El sistema en su 50° aniversario y la balanza pesada

Por Luis Palacios R., mpusico venezolano.

El 2025 inicia para Venezuela con la habitual crisis que todos padecemos, en el ámbito socio-político, económico, sanitario, educativo y por supuesto cultural. En esta oportunidad este escrito no busca “llover sobre lo mojado”, pero si denunciar incongruencias de las que nadie habla, aunque no sean prioridad en un país que tiene mucho más de qué ocuparse, pues durante más de dos décadas, fallecen venezolanos por falta de recursos, medicinas, sueldos dignos y una buena atención médica pública, por la que, se supone, todos pagamos cada vez más impuestos, cada vez más altos.

Tras 25 años bajo una misma línea política, la nación aun cuenta con instituciones educativas sin sede propia, en pésimas condiciones, sin recursos y al mismo nivel de desatención y destrucción que hospitales, centros de salud y atención médica. No hay envío de recursos, ni siquiera podemos decir que “insuficientes”, las denuncias son ignoradas o tomadas como un delito cuya pena merece la privación de libertad, como en el caso de médicos que han mencionado la falta de recursos para la óptima atención de sus pacientes y, desgraciadamente, no se puede hacer nada frente a tanta desidia.

En algunos centros educativos venezolanos, el Estado solo se limita a pagar sueldos paupérrimos, como es el caso de colegios, conservatorios y escuelas en Caracas, Miranda, Vargas, Carabobo, Aragua, Yaracuy, Lara, Trujillo, Mérida, Táchira, Barinas, Guárico, Apure, Cojedes, Nueva Esparta, Sucre, Monagas, Delta Amacuro, Amazonas, Bolívar, Falcón, Zulia, Anzoátegui y Portuguesa.

En muchas de estas instituciones no hay servicio eléctrico, no hay agua, no hay baños que puedan usar niños y adultos, ni siquiera personal de limpieza. Hemos visto en el pasado como directivos del Conservatorio de Música del Estado Aragua se hacen de un coleto para limpiar sus instalaciones, al igual que ha ocurrido y ocurre con docentes y personal en instituciones como la “Juan Manuel Olivares”, la “José Ángel Lamas”, la “Sebastián Echeverría Lozano”, la “Eneas Perdomo”, la “Blanca Estrella de Méscoli”, entre otras.

El maestro Vicente Emilio Sojo no hallaría ahora modo de lograr su cometido si sostuviese nuevamente una brocha para pintar las paredes de su amada escuela.

Muchos de estos históricos centros educativos musicales ni siquiera pueden contar con tener instrumentos en buen estado para la cabal formación de sus estudiantes y, en la mayoría de los casos, tampoco en mal estado; ni soñar con cumplir cabalmente con el pensum educativo que yace cual letra muerta en la gaceta oficial correspondiente.

En Venezuela existe una balanza en la que un millar de instituciones no perciben todo lo que deberían y unas pocas sí que reciben, incluso con la materialización de giras nacionales e internacionales en la que nuestros estandartes comparten con estrellas de fama internacional que desde hace décadas no visitan suelo venezolano.

“Dudamel y la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar celebran el 50º aniversario de el sistema con una gira europea», es el título de nota de prensa publicada por la “Scherzo, revista de música clásica” el 10 de enero de 2025, la cual se reproduce textualmente:

A lo largo del mes de enero, la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar, bajo la batuta de Gustavo Dudamel, recorrerá algunas de las principales salas de conciertos europeas para conmemorar el 50º aniversario de El Sistema, la institución venezolana que ha ofrecido formación musical gratuita a miles de jóvenes de entornos vulnerables, promoviendo su desarrollo personal y social.

La gira europea comenzará mañana, 11 de enero, en la Philharmonie de Paris y llevará a la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar por Londres (15 y 16 de enero), Luxemburgo (18 y 19 de enero), Berlín (21 de enero), Múnich (22 de enero), Bruselas (23 de enero) y Madrid”.

Gustavo Dudamel y alrededor de 120 personas más viajarán subsidiados por los venezolanos a seis países distintos. Esto implica obviamente lo común, gastos de boletos de avión, transporte, hospedaje, refrigerios, honorarios y otros viáticos.

En Londres, una noche para dos adultos cuesta entre USD$ 170 y USD$ 400 según “las estrellas” del hotel que reciba a nuestros músicos; en Luxemburgo entre USD$ 80 y USD$ 400; el precio promedio de un hotel de 3 estrellas en Berlín es de aproximadamente USD$ 1.682 por noche y el más económico cuesta $280 por noche; así también en Alemania puede oscilar entre USD$ 310 y USD$ 400 solo la noche; en Bruselas el costo es parecido y en Madrid entre USD$ 150 y más. Todo ello según lo obtenido en una simple búsqueda en google que cualquier lector puede realizar y corroborar.

A vuelo de pájaro, podría decirse que el sistema necesitó sólo en términos de hospedaje, la cantidad de ciento cincuenta mil dólares de los Estados Unidos de América (USD$ 150.000) si sólo quisieran quedarse una noche en cada uno de los lugares citados por Scherzo. A esto se debe sumar el costo de pasajes de avión desde Venezuela y vuelos internos en Europa, gastos de transporte —que no será precisamente público—, las comidas y demás necesarios en una gira internacional de representantes de Venezuela; programas de conciertos, logística, hidratación, personal técnico que apoye a la orquesta y al maestro Dudamel, etc.

Ahora bien, ¿Qué pasa con los honorarios de todos nuestros asiduos representantes? ¿Cuánto cobra Dudamel y cuánto le pagarán a los músicos y el equipo que les acompañe? ¿Recibirán un sueldo mensual de USD$ 40 igual que los docentes y directivos de nuestras instituciones musicales públicas? ¿Cobrarán lo mismo que cobran directores de bandas del Estado?

Scherzo también publicó que “La gira europea es el inicio de una serie de actividades conmemorativas que continuarán en Venezuela a partir del 12 de febrero, fecha de su fundación, con un evento especial en el Teatro Teresa Carreño de Caracas.”.

¿Cuánto dinero hay detrás de cada actividad conmemorativa? La mayoría de los conciertos realizados por El Sistema en Venezuela son gratuitos, lo que nos lleva a presumir que no existe la autogestión sino el subsidio del Estado que, a su vez, impone tributos a los venezolanos para beneficio de El Sistema y no de todas las instituciones educativas públicas, tan nuestras como El Sistema creado por Abreu, sin dejar de lado a los mismos núcleos de El Sistema que a lo largo y ancho del país no cuentan con recursos suficientes, al mismo nivel de otras instituciones.

Es cierto que se acostumbra la presencia de patrocinantes en las actividades de El Sistema, pero ¿cuánto del presupuesto es subsidiado indiscriminadamente por los venezolanos? ¿Existe algún organismo de contraloría que imparcial pueda constatarlo? Sabemos la respuesta.

“Los núcleos de El Sistema no tienen los mismos recursos con que cuenta Dudamel. Se enseña con las uñas, pero si tenemos que estar prestos para cualquier evento, record guiness o lo que se les ocurra para lavar su imagen, aunque no haya ni cómo devolver a los jóvenes de vuelta a sus casas”, comentó Carlos, docente en uno de ellos.

El Teatro Teresa Carreño recibirá a Dudamel a partir de febrero 2025, el mismo histórico templo del arte que hoy cobra entre USD$ 10.000 y USD$ 20.000 por concepto de alquiler de sus espacios, sea o no gratis la actividad deseada. ¿Puede pagar también el artista venezolano el alquiler de estas salas? ¿Cuántas veces se ha presentado la histórica y centenaria Escuela Superior de Música “José Ángel Lamas” en la Sala Rivas o en la Ríos Reyna ¿Pueden acceder a ello la “Juan Manuel Olivares” o la “Lino Gallardo”? ¿Pueden músicos del Conservatorio de Música del Estado Aragua pagar por ello?

Todos sabemos de instituciones que sí han podido lograrlo, como la Orquesta Sinfónica de Venezuela, la Schola Cantorum de Venezuela, la Camerata de Caracas, entre otras con “más suerte” y representación en el Teresa Carreño que las viejas escuelas, en donde, cabe resaltar, se formaron y laboraron quienes dirigen gran parte de estas insignes instituciones.

El crítico escritor Geoffrey Baker ha expuesto: “El Sistema es esencialmente una organización política… porque se dirige desde la oficina del presidente y su junta directiva incluye a políticos de alto perfil, incluido el hijo de Nicolás Maduro y Delcy Rodríguez”.

Rostros que se han visto reunidos con directivos de El Sistema, del Teatro Teresa Carreño y su compañía de ópera, entre otros. Son los mismos que hoy parecen querer dirigir los únicos grandes acontecimientos culturales capitalinos, como mencioné en mi artículo anterior “Nessun dorma Venezuela”; únicos eventos debido a la misma balanza que hoy no se equilibra para todos.

¿Cuántos de nuestros cantantes líricos en el exterior pueden acercarse a El Sistema o al Teatro Teresa Carreño para lograr conciertos o galas en Venezuela? ¿Cuántos de ellos cuentan con miles de dólares para lograrlo?

Tanto Abreu como sus herederos y legatarios morales afirmaron siempre que el objetivo de El Sistema es servir mediante la música a Venezuela y las comunidades. ¿Cuántos de ellos cuentan con El Sistema para ello? ¿Únicamente las comunidades de Berlín, Múnich, Luxemburgo y Madrid? ¿Están beneficiando a Venezuela con sus giras en medio de la cruenta crisis que padece?

“El que me ataca por denunciar ciertas verdades incómodas, también le está dando la espalda a los músicos y a los venezolanos que están hartos de ser utilizados por el régimen (…). Eso incluye a los músicos del Sistema en este artículo que también se unieron a la denuncia. Si no me van a escuchar a mí, escúchenlos a ellos”, expuso la pianista venezolana Gabriela Montero.

Es así que en nuestro país la cultura está en crisis y en manos de pocos, cuyos intereses se alinean a los de Maduro y su séquito, hasta que se compruebe lo contrario. Basta ver quiénes han acompañado a su “gestión” en sus momentos cumbres, los directores, orquestas y agrupaciones que estuvieron presentes, por ejemplo, para conmemorar la muerte de Hugo Chávez sin nunca denunciar todas estas aberraciones. ¿Recuerdan quienes dirigieron a Beethoven, Mozart y otros compositores para el fallecido militar?

“Nada de esto equivale a desconocer los logros de la obra de Abreu. (…) También se debe reconocer que algunos de los discípulos de El Sistema salieron de la pobreza gracias a la música. El ejemplo más notable lo encarna el contrabajista Edicson Ruiz, quien pasó de San Agustín, un barrio pobre y peligroso de Caracas, a los atriles de la Filarmónica de Berlín”, expresó Aquiles Esté para el New York Times, frente a sus denuncias por populismo y corrupción a manos de Abreu y El Sistema.

Es por ello que esta denuncia se constituye en protesta a la realidad venezolana, sin dejar de lado o hacernos ciegos a la crisis que, con características en constante cambio nunca positivo, agobia y tortura a todos los venezolanos de bien. Sirvan estas palabras a los efectos morales y humanos respectivos»,

Nessun Dorma Venezuela

Por Luis Palacios R., músico venezolano.

«En Venezuela se crean más cátedras de canto que oportunidades de trabajo para los cantantes líricos. Tal parece que se forman solo para dar clases y así continúa un ciclo ineludible. Es muy triste», César León.

Venezuela es un país tan bendecido por sus recursos naturales como por el talento de su gente, plena de aptitudes en todas las áreas, pero muy especialmente en y para el canto. En cualquier estado o provincia pueden encontrarse voces tan extraordinarias como hermosas, muchas como inmensas rocas de mármol que esperan a un Michelangelo que les esculpa y presente al mundo como fantásticas obras de arte.

Algunas de ellas conocen el estrellato sin Michelangelo y un gran número está disperso por el mundo, envuelto en aplausos y premios; músicos de toda índole e intérpretes de cualquier género. En nuestro país, puede hallarse infinito talento en pueblos, colegios, concursos institucionales, escuelas y conservatorios de música, ¡en los coros! …incluso en barriadas populares donde pueden vislumbrarse voces que podrían ser dignas del Teatro Alla Scala de Milán. Venezuela es un territorio que socio y antropológicamente está hecho para producir voces magníficas, por así decirlo. Su mestizaje ha bendecido al movimiento artístico en todas sus manifestaciones y el canto quizá sea el área que mejor se beneficie de este fenómeno.

En el ámbito popular hubo épocas de gran esplendor para el talento nacional, muy especialmente en el mundo de la lírica, momentos de gran gloria desde el punto de vista de producción y gestión artística, con compañías de ópera que rivalizaban con aclamadas casas líricas del mundo, no solo por sus cantantes sino por sus directores, orquestas y equipo artístico, aunque en muchas ocasiones se les dio prioridad a cantantes del exterior y no a los nacionales. Aun así, existían oportunidades de trabajo para muchos, aunque no las suficientes.

Sin embargo, cuando se habla del presente lírico, la realidad socio-política y cultural se hace sentir con una fuerza desoladora en predios del bel canto. Tal parece que los peores defectos de nuestra idiosincrasia se hicieran palpables en torno a este movimiento nacional —y no solo caraqueño como afirman algunos—. Es una realidad añeja a la que haremos referencia en estas líneas, quizá con la esperanza de causar el revuelo necesario para un cambio justo, probo y necesario.

La lírica venezolana hoy no solo se limita al territorio nacional, evidenciándose sus mayores triunfos casi siempre fuera de nuestras fronteras, con personalidades como el tenor Aquiles Machado, al frente de una importante compañía en España; Génesis Moreno, soprano de primer lugar en destacados concursos internacionales de canto, y tantos grandes músicos entre los que mencionaremos por ejemplo a los nominados al Grammy: Gustavo Castillo y Fernando Escalona; el aplaudido y solicitado contratenor Samuel Mariño; el barítono Pedro Carrillo y el tenor Jorge Puerta, quienes también desarrollan hermosas carreras en teatros importantes de Europa y América; la soprano María Brea con producciones exitosísimas en los Estados Unidos de América, entre muchos no menos importantes motivos de orgullo y júbilo hispanoamericano.

Por supuesto, sería injusto no mencionar los maravillosos aportes de nuestros cantantes líricos en territorio nacional, con recitales públicos y privados de música de cámara poco escuchada, ópera y la obra de compositores casi nunca interpretados, tanto en la gran capital, como en Aragua, Carabobo, Táchira, Anzoátegui, Yaracuy y otros rincones del país.

Lamentablemente estos últimos no siempre cuentan con el apoyo de los medios de comunicación aun existentes en el país, aunque las redes sociales han pasado a ser el medio comunicacional por excelencia en Venezuela y todos ellos lo saben. Esta variable con justicia ha hecho públicos los esfuerzos de muchos que no cuentan con el apoyo y maquinaria de los medios de comunicación nacionales, por lo general parcializados y sirvientes del sedicente Ejecutivo Nacional.

Así también se hace importante mencionar la labor de compositores como Gregory Pino y Ángel Hernández, quienes lograron el estreno de sus óperas en el país, únicos estrenos operísticos post-pandemia.

Es así que este artículo obedece y es causado por comentarios hechos en protesta por cantantes venezolanos domiciliados en Caracas, Aragua y España, quienes expresaron su desasosiego ante el caos que reina en “el país de las orquestas”, la misma nación de Gustavo Dudamel y Oscar de León.

La formación de cantantes líricos

En Venezuela existen actualmente alrededor de 31 cátedras de canto lírico a lo largo y ancho del país. 23 de ellas pertenecen a instituciones públicas y el resto corresponde con la cantidad de maestros que ofrecen clases de forma privada. Algunas escuelas o conservatorios públicos cuentan con dos o tres cátedras y solo en Caracas hay aproximadamente 18.

De esas treinta, solo tres o cuatro cuentan o han contado con recursos básicos necesarios para la cabal formación de sus integrantes, bien porque pertenecen a El Sistema, organización notoriamente consentida del sedicente gobierno de turno, o bien porque cuentan con el apoyo de organizaciones todavía con recursos y “vínculos de poder” en Venezuela, como el Teatro Teresa Carreño, espacio enteramente al servicio del matrimonio Maduro-Flores y su séquito.

Se pudiera pensar que el que Caracas tenga 18 cátedras de canto lírico activas, entre públicas y privadas, obedece a la demanda del caraqueño por el género y la música lírica, pero nada está lamentablemente más lejos de la realidad. La necesidad de fundación de dichas cátedras no obedece en su totalidad o gran porcentaje a la necesidad de sus estudiantes y mucho menos del público, sino de los mismos cantantes desempleados que pasan a ser docentes y esto motiva estas líneas.

Una cátedra de canto en Venezuela puede albergar entre tres y diez alumnos aproximadamente. Algunas con menos alumnos que otras cuentan con toda una plantilla de voces que no siempre culminan sus estudios. Las causas pueden ser diversas, pero casi siempre giran en torno a la reconocida crisis que se atraviesa y sobrevive. Los egresados de éstas son muy pocos, aunque siempre ha sido así. Formarse como cantante en cualquier parte del mundo, pero principalmente en Venezuela, es una osadía digna de una serie de netflix o HBO. Se requieren una paciencia y constancia casi imposibles de sostener, aunque este sería un tema de análisis para otro artículo.

Pese a este escenario país, la cantidad de cantantes en busca de trabajo es colosal y por ello cabe preguntarse lo siguiente: ¿Cuántas compañías de ópera se necesitarían para ofrecer trabajo a tantos cantantes? ¿Existe el presupuesto o la demanda que sostenga tal plantilla en una sola compañía? ¿Qué ideales o parámetros deberían plantearse para la escogencia de dichos cantantes?

La verdad es que muchos de ellos solo encuentran una fuente de trabajo en la docencia, si no cuentan con otros conocimientos, configurándose un ciclo inútil entre el estudiante, “el profesional” y el docente, sin dejar de lado la falta de recursos y el nulo apoyo que existe en este país triste y desgraciadamente socialista.

Una visión de miseria

“Parece que siempre fue así. Como que, si querías dedicarte profesionalmente al canto, entrabas indefectiblemente a un sistema en el que no necesitabas trabajo sino un cierto tipo de «asistencia».
Cuando comencé a frecuentar los ambientes líricos me llamaba la atención escuchar saludos como este: «te escuché el día tal, fulanito; te felicito, estás ¡muy mejorado!» Me daba la impresión de estar en una especie de hospital donde todos los cantantes, o aspirantes a serlo, estaban de algún modo enfermos.

Y lo de las clases, los «cursos de formación», talleres, y otros, eran lo natural, lo indicado, lo que se hacía siempre. Y no es, ni remotamente, que no sean beneficiosos (si son de alta calidad) las experiencias formativas; lo son, y mucho. Entre las muchas que yo personalmente cursé, hubo algunas especialmente determinantes de muchas cosas buenas.

El problema de fondo, según lo veía y lo sigo viendo ahora, era la creencia en que no teníamos «nivel», que no éramos suficientemente «buenos»; por eso una persona o grupo decidía que nos tenían que «mejorar». La Compañía «Alfredo Sadel» en sus inicios hizo una producción de ópera y después al menos por un tiempo quedó solamente como un centro de clases”, comentó al respecto una connotada cantante y maestra de canto con más de 40 años de experiencia.

En Venezuela existe una visión errada y compartida por casi todo el ámbito académico-musical, de que todo cantante es siempre un estudiante hasta que se convierte en figura de poder y así se le considera, tenga la edad y el currículo que tenga. Muchos de estos pasan por supuesto a la docencia sin lograr el cabal y justo ejercicio de su profesión. Inclusive como docentes no son reconocidos y si vilipendiados por sus colegas porque “nunca está(n) listo(s)”, hasta tanto no halle para sí un puesto con “poder” que le otorgue ipso facto el reconocimiento del gremio.

Es así que no hay apoyo alguno, ni recursos ni dinero y mucho menos una correcta visión de las cosas. Cantar no es suficiente en Venezuela para demostrar de qué está hecho un profesional y en los próximos diez años seguramente no lo será.

En la misma república que ostenta el reconocido record mundial a la mayor orquesta que alguna vez ha visto el ser humano, casi nunca se cuenta con una de ellas o instrumentos para la formación y desempeño profesional de jóvenes cantantes. Pudiera creerse que solo apoyan a profesionales del canto o glorias musicales actuales, pero tampoco es el caso, no hay recursos ni la voluntad para ello. Hoy día cuando Venezuela es visitada por uno de sus mejores cantantes, no hay orquesta que pueda hacerle invitación alguna, mucho menos una compañía que pueda o quiera hacerlo, aun si es ad honorem.

Entre las lamentablemente pocas excepciones que hemos visto, con justicia debemos mencionar a la Orquesta Sinfónica de Venezuela, histórica agrupación que después de varios lustros, se comprometió a la presentación de conciertos con los ganadores del único concurso de canto existente en el país, efectuado hasta la fecha uno solo de ellos y con mora, después de casi un año de la última edición de la competencia.

Esta realidad va ligada con calderón a peores circunstancias. Algunas instituciones públicas ni siquiera cuentan con sedes dignas proporcionadas por el Estado, mucho menos con garantías para el pago justo de sus docentes y músicos involucrados en el proceso educativo que se requiere. Cada día hay menos orquestas con instrumentos en buen estado y muchos salarios paupérrimos, menos iniciativas y menos proyectos. Los sueldos no cubren gastos básicos y, por supuesto, tal ataque a los educadores está entre las peores afrentas en contra del futuro de cualquier país. Sobran los impuestos y los recursos, pero nunca llegan a las cuentas bancarias que corresponden y no solo los merecen.

Algunos maestros se ven incluso obligados a la realización de arreglos para guitarra y voz, de lieder y distintas obras pensadas para ser interpretadas con piano, orquesta, ensamble de cuerdas, entre otros formatos, todo con el propósito de facilitar el montaje de repertorio para sus alumnos, lo cual es parte importante en su cabal formación. Aunque jamás se le reconozca en ninguna forma, el venezolano no deja de impresionar en su resiliente intento por hacer de su presente un instante mejor vivido.

Bien podrían nuestros músicos disfrutar de la producción de eventos en espacios que “son de los venezolanos” por ser instituciones públicas, con organizaciones que garanticen con ello mejores salarios y oportunidades de trabajo para los nacientes cantantes líricos, entre otros artistas involucrados, y desarrollar así un movimiento artístico ejemplar y digno de admiración… pero el sedicente gobierno casi nunca permite estas ideas de “autogestión” y tales espacios ya tienen asignados sus propios ídolos.

En muchos casos, quienes dirigen estas instituciones educativas cuentan con ideales políticos a la medida de la sedicente autoridad, pero no con los necesarios e idóneos para el desarrollo artístico de sus miembros, a veces ni siquiera con el perfil académico requerido. Es como si todo lo importante pasara a un último plano y todos sabemos por qué.

Un reconocido tenor venezolano, triunfador en grandes teatros del mundo, diría en una publicación hecha por los amigos de ÓperaVzla que: “no se puede aprender a cantar en un aula de clases, pero sí sobre un escenario”. El estudiante no ha sido formado para ser maestro de canto sino precisamente para cantar. Son pocos los espacios que hoy están abiertos en Venezuela a esta clase de eventos y muchas las “manos inocentes” que con “cuotas de poder” tampoco lo permiten.

Ya se pueden leer posibles críticas a este artículo: “En un país sin libertad, electricidad, gas o agua potable ¿qué importancia tiene una orquesta o una cátedra de canto lírico con o sin recursos?” y a éstos también valiosos lectores contestamos anticipadamente: “PARA GRANDES PAÍSES, GRANDES SUEÑOS”.

Oportunidades de trabajo

Con solo dos compañías de ópera en el país y un apenas sobreviviente concurso de canto lírico, son contadas las oportunidades que realmente existen para quienes deseen encontrar en la lírica una fuente de trabajo, pues no se trata ya solamente de escoger el canto como profesión, sino de hallar o construir Por mérito una fuente de trabajo que no existe.

La principal oportunidad que todavía se mantiene, envuelta en miseria por el bajo salario al que se puede aspirar, halla su lugar en los conservatorios y escuelas de canto. Lo que para muchos sería un escenario solo tomado en cuenta por estrellas en el ocaso de sus carreras, es para cantantes venezolanos la única forma de mantenerse en pie y cercanos a la profesión que escogieron. Convertirse en docente es una opción obligada para quienes no consideraron nunca otra profesión u oficio.

Ahora bien, la experiencia que debería tener un docente en el área de canto lírico no corresponde en muchos casos con quien, hasta casi nada, era un estudiante. De allí el declive en la formación de nuevas generaciones de artistas líricos dentro del país. El conocimiento en materia de técnica vocal no basta y así lo afirmaban grandes cantantes como María Callas, Luciano Pavarotti, Mirella Freni, entre otros.

La realidad de las compañías de ópera que pretenden existir en medio del caos socio-político del país es caótica, con sueldos que no alcanzan el valor de una consulta médica, sin esperanzas siquiera de la contratación de una póliza de seguro que pueda garantizar cierta seguridad a sus miembros y mucho menos producciones que generen fuentes de trabajo para todos y no solo para un puñado de cantantes, algunos sin estudios musicales básicos.

Una de estas organizaciones ni siquiera ha podido llevar a cabo una producción operística en los últimos 5 años, siendo su directiva parte de los mismos rostros que cantan una y otra vez en el teatro artístico favorito de Cilia Flóres y Delcy Rodríguez. En un país donde el lavado de dinero se ha hecho el pan de cada día, no hay recursos lícitos para el arte y mucho menos enmarcados en valores como la justicia y la probidad.

Cada día hay menos espacios para la ópera y el canto, no hay pianos y tampoco orquestas, el repertorio siempre es el mismo y los solistas, también. La gran mayoría de oportunidades que surgen no generan honorarios sino para unos pocos, a veces para nadie y surge entonces un nuevo refrán que da vueltas en nuestros cerebros: “Los aplausos no llenan estómagos y mucho menos tripas”.

La lírica está en decadencia en el mundo por la terrible visión de quienes lideran espacios de importancia en instituciones, asociaciones, teatros y sociedades de todo tipo.

Está a la vista y oídos de todos que un grupo de músicos se han hecho de algunos teatros y espacios públicos para cerrar sus puertas a todo aquel que no pertenezca a sus procesiones, aunque reúna el mérito para ello. No es una buena nueva, pero si una cada día más patética.

Una cantante venezolana con domicilio en España dijere sobre esto: “Toda la vida lo mismo. Se enamoran de un cantante por cuerda y esos para toda la vida, los demás a volar y sin oportunidades de nada”.

El referido tenor de hace algunos párrafos expondría: “¡En mi Amado País… te enseñan a que jamás estás, ni estarás listo! …no les dan impulso a los chicos para salir y seguir afuera su formación, lo hacen por egoístas y porque tienen una idea nefasta de que, si sus alumnos se van, pues a seguir creciendo ellos, se quedan sin alumnos…”.

Donde no hay producciones con visiones serias, no puede haber audiciones imparciales, no reina la oportunidad ni el crecimiento profesional. Muchos cantantes han tenido que conformarse con cantar en matrimonios y otros oficios, inclusive en funerarias, con tal de percibir un salario mejor al que les es garantizado en estas compañías o en las aulas de clases cada vez más abandonadas. Así también muchos se dedican a la dirección de coros y otras posibilidades músico-educativas, aunque ninguna bien remunerada.

Es por ello que esta denuncia se constituye en protesta a la realidad venezolana, sin dejar de lado o hacernos ciegos a la crisis que, con características en constante cambio nunca positivo, agobia y tortura a todos los venezolanos de bien. Sirvan estas palabras a los efectos morales y humanos respectivos”.

El arte underground como forma de protesta contra el sistema

Desde hace mucho tiempo la izquierda se ha apoderado de la cultura para transmitir sus mensajes, desde los intelectuales del momento hasta la cultura pop, que son quienes reciben, vale resaltar, mayor cobertura en los medios.

Sin embargo, en el mundo underground —con poca cobertura— mayormente resalta el arte anti-sistema, crítico, reflexivo y/o consciente. En esto destaca una manifestación del hip-hop conocido como «RAP», genero cuya característica pura es servir como protesta constante.

En este contexto, hoy analizaremos la última canción subida por Anderson Ramírez, conocido con su nombre artístico como MC Hayek, por servir de mensaje reflexivo para todos aquellos que aún siguen apostando por los políticos y el Socialismo.

El título de la obra es: Abre los ojos [rap anticomunista]

El video comienza mostrando personajes como Hugo Chavez, Gustavo Petro y Rafael Correa diciendo que «cuando los pobres dejan de ser pobres (…) se vuelven de derecha», dejando en evidencia que a la izquierda no solo no le interesa sacar a las personas de la pobreza, sino que no les conviene, dado que, según su lógica, pierden votos.

En definitiva, los políticos se han encargado de manipular el discurso populista para hacer creer que les interesa el bienestar ajeno, cuando en realidad es todo lo contrario, los quieren en la miseria para poder seguir ejerciendo el poder sobre ellos.

Esto queda de forma sublime patentado en la canción cuando en el coro se destaca: «Atentos pues, tienes el coco flojo, no existe libertad cuando mandan los rojos. Ellos te quieren pobre, pues pobre tu eres fiel, well, abre los ojos bien… abre los ojos bien.»

Y es que la forma de vivir de los políticos la consiguen saqueando las arcas de riqueza que produce el trabajo duro y el esfuerzo de las personas de a pie, que se desenvuelven libremente en el mercado. En el video se muestra un corto del profesor Jesús Huerta de Soto explicando cómo a través de los impuestos se llevan gran porcentaje de lo que produce una persona común.

No obstante, no todos reparan a reflexionar en este hecho, pues, parafraseando a MC Hayek, «los tienen hipnotizados, creyendo mentiras» al punto de que son capaces de «defender hampones creyendo que es por su bien», cuando en realidad esas personas «solo quieren el poder» y ellos son el medio para conseguirlo.

En esta ceguera, a veces no se dan cuenta de la incoherencia que existe en aquellos que «critican la riqueza» y al mismo tiempo dicen que «sacaran a todos de la pobreza», entonces ¿Ser rico no es malo? ¿Cómo es que sacaran a todos de la pobreza cuando esa condición es, por descarte, lo que es «bueno» para los políticos de izquierda?

No se puede esperar algo bueno de tal contradicción. En palabras de MC Hayek: «¿Qué esperas de un político que vive del voto del pobre? ¿Qué? ¿Que te quiera rico? A ver si piensas (…) ellos son la burguesía [que tanto critican] y viven de tus impuestos, no han trabajado en su vida.» Y es que, como ya mencionamos, el político no trabaja como cualquier otro, sino que «vive del engaño» y del esfuerzo ajeno.

Es importante comprender esto, porque significa que solamente los «empresarios y los obreros» son los que producen riqueza y crean el escenario para tener comida en la mesa, mientras que el político quita pan de la mesa al mismo tiempo que te hace creer que se preocupa por tu alimentación.

«Piensa en un mundo sin empresa, dime ¿Qué tienes? El empresario y el obrero son los que hacen que tu cenes. Más empresa es más trabajo, es más barata tu alacena; el político, en cambio, es la causa del problema», se destaca en la canción.

En definitiva, este mensaje se contrapone a la creencia de que el político está para solucionar los problemas y que podemos esperar algo bueno de ellos. Más allá de compartir o no el mensaje en su totalidad, nadie puede negar que aquellos pueblos que se dejan manipular por sus dirigentes son, de una u otra manera, en mayor o menor medida, miserables.

Mientras que el pueblo culto, con capacidad de criticar el sistema en el que vive, crea el caldo de cultivo para defender la libertad y las instituciones que permiten la innovación y el progreso, en el contraste de ideas.

¿Por qué la estética importa?

Por Diego Castillo

@DiegoMexican28

Por estetica se entiende la comprensión de la belleza en el arte. La persona promedio, nunca se ha detenido a pensar en la cuestión de que exista una relación entre la estética y los valores éticos.

Para empezar, los artistas (arquitectos, pintores, músicos, etc.) No elaboran sus obras como lo hacen así como así. Implícitamente tienen un conjunto de valores en el que se basan para plasmar algo.

Esos valores descansan en los fundamentos éticos de las civilizaciones, no en sus sistemas economicos, por lo que no puede existir una «estética capitalista» y una «estética socialista» en si mismas.

Un ejemplo de esto, fue la Unión Soviética y el pacto de Varsovia durante el periodo estalinista, se construyeron palacios de cultura impresionantes en Polonia y Rumania, las estaciones del metro en Moscú, ornamentadas con candelabros y murales con temática ortodoxa, por ejemplo, y por la existencia de músicos como Prokofiev, Shostakovich o Jachaturian.

Esos arquitectos y músicos seguían psicológicamente influenciados a nivel implícito por el resto de Europa, y no fue si no hasta después que habría intentos de emular un perfil de «belleza» propia.

-Si es que a edificaciones como el antiguo palacio de la cultura de Berlín se le puede considerar bello.

Vale la pena notar que cada campo artístico se relaciona uno con otro, tanto en su apariencia como en los valores, no fue en vano que Goethe afirmó «la arquitectura es música congelada y la música es arquitectura líquida».

La estética occidental está basada en la recreación de la tridimensionalidad, por eso la mayoría de los cuadros pintados desde la época renacentista hasta mediados del siglo XX se caracterizaron por un llenado de espacio recreando la realidad lo mejor posible.

Con la música sería algo similar, solo que proyectando imponencia a través de la complejidad de los sonidos, corales, solistas u orquestales.

La arquitectura buscaría, bajo esos valores, dar una imagen deslumbrante, y de glorificación a la creatividad e ingenio humano, así como la feminidad y masculinidad. Eso debería explicar la existencia de frescos y murales en las iglesias, museos y ciertos palacios tanto reales como para otros usos civiles donde se exalta la figura humana, y se retratan episodios cotidianos, o religiosos.

Con los codigos de vestimenta tradicionales es igual. Estos, al menos en nuestra cultura, nos recuerdan que hombres y mujeres tenemos naturalezas distintas y aún así, una cualidad humana en común.

En su conjunto, una oda a la grandeza humana y a su propia naturaleza creativa, reflejada implicitamente en el Génesis, cuando según este, Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, es decir, como amo de la creación material.

Las personas que encuentran hermoso esto, es porque sus propios valores son compatibles con los que el pintor, arquitecto, musico, etc. Proyectan.

Hay sus excepciones. La izquierda (que odia Occidente) por tanto, no puede promover una estética occidental y al mismo tiempo aborrecer su ética inspiradora.

Hace semanas, cuando un parlamentario maorí en Nueva Zelanda se quejó de no poder entrar en las reuniones con sus colegas ya que no tenía puesta una corbata.

A esta prenda la llamó «lazo colonial» que introdujeron los blancos a su tierra, pero mas tarde dijo que excluirlo por eso no permitiría ejercer la democracia (un valor ético occidental) correctamente.

Saber esto es una gran ventaja contra la cultura de la cancelación, en especial tomando en cuenta otra ventaja, la occidentalización del mundo.

Por esas razones desconfíen de quien pueda encontrar «hermosa» la ropa de la contracultura o ciertos edificios brutalistas.