El liderazgo perdido: hombres y mujeres en el mercado (parte 1)

Por Anthony Parra, voluntario de EsLibertad Venezuela.

Dentro de la percepción general, cuando pensamos en un líder, ¿en quién pensamos? Entendiendo el término liderazgo de manera cultural, ese tipo de liderazgo que se expone en nuestras vidas mayoritariamente y que se expresa en seguida ya ha sido arrebatado, un liderazgo en el que nuestra visión asume que el hombre es el único capaz de liderar y que no existen las capacidades para que una mujer haga lo mismo, siendo esta carente de la importancia de los méritos.

¿Por qué se considera esto? Porque desde hace muchos siglos el hombre se ha hecho con el poder y eso ha generado una sociedad ventajosa hacia sí mismo, normalmente esto dado por su biología del “más fuerte”, siendo esto un privilegio carente en las mujeres.

Esto manifiesta que no haya igualdad ante la ley, porque se deja de evaluar la dignidad que poseemos y se evalúan las diferencias sexuales como el problema.

Pues bien, se ignora aparentemente que los sexos son diferentes, que cada uno tiene sus ventajas y ese desconocimiento es de donde viene la transformación del liderazgo.

A todo esto, se hace una transformación por las mujeres y que suscita en este siglo en el que las personas de nuestro país y el mundo entero nos empezamos a afianzar en que el alcance de nuestras acciones no necesitan sexo, género, etnia o tonos de piel, y que se presenta como parte de las libertades de cada persona. Un cambio por la libertad que llega a la práctica de liderar como la definimos actualmente.

Un detalle “muy grande” es que al igual que hay fundamentos biológicos en hombres, también los hay en mujeres.

La evolución se encargó de esculpir diferencias en los cerebros de los hombres y mujeres hace millones de años que van desde la arquitectura cerebral, hasta las hormonas de las mujeres y que pueden dar un giro en la práctica de liderar. En este artículo nos enfocaremos en un término definido por Helen Fisher como “Pensamiento WEB”.

Cuando las mujeres reflexionan, recopilan detalles de manera diferente a los hombres, integrando más detalles más rápido en patrones más complejos que el de los hombres, esto les permite ver de manera más amplia soluciones; considerar más acciones, más variables.

El pensamiento WEB se debe a que el cerebro femenino tiene más cables nerviosos que conectan los dos hemisferios, los hombres por su lado son más propensos a centrar su atención en una cosa a la vez, son más lineales por así decirlo.

En ese área, las mujeres ven una amplia gama de soluciones permitiéndoles considerar más aspectos. Dicho esto, las mujeres poseen rasgos esenciales del liderazgo en la actual y futura economía venezolana.

La idea de que son solo los hombres los que poseen esa cualidad de liderazgo, no es un punto para nada acertado porque cada vez se presencian mujeres emprendedoras y el reconocimiento de las cualidades de las mujeres frente al mercado.

El estado puede crear discriminaciones, está capacitado de ello; el mercado no se interesa por eso, el mercado no necesita ni discriminar ni sustentarse en ello.

Entre paréntesis, el psicólogo, Herbert Simon hace énfasis en el aspecto de la ambigüedad que destaca la cualidad de fragmentación, indica que a través de la experiencia se almacenan patrones que acumulan una tolerancia al cambio; y, biológicamente, son las mujeres las que tienen más tendencia a la tolerancia que los hombres —que ejercitan las funciones intuitivas—.

¿Qué sería una decisión gerencial sin la capacidad de conocer situaciones y hacer frente de manera efectiva, productiva a esta de buena manera? Un rasgo esencial de nuestra cambiante economía y que en tendencia desarrollan ellas de mejor manera.

Estos rasgos evolutivos no son exclusivos de las mujeres, pero están con más frecuencia dadas por sus ventajas neuronales y hormonales.

A nivel prehistórico sucedió la adaptación ambiental, el periodo de esculpir diferencias en los hombres y mujeres empezó, y en base a nuestro entorno y necesidades, lo más seguro es que estas cualidades provengan de que las mujeres necesitaban hacer a su vez la crianza de sus crías y que, cualquier aspecto ante la fragilidad de los bebés humanos tuviesen que tomar cada factor en cuenta, hasta el más mínimo detalle.

Ahora hay cuatro palabras que no paran de sonar: flexibilidad mental, poder compartido, la intuición y la ambigüedad, son 4 rasgos en los que a priori, se considera que las mujeres poseen más cualidades biológicas que los hombres.

Esto, al igual que en los hombres, crea sus ventajas. Sin embargo, el dilema sobre si esta gama amplia de hombres y cómo se desata esta en el país es un tema de un siguiente artículo, porque por ahora es el punto de cambio que amplía nuestra visión del futuro que nos depara.

A través de agentes de cambio, cómo pueden ser los demás; —cómo puedes ser tú, lector, o como puedo ser yo sin ir muy lejos— hace que nos encontremos en el ápice de una estructura desfasada y en las puertas de un momento enriquecedor y próspero, en el cual tanto tú como yo, como el resto de personas por fin podrán ser integradas a través de un cambio entre hombres y mujeres.

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(Nota: las ideas expresadas son netamente del autor y no necesariamente representa la posición de ContraPoder 3.0)

La tiranía de los ofendidos

Por Roymer Rivas, Coordinador Local de Estudiantes por la Libertad Venezuela.

Vivimos en una época donde emitir una opinión se ha vuelto peligroso, sin importar si está bien fundamentada, dado que cualquier expresión puede considerarse ofensiva para ciertas personas o ciertos grupos, repercutiendo en censura y persecución para quien emitió su opinión. Y es curioso, porque los ofendidos, quienes posteriormente pasan a ser censuradores y perseguidores, son los mismos que dicen luchar por la igualdad.

Esto responde a un virus dictatorial convertido en movimientos que no toleran el discurso ajeno, no aceptan el derecho que tienen otros de expresar lo que piensan; y mucho menos si es de forma irónica y satírica. Y para muestra un botón, basta revisar las redes sociales para darnos cuenta que existen neo-inquisidores a los que solo les basta ver a alguien hacerse el ofendido o la víctima para arremeter contra el supuesto victimario. Hoy es suficiente con hacerse el ofendido para llamar la atención del mundo con el fin de censurar a quien piensa distinto a mí; y no es mera palabrería ni mímica, es un hecho comprobable de forma empírica, tan solo ver los casos donde personas han perdido cargos, han sido demandados y multados tan solo porque su opinión es un “discurso de odio contra las minorías” o “contra las mujeres u homosexuales”, se ha llegado al absurdo de decir que no es bueno llamar a los supuestos extraterrestres “aliens” porque es despectivo para ellos.

Nos encontramos en un mundo en el que pareciese que la realidad no se impone al sujeto, sino que es el sujeto quien, desde su subjetividad, pretende imponerse a la realidad, donde solo se acepta una verdad oficial y son los ofendidos quienes fijan los parámetros de la verdad y, por consiguiente, enmarcan los pensamientos y acciones del ser humano; es una tiranía que no tiene nada que envidiar a los regímenes totalitarios de la historia del hombre. Tal como pasa en la novela de George Orwell “1984”, hoy hay sistemas de control de lenguaje y pensamiento —o pretenden implementarlo— que buscan limitar las ideas y expresiones de ellas, de cortar vías de comunicación e imponer una sociedad que reconozca la ofensa como una razón irrebatible y un derecho universal que todos estamos obligados a reconocer y reparar y, por tanto, actuar conforme a eso.

Es un absurdo superlativo, pasamos de enaltecer la razón a silenciar la verdad para no ofender a los imbéciles; lo relativo ahora es más importante que lo objetivo; cualquier idea contraria a la mía es una potencial ofensa; mejor es callar y aceptar la estupidez, porque si no lo hago hasta mi integridad puede verse en juego.

Se ha olvidado que la libertad del hombre, que lo define en tanto hombre, se manifiesta también en que este puede expresar lo que piensa aun cuando no le guste o resulte ofensivo para quienes les rodea. Somos seres singulares, no puede haber libertad donde todos son iguales y todo es igual, empero, no habría opciones, ni acciones, ni posibilidades, ni sus consecuencias, positivas o negativas. Allí donde todos piensan lo mismo, no hay libertad. Y es precisamente la defensa de la libertad lo que lleva a proteger a los individuos que difieren de otros, para que puedan expresarse sin miedo, pero también hacerse responsables de lo que dicen.

El hombre ha avanzado en conocimiento precisamente porque todos no compartimos ideas, y en el debate de ellas se puede ver cual se acerca más a la realidad. Sin embargo, esto contrasta con el mundo de hoy, que parece haberse estancado e involucionado en ciertos aspectos, pues, a pesar de que muchos dicen defender la libertad y la igualdad, son los mismos que segregan y atacan a otros; caen en lo mismo que critican; quieren acabar con el racismo hablando sobre “los blancos”; quieren igualdad entre mujeres y hombre priorizando a la mujer por encima del hombre; quieren derechos para los homosexuales arremetiendo contra los heterosexuales y recibiendo privilegios; quieren tolerancia para sus ideas, pero son los primeros en no tolerar a otros; dicen ser objeto de ataques y acosos, sistemática e institucionalmente, pero atacan personas y destruyen instituciones, físicas y abstractas. A estas personas se les hace más efectivo la lucha por el pensamiento libre —definido solo por ellos— cuando la gente deja de pensar.

Los verdaderos patriotas hacen preguntas (parte 2)

Por Omar E. Ramírez. R., coordinador local de Estudiantes por la Libertad Venezuela

Si no leíste la parte uno de este articulo, puedes leerla aquí. Si ya lo hiciste, puedes continuar sin problema alguno. Comienzo:

La separación de poderes; ese concepto tan importante para el correcto funcionamiento de las repúblicas modernas, que sobre todo busca evitar la concentración de poder en una sola persona o un reducido grupo de estas, para así evitar las tiranías despóticas, las dictaduras que son consecuencia obligatoria de la concentración del poder en una sola persona. Un buen ejemplo es el caso Venezuela, en donde los poderes fueron todos dominados y coartados por la cúpula oficialista, en la que los magistrados del poder judicial son puestos a dedo por el ejecutivo, el poder electoral es fiel sirviente de aquel y hoy día no es nada más que un chiste de mal gusto. El cóctel perfecto para una dictadura con más de 400 presos políticos y exiliados, los más altos índices de represión policial, corrupción, retraso de juicios, denuncias por violaciones a los Derechos Humanos e impunidad de la región.

En resumidas palabras, la separación de poderes consiste en la acepción de la existencia de tres poderes distintos; el poder legislativo, quien se encargaría de legislar, es decir, hacer las leyes que imperarán en los asuntos que el estado se arrogue; el poder judicial, encargado de impartir justicia a través del arbitraje y la resolución de conflictos entre ciudadanos a través de la interpretación de las leyes hechas por el legislativo; y el poder ejecutivo, quien se encargaría de ejecutar y hacer cumplir las leyes, así como de la proposición de estas. Este último, junto con el legislativo, deberían ser elegidos por los ciudadanos, a través de elecciones directas (por ejemplo Suiza) o de la escogencia de colegios de representantes quienes luego elegirían al presidente en nombre de los ciudadanos (como el caso de Estados Unidos).

La razón de por qué es importante separar las atribuciones de cada poder, y definir de forma tajante los límites de actuación de cada uno respecto de los otros y del individuo, se puede entender en aquella frase de Lord Acton, que acertadamente dice “El poder corrompe, y el poder absoluto corrompe absolutamente”, es decir, entre más poder tenga una persona o grupo de personas, más se verá tentado a usarlo para dañar a otros, motivo de que si de verdad queremos vivir en libertad, es decir, que nuestra capacidad de decisión sea respetada, se deben poner limitaciones, contrapesos al poder y buscar repartirlo o dispersarlo de forma que ningún individuo tenga más poder que el suficiente para garantizar su sustento y concretar su plan de vida, y que ninguna institución gubernamental más que el necesario para cumplir la función por la que se justifica su existencia.

En las épocas de la historia y lugares del mundo en que esto no funcionaba así, en que todo el poder emanaba de un ente totalmente centralizado, que se arrogaba las funciones de defensa, juez, jurado y verdugo, en que quienes redactaban las leyes serían a su vez los encargados de interpretarla (a su conveniencia) y ejecutarla (a su conveniencia una vez más) hubo poco más que hambre, muerte, miseria generalizada, caos, hambre y crimen a destajo, bien se hable de la Alemania Nazi, donde todos los poderes fueron absorbidos y subordinados a la figura del Führer; la Rusia Soviética donde los poderes dependían del Soviet Supremo; o las antiguas monarquías donde el rey dictaba, ejecutaba e interpretaba leyes bajo la estafa del derecho divino para hacerlo.

Un escoces llamado John Locke estructuró y plasmó un ya antiguo pensamiento que se oponía al gobierno de los reyes, a la monarquía y a la tiranía del hombre sobre el hombre. Al escribir sus Tratados Sobre el Gobierno Civil ponía de manifiesto su oposición a la despótica disposición de los monarcas sobre la vida, la libertad y la propiedad de otros hombres, en sus palabras: 

“ninguno debe dañar a otro en lo que atañe a su vida, salud, libertad y posesiones (…) no puede suponerse que haya entre nosotros una subordinación que nos dé derecho a destruir al prójimo como si este hubiese sido creado para nuestro uso”.

Luego, con esta idea como fundamento, y luego de explicar la manera en que surgen los gobiernos y árbitros para las disputas entre ciudadanos, llega a afirmar que

“De aquí resulta evidente que la monarquía absoluta, considerada por algunos como el único gobierno que puede haber en el mundo, es, ciertamente, incompatible con la sociedad civil, y excluye todo tipo de gobierno civil”. 

Al declarar inmoral al monarca absolutista, propone la separación de poderes, apelando en que en algún momento el hombre, haciendo uso del pensamiento escéptico se dará cuenta de que todos los hombres viven bajo leyes que dictan el comportamiento de los unos para con los otros, pero hay un hombre que vive por encima de esas leyes y que da un trato injusto a los demás, este hombre es el rey, y tan pronto como la sociedad encuentre este hecho como abominable se luchará incluso hasta la muerte por la abolición de tal figura.

Es así, como el pensamiento escéptico de Locke y de otros tantos antes que él, llevó a la conclusión de la ilegitimidad de los monarcas. Pero como consecuencia de esto, a la conducción civil del gobierno, es decir, que todos los hombres serían iguales ante la ley y tomarían parte directa o indirectamente en su creación pues serían ellos quienes habrían de cumplirlas. (Si el lector quiere profundizar en los planteamientos me es obligatorio referir los dos tratados sobre el gobierno civil de John Locke, donde además propone los conceptos de propiedad privada, apropiación original e igualdad ante la ley).

Lo planteado por Locke, y luego profundizado por Montesquieu en “El Espíritu de las Leyes” fue utilizado luego como pilar esencial en la construcción de las Repúblicas Democráticas de Occidente, en la Declaración de Independencia de las trece colonias, de lo que podría llamarse “programa de partido” de los Whig Escoceses y de las Repúblicas Democráticas que en su momento o aún hoy día son baluarte de la democracia y la libertad. 

Pero los conceptos liberales planteados por Locke no se limitan al gobierno civil y la separación de poderes, sino que también fue el primero en conceptualizar de forma sencilla la propiedad privada y de explicar el proceso por el que el hombre se adueña de aquellos que no es de nadie. Propone el concepto de propiedad privada como medio necesario para que el hombre se alimente y conserve su vida;

“El fruto o la carne de venado que alimentan al indio salvaje, (…) tienen que ser suyos; y tan suyos, es decir, tan parte de sí mismo, que ningún otro podrá tener derecho a ellos antes de que su propietario halla derivado de ello algún beneficio que dé sustento a su vida”

Establece que la propiedad privada es parte de uno, al grado que nadie debe sustraerla, y para que alguien más tenga poder sobre ella es necesario que primero le dé algo a cambio, que sea intercambiado o que sea uno quien voluntariamente decida cambiarlo, pues Locke en ningún momento negó la solidaridad, nada más alejado de las intenciones de un convencido cristiano de su calibre.

No solo ello, sino que además explica el proceso de apropiación original, mediante el cual, un hombre se apropia de aquello que no es de nadie, o cómo hubiera dicho de Locke “Le pertenece a todos los hombres en común por bondad del creador”, al decir respecto de en qué momento las manzanas o frutos se hacen de un hombre que “Es claro que si el hecho de recogerlos no los hizo suyos, ninguna otra cosa podría haberlo hecho”. Pues, el trabajo impreso en ello le da su derecho.

Para que Locke y otros pudieran llegar a estas conclusiones, a estos conceptos que hoy son pilar de la sociedad libre, de las repúblicas con estados eficientes y sobre todo de aquellos lugares donde los individuos viven en libertad en la tierra de sus padres, en ese país que dicen y sienten suyo, fue necesario hacer preguntas, pues, los verdaderos patriotas hacen preguntas.

En las siguiente partes estaré reflexionando sobre de qué forma aportó la ciencia y sigue aportando al capitalismo (desde la revolución industrial hasta hoy) como los avances y descubrimientos científicos contribuyen con la libertad al otorgar más medios de desarrollo económico y personal. Además, también hablaré de cómo los avances que mayor beneficio han aportado a la sociedad en su conjunto se han dado en anarquía dentro de la comunidad científica.

Don Juan i: «Los que engañan, los que ganan»

Por Anthony Parra, voluntario en Estuantes por la Libertad Venezuela

Don Juan, en la obra del dramaturgo Molière es un traidor a los contratos; le gusta tener muchos compromisos para matrimonios y no se quiere casar con ninguna realmente. Tampoco las quiere perder, así que las engaña para sostener su propia satisfacción sin límites. De eso se desprende una palabra común conocida como: libertinaje.

Así son las cosas, y es común pensar que esto se relaciona con el liberalismo, porque suena a libertad. Algunos pueden llegar a pensar que ejemplos de lo que es estar en libertad es el estar libre, tener tiempo libre; pero Esas frases tienen una base y es estar libre de restricciones. Ahora bien, ¿No hay restricciones? ¿No hay compromisos externos? ¿Podemos andar como Don Juan y obrar de mala fe en la vida sin tener ninguna responsabilidad con los contratos suscritos? 

No, eso no es liberalismo. Es libertinaje. Pero, ¿Qué es realmente el libertinaje?

Nuestro personaje Don Juan no escatima en lanzarse de arrebatos, promesas y delirios cuando de “amar” se trata, como lo hizo con Doña Elvira, o con Carlota, o con Maturina o como en sencillas palabras de Esganarel, su criado, dice: 

“No le cuesta nada contraer matrimonio: es el lazo con que caza a sus víctimas, y las puede cazar por docenas (…) Y si quisiera decirte los nombres de todas las mujeres con las que se ha casado en diversos lugares, no acabaría”.

Ahora bien, una definición precisa de libertinaje la posee la Real Academia Española, la cual lo define como:. “Desenfreno en las obras o en las palabras”.

A causa de esta definición alguien libertino es aquel que no tiene frenos en sus acciones individuales, incluyendo a los demás como los carriles de su tren y no considerándolos como otros trenes. 

Don Juan es un hombre apasionado y manipulador, a palabras propias de él sentencia que: “No pensemos en las cosas malas que nos puedan acontecer, sino en aquellas que pueden darnos gusto”. Entre esas cosas que le dan gusto se encuentra la conquista romántica con los medios necesarios —con consecuencias, pues, alguien puede salir herido por su sofisma y obrar—. Por ello, efectivamente sí, Don Juan es un libertino.

Se necesita esclarecer un tema entonces, ¿Don Juan es liberal? ¿Qué es entonces ser liberal?

No estaría mal si Don Juan amara y se entregara a muchas parejas a la vez, si por lo que vemos, no las engañara. Pero elige esta vía, y mientras ellas se suscriben a su contrato de buena fe, él pasa por encima de los términos. Siguiendo la metáfora antes dicha de trenes y carriles, se puede llegar a la conclusión que ser liberal es el reconocimiento obligatorio de los denominados “carriles” como trenes, como Don Juan se visualiza de esa forma ante otros.

El liberal se preocupa por su siguiente, y ese siguiente frente a otros siguientes. Y ese orden de uno y de otro, dicotómicos por ser diferentes, equivocados o razonables por ser humanos; esa condición humana nos invita y limita a que no utilicemos la violencia, la fuerza coactiva para conseguir antojos, utilizando reglas, leyes y normas para una convivencia pacífica que pueda integrar distintas formas de pensar y actuar con algo en común que están limitados de agredir al otro.

A saber, comprometemos una parte de nuestra libertad para poder crear aparatos que permitan que la mano propia no tome las decisiones, dejamos el epicentro de la agresividad para delegar la coacción, funcionar en legalidad. Don Juan no sigue nada de comprometer sus libertades porque como recordaremos del fragmento pasado no piensa en lo malo que puede suceder; no está dispuesto a condicionar su libertad. Ser liberal es saber que tu libertad está comprometida con la coexistencia y la interacción con otra persona para que pueda realizar sus fines vitales hasta un punto necesario que nos permita desempeñar nuestra individualidad y alcanzar nuestros fines también.

La vida de un Don Juan en el mundo moderno 

Aunque en tiempos de Don Juan donde no se vivía con las reglas suficientes para proteger a los ciudadanos, los gobernantes solo protegían la preservación del poder empobreciendo a la sociedad civil y que se vivía con una mentalidad de suma a cero era asumido como normal ver como hombres a caballo mataban por honor, en un mundo moderno como en el que vivimos que conocemos la ganancia mutua, las libertades individuales y la interdependencia —aunque a veces se olvida y volvemos a las mismas conductas erráticas— de uno con el otro vivir como Don Juan por mucho tiempo es una vida casi que imposible. 

En la liberalidad, estamos condenados. Estamos condenados a tener deseos que no tendremos, porque no somos los únicos seres conscientes y estamos condenados por lo tanto a tomar decisiones constantemente, si no lo hacemos estamos en peligro. Es por eso que la libertad siempre ha incluido el hacer cosas que no violenten a los demás, como el engaño. 

Así como los otros se perjudican, uno mismo se hace daño. Verbigracia Napoleón, que perdió en las guerras napoleónicas debido a que muchos no confiaban en depositar su dinero en sus campañas por su fama de incumplir el pago de sus obligaciones, a las personas se les hace difícil confiar en alguien que simplemente no posee responsabilidad, acarrea consecuencias.

La historia de Don Juan y de si es liberal o no ha llegado hasta acá. Otra historia sigue, y es la defensa de aquellas personas con buena voluntad que se ven amenazadas por el engaño y la perfidia de más como él; personas con barreras totales con la existencia pacífica. La libertad siempre está siendo acechada porque la batalla se gana y vuelve, siempre vuelve. Nuestro mundo no es perfecto. 

La libertad se defiende y se garantizan las libertades individuales de las personas de aquellos que buscan arrebatarle. De ahí la misión de todo liberal, contener e incentivar a hacer un mundo mejor con más personas y menos libertinos, sin sacar de nuestra memoria que libertinos hubieron, libertinos habían, y libertinos seguirán habiendo.

Para desgracia de todos, Chávez Vive

Por Omar E. Ramírez R., coordinador local de Estudiantes por la Libertad Venezuela

El 4 de febrero de 1992 un grupo de soldados del batallón de paracaidistas y otras unidades del ejército se sublevaron contra el gobierno bajo las órdenes del Teniente Coronel Hugo Rafael Chávez Frías. Ese día, era el inicio de una tragedia advertida para Venezuela, era el inicio del ciclo de consumación de los objetivos personales y nunca confesados de quienes dirigían el sistema bipartidista imperante en la república, el inicio del paso final de todo proceso socio político y económico basado en el clientelismo y paternalismo social, personalismo y caudillismo político y el extractivismo e intervencionismo económico; era el inicio de lo inevitable en un país como Venezuela, esto un sistema donde el individuo es un mero instrumento para el fin de un grupo de individuos que se arroga el título de pueblo, en donde las leyes tipifican el delito de pensar distinto, en donde el hambre, la miseria y la precariedad son la trinidad omnipresente en la vida de los Venezolanos. Ese 4 de Febrero era el inicio de la hecatombe.

Sin embargo, en el presente artículo no pretendo realizar un análisis exhaustivo de los antecedentes históricos, ni explicar a profundidad las condiciones que propiciaron el ascenso de Chávez al poder, menos la proposición de soluciones a cada problema en cada área destruida por el Chavismo —es algo que quedaré debiendo al lector—, el fin es servir de relato sobre nuestra tragedia y como medio de desahogo a esta mente ávida de libertad y que sueña con un futuro libre, con décadas en que los John Galt y las Dagny Taggart de mi país tengan el camino libre y con sus dedos tracen en el espacio el signo del dólar,  décadas distintas a las de 1984 advertidas por Orwell y que los venezolanos viven —bueno, más bien sufren en el nuevo milenio—.

Hugo Chávez venía pensando una llegada violenta al poder desde muy joven, desde sus días como cadete en la Escuela Militar, luego, como oficial superior organizó acciones junto a otros que como él estaban totalmente seducidos por la hazaña golpista de Castro en Cuba y como este, eran movidos por el más radical ideal marxista. Todas esas reuniones rápidas y a voz baja en los pasillos de los batallones militar, todos estos mensajes enviados en secreto, dieron forma y cuerpo al movimiento bolivariano revolucionario 200 con el juramento bajo el Samán de Gúere en 1982, el mismo que llevaría a cabo las acciones golpistas empezadas en horas de la madrugada del 4 de febrero de 1992, en la que el descontento de muchos soldados que veían la situación económica en estaba sumiendo a su país —a pesar de que para muchos analistas no había una crisis política y las medidas implementadas por Carlos Andrés Pérez estaban sanando la economía nacional— fue utilizado como catalizador del apoyo que estos de forma ingenua dieron a Chávez sin saber que este terminaría hundiendo aún más a Venezuela.

En horas de la madrugada, tropas del MBR-200 atacaron puntos estratégicos en Aragua, Maracaibo, Caracas y otras ciudades, a la vez que algunos comandados por Chávez desde el cuartel de la montaña intentaban tomar el palacio de Miraflores y la residencia presidencial. Luego de una rápida acción por parte de la escolta civil del presidente y de los organismos de seguridad aún fieles a la constitución como la DISIP y la Policía Metropolitana fueron derrotados y capturados los soldados golpistas en el distrito capital.

Arrestados estos líderes Chávez fue llevado a prisión no sin que antes se le permitiera salir en televisión nacional para instar a sus compañeros en Aragua y Valencia que se mantenían en lucha a rendirse y elevar un discurso al país, discurso que lo haría famoso especialmente entre la clase media trabajadora y clase baja que se disgustaron con Pérez dada sus medidas de liberalización de precios y recorte de gasto público.

Cabe resaltar, que estas medidas aplicadas por Pérez bajo la orientación del Fondo Monetario Internacional buscaban reparar la crisis en que entró la economía Venezolana luego de que los precios del petróleo bajaran durante los gobiernos de Lusinchi y Herrera Campis, pues, dado que consistía en regalías financiadas por el extractivismo político del bipartidismo a la industria petrolera  y que los anteriormente mencionados presidentes no fueran capaces de diversificar la economía, estas medidas consistían sobre todo en reducir las regalías y gasto público que era financiado a través del rentismo petrolero, razón de que el venezolano acostumbrado al paternalismo estatal por culpa del bipartidismo viera con rechazo al presidente Carlos Andrés Pérez, que sumado al caudillismo que reinaba en el pensamiento de muchos venezolanos, estos encontrasen en la figura de este militar golpista a un mesías y lo eligieran poniendo fin al sistema de partidos de la cuarta república, es decir, el bipartidismo fue víctima de sí mismo, era un sistema destinado a fracasar.

Durante el gobierno de Rafael Caldera, quien estando en el parlamento ya había luchado por desestimar la causa de magnicidio con que acusaba Carlos Andrés Pérez a Chávez, buscando el apoyo de movimientos de izquierda para mantenerse en el poder, Chávez es sobreseído y liberado de prisión, permitiéndole participar en política y ocupar cargos públicos. Oportunidad que Chávez no dejó pasar y se postuló para las elecciones presidenciales de 1998, en las que, con el 56.20% de los votos fue elegido luego de una campaña donde prometía el cambio que Venezuela necesitaba y un cambio de constitución.

En su discurso prometía remover el zapato de cuero posado en las espaldas de los venezolanos y  la charola de lata en la que estos recogían los muslos y el filete que los políticos de entonces arrojaban luego de comerse una gallina entera y buey, y lo que terminó haciendo fue cambiar los zapatos por una bota militar que ahora oprime con todo el peso de un grosero aparato estatal asfixiando al venezolano, pretendiendo que este recoja los pellejos y huesos si lame la otra bota, y que aplasta sin piedad alguna a los que se niegan a vivir bajo la opresión.    

Hoy día, escuchar las palabras de muchas personas que están totalmente arrepentidas de haber apoyado a Chávez, te hace recordar las palabras de personas que han superado su adicción a las drogas quienes narran los inimaginables sufrimientos que pasaron por culpa de una u otra sustancia, quienes cuentan con tristeza, rabia, indignación y resignación los años que perdieron entregando sus vidas a dicha sustancia; es, sin duda, como  leer las líneas de la novela “Los Que Vivimos” de Ayn Rand en las que Timoshenko justifica su alcoholismo a Andrei Taganov:

“Una vez hicimos una revolución. Decíamos que estábamos cansados de barrigas vacías, del sudor y de los piojos, y por lo tanto destripamos, degollamos y vertimos sangre, sangre nuestra y sangre de ellos, para lavar un camino que nos llevase hacia la Libertad. Y ahora, ¡mira a tú alrededor, camarada Taganov, miembro del partido desde 1915! ¿Ves dónde viven los hombres, unos hombres que son hermanos nuestros? ¿Viste alguna vez a una mujer caer por la calle y vomitar sangre sobre los adoquines y morir de hambre? ¡Yo, sí!”

Para desgracia de muchos, Chávez vino a instaurar un sistema con tinte totalitario que busca suprimir al individuo y la propiedad privada, en consecuencia, buscar erradicar la libertad de los venezolanos. Atravesamos la hiperinflación más alta de la historia humana, tenemos el mayor número de migrantes por crisis humanitaria, los índices más altos de violencia, corrupción e impunidad, tenemos los salarios y poder adquisitivo más bajos de Latino América, y esto solo por mencionar algunos de los problemas.

La destrucción del aparato productivo, del poder adquisitivo y de la moneda se la debemos a sus erradas —y totalmente intencionadas— políticas económicas, monetarias y fiscales. La crisis política, a su afán totalitario de concentrar el poder usando como excusa el bienestar del pueblo —pueblo que era él quien definía a su gusto y en el que no había lugar a disidentes ni críticos—, y la crisis social a su pisada fuerte al acelerador del sistema clientelista y paternalista heredado en la cuarta, me es imposible no cerrar el artículo con aquellas palabras que recuerdan nuestra desgracia y sus verdaderos culpables, citando a José Alberto León:

“Chávez vive en los hospitales que carecen de medicinas e insumos; Chávez vive en cada uno de los jóvenes que se ven en la necesidad de postergar sus sueños y salir del país; vive en los atiborrados refrigeradores de las morgues, Chávez vive en las mentes ávidas de libertad, y taciturnas en el transcurrir de los días aciagos sin ella; Chávez vive en las madres que tienen que dar sepultura a sus hijos víctimas de la violencia. Chávez vive entre los abuelos, que sufren su vejez en medio de carencias de todo tipo. Chávez vive en los estudiantes hastiados, en los educadores y profesionales hartos de ser doblegados y humillados; vive en cada crítico vilipendiado y cada disidente secuestrado. Chávez vive en cada medio de comunicación clausurado producto de la acérrima censura. Chávez no murió, no. Chávez vive.”

Ellos creen saber qué pasa con la inflación, pero su ignorancia es absoluta (parte 1)

Por Roymer Rivas, Coordinador Local de Estudiantes por la Libertad Venezuela.

Vivimos en la era de la información; todo el conocimiento del mundo se encuentra contenido en el dispositivo que las personas tienen frente a sus ojos. No obstante, esta misma época se ha prestado para que todos puedan difundir públicamente opiniones desinformadas, abundando supuestos expertos que no se guardan sus comentarios sobre todo lo que sucede, vendiéndolos como grandes verdades —¿Es tan difícil callarse?—.

Esto me hace recordar la frase del filósofo austriaco Ludwig Wittgenstein: “De lo que no se puede hablar es mejor callar” —aunque el significado de la frase es más transcendental, pues, para el filósofo esto no significa que hay que olvidar “lo que es mejor callar”; al contrario, es apreciarlas más profundamente en una experiencia anterior y posterior al lenguaje—. En otras palabras, al carecer de los medios y las capacidades para expresar algo, es mejor no expresarlo; después de todo, el silencio también transmite mensajes.

Este principio fácil de entender no necesita de ningún estudio para aplicarlo en nuestro día a día, pero los supuestos expertos les encanta hacer alarde de su imbecilidad y se pasan esto por la abertura del tracto digestivo donde expulsan parte de si —heces—. Venezuela no escapa de esta realidad. Y, en vista de ello, me veo en la obligación moral de romper mi silencio; responderé al artículo titulado “Estamos enfocando mal el problema del bolívar y la inflación”, publicado por Juan Carlos Valdez, “experto en economía política”, en Aporrea. Pido perdón de ante mano por las informalidades, pero este escenario lo requiere. Inicio.

En el articulo comienza diciendo que el lenguaje es la manera comprender el entorno, expresar lo que percibimos y actuar conforme a ello; lo cual sirve de fundamento para expresar después que los enemigos del socialismo se han valido del lenguaje para esparcir mentiras sobre la inflación. No obstante, lo curioso y divertido es que hace uso del mismo juego del lenguaje que critica para expresar su mensaje; en concreto dice que “no es igual decir: ‘el bolívar pierde valor’, que decir: ‘las cosas suben de precio’”, un sinsentido total.

Cuando se dice que “el bolívar pierde valor” es en función de la utilidad de la moneda para adquirir cierta cantidad de bienes y/o servicios en el mercado, por tanto, decir que “el bolívar pierde valor” es lo mismo a decir “las cosas suben de precio”, dado que es precisamente los precios lo que determina la utilidad de cierta cantidad de unidades monetarias para adquirir un bien o servicio. Lo extremadamente divertido es que un párrafo después reconoce que “ambas expresiones suponen la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores”; no se da cuenta que ambas expresiones suponen eso porque son exactamente lo mismo; el sistema de precios —originado por la demanda y oferta de absolutamente todo en el mercado— y la cantidad de moneda de una economía se retroalimentan entre sí, en un escenario donde existe moneda, ambas deben su utilidad o valor en función del otro.

En palabras simples, cuando una moneda pierde valor, el resultado es que los precios son más altos y, en consecuencia, se necesitan más unidades monetarias para adquirir un producto o, si se quiere, con la misma cantidad de unidades monetarias cada vez se obtienen menos bienes. Si partimos de la segunda expresión, entonces, cuando “las cosas suben de precio” la moneda está perdiendo valor, porque cada vez se necesitan más unidades monetarias para adquirir un bien. Es exactamente lo mismo, no puedes separar una cosa de la otra; no existe tal cosa como un “las cosas suben de precio, pero la moneda conserva su valor real” —mantiene el nominal, pero no el real—.

Ahora bien, J. C. Valdez se empeña en hacer la absurda distinción para explicar que la expresión: “el bolívar pierde valor”, conduce a un callejón sin salida a la hora de solucionar el problema de la subida de los precios porque se centran en “darle valor al bolívar, respaldándolo con algo cuyo valor sea más estable o reduciendo la cantidad de bolívares circulantes para hacerlo más caro” o cualquier medida de carácter monetario, lo que lleva a centrar la mirada en el gobierno. No conforme con esto, pasa a sostener que decir que “la inflación es siempre un fenómeno monetario ha sido siempre, una trampa ideológica, en la que hemos caído todos”.

Para esto se vale de un ejemplo que sostene la vértebra del artículo: “¿Acaso un billete de 100 deja de servir para comprar algo cuyo precio es 100, aún en momentos de inflación? Un billete de 100, siempre servirá para comprar algo cuyo precio sea 100. Entonces es obvio que el dinero no pierde valor, lo que ocurre es que las cosas suben de precio y como los precios no tienen vida propia, significa que alguien los subió. Al darnos cuenta de esto tan obvio – aunque nos sintamos como el Rey desnudo – nos vemos obligados a dirigir la mirada hacia los precios y no hacia la moneda”. Y es aquí donde entra nuevamente el juego del lenguaje que criticó al principio; decir que “un billete de 100, siempre servirá para comprar algo cuyo precio sea 100” no es lo mismo a decir que “un billete de 100 siempre servirá para comprar un bien que varíe de precio en el tiempo y, por tanto, no siempre costará 100”; a modo de ejemplo, con el billete de 100 se pueden comprar hoy 10kg de tomates, pero si los tomates suben de precio en 100%, con el mismo billete de 100 se comprarán 5Kg —que es lo mismo a decir que el valor de la moneda cayó 100% con respecto a los tomates—.

Su respuesta a esto es que “los precios no tienen vida propia y no suben solos”, pero es aquí donde estriba su fatal error y la muestra de que no comprende en lo más mínimo de lo que está hablando. Si las cosas suben de precio, es porque la moneda pierde valor; lo cual es lo mismo a decir que si la moneda pierde valor, las cosas suben de precio —o se mantienen en el tiempo cuando la tendencia debería ser a bajar de precio, pero eso es otra historia en la que no entraré y no cambia la esencia de este escrito—. Aquí la verdadera pregunta es: ¿Por qué las cosas están subiendo de precio? Y hacerla no es fijar la mirada “en los precios”, es que toda pregunta sensata hecha sobre el fenómeno de la inflación de precios apunta hacia el mismo punto: la moneda. Pero para responder esta pregunta debo comprender qué es el sistema de precios y cuál es su mecanismo.

Esta es precisamente la pregunta que responderé en el siguiente artículo, en el marco de dejar en evidencia las demás estupideces cósmicas con las que prosigue J. C. Valdez —una clase de teoría monetaria no le caería mal, hasta mi hermano de 14 años es erudito en la materia comparado con él—.

Continuará…

Los verdaderos patriotas hacemos preguntas (parte 1)

La investigación científica es un pilar importante para la sociedad de hoy, por el hecho de lo mucho que ha simplificado nuestras vidas, facilitado nuestras tareas, estudios y trabajos, contribuido con los procesos de producción, distribución e intercambio de mercancías, aumentado nuestra esperanza de vida gracias a las vacunas, antibióticos, desarrollo de la ciencia médica, analgésicos, y hasta en los mecanismos y formas de entretenimiento de la que gozamos hoy día; pues la televisión, el internet, los videojuegos, no serían posibles sin conocimientos y avances en el campo de la física, la electrónica, la matemática y la informática.

Precisamente esta última —cuyo nombre es la unión de las palabras “información automática”— supone una total diferencia entre el estilo de vida de un adulto hoy, en el año 2023, a uno en la década de los 2000 y el 2010, pues gracias a la investigación y el desarrollo científico la tecnología avanza de forma exponencial año con año; y a pesar de que no existe ni ha existido un solo individuo, que cuente con todos y cada uno de los conocimientos necesarios  para y referente a los avances científicos —tanto médicos, como matemáticos, tecnológicos, físicos, biológicos, etc— ni las tecnologías que hoy constituyen parte importante, en algunos casos hasta esencial e imprescindible de nuestras vidas, todos nos beneficiamos de ello. Como hubiese dicho F.A. Hayek “La civilización descansa sobre el hecho de que todos nos beneficiamos de un conocimiento que no poseemos”.

Hasta el fanático religioso que se niega aceptar la vacunación y  los trabajos de epidemiología, se ve totalmente beneficiados de la inmunidad de rebaño de enfermedades como la malaria, la polio o la gripe, o el adolescente que ve las matemáticas como un mecanismo de tortura de sus profesores y la ciencia como un estorbo en su vida, se beneficia de ellas gracias al desarrollo de software de computadores y dispositivos móviles. Como hubiese dicho Carl Sagan “vivimos en una sociedad profundamente dependiente de la ciencia y la tecnología y en la que nadie sabe de estos temas”.

Pero todos estos avances no se pudiesen dar sin las preguntas “¿Porque? ¿Cómo?”, preguntas que surgen en la mente del ser humano al observar distintos fenómenos; en los primeros tiempos de la humanidad la solución más frecuente era responsabilizar a un ente sobrenatural de cualquier fenómeno, así surgió la mitología, se intentaba dar respuesta a cuestiones como el origen del universo y del hombre, los fenómenos naturales, la reproducción, la cosecha, la noche, el día y las enfermedades con escasos mecanismos lógicos. Pero estas respuestas, más tarde que temprano, se volvieron insuficientes, vacías, no explicaban mucho y dejaron de ser consideradas respuestas, y a través del pensamiento crítico y el escepticismo comenzaron a plantearse hipótesis respecto a la causalidad de dichos fenómenos y a través de un procesos sistemático intentar encontrar la falsedad o validez de estas hipótesis, nacía la investigación científica, que me atrevo a decir es producto característico de la naturaleza humana.

Gracias al pensamiento escéptico, al cuestionamiento y la duda de las “verdades” establecidas la humanidad avanzó en el desecho de mitos y costumbres irracionales que causaban más mal que bien; la investigación científica nos ayudó a descubrir que llueve por causa del ciclo del agua, no por causa de la furia de Zeus, nos enseñó que el sol sale y se oculta por el movimiento de rotación de la tierra, no por el sacrificio y extracción del corazón de un prisionero de guerra de los aztecas, nos enseñó que los eclipses son un evento astronómico consecuencia de la interposición de la tierra entre el sol y la luna, no una señal del fin del mundo; pues, como dijo Socrates “La ciencia humana consiste más en destruir errores que en descubrir verdades”.

Este mismo pensamiento escéptico y crítico, nos llevó a cuestionar la autoridad divina de los reyes, nos llevó a progresar en el nacimiento y posterior desarrollo de la ciencia económica; durante el proceso conocido como la ilustración Adam Smith, David Hume y Adam Ferguson hicieron sus contribuciones al nacimiento de la teoría económica, Locke cuestionó la autoridad divina y propuso la conducción civil del gobierno; la luz de la ciencia iluminaba cada vez más personas y les enseñaba que ningún hombre era superior a otro, y que no había más razón que la maldad de unos pocos para el sometimiento de muchos.

Si hay una nación sobre la tierra que haya nacido bajo la luz de la ciencia y la libertad, fue Estados Unidos, que si bien lastimosamente hayan traicionado en reiteradas ocasiones las palabras en su declaración de independencia; este documento representó un as de luz en un mundo de oscuridad. Benjamin Franklyn, uno de los padres fundadores de esa nación y redactor de esta declaración era un reconocido científico, inventor del pararrayos y la estufa franklyn, con trabajos importantes en el campo de la física, su conocimiento lo llevó a escribir antes de  su muerte, y en referencia a Richard Rumbold que gracias al avance de la ciencia y su luz, el mundo estaba comprendiendo que ni los pueblos nacen con una silla de montar, ni unos pocos con las botas para montarlos.

Para Thomas Jefferson, américa necesitaba de escritores, filósofos y científicos para su conformación, no es de extrañar teniendo en cuenta su maduración liberal y la influencia de la ilustración sobre él; había leído a John Locke, quien fue un importante empirista cuyos aportes a la ciencia de la proposición de un proceso lógico basado en la experimentación y la experiencia se reconocen hoy día, este cuestionó el derecho divino de los reyes a gobernar bajo el uso y amenaza de  la fuerza, propuso la conducción civil del gobierno, donde quien cumplían las leyes serían a su vez quienes las elaboraron, propuso el concepto de apropiación original y de propiedad privada; algo sin duda definitivo para la elaboración de la filosofía política liberal.

Sin duda alguna, el conocimiento científico, el avance de este y el progreso hacía la lapidación de mitos y “verdades” absolutas impuestas por el misticismo han contribuido en sobremanera al desarrollo de las repúblicas liberales de occidente. Quienes se vanaglorian de decir ser patriotas, quienes de forma recurrente apelan a la patria para la justificación de la inmolación de unos pocos, quienes en un intento carente de conocimiento científico pretenden “devolverle la grandeza a su nación” o como les gusta llamarla para darle una connotación hasta mística, “su patria” a través de la imposición de una religión o sistema de creencias mediante el estado, quienes aplaudieron a regímenes de corte totalitario como el Venezolano cada vez que cercenaba la propiedad privada, quienes aún hoy claman la existencia de una policía de la moral para evitar la pérdida de los valores tradicionales, deberían detener de vez en cuando a preguntarse cuáles son las consecuencias finales sobre el individuo y el conjunto de éstos, debería preguntarse si realmente si va a funcionar, detenerse a estudiar que ocurrió la última vez esto se aplicó, y terminarán dándose cuenta que cada vez que la libertad fue suprimida en mayor o menor medida bajo el impulso misticismo de imponerse a los demás, en los países y épocas donde se aplicó, no se llegó a nada más que hambre, miseria, y crimen a destajo.

Quien realmente quiere evitar calamidades para la tierra de sus padres, hace preguntas a sus líderes, sobre sus planes, sobre sus intenciones, sobre los riesgos, hace preguntas a la religión sobre la veracidad de su código de valores, sobre el fundamento real de sus afirmaciones sobre el bien y el mal, pues solo así, solo si se le niega a los líderes políticos o religiosos la realización de sus pretensiones, aquellas sobre las que detestan que les hagan preguntas, conseguiremos un lugar donde todos y cada uno de los individuos puedan desarrollar sus proyectos vitales sin la coacción del estado o la culpabilización del placer de la religión, sólo así, se consigue de verdad una nación libre y próspera, como hubiera dicho Carl Sagan, en el título del último capítulo de “El Mundo y sus Demonios”, y como iré mostrando en la próxima parte, luego de explicar cómo el pensamiento escéptico dió lugar a la separación de poderes, la revolución industrial y al capitalismo, el porqué la ciencia y la tecnología contribuyen con la realización del individuo y la economía, LOS VERDADEROS PATRIOTAS, HACEN PREGUNTAS.

Por Omar E. Ramirez R., Coordinador Local de Estudiantes por la Libertad Venezuela.

De dictaduras y externalidades

El gobernante que por un lado defiende los intereses de un conjunto de ciudadanos se considera así mismo portavoz de todos ellos. La política es la historia de la megalomanía y es probable que empiece de ese hecho en particular; la presunción de ser el proceso necesario para alcanzar el bienestar de los ciudadanos, se considera así mismo esa pieza del rompecabezas faltante y eso en sí mismo le otorga un valor gratificante. Él es el elegido, nadie puede decirle lo contrario.

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Por ellos

Por Henry Nadales

Siempre me han traído sin cuidado las tradiciones de Año Nuevo en general, y me importan tres cuartas partes de lo mismo cualquier tipo de superstición en particular. Sin embargo, este 31 de diciembre, cuando queden pocos minutos para que se acabe el año, cuando el reloj tenga las dos manecillas apuntando hacia arriba, voy a brindar ―si es que tengo con qué hacerlo― por ellos. Esos que no tienen nombre y pueden ser cualquiera, los que son de todas partes, pero no pertenecen a lado alguno.

Cuando el minutero siga corriendo, voy a cerrar los ojos y pensaré en ella, que seguramente está trabajando en una cadena de hamburguesas o preparando un helado, con el nombre Raquel marcado en el pecho. Voy a acercar el trago y también recordaré a Carlos, que se fue caminando durante 15 días, con los pies reventados y la camisa roída, atravesando un sol del infierno con un dolor insoportable en las piernas, por las selvas de Panamá y el desierto mexicano. Migrantes a los que la madrugada les da una bofetada en el rostro cada día, que vienen desde su tierra, desde lejos, a cazar las oportunidades de que ―con su propio esfuerzo― puedan tener una vida que valga la pena vivir. Ese personaje que solo habla con la pantalla, con una sonrisa en los labios, mientras su sobrino o su esposa abren desde casa los regalos que les mandó. Y después de ese brindis, yo sonreiré con ellos.

Por otro lado, me importarán un carajo los que salen incendiados en el auto, borrachos a más no poder por estas fechas, llevándose con el tren delantero a los que, como Raquel y Carlos, se fueron ganando pedazo a pedazo este perro mundo.  Ni siquiera voy a arquear la ceja por la chismosa del barrio que, en la mesa de un restaurante, critica a los que se fueron a perseguir sus sueños, mientras ella escupe el cuento de la humillación, la locura, la juventud, y la falta de no sé qué cosas. Les dedicaré un largo y respectivo gesto fálico con mis manos a los fulanos que califican de estúpido el esfuerzo del muchacho que ya no está en el vecindario, sino a miles de kilómetros, ordenando cajas, limpiando patios, o apilando bloques para llevar a su casa el pan y ofrecerle a su hijo una mejor educación.

Voy a enviarle mis ánimos a esos jóvenes y no tan jóvenes que tuvieron que nacer de nuevo, aprendiendo otra cultura, un nuevo idioma, y hasta el cómo funciona un calentador. Mis oraciones serán para los hermanos que trabajan y luchan ―o que al menos lo intentan― con su alma cada día; esos que ya tuvieron hijos en su patria y que, de no ser por el sacrificio que hacen, sólo podrían heredar la ignorancia y el hambre. Mi aliento lo compartiré con los que se despidieron de sus seres queridos, saboreando la certeza maldita de que quizá no los volverían a ver jamás; con los cientos de miles de rostros exiliados, estafados y engañados por una clase política que los amarró al populismo.

Reivindicaré los logros del muchacho que desde el aula de clases habla con sus amigos de los sueños de libertad. También el coraje de la muchacha que no pudo seguir haciéndolo, porque unos criminales uniformados le dijeron que, si seguía en el mismo camino, iba terminar en prisión. Seguramente, el trago tendrá un toque amargo por el recuerdo del vecino que ya no está jugando fútbol en la cancha, desde el terrible martes 16 en que lo mataron por el único motivo de querer vivir en paz.

El brindis será para los sin nombre, aquellos que decidieron con sus ovarios y cojones volverlo a intentar. Por esos que sí saben lo que es estar metidos en un pozo lleno de barro, o con el sol sobre los hombros, corriendo como enfermos, escapando de no sabemos qué, con todos los miedos del mundo susurrándoles al oído, y enfrentando el peor de los sufrimientos: la duda de si el martirio algún día va a terminar. 

Mi último deseo será que sepan esto: que el valor que tienen en una sola uña es más grande que la dignidad de cualquier Congreso; que tienen más calor soportando el invierno, que el alma de los irresponsables que les robó su futuro; que pueden mandar al carajo al próximo que, desde una cómoda cama de privilegios, les venga con el cuento de que son estúpidos por haberse graduado como abogados para terminar limpiando baños en el extranjero; que el camino será pedregoso, con todos los problemas que trae el dinero, el trabajo, la salud, y hasta el aprender otro idioma; pero que podrán hacerlo; y que, si quieren un héroe, busquen un espejo… Quizá, de este modo, si alguna vez desconfiaron de su capacidad para lograr lo imposible, ya no existe ni una sola razón para volver a dudar.

Renny Ottolina: la voz que advirtió la decadencia venezolana

Por: Omar E. Ramírez R., Coordinador local de Estudiantes por la libertad Venezuela.

Reinaldo José Ottolina Pinto, quien luego cambiaría su nombre a Renny Ottolina, fue un periodista, locutor, presentador y animador de televisión nacido en Valencia estado Carabobo, Venezuela, quien sería conocido como el número 1 de la televisión venezolana. Hoy día conocido en los círculos de jóvenes y adultos por sus fuertes críticas al sistema bipartidista imperante en la cuarta república; un sistema rentista y estatista, donde el clientelismo y el paternalismo estatal, así como el populismo, reinaban, sumándose al “enchufe” de ese entonces que nada tiene que envidiarle al de hoy; ponía las relaciones políticas y familiares por encima del mérito del individuo en su capacidad de éxito y prosperidad material y de oportunidades, pues, a estas tenían acceso los militantes del partido de turno, así como a las regalías y prebendas en las que consistían los programas de gobierno de casi todo candidato.

Siendo pionero en la televisión venezolana, participó como presentador del programa inaugural de la televisora nacional en 1952, haría la primera transmisión de TV a color con el Santo Ángel de fondo; en su show “Renny Presenta” viajó por distintos lugares del país contando su historia, los sucesos claves de nuestra independencia ocurridos allí y mostrando sus paisajes urbanos y naturales. Se le conoció además por sus llamativos y divertidos comerciales, en los que, entre tantos, para publicitar una bebida achocolatada la preparo estando de pie sobre su mesa, arrojando desde lo alto los cubos de hielo, el agua y el polvo deshidratado de la bebida a una licuadora, encendiéndola con los pies, y luego bajándose a tomar un vaso de la bebida preparada. Fue fundador de la Cadena Venezolana de Televisión y un reconocido locutor de radio, piloto de carreras y showman; se ganó el título de “El número 1 de la televisión venezolana”.

Sin duda alguna otro de los motivos por los que se le recuerda —y es el que para mí es más importante—  fue por su constante crítica social y llamada a la conciencia de los ciudadanos venezolanos, convocando a regresar a las buenas costumbres, a los conductores de motocicletas a manejar con prudencia, siempre en sus programas los llamaba a evitar manejar a exceso de velocidad o bajo influencia de sustancias recordándoles las tasas de accidentes fatales de tránsito causados por conducir a altas velocidades o bajo la influencia del alcohol; un ejemplo es el video que se puede conseguir en internet bajo el nombre “La cuña prohibida de Renny” donde conversa con el director del servicio de Medicatura Forense sobre las muertes por accidentes de tránsito. Criticaba mucho el estatismo y la pereza, el que el gobierno alentara conductas como la pereza o la vagancia subsidiando bienes básicos y las regalías y prebendas.

Trató de impulsar una campaña para que el nombre de la moneda nacional fuese cambiado de “Bolívar” a peso, no sin que se quitase su esfinge de la moneda; pues no concebía que el nombre de Simón Bolívar fuese utilizado en sus palabras “para algo tan vil como el dinero”, en su último programa en televisión abordó el tema extensamente, donde además llegó a demostrar su gran fe en el destino de Venezuela, diciendo que: “estoy convencido de que el retorno del país hacía sí mismo no puede ser sino a través de su conciencia como país, resiento el que un líder extranjero me diga a mi como Venezolano cual es el camino, recuerdo perfectamente bien que nuestro país nació diciendo por aquí, no quiero que venga nadie a estas alturas a decirme por donde es, creo firme y ciegamente que Venezuela nació para ser líder y decir cuál es la senda, no para seguir otras, y reconozco también que por cuestiones circunstanciales Venezuela se ha olvidado un poco de sí misma, el problema no es material, es mental y espiritual”

Aquí, dijo muy acertadamente que mientras que el individuo no se preparase, no abandonase la mentalidad paternalista estatista, no entendiese lo correcto y siguiese siguiendo falsas ideas en el ámbito económico, político o social Venezuela seguiría en decadencia; lastimosamente no se le escuchó, y llegamos a lo que Venezuela es hoy día.

Defensor de la propiedad privada, la iniciativa empresarial, la publicidad y el consumo, respondió de forma excelente a un oyente suyo quien lo criticó por promover el consumo, respondió acertadamente como el comunismo había fracasado y explicó por qué todas las sociedades son sociedades del consumo, defendió la empresarialidad, como iniciativa privada con el fin de obtener dinero, y el trabajo asalariado; si bien es cierto que criticó y se declaró enemigo del empresario especulador, así como la publicidad y el consumo, pues, si alguien tiene la idea de hacer un par de zapatos, necesita quien los haga, pero también enseñarle a los mercados que dicho producto existe y que haya quien lo compre, así definió de manera muy sencilla el funcionamiento de la economía. 

En 1977 fundó el Movimiento de Integridad Nacional con miras a ser elegido presidente en las elecciones de 1978, la intención de voto hacía Renny iba creciendo superando a las de los otros candidatos, pero murió el 16 de marzo del 78 en un accidente de aviación el cuál nunca fue esclarecido y ocurrió en circunstancias extrañas.

Él, a diferencia de los socialdemócratas y demás socialistas, cuyas campañas se basaban en las regalías y las prebendas de quien los apoyara, en prometer quitarle a quienes producen para dárselo a quienes no, proponía cambios y soluciones reales, respeto a la propiedad privada, libertad al emprendimiento, reforma educativa y eliminación de muchos subsidios; razón por la que como contó él en una entrevista un taxista dijo que “ese Renny sería un tirano haciéndolo trabajar a uno”, pues sus ideas, aún no calaban en gran parte de la población confundida y adoctrinada por décadas de paternalismo estatal y rentismo.

Sus palabras, llamados, campañas e ideales venían a romper con el paradigma socialdemócrata izquierdista imperante; con el paternalismo y el rentismo, a reformar el sistema educativo y realzar el mérito, lastimosamente, sus propuestas no pudieron ver la ejecución y fueron sepultadas por los izquierdistas a quienes no les convenía que las palabras de Renny se hicieran sentir, hoy, vemos las consecuencias de las que Renny tanto advertía, hoy, vemos como el no haber seguido su “guerra, contra el atraso, contra la pereza y contra la ignorancia” nos llevó a elegir fácilmente a un socialista quien venía haciendo alarde público del atraso, de la pereza al subsidiar el no trabajar pero ahora de forma más descarada y quien utilizó la ignorancia colectiva a su favor y aún hoy hay quienes le rinden culto. Hoy, el estado se hizo tan grande como Renny advirtió, con intromisión en casi todos los sentidos de la vida del ciudadano, con leyes regulando y asfixiando casi cada aspecto de la vida económica nacional y con una sociedad que hacer alarde de su atraso e ignorancia así como de su falta de buenas costumbres.

Es momento de que ya dejemos atrás todo eso contra lo que Renny en su momento quería luchar, es momento ya de que la gente deje de esperar la ayuda de papá-estado para todo, y de que comprendamos de una vez por todas que ni el empresario es un ladrón, ni los políticos unos santos a los cuales endiosar.