Por Víctor Cuadras
Cuando se revisan las estadísticas nicaragüenses en materia de salud —pública y privada—, es claro que el país no tiene la capacidad técnica, económica u operativa para atender las necesidades de los más de 7 millones de habitantes.
Vale también aclarar, porque la verdad siempre por delante, que en los últimos doce años se han hecho inversiones considerables en el sistema; lo cual ha permitido que más personas reciban atención médica (no de forma oportuna y constante, pero por lo menos paliativa).
Nicaragua es un país atrasado en todos los aspectos y en cuanto a los servicios médicos, la industria médica, farmacéutica y biomédica, ni digamos.
Un usuario de Twitter1 mencionó el tema de las «Casas maternas». Sí, existe un proyecto gubernamental en la línea de atención a mujeres embarazadas que, por razones geográficas y económicas, no pueden acceder a los servicios médicos antes, durante y después del parto.
Yo sé de «Casas maternas», centros de salud y deterioradas clínicas municipales en las montañas de Nicaragua. Conozco muchas y, también, a muchos médicos que han servido en ellas. Entiendo los complicados presupuestos asignados, la falta de energía eléctrica, de servicios sanitarios, insumos médicos, medicinas y agua potable. Porque Nicaragua es desigual y corrupta; porque mientras el Ejército Sandinista se echa a la bolsa millones de dólares provenientes del lavado de dinero, el narcotráfico y la corrupción paraestatal, cientos de comunidades campesinas no tienen los servicios más básicos.
Porque mientras el Ejército Sandinista lava dinero a través de su Hospital Militar y esconde fondos en Nueva York y otros paraísos fiscales, el Hospital de Masaya se cae a pedazos.
Esa es Nicaragua, pobre, atrasada y corrupta.
Culpables de la muerte de miles de mujeres, año tras año, por la mala atención médica durante el parto, las complicaciones del puerperio y/o el maldito cáncer que las devora desde la matriz o los ovarios; son los políticos que se sientan en la Asamblea Nacional, los médicos que en hospitales públicos se hacen de la vista gorda ante la enfermedad de la mujer porque no tiene para pagarle una coima, las oenegés que se lucran del dinero de los cooperantes y, por supuesto, quienes se sientan en El Carmen2 para matar, pero no para proteger al ciudadano común y corriente.
Las mujeres nicaragüenses no necesitan que Amnistía Internacional3 o Planned Parenthood les usen para sus nefastas campañas proaborto. Las campesinas, afroamericanas, citadinas, mestizas e indígenas mujeres nicaragüenses aman la vida y a sus hijos, luchan por ellos aún contra la pobreza y la mala vida que deriva de ella. Vengo de esas mujeres, mujeres indígenas y analfabetas que educaron a mi madre, no para abortarme porque era pobre sino para amarme, para educarme y mostrarme la belleza de la vida.
Hablo por mis hermanas, mi madre, mi cuñada y mi sobrina. Hablo por las mujeres que me aman y me han amado; porque tengo derecho a defender sus vidas.
Referencias:
- https://twitter.com/Portega314/status/1511107650330972161
- https://www.laprensani.com/2021/05/16/suplemento/la-prensa-domingo/2824337-diez-cosas-que-no-sabias-sobre-el-carmen-la-fortaleza-de-los-ortega-murillo
- https://twitter.com/AmnistiaOnline/status/1511008324300550147?s=20&t=kA_eBv6O1ptouan97RJSCw
05 de abril de 2022.