El Gobierno de Reino Unido ha incluido este martes a Rusia en su sistema de seguimiento de influencia extranjera, por lo que cualquier persona que trabaje para las autoridades rusas en territorio británico tendrá que registrarse bajo amenaza de sanción o cárcel.
«Rusia representa una grave amenaza para la seguridad nacional. En los últimos años, sus actos hostiles han abarcado desde el uso de un agente nervioso en Salisbury, espionaje, incendios provocados y ciberataques, incluso ataques a parlamentarios británicos mediante campañas de ‘phishing’ selectivo», ha señalado el secretario de Estado de Seguridad británico, Dan Jarvis, en un comunicado.
Bajo esta normativa, las personas físicas o jurídicas que trabajen para Rusia —su gobierno, sus agencias, así como sus Fuerzas Armadas, los servicios de Inteligencia, las fuerzas policiales o el poder judicial— tendrán que apuntarse en el registro de influencia extranjera (FIRS, en inglés).
El Gobierno de Keir Starmer, que ya incluyó a Irán en este registro el mes pasado, también ha puesto en la ‘lista negra’ a varios partidos políticos controlados por el Kremlin como el Partido Rusia Unida del presidente ruso Vladimir Putin.
La medida, que será una «importante herramienta para detectar y desmantelar actividades perjudiciales» contra Reino Unido, entrará en vigor el próximo 1 de julio.
Cabe señalar que el FIRS es un sistema a dos niveles —el primero político y el segundo «ampliado», que permite registrar una gama más amplia de actividades— cuyo objetivo es «proteger» la democracia, la economía y la sociedad británicas de «acciones encubiertas, engañosas o perjudiciales» contra los intereses nacionales.









