De FTN
Por Jorge Jraissati
Si el 2020 fue el año de la pandemia, el 2022 parece que será el año de la geopolítica.
La semana pasada, miles de personas en Kazajistán han salido a las calles en las olas de protestas más grandes del país desde que se volvieron una nación independiente a inicios de los años 90s.
Inicialmente, las protestas comenzaron después que el gobierno levantó sus controles de precios al gas licuado de petróleo, un combustible bajo en carbono que la mayoría de los kazajos utilizan en sus vehículos.
Pero las protestas no deberían ser entendidas como una respuesta a esta política, sino como la demanda de los ciudadanos por un Kazajistán libre, próspero y más democrático.
A medida que las protestas se han intensificado (especialmente en Alma Ata, la ciudad más grande de Kazajistán), los manifestantes han pasado de exigir precios bajos del combustible a abogar por libertades políticas concretas, como la implementación de un sistema de elecciones para los líderes regionales del país. Actualmente, estos son escogidos por el presidente.
Desde que Kazajistán se convirtió en un país independiente con el colapso de la Unión Soviética, el país ha sido gobernado por la misma élite política. Primero por el presidente Nazarbayev. Y cuando se estaba acercando a los 80 años de edad en el 2019, le transfirió el poder al presidente Tokayev, quien fue preparado para ser presidente por Nazarbayev.
Como un resultado del sistema político autoritario de Kazajistán, la economía del país no es libre, dependiente de los amplios recursos naturales, y excesivamente desigual.
Kazajistán no es solo rica en hidrocarburos y metales, sino que también está ubicado entre Rusia y China.
Por esto es que se dice que Kazajistán está ubicada en una zona estratégica del mundo. En esencia, tiene el potencial de convertirse en una nación clave para la Iniciativa de la Franja y la Ruta, pues puede conectar las rápidas crecientes economías de China y Asia del Sur con Rusia y Europa entera.
Además, compañías de energía como Exxon Mobil y Chevron han invertido decenas de billones de dólares en el occidente del Kazajistán.
Sin embargo, a pesar de su potencia, el salario promedio en Kazajistán supera vagamente los 550 dólares al mes, con la mitad de la población viviendo en áreas rurales que tienen un acceso pobre o inexistente a bienes y servicios públicos esenciales.
Durante esta ola de protestas, decenas de kazajos han sido detenidos. El presidente Tokayev también ha autorizado a sus fuerzas de seguridad a “disparar a matar”. Tokayev incluso ha catalogado a los manifestantes como “una banda de terroristas”.
Y como si estas acciones represivas no fueran suficiente, las fuerzas rusas han entrado al país, lo cual es una movida que tiene implicaciones masivas para la geopolítica de la región entera.
Así que, mientras queda por verse si las protestas realmente conseguirán un cambio de gobierno, es interesante destacar que los eventos de Kazajistán representan otro levantamiento contra las naciones alineadas con Rusia, como Ucrania en el 2014, Venezuela en reiteradas oportunidades, y Bielorrusia en el 2020.
Desde esta perspectiva, está claro que la gente quiere libertad para sus países, la pregunta es como la comunidad internacional puede apoyar estos esfuerzos de una manera efectiva, garantizando que estos países vivan en paz, independencia y unidad.