cual siempre parte de la introspección o reflexión netamente individual, y la búsqueda de conocimiento son considerados amenazas para la estabilidad social y el poder del Estado. Al ser los ciudadanos educados en una única verdad, sin que se les permita cuestionar las ideas establecidas ni buscar nuevas formas de pensamiento, se garantiza la estabilidad del régimen totalitario, pues, mantener a la población en la ignorancia permite manipularla y controlarla más fácilmente. He allí la razón por la cual se persigue y castiga a cualquier persona que se atreva a cuestionar las normas establecidas.
En la novela, esto queda retratado cuando Igualdad 7-2521, un hombre que siente una profunda necesidad de conocer y entender el mundo que lo rodea y desde su juventud ha sentido una pasión por la ciencia y la tecnología —lo que considera su “maldición”—, es castigado por su curiosidad, inteligencia y su búsqueda de conocimiento[5], y es obligado a trabajar en un trabajo sin sentido que no le permite desarrollar sus habilidades ni utilizar su mente de manera productiva[6], tanto para él como en beneficio de la sociedad —aunque este no sea su motivador principal—.
Con el tiempo, sus mismas inquietudes intelectuales le llevó a seguir investigando, satisfaciendo su necesidad, y reflexionando sobre el mundo que le rodeaba —aun poniendo en duda lo que él mismo pensaba, pues, su fin era encontrar la verdad, independientemente de si él estaba equivocado o no—. En el proceso, terminó por comprender que todo lo que le habían enseñado como verdad era, en realidad, mentiras con máscaras de certeza, por lo que decide huir al bosque para seguir con sus investigaciones, aunque significara la posibilidad de que no sobreviviera mucho tiempo —o al menos eso creía—.
¿El resultado? Igualdad 7-2521 logró encontrar la palabra prohibida: YO; y junto con ella, pudo reconocerse a sí mismo, encontrar el significado de su vida, ser plenamente feliz. En sus palabras: “Yo soy. Yo pienso. Yo deseo. (…) Esto, mi cuerpo y mi espíritu, es el final de la búsqueda. Yo deseaba saber el significado de las cosas. Yo soy el significado. (…) Porque sé que la felicidad es posible para mí en la tierra. Y mi felicidad no necesita una aspiración más alta para justificarse.”[7]
Ahora bien, ¿Qué podemos aprender de esta obra? La novela nos muestra la importancia del individuo, el pensamiento crítico y la resistencia que debemos poner ante la presión social que busca suprimir nuestro “yo” y condenarnos a la mediocre conformidad de la masa amorfa y moldeable. En la sociedad actual, podemos encontrar fuerzas que buscan restringir la libertad individual y la diversidad de pensamiento, por lo que es necesario tener la valentía de cuestionar las normas y las opiniones establecidas para alcanzar el conocimiento y la verdad.
Sin embargo, es necesario destacar que se requiere una actitud correcta para ir en búsqueda del conocimiento “y” la verdad, es decir, el objetivo no es siempre imponer nuestra cosmovisión del mundo a otros, sino descubrir la verdad, aceptarla tal cual es —incluso si no se apega a lo que pensábamos en un principio—, y defenderla. La duda debe ir acompañada de humildad para reconocer nuestros errores, en caso de ser necesario.
Esta era la actitud de Igualdad 7-2521, él no esperaba tener razón, él solo quería conocer la verdad y aceptarla, sin importar lo que fuese. Una actitud curiosa que constituye una fuerza liberadora para todos los seres humanos que tengan el coraje de tenerla. En la novela, a través de la ciencia y la tecnología Igualdad 7-2521 logra escapar de la opresión y la ignorancia de su sociedad, liberándose a sí mismo; en nuestra sociedad actual, el conocimiento también puede ayudarnos a liberarnos de la ignorancia y la opresión, y podemos usarlo para alcanzar nuestras metas y objetivos.
Solo de esta manera podemos encontrar la felicidad: reconociendo nuestra individualidad, haciéndonos cargos de nosotros mismos y educándonos con actitud curiosa en busca de la verdad para cultivar el pensamiento crítico que nos permitirá defender nuestra libertad, que es la base de todo progreso humano.
Parafraseando al protagonista de la novela, las personas no son herramientas para el uso de otros, no son sirvientes de sus necesidades, mucho menos una pieza de sacrificio para sus altares; lo que sí somos —lo que yo soy, lo que es usted— es un milagro. Su yo es solo suyo. Mi yo es solo mío. Y debemos poseerlo, conservarlo, protegerlo y usarlo en nuestro propio beneficio[8].
Las siguientes palabras con las que decidí terminar este ensayo aplica para todos los humanos: mi YO es “mío para arrodillarme ante él”, yo protejo mi alma, mi pensamiento, mi voluntad, mi libertad, y los frutos que surjan de ellas guiadas por mi razón alimentada con conocimiento veraz[9]. En mi condición, mi mente se rebelará contra todo aquel que se atreva a someterla para amoldarla a su voluntad[*].
[1] Rand, Ayn. (2020). Himno. Publicado por Editorial Deusto. España., pág.24.
[2] Ibíd., pág. 20.
[3] Ibíd., pág. 19.
[4] Como lo ilustra el hecho de que habían alarmas que indicaban cuando dormir y despertar, y cuando ir a los espacios asignados para compartir con otros. Además, estaba prohibido hablar fuera de esos espacios y hasta se había establecido la edad en que debían reproducirse. En palabras de Internacional 4-8818: “todo lo que no está permitido por la ley está prohibido” (ibíd., pág. 29).
[5] En el “Hogar de estudiantes”, al que van desde los 5 años hasta los 15 para estudiar y luego ser enviado a trabajar, es maltratado con latigazos porque el contenido a enseñar era muy fácil para el protagonista y, en consecuencia, resaltaba por sobre otros (ibíd., pág.21-22).
[6] La asignación fue de “barrendero”, cuando pudo ser de mayor provecho en el “Consejo de Eruditos”. El fin de las asignaciones era denigrar a la persona, no explotar su potencial (ibíd., pág. 23-25).
[7] Ibíd., pág. 72, 73.
[8] Ibíd., pág. 73.
[9] Ibídem.
[*] Con este ensayo el autor quedó entre los 7 finalistas del concurso de ensayos del Ayn Rand Center Latin America sobre la novela «Himno», de Ayn Rand, en el año 2023.