Para desgracia de todos, Chávez Vive

Por Omar E. Ramírez R., coordinador local de Estudiantes por la Libertad Venezuela

El 4 de febrero de 1992 un grupo de soldados del batallón de paracaidistas y otras unidades del ejército se sublevaron contra el gobierno bajo las órdenes del Teniente Coronel Hugo Rafael Chávez Frías. Ese día, era el inicio de una tragedia advertida para Venezuela, era el inicio del ciclo de consumación de los objetivos personales y nunca confesados de quienes dirigían el sistema bipartidista imperante en la república, el inicio del paso final de todo proceso socio político y económico basado en el clientelismo y paternalismo social, personalismo y caudillismo político y el extractivismo e intervencionismo económico; era el inicio de lo inevitable en un país como Venezuela, esto un sistema donde el individuo es un mero instrumento para el fin de un grupo de individuos que se arroga el título de pueblo, en donde las leyes tipifican el delito de pensar distinto, en donde el hambre, la miseria y la precariedad son la trinidad omnipresente en la vida de los Venezolanos. Ese 4 de Febrero era el inicio de la hecatombe.

Sin embargo, en el presente artículo no pretendo realizar un análisis exhaustivo de los antecedentes históricos, ni explicar a profundidad las condiciones que propiciaron el ascenso de Chávez al poder, menos la proposición de soluciones a cada problema en cada área destruida por el Chavismo —es algo que quedaré debiendo al lector—, el fin es servir de relato sobre nuestra tragedia y como medio de desahogo a esta mente ávida de libertad y que sueña con un futuro libre, con décadas en que los John Galt y las Dagny Taggart de mi país tengan el camino libre y con sus dedos tracen en el espacio el signo del dólar,  décadas distintas a las de 1984 advertidas por Orwell y que los venezolanos viven —bueno, más bien sufren en el nuevo milenio—.

Hugo Chávez venía pensando una llegada violenta al poder desde muy joven, desde sus días como cadete en la Escuela Militar, luego, como oficial superior organizó acciones junto a otros que como él estaban totalmente seducidos por la hazaña golpista de Castro en Cuba y como este, eran movidos por el más radical ideal marxista. Todas esas reuniones rápidas y a voz baja en los pasillos de los batallones militar, todos estos mensajes enviados en secreto, dieron forma y cuerpo al movimiento bolivariano revolucionario 200 con el juramento bajo el Samán de Gúere en 1982, el mismo que llevaría a cabo las acciones golpistas empezadas en horas de la madrugada del 4 de febrero de 1992, en la que el descontento de muchos soldados que veían la situación económica en estaba sumiendo a su país —a pesar de que para muchos analistas no había una crisis política y las medidas implementadas por Carlos Andrés Pérez estaban sanando la economía nacional— fue utilizado como catalizador del apoyo que estos de forma ingenua dieron a Chávez sin saber que este terminaría hundiendo aún más a Venezuela.

En horas de la madrugada, tropas del MBR-200 atacaron puntos estratégicos en Aragua, Maracaibo, Caracas y otras ciudades, a la vez que algunos comandados por Chávez desde el cuartel de la montaña intentaban tomar el palacio de Miraflores y la residencia presidencial. Luego de una rápida acción por parte de la escolta civil del presidente y de los organismos de seguridad aún fieles a la constitución como la DISIP y la Policía Metropolitana fueron derrotados y capturados los soldados golpistas en el distrito capital.

Arrestados estos líderes Chávez fue llevado a prisión no sin que antes se le permitiera salir en televisión nacional para instar a sus compañeros en Aragua y Valencia que se mantenían en lucha a rendirse y elevar un discurso al país, discurso que lo haría famoso especialmente entre la clase media trabajadora y clase baja que se disgustaron con Pérez dada sus medidas de liberalización de precios y recorte de gasto público.

Cabe resaltar, que estas medidas aplicadas por Pérez bajo la orientación del Fondo Monetario Internacional buscaban reparar la crisis en que entró la economía Venezolana luego de que los precios del petróleo bajaran durante los gobiernos de Lusinchi y Herrera Campis, pues, dado que consistía en regalías financiadas por el extractivismo político del bipartidismo a la industria petrolera  y que los anteriormente mencionados presidentes no fueran capaces de diversificar la economía, estas medidas consistían sobre todo en reducir las regalías y gasto público que era financiado a través del rentismo petrolero, razón de que el venezolano acostumbrado al paternalismo estatal por culpa del bipartidismo viera con rechazo al presidente Carlos Andrés Pérez, que sumado al caudillismo que reinaba en el pensamiento de muchos venezolanos, estos encontrasen en la figura de este militar golpista a un mesías y lo eligieran poniendo fin al sistema de partidos de la cuarta república, es decir, el bipartidismo fue víctima de sí mismo, era un sistema destinado a fracasar.

Durante el gobierno de Rafael Caldera, quien estando en el parlamento ya había luchado por desestimar la causa de magnicidio con que acusaba Carlos Andrés Pérez a Chávez, buscando el apoyo de movimientos de izquierda para mantenerse en el poder, Chávez es sobreseído y liberado de prisión, permitiéndole participar en política y ocupar cargos públicos. Oportunidad que Chávez no dejó pasar y se postuló para las elecciones presidenciales de 1998, en las que, con el 56.20% de los votos fue elegido luego de una campaña donde prometía el cambio que Venezuela necesitaba y un cambio de constitución.

En su discurso prometía remover el zapato de cuero posado en las espaldas de los venezolanos y  la charola de lata en la que estos recogían los muslos y el filete que los políticos de entonces arrojaban luego de comerse una gallina entera y buey, y lo que terminó haciendo fue cambiar los zapatos por una bota militar que ahora oprime con todo el peso de un grosero aparato estatal asfixiando al venezolano, pretendiendo que este recoja los pellejos y huesos si lame la otra bota, y que aplasta sin piedad alguna a los que se niegan a vivir bajo la opresión.    

Hoy día, escuchar las palabras de muchas personas que están totalmente arrepentidas de haber apoyado a Chávez, te hace recordar las palabras de personas que han superado su adicción a las drogas quienes narran los inimaginables sufrimientos que pasaron por culpa de una u otra sustancia, quienes cuentan con tristeza, rabia, indignación y resignación los años que perdieron entregando sus vidas a dicha sustancia; es, sin duda, como  leer las líneas de la novela “Los Que Vivimos” de Ayn Rand en las que Timoshenko justifica su alcoholismo a Andrei Taganov:

“Una vez hicimos una revolución. Decíamos que estábamos cansados de barrigas vacías, del sudor y de los piojos, y por lo tanto destripamos, degollamos y vertimos sangre, sangre nuestra y sangre de ellos, para lavar un camino que nos llevase hacia la Libertad. Y ahora, ¡mira a tú alrededor, camarada Taganov, miembro del partido desde 1915! ¿Ves dónde viven los hombres, unos hombres que son hermanos nuestros? ¿Viste alguna vez a una mujer caer por la calle y vomitar sangre sobre los adoquines y morir de hambre? ¡Yo, sí!”

Para desgracia de muchos, Chávez vino a instaurar un sistema con tinte totalitario que busca suprimir al individuo y la propiedad privada, en consecuencia, buscar erradicar la libertad de los venezolanos. Atravesamos la hiperinflación más alta de la historia humana, tenemos el mayor número de migrantes por crisis humanitaria, los índices más altos de violencia, corrupción e impunidad, tenemos los salarios y poder adquisitivo más bajos de Latino América, y esto solo por mencionar algunos de los problemas.

La destrucción del aparato productivo, del poder adquisitivo y de la moneda se la debemos a sus erradas —y totalmente intencionadas— políticas económicas, monetarias y fiscales. La crisis política, a su afán totalitario de concentrar el poder usando como excusa el bienestar del pueblo —pueblo que era él quien definía a su gusto y en el que no había lugar a disidentes ni críticos—, y la crisis social a su pisada fuerte al acelerador del sistema clientelista y paternalista heredado en la cuarta, me es imposible no cerrar el artículo con aquellas palabras que recuerdan nuestra desgracia y sus verdaderos culpables, citando a José Alberto León:

“Chávez vive en los hospitales que carecen de medicinas e insumos; Chávez vive en cada uno de los jóvenes que se ven en la necesidad de postergar sus sueños y salir del país; vive en los atiborrados refrigeradores de las morgues, Chávez vive en las mentes ávidas de libertad, y taciturnas en el transcurrir de los días aciagos sin ella; Chávez vive en las madres que tienen que dar sepultura a sus hijos víctimas de la violencia. Chávez vive entre los abuelos, que sufren su vejez en medio de carencias de todo tipo. Chávez vive en los estudiantes hastiados, en los educadores y profesionales hartos de ser doblegados y humillados; vive en cada crítico vilipendiado y cada disidente secuestrado. Chávez vive en cada medio de comunicación clausurado producto de la acérrima censura. Chávez no murió, no. Chávez vive.”

Ellos creen saber qué pasa con la inflación, pero su ignorancia es absoluta (parte 1)

Por Roymer Rivas, Coordinador Local de Estudiantes por la Libertad Venezuela.

Vivimos en la era de la información; todo el conocimiento del mundo se encuentra contenido en el dispositivo que las personas tienen frente a sus ojos. No obstante, esta misma época se ha prestado para que todos puedan difundir públicamente opiniones desinformadas, abundando supuestos expertos que no se guardan sus comentarios sobre todo lo que sucede, vendiéndolos como grandes verdades —¿Es tan difícil callarse?—.

Esto me hace recordar la frase del filósofo austriaco Ludwig Wittgenstein: “De lo que no se puede hablar es mejor callar” —aunque el significado de la frase es más transcendental, pues, para el filósofo esto no significa que hay que olvidar “lo que es mejor callar”; al contrario, es apreciarlas más profundamente en una experiencia anterior y posterior al lenguaje—. En otras palabras, al carecer de los medios y las capacidades para expresar algo, es mejor no expresarlo; después de todo, el silencio también transmite mensajes.

Este principio fácil de entender no necesita de ningún estudio para aplicarlo en nuestro día a día, pero los supuestos expertos les encanta hacer alarde de su imbecilidad y se pasan esto por la abertura del tracto digestivo donde expulsan parte de si —heces—. Venezuela no escapa de esta realidad. Y, en vista de ello, me veo en la obligación moral de romper mi silencio; responderé al artículo titulado “Estamos enfocando mal el problema del bolívar y la inflación”, publicado por Juan Carlos Valdez, “experto en economía política”, en Aporrea. Pido perdón de ante mano por las informalidades, pero este escenario lo requiere. Inicio.

En el articulo comienza diciendo que el lenguaje es la manera comprender el entorno, expresar lo que percibimos y actuar conforme a ello; lo cual sirve de fundamento para expresar después que los enemigos del socialismo se han valido del lenguaje para esparcir mentiras sobre la inflación. No obstante, lo curioso y divertido es que hace uso del mismo juego del lenguaje que critica para expresar su mensaje; en concreto dice que “no es igual decir: ‘el bolívar pierde valor’, que decir: ‘las cosas suben de precio’”, un sinsentido total.

Cuando se dice que “el bolívar pierde valor” es en función de la utilidad de la moneda para adquirir cierta cantidad de bienes y/o servicios en el mercado, por tanto, decir que “el bolívar pierde valor” es lo mismo a decir “las cosas suben de precio”, dado que es precisamente los precios lo que determina la utilidad de cierta cantidad de unidades monetarias para adquirir un bien o servicio. Lo extremadamente divertido es que un párrafo después reconoce que “ambas expresiones suponen la pérdida de poder adquisitivo de los trabajadores”; no se da cuenta que ambas expresiones suponen eso porque son exactamente lo mismo; el sistema de precios —originado por la demanda y oferta de absolutamente todo en el mercado— y la cantidad de moneda de una economía se retroalimentan entre sí, en un escenario donde existe moneda, ambas deben su utilidad o valor en función del otro.

En palabras simples, cuando una moneda pierde valor, el resultado es que los precios son más altos y, en consecuencia, se necesitan más unidades monetarias para adquirir un producto o, si se quiere, con la misma cantidad de unidades monetarias cada vez se obtienen menos bienes. Si partimos de la segunda expresión, entonces, cuando “las cosas suben de precio” la moneda está perdiendo valor, porque cada vez se necesitan más unidades monetarias para adquirir un bien. Es exactamente lo mismo, no puedes separar una cosa de la otra; no existe tal cosa como un “las cosas suben de precio, pero la moneda conserva su valor real” —mantiene el nominal, pero no el real—.

Ahora bien, J. C. Valdez se empeña en hacer la absurda distinción para explicar que la expresión: “el bolívar pierde valor”, conduce a un callejón sin salida a la hora de solucionar el problema de la subida de los precios porque se centran en “darle valor al bolívar, respaldándolo con algo cuyo valor sea más estable o reduciendo la cantidad de bolívares circulantes para hacerlo más caro” o cualquier medida de carácter monetario, lo que lleva a centrar la mirada en el gobierno. No conforme con esto, pasa a sostener que decir que “la inflación es siempre un fenómeno monetario ha sido siempre, una trampa ideológica, en la que hemos caído todos”.

Para esto se vale de un ejemplo que sostene la vértebra del artículo: “¿Acaso un billete de 100 deja de servir para comprar algo cuyo precio es 100, aún en momentos de inflación? Un billete de 100, siempre servirá para comprar algo cuyo precio sea 100. Entonces es obvio que el dinero no pierde valor, lo que ocurre es que las cosas suben de precio y como los precios no tienen vida propia, significa que alguien los subió. Al darnos cuenta de esto tan obvio – aunque nos sintamos como el Rey desnudo – nos vemos obligados a dirigir la mirada hacia los precios y no hacia la moneda”. Y es aquí donde entra nuevamente el juego del lenguaje que criticó al principio; decir que “un billete de 100, siempre servirá para comprar algo cuyo precio sea 100” no es lo mismo a decir que “un billete de 100 siempre servirá para comprar un bien que varíe de precio en el tiempo y, por tanto, no siempre costará 100”; a modo de ejemplo, con el billete de 100 se pueden comprar hoy 10kg de tomates, pero si los tomates suben de precio en 100%, con el mismo billete de 100 se comprarán 5Kg —que es lo mismo a decir que el valor de la moneda cayó 100% con respecto a los tomates—.

Su respuesta a esto es que “los precios no tienen vida propia y no suben solos”, pero es aquí donde estriba su fatal error y la muestra de que no comprende en lo más mínimo de lo que está hablando. Si las cosas suben de precio, es porque la moneda pierde valor; lo cual es lo mismo a decir que si la moneda pierde valor, las cosas suben de precio —o se mantienen en el tiempo cuando la tendencia debería ser a bajar de precio, pero eso es otra historia en la que no entraré y no cambia la esencia de este escrito—. Aquí la verdadera pregunta es: ¿Por qué las cosas están subiendo de precio? Y hacerla no es fijar la mirada “en los precios”, es que toda pregunta sensata hecha sobre el fenómeno de la inflación de precios apunta hacia el mismo punto: la moneda. Pero para responder esta pregunta debo comprender qué es el sistema de precios y cuál es su mecanismo.

Esta es precisamente la pregunta que responderé en el siguiente artículo, en el marco de dejar en evidencia las demás estupideces cósmicas con las que prosigue J. C. Valdez —una clase de teoría monetaria no le caería mal, hasta mi hermano de 14 años es erudito en la materia comparado con él—.

Continuará…

Los verdaderos patriotas hacemos preguntas (parte 1)

La investigación científica es un pilar importante para la sociedad de hoy, por el hecho de lo mucho que ha simplificado nuestras vidas, facilitado nuestras tareas, estudios y trabajos, contribuido con los procesos de producción, distribución e intercambio de mercancías, aumentado nuestra esperanza de vida gracias a las vacunas, antibióticos, desarrollo de la ciencia médica, analgésicos, y hasta en los mecanismos y formas de entretenimiento de la que gozamos hoy día; pues la televisión, el internet, los videojuegos, no serían posibles sin conocimientos y avances en el campo de la física, la electrónica, la matemática y la informática.

Precisamente esta última —cuyo nombre es la unión de las palabras “información automática”— supone una total diferencia entre el estilo de vida de un adulto hoy, en el año 2023, a uno en la década de los 2000 y el 2010, pues gracias a la investigación y el desarrollo científico la tecnología avanza de forma exponencial año con año; y a pesar de que no existe ni ha existido un solo individuo, que cuente con todos y cada uno de los conocimientos necesarios  para y referente a los avances científicos —tanto médicos, como matemáticos, tecnológicos, físicos, biológicos, etc— ni las tecnologías que hoy constituyen parte importante, en algunos casos hasta esencial e imprescindible de nuestras vidas, todos nos beneficiamos de ello. Como hubiese dicho F.A. Hayek “La civilización descansa sobre el hecho de que todos nos beneficiamos de un conocimiento que no poseemos”.

Hasta el fanático religioso que se niega aceptar la vacunación y  los trabajos de epidemiología, se ve totalmente beneficiados de la inmunidad de rebaño de enfermedades como la malaria, la polio o la gripe, o el adolescente que ve las matemáticas como un mecanismo de tortura de sus profesores y la ciencia como un estorbo en su vida, se beneficia de ellas gracias al desarrollo de software de computadores y dispositivos móviles. Como hubiese dicho Carl Sagan “vivimos en una sociedad profundamente dependiente de la ciencia y la tecnología y en la que nadie sabe de estos temas”.

Pero todos estos avances no se pudiesen dar sin las preguntas “¿Porque? ¿Cómo?”, preguntas que surgen en la mente del ser humano al observar distintos fenómenos; en los primeros tiempos de la humanidad la solución más frecuente era responsabilizar a un ente sobrenatural de cualquier fenómeno, así surgió la mitología, se intentaba dar respuesta a cuestiones como el origen del universo y del hombre, los fenómenos naturales, la reproducción, la cosecha, la noche, el día y las enfermedades con escasos mecanismos lógicos. Pero estas respuestas, más tarde que temprano, se volvieron insuficientes, vacías, no explicaban mucho y dejaron de ser consideradas respuestas, y a través del pensamiento crítico y el escepticismo comenzaron a plantearse hipótesis respecto a la causalidad de dichos fenómenos y a través de un procesos sistemático intentar encontrar la falsedad o validez de estas hipótesis, nacía la investigación científica, que me atrevo a decir es producto característico de la naturaleza humana.

Gracias al pensamiento escéptico, al cuestionamiento y la duda de las “verdades” establecidas la humanidad avanzó en el desecho de mitos y costumbres irracionales que causaban más mal que bien; la investigación científica nos ayudó a descubrir que llueve por causa del ciclo del agua, no por causa de la furia de Zeus, nos enseñó que el sol sale y se oculta por el movimiento de rotación de la tierra, no por el sacrificio y extracción del corazón de un prisionero de guerra de los aztecas, nos enseñó que los eclipses son un evento astronómico consecuencia de la interposición de la tierra entre el sol y la luna, no una señal del fin del mundo; pues, como dijo Socrates “La ciencia humana consiste más en destruir errores que en descubrir verdades”.

Este mismo pensamiento escéptico y crítico, nos llevó a cuestionar la autoridad divina de los reyes, nos llevó a progresar en el nacimiento y posterior desarrollo de la ciencia económica; durante el proceso conocido como la ilustración Adam Smith, David Hume y Adam Ferguson hicieron sus contribuciones al nacimiento de la teoría económica, Locke cuestionó la autoridad divina y propuso la conducción civil del gobierno; la luz de la ciencia iluminaba cada vez más personas y les enseñaba que ningún hombre era superior a otro, y que no había más razón que la maldad de unos pocos para el sometimiento de muchos.

Si hay una nación sobre la tierra que haya nacido bajo la luz de la ciencia y la libertad, fue Estados Unidos, que si bien lastimosamente hayan traicionado en reiteradas ocasiones las palabras en su declaración de independencia; este documento representó un as de luz en un mundo de oscuridad. Benjamin Franklyn, uno de los padres fundadores de esa nación y redactor de esta declaración era un reconocido científico, inventor del pararrayos y la estufa franklyn, con trabajos importantes en el campo de la física, su conocimiento lo llevó a escribir antes de  su muerte, y en referencia a Richard Rumbold que gracias al avance de la ciencia y su luz, el mundo estaba comprendiendo que ni los pueblos nacen con una silla de montar, ni unos pocos con las botas para montarlos.

Para Thomas Jefferson, américa necesitaba de escritores, filósofos y científicos para su conformación, no es de extrañar teniendo en cuenta su maduración liberal y la influencia de la ilustración sobre él; había leído a John Locke, quien fue un importante empirista cuyos aportes a la ciencia de la proposición de un proceso lógico basado en la experimentación y la experiencia se reconocen hoy día, este cuestionó el derecho divino de los reyes a gobernar bajo el uso y amenaza de  la fuerza, propuso la conducción civil del gobierno, donde quien cumplían las leyes serían a su vez quienes las elaboraron, propuso el concepto de apropiación original y de propiedad privada; algo sin duda definitivo para la elaboración de la filosofía política liberal.

Sin duda alguna, el conocimiento científico, el avance de este y el progreso hacía la lapidación de mitos y “verdades” absolutas impuestas por el misticismo han contribuido en sobremanera al desarrollo de las repúblicas liberales de occidente. Quienes se vanaglorian de decir ser patriotas, quienes de forma recurrente apelan a la patria para la justificación de la inmolación de unos pocos, quienes en un intento carente de conocimiento científico pretenden “devolverle la grandeza a su nación” o como les gusta llamarla para darle una connotación hasta mística, “su patria” a través de la imposición de una religión o sistema de creencias mediante el estado, quienes aplaudieron a regímenes de corte totalitario como el Venezolano cada vez que cercenaba la propiedad privada, quienes aún hoy claman la existencia de una policía de la moral para evitar la pérdida de los valores tradicionales, deberían detener de vez en cuando a preguntarse cuáles son las consecuencias finales sobre el individuo y el conjunto de éstos, debería preguntarse si realmente si va a funcionar, detenerse a estudiar que ocurrió la última vez esto se aplicó, y terminarán dándose cuenta que cada vez que la libertad fue suprimida en mayor o menor medida bajo el impulso misticismo de imponerse a los demás, en los países y épocas donde se aplicó, no se llegó a nada más que hambre, miseria, y crimen a destajo.

Quien realmente quiere evitar calamidades para la tierra de sus padres, hace preguntas a sus líderes, sobre sus planes, sobre sus intenciones, sobre los riesgos, hace preguntas a la religión sobre la veracidad de su código de valores, sobre el fundamento real de sus afirmaciones sobre el bien y el mal, pues solo así, solo si se le niega a los líderes políticos o religiosos la realización de sus pretensiones, aquellas sobre las que detestan que les hagan preguntas, conseguiremos un lugar donde todos y cada uno de los individuos puedan desarrollar sus proyectos vitales sin la coacción del estado o la culpabilización del placer de la religión, sólo así, se consigue de verdad una nación libre y próspera, como hubiera dicho Carl Sagan, en el título del último capítulo de “El Mundo y sus Demonios”, y como iré mostrando en la próxima parte, luego de explicar cómo el pensamiento escéptico dió lugar a la separación de poderes, la revolución industrial y al capitalismo, el porqué la ciencia y la tecnología contribuyen con la realización del individuo y la economía, LOS VERDADEROS PATRIOTAS, HACEN PREGUNTAS.

Por Omar E. Ramirez R., Coordinador Local de Estudiantes por la Libertad Venezuela.

De dictaduras y externalidades

El gobernante que por un lado defiende los intereses de un conjunto de ciudadanos se considera así mismo portavoz de todos ellos. La política es la historia de la megalomanía y es probable que empiece de ese hecho en particular; la presunción de ser el proceso necesario para alcanzar el bienestar de los ciudadanos, se considera así mismo esa pieza del rompecabezas faltante y eso en sí mismo le otorga un valor gratificante. Él es el elegido, nadie puede decirle lo contrario.

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Por ellos

Por Henry Nadales

Siempre me han traído sin cuidado las tradiciones de Año Nuevo en general, y me importan tres cuartas partes de lo mismo cualquier tipo de superstición en particular. Sin embargo, este 31 de diciembre, cuando queden pocos minutos para que se acabe el año, cuando el reloj tenga las dos manecillas apuntando hacia arriba, voy a brindar ―si es que tengo con qué hacerlo― por ellos. Esos que no tienen nombre y pueden ser cualquiera, los que son de todas partes, pero no pertenecen a lado alguno.

Cuando el minutero siga corriendo, voy a cerrar los ojos y pensaré en ella, que seguramente está trabajando en una cadena de hamburguesas o preparando un helado, con el nombre Raquel marcado en el pecho. Voy a acercar el trago y también recordaré a Carlos, que se fue caminando durante 15 días, con los pies reventados y la camisa roída, atravesando un sol del infierno con un dolor insoportable en las piernas, por las selvas de Panamá y el desierto mexicano. Migrantes a los que la madrugada les da una bofetada en el rostro cada día, que vienen desde su tierra, desde lejos, a cazar las oportunidades de que ―con su propio esfuerzo― puedan tener una vida que valga la pena vivir. Ese personaje que solo habla con la pantalla, con una sonrisa en los labios, mientras su sobrino o su esposa abren desde casa los regalos que les mandó. Y después de ese brindis, yo sonreiré con ellos.

Por otro lado, me importarán un carajo los que salen incendiados en el auto, borrachos a más no poder por estas fechas, llevándose con el tren delantero a los que, como Raquel y Carlos, se fueron ganando pedazo a pedazo este perro mundo.  Ni siquiera voy a arquear la ceja por la chismosa del barrio que, en la mesa de un restaurante, critica a los que se fueron a perseguir sus sueños, mientras ella escupe el cuento de la humillación, la locura, la juventud, y la falta de no sé qué cosas. Les dedicaré un largo y respectivo gesto fálico con mis manos a los fulanos que califican de estúpido el esfuerzo del muchacho que ya no está en el vecindario, sino a miles de kilómetros, ordenando cajas, limpiando patios, o apilando bloques para llevar a su casa el pan y ofrecerle a su hijo una mejor educación.

Voy a enviarle mis ánimos a esos jóvenes y no tan jóvenes que tuvieron que nacer de nuevo, aprendiendo otra cultura, un nuevo idioma, y hasta el cómo funciona un calentador. Mis oraciones serán para los hermanos que trabajan y luchan ―o que al menos lo intentan― con su alma cada día; esos que ya tuvieron hijos en su patria y que, de no ser por el sacrificio que hacen, sólo podrían heredar la ignorancia y el hambre. Mi aliento lo compartiré con los que se despidieron de sus seres queridos, saboreando la certeza maldita de que quizá no los volverían a ver jamás; con los cientos de miles de rostros exiliados, estafados y engañados por una clase política que los amarró al populismo.

Reivindicaré los logros del muchacho que desde el aula de clases habla con sus amigos de los sueños de libertad. También el coraje de la muchacha que no pudo seguir haciéndolo, porque unos criminales uniformados le dijeron que, si seguía en el mismo camino, iba terminar en prisión. Seguramente, el trago tendrá un toque amargo por el recuerdo del vecino que ya no está jugando fútbol en la cancha, desde el terrible martes 16 en que lo mataron por el único motivo de querer vivir en paz.

El brindis será para los sin nombre, aquellos que decidieron con sus ovarios y cojones volverlo a intentar. Por esos que sí saben lo que es estar metidos en un pozo lleno de barro, o con el sol sobre los hombros, corriendo como enfermos, escapando de no sabemos qué, con todos los miedos del mundo susurrándoles al oído, y enfrentando el peor de los sufrimientos: la duda de si el martirio algún día va a terminar. 

Mi último deseo será que sepan esto: que el valor que tienen en una sola uña es más grande que la dignidad de cualquier Congreso; que tienen más calor soportando el invierno, que el alma de los irresponsables que les robó su futuro; que pueden mandar al carajo al próximo que, desde una cómoda cama de privilegios, les venga con el cuento de que son estúpidos por haberse graduado como abogados para terminar limpiando baños en el extranjero; que el camino será pedregoso, con todos los problemas que trae el dinero, el trabajo, la salud, y hasta el aprender otro idioma; pero que podrán hacerlo; y que, si quieren un héroe, busquen un espejo… Quizá, de este modo, si alguna vez desconfiaron de su capacidad para lograr lo imposible, ya no existe ni una sola razón para volver a dudar.

Renny Ottolina: la voz que advirtió la decadencia venezolana

Por: Omar E. Ramírez R., Coordinador local de Estudiantes por la libertad Venezuela.

Reinaldo José Ottolina Pinto, quien luego cambiaría su nombre a Renny Ottolina, fue un periodista, locutor, presentador y animador de televisión nacido en Valencia estado Carabobo, Venezuela, quien sería conocido como el número 1 de la televisión venezolana. Hoy día conocido en los círculos de jóvenes y adultos por sus fuertes críticas al sistema bipartidista imperante en la cuarta república; un sistema rentista y estatista, donde el clientelismo y el paternalismo estatal, así como el populismo, reinaban, sumándose al “enchufe” de ese entonces que nada tiene que envidiarle al de hoy; ponía las relaciones políticas y familiares por encima del mérito del individuo en su capacidad de éxito y prosperidad material y de oportunidades, pues, a estas tenían acceso los militantes del partido de turno, así como a las regalías y prebendas en las que consistían los programas de gobierno de casi todo candidato.

Siendo pionero en la televisión venezolana, participó como presentador del programa inaugural de la televisora nacional en 1952, haría la primera transmisión de TV a color con el Santo Ángel de fondo; en su show “Renny Presenta” viajó por distintos lugares del país contando su historia, los sucesos claves de nuestra independencia ocurridos allí y mostrando sus paisajes urbanos y naturales. Se le conoció además por sus llamativos y divertidos comerciales, en los que, entre tantos, para publicitar una bebida achocolatada la preparo estando de pie sobre su mesa, arrojando desde lo alto los cubos de hielo, el agua y el polvo deshidratado de la bebida a una licuadora, encendiéndola con los pies, y luego bajándose a tomar un vaso de la bebida preparada. Fue fundador de la Cadena Venezolana de Televisión y un reconocido locutor de radio, piloto de carreras y showman; se ganó el título de “El número 1 de la televisión venezolana”.

Sin duda alguna otro de los motivos por los que se le recuerda —y es el que para mí es más importante—  fue por su constante crítica social y llamada a la conciencia de los ciudadanos venezolanos, convocando a regresar a las buenas costumbres, a los conductores de motocicletas a manejar con prudencia, siempre en sus programas los llamaba a evitar manejar a exceso de velocidad o bajo influencia de sustancias recordándoles las tasas de accidentes fatales de tránsito causados por conducir a altas velocidades o bajo la influencia del alcohol; un ejemplo es el video que se puede conseguir en internet bajo el nombre “La cuña prohibida de Renny” donde conversa con el director del servicio de Medicatura Forense sobre las muertes por accidentes de tránsito. Criticaba mucho el estatismo y la pereza, el que el gobierno alentara conductas como la pereza o la vagancia subsidiando bienes básicos y las regalías y prebendas.

Trató de impulsar una campaña para que el nombre de la moneda nacional fuese cambiado de “Bolívar” a peso, no sin que se quitase su esfinge de la moneda; pues no concebía que el nombre de Simón Bolívar fuese utilizado en sus palabras “para algo tan vil como el dinero”, en su último programa en televisión abordó el tema extensamente, donde además llegó a demostrar su gran fe en el destino de Venezuela, diciendo que: “estoy convencido de que el retorno del país hacía sí mismo no puede ser sino a través de su conciencia como país, resiento el que un líder extranjero me diga a mi como Venezolano cual es el camino, recuerdo perfectamente bien que nuestro país nació diciendo por aquí, no quiero que venga nadie a estas alturas a decirme por donde es, creo firme y ciegamente que Venezuela nació para ser líder y decir cuál es la senda, no para seguir otras, y reconozco también que por cuestiones circunstanciales Venezuela se ha olvidado un poco de sí misma, el problema no es material, es mental y espiritual”

Aquí, dijo muy acertadamente que mientras que el individuo no se preparase, no abandonase la mentalidad paternalista estatista, no entendiese lo correcto y siguiese siguiendo falsas ideas en el ámbito económico, político o social Venezuela seguiría en decadencia; lastimosamente no se le escuchó, y llegamos a lo que Venezuela es hoy día.

Defensor de la propiedad privada, la iniciativa empresarial, la publicidad y el consumo, respondió de forma excelente a un oyente suyo quien lo criticó por promover el consumo, respondió acertadamente como el comunismo había fracasado y explicó por qué todas las sociedades son sociedades del consumo, defendió la empresarialidad, como iniciativa privada con el fin de obtener dinero, y el trabajo asalariado; si bien es cierto que criticó y se declaró enemigo del empresario especulador, así como la publicidad y el consumo, pues, si alguien tiene la idea de hacer un par de zapatos, necesita quien los haga, pero también enseñarle a los mercados que dicho producto existe y que haya quien lo compre, así definió de manera muy sencilla el funcionamiento de la economía. 

En 1977 fundó el Movimiento de Integridad Nacional con miras a ser elegido presidente en las elecciones de 1978, la intención de voto hacía Renny iba creciendo superando a las de los otros candidatos, pero murió el 16 de marzo del 78 en un accidente de aviación el cuál nunca fue esclarecido y ocurrió en circunstancias extrañas.

Él, a diferencia de los socialdemócratas y demás socialistas, cuyas campañas se basaban en las regalías y las prebendas de quien los apoyara, en prometer quitarle a quienes producen para dárselo a quienes no, proponía cambios y soluciones reales, respeto a la propiedad privada, libertad al emprendimiento, reforma educativa y eliminación de muchos subsidios; razón por la que como contó él en una entrevista un taxista dijo que “ese Renny sería un tirano haciéndolo trabajar a uno”, pues sus ideas, aún no calaban en gran parte de la población confundida y adoctrinada por décadas de paternalismo estatal y rentismo.

Sus palabras, llamados, campañas e ideales venían a romper con el paradigma socialdemócrata izquierdista imperante; con el paternalismo y el rentismo, a reformar el sistema educativo y realzar el mérito, lastimosamente, sus propuestas no pudieron ver la ejecución y fueron sepultadas por los izquierdistas a quienes no les convenía que las palabras de Renny se hicieran sentir, hoy, vemos las consecuencias de las que Renny tanto advertía, hoy, vemos como el no haber seguido su “guerra, contra el atraso, contra la pereza y contra la ignorancia” nos llevó a elegir fácilmente a un socialista quien venía haciendo alarde público del atraso, de la pereza al subsidiar el no trabajar pero ahora de forma más descarada y quien utilizó la ignorancia colectiva a su favor y aún hoy hay quienes le rinden culto. Hoy, el estado se hizo tan grande como Renny advirtió, con intromisión en casi todos los sentidos de la vida del ciudadano, con leyes regulando y asfixiando casi cada aspecto de la vida económica nacional y con una sociedad que hacer alarde de su atraso e ignorancia así como de su falta de buenas costumbres.

Es momento de que ya dejemos atrás todo eso contra lo que Renny en su momento quería luchar, es momento ya de que la gente deje de esperar la ayuda de papá-estado para todo, y de que comprendamos de una vez por todas que ni el empresario es un ladrón, ni los políticos unos santos a los cuales endiosar.

Clientelismo planificado: una estafa que empobrece

El análisis económico se realiza para determinar y evaluar la interacción entre los distintos actores de la economía; estudia el modo en que individuos toman decisiones en situaciones de escasez enfrentados a múltiples alternativas; estas decisiones se fundamentan en ciertas reglas tales como aumentar la utilidad del recurso y sus beneficios, así como conseguir la mejor calidad al mejor precio.

Dado que todo recurso es limitado humano o material, usarlo en un fin determinado implica renunciar a usarlo en otro; los actores económicos a decidir en qué fin estos recursos alcanzarán el mayor rendimiento en el caso de los productores, el mayor beneficio en el caso de los consumidores, y la mejor relación coste beneficio en el caso de ambos. El cómo optimizan los agentes su conducta al enfrentarse a las alternativas posibles para alcanzar sus fines y cómo estas decisiones afectan a otros actores a corto, mediano y largo plazo, es precisamente uno de los objetos de estudio del análisis económico. 

Esto último, llevado a las medidas de los gobiernos y el impacto de las leyes en la economía, constituye el área de la economía a la que echaremos luz en este artículo, la economía política; cuya definición técnica es el estudio del “cómo, desde el gobierno, se organiza la producción, distribución, intercambio y consumo de bienes y servicios en las distintas sociedades” [G. Westreicher. Economía política. En economipedia.com].

Si algún aporte ha hecho el liberalismo al análisis económico, específicamente al empleado en la economía política es la exposición de Frederic Bastiat en su obra “Lo que se ve y lo que no se ve” del grave error que se comete al juzgar una medida política económica en base a sus resultados y aparentes beneficios a un actor económico específico a corto plazo, ignorando los resultados de esta en un amplio número de actores y a largo plazo. Esto fue llamado por él “la falacia de la ventana rota”, y trata sobre la marcada tendencia de la sociedad de juzgar una política pasando por alto las consecuencias secundarias de esta. Es esta idea, su comprensión y uso en el análisis, lo que diferencia la calidad de un economista; como diría Henry Hazlitt:

“En ello consiste la fundamental diferencia entre la buena y la mala economía. El mal economista sólo ve lo que se advierte de un modo inmediato, mientras que el buen economista percibe también más allá. El primero tan sólo contempla las consecuencias directas del plan a aplicar; el segundo no desatiende las indirectas y más lejanas. Aquél sólo considera los efectos de una determinada política, en el pasado o en el futuro, sobre cierto sector; éste se preocupa también de los efectos que tal política ejercerá sobre todos los grupos.” [Economics in one lesson, 1946]

La explicación dada por Bastiat consiste en un experimento mental; imaginemos que un día Juan BuenHombre se consigue con que su hijo por accidente ha roto la ventana de su escaparate,por lo que, ahora Juan tiene que pagar 6 francos por su reparación; es claro que el reparador de ventanas se beneficia de ello, no obstante como diría Bastiat, esto es lo que se ve. A simple vista Juan obtiene su nueva ventana y los reparadores 6 francos, ambos ganaron. Esto es lo que se concluiría si se ignoran las consecuencias secundarias y a otros actores. Pero lo cierto es que Juan quería con esos 6 francos comprarse un par de zapatos nuevos, y el zapatero un actor que no se ve;  con estos 6 francos hubiera comprado el traje nuevo que quiere desde hace tiempo, a su vez el sastre hubiera usado esos seis francos para comprarse un libro, y así pudiéramos seguir hasta que luego de una larga cadena de intercambio los seis francos hubieran vuelto a Juan.

Es así como, bajo un estudio de las consecuencias secundarias, tenemos que es mayor la pérdida que no se ve que el supuesto beneficio que se ve. Se ve que los reparadores obtienen 6 francos si se rompe la ventana de juan, pero no se ve que si no se rompe la ventana, Juan tiene su ventana intacta y un par de zapatos, y los otros actores que no se ven tuvieran un traje nuevo, un libro nuevo, y una gran cantidad de adquisiciones que ahora no pueden hacerse por que se rompió la ventana. (Si el lector quiere profundizar, le recomiendo el tratado “Lo que se ve y lo que no se ve” de Frederic Bastiat y al primer y segundo capítulo del libro “La economía en una lección  de Henry Hazlitt).

Entender esto nos pone alerta ante cualquier supuesta bondadosa medida económica.

El aporte de Bastiat,ayudó a que muchos dejasen de cometer los dos principales errores del análisis económico, a saber, juzgar una medida por sus resultados en un solo actor, y el de no juzgar sus consecuencias a largo plazo, muchas veces se cometen ambos de forma totalmente consciente por parte de demagogos, políticos populistas y economistas e intelectuales sobornados  por aquellos para avanzar en sus agendas. Cuando un legislador, político o partido anunció con bombos y platillos su nueva medida económica, su nueva reforma, tributo o plan de asistencia social, se suelen detener en la gran cantidad de gente supuestamente beneficiada, hace alarde por ejemplo  del gran números de personas que antes no tenían un techo y ahora sí lo tienen, en seguida saltan los intelectuales y periodistas afines a la ideología del partido, político o legislador en cuestión a felicitarle y a reconocer su altruismo, pero nunca se atreven a preguntar:

  1. ¿De dónde salió el dinero que está pagando esta supuesta ayuda?
  2. ¿Cuántas empresas pequeñas dedicadas a ofrecer el servicio o bien que el Gobierno ahora  “regala” quebraron al no poder competir contra el monopolio de la fuerza?
  3. Si el dinero salió de la emisión monetaria inorgánica; ¿Cuánto tiempo tardará en hacerse notar la inflación y que tan grande será esta?
  1. Si se obtuvo los recursos de la expropiación; ¿cuántas familias fueron robadas institucionalmente? ¿Cuántas empresas huyeron del país en cuestión por temor a ser expropiadas? ¿Cuántas no nacieron debido al temor de los emprendedores de ser expropiados?
  1. Es cierto, la recaudación fiscal aumentará en el corto plazo pero, ¿cuánto aumentarán los precios las empresas para poder pagar los impuestos? O ¿Qué tanto decaerá la calidad de sus productos si aparte se les pone un control de precios y no quieren trabajar a pérdida?
  2. ¿Cuántas empresas cerrarán al prever que no podrán resistir este aumento de impuestos?
  3. Siguiendo las consecuencias de las preguntas 2, 4 y 6, ¿Cuántas personas perdieron sus empleos y fuentes de ingresos como consecuencia de las medidas implementadas?

Y así un montón más de preguntas que ni los intelectuales sobornados y fanatizados se atreverán a hacer aunque las piensen por que vendieron sus conciencias, ni los demagogos ni políticos populistas se atreverán a responder y preferirán hacer uso de la ridiculización y humillación; pero que sus respuestas, y hasta el simple hecho de pensar en ellas, pondrían en rechazo hasta a las más convencidas personas honestas en un primer momento de la beneficencia de dicha medida.

Es en este punto, cuando comprendemos dicha falacia, cuando estudiamos este aporte al análisis económico que sin duda alguna nos salvaría de cometer o avalar errores, cuando practicamos el experimento mental propuesto por Bastiat; que comenzamos a mirar con recelo y hasta con rechazo a muchos políticos populistas, en el caso Venezolano, comenzamos a miralas con recelo previendo las nefastas consecuencias de las medidas supuestamente bondadosas que el régimen chavista ha aplicado, aplica y continuará aplicando para el avance de su agenda totalitaria; cuando comenzamos a entender que muchas medidas propuestas por el gobierno o gran parte de la oposición sólo profundizará la crisis.

Las misiones sociales, el sistema patria, las medidas de control de precios son grandes oportunidades de medidas económicas para someter al escrutinio bajo la comprensión de la falacia de la ventana rota; vamos por cada una.

  • Las misiones sociales; nacieron con el supuesto objetivo de brindar ayuda y asistencia social a las clases más desfavorecidas, durante más de una década a través de estas se han beneficiado a corto plazo muchas personas con viviendas, planes de pensiones, ayudas económicas y dotación a escuelas, ambulatorios y demás, esto es lo que se ve, todas se beneficiaron con la emisión de dinero inorgánico del Banco Central, que a la larga produjo la hiperinflación más grande en la historia de la humanidad, como consecuencia la escasez de productos, la pérdida total de poder adquisitivo, y que hoy día las personas aparentemente beneficiadas en un primer momento hoy tenga una pésima calidad de vida, la moneda nacional una pésima capacidad de compra y ahorro, devaluación constante, consecuencias que en un primer momento no se ven, y que en un análisis flojo de las misiones tampoco se ve.
  • El sistema patria, con un fin similar al de las misiones sociales, es el sistema de pago de bonos y planes de ayuda social, que, de nuevo, se financian a través de la emisión de dinero inorgánico, y aunque a corto plazo se ve como una ayuda a la ciudadanía, al mediano y largo plazo genera depreciación de la moneda; ejemplo el desplome del bolívar ante el dólar luego del pago de los bonos vacacionales y el actual aumento del precio del dólar paralelo.
  • El control de precios, a primera vista y a corto plazo hizo que las personas pudieran comprar artículos de primera necesidad a un precio supuestamente accesible pero a mediano plazo hay un efecto que no se ve en el análisis perezoso de la medida y que el gobierno prefirió atribuir al egoísmo y la avaricia de los comerciantes, este es la escasez; pues debido a que los precios estaban fijados en cifras que a veces ni siquiera pagaban los costes de producción y obtención de muchos artículos y terminaban perdiendo en lugar de ganando preferían sacar de sus anaqueles aquellos productos regulados, esto derivó en largas colas para la obtención de dichos productos. También en el proceso de fijación de un precio se ignoran las leyes del mercado y el hecho de que es la relación entre la oferta y la demanda lo que determina el precio de un bien lo que ocasiona la imposición de precios irrisorios; a esto hay que sumar un efecto secundario ineludible de esta medida, el surgimiento de un mercado negro donde se vendía a precio real los productos que las regulaciones habían hecho desaparecer.

Si recordamos estos hechos, casi siempre la solución del gobierno era más emisión de dinero inorgánico o más intervención en el mercado y mayor control, lo cual profundiza la crisis. Cabe mencionar que estás acciones eran y son aplaudidas por sectores intelectuales y políticos de oposición; incluso fueron los mismos que habían pedido mayor intervención del estado en el mercado o en asuntos monetarios. La población civil, al creer en las mentiras difundidas por el gobierno y por intelectuales pagados, siempre veía en cada regulación o en cada misión nueva una esperanza, muchos sectores en sus análisis económicos que se detenían en las consecuencias inmediatas y en un solo agente, sin tomar en cuenta lo que no se ve y tal como aquellos que celebraban la destrucción de la ventana en la falacia de la ventana rota, llegaban a conclusiones equivocadas y por ende a supuestas soluciones que nunca resolvían el problema.

Todo esto por el simple hecho de no comprender cómo funciona realmente una economía, no cometas el mismo error. De ahora en adelante, cuando escuches a un político o intelectual promoviendo una regulación, un plan de ayuda social, o celebrando la “destrucción creativa” de la economía, no te quedes en los efectos a corto plazo y sobre un actor en específico, ve más allá, busca aquello que no se ve y podrás observar por ti mismo si de verdad es buena o mala dicha medida. Con esto ya tienes una herramienta para tu análisis económico personal —pues todos podemos analizar la economía— y para detectar a un mal economista o político populista.

Por Omar E. Ramirez R., Coordinador local de Estudiantes por la Libertad Venezuela.

Por una educación con sentido

Por: Roymer Rivas, coordinador local de Estudiantes por la Libertad Venezuela.

El mejor sistema educativo que ha habido en la historia humana ha sido el de la antigua Grecia, específicamente, Atenas. En este sistema se encomendaba a los niños desde una edad temprana a algún maestro para que enseñara al niño hasta los 18 años —maestro/discípulo—; si algún maestro era reconocido, los jóvenes se acercaban a él para adquirir su sabiduría; si alguien quería ser músico, iba con un maestro para que le enseñara música; si quería ser poeta, orador, filosofo, artesano, o cualquier otra profesión, iba con el maestro correspondiente —la libertad de enseñanza estaba garantizada— y la enseñanza pasaba de generación en generación vía oral; se respetaba la obligación cívica y moral de los padres a educar a sus hijos.

El sistema ateniense ponía especial énfasis en el desarrollo de la razón y del pensamiento crítico que, a su vez, se ejercitaba en la vida pública y en las manifestaciones culturales; no por nada Atenas es la cuna de la ciencia y la filosofía. Allí no existían certificados, diplomas, títulos universitarios de reconocimiento, ni mucho menos gremios en donde se tenían que inscribir las personas para poder ejercer su profesión; el conocimiento de cada individuo era reconocido por el ejercicio de su profesión, y si alguno demostraba carecer de las cualidades necesarias, simplemente era sustituido por otro que si demostrara tenerlas.

En resumen, se puede decir que se respetaba la libertad de elección tanto de los padres para educar a sus hijos, como de los jóvenes estudiantes para decidir en qué rama querían profesionalizarse. También, las habilidades desarrolladas eran del tipo practica y el «mercado» era quien decidía si una persona era capaz o no para ejercer cierta profesión, era un sistema basado en el mérito y cada persona tenía que ganarse su reconocimiento a través del buen ejercicio de la profesión que decidieran ejercer.

En contraste a hoy día, el sistema educativo no despierta el pensamiento crítico en los estudiantes, la educación no es personalizada —maestro/discípulo—, la función principal del sistema educativo actual no es mejorar las habilidades de los estudiantes, sino certificar su “inteligencia” y su conformidad —cabe destacar que dicha inteligencia es medida según ciertos parámetros impuestos desde arriba—.

Esta es la razón por la que los estudiantes olvidan gran parte de lo que -intentaron aprender- en las distintas etapas escolares por las que atravesaron; y digo “intentaron aprender” porque lo que se aprende no se olvida, más bien queda internalizado en el ser y, a través del tiempo, va enriqueciéndose y tomando nuevas formas más profundas.

Hoy, cuando una persona se “gradúa” es “certificada”, pero, no conforme con esto, de existir alguna algún “colegio”, debe colegiarse para poder ejercer su profesión libremente; de no hacerlo, puede verse limitado para ejercerla e incluso podría ser sancionado si ejercita su profesión.

Pero la triste realidad es que esa certificación no es más que una “certificación de calificaciones”, no de aprendizaje; esto se refuerza más cuando en el mercado laboral se valoran más las calificaciones que el conocimiento, convirtiendo así los títulos en meras cartillas que tienen el objetivo de impresionar a los empleadores, es como si los tenedores de títulos dijeran “mira, soy un buen trabajador, contrátame, mi inteligencia está certificada”; en los centros educativos no se “guía” al estudiante (como si lo hacia el maestro con su discípulo en la antigua Atenas) ni se enseñan habilidades prácticas que permitan a éste cultivar sus capacidades creativas para poder desarrollarse en su entorno; el régimen educativo actual premia la “conformidad”, las personas buscan altas calificaciones, títulos, reconocimientos, certificados, más no el conocimiento en sí mismo y el aprendizaje.

La austeridad educativa nos llevó a un mundo en el que necesitamos un diploma para poder trabajar, en el que hay inflación de certificados, pero decadencia en el aprendizaje. La educación es un tesoro, pero definitivamente el sistema educativo actual es un horror, se crean esclavos, no emprendedores y excelentes personas.

Creo que ya va siendo hora de retomar, con mejoras, las ideas de la antigua Atenas, adaptarlas y aplicarlas en la actualidad, crear un régimen en el que la libertad de elección y el cultivo del pensamiento crítico y la razón imperen.

En este proceso de lucha, mientras tanto, por ser quienes están al frente en la batalla, invito a los profesores a potenciar la creatividad innata en sus estudiantes, a despertar su interés por el conocimiento y la adquisición de habilidades prácticas, a no valorar las calificaciones —que solo miden capacidad de memoria— más que el aprendizaje, a personalizar lo más que puedan cada enseñanza, a reivindicar la crítica y la razón y guiarlos para que su pensamiento sea profundo. En resumen, los invito a no escolarizar a sus estudiantes, sino a ayudarlos a aprender; enseñen a pensar, no qué pensar.

Termino con una cita de Roger Lewin: «a menudo damos a los niños respuestas que recordar en lugar de problemas a resolver»; no formen parte del sistema que, paradójicamente, hace que las personas dejen de aprender cuando llegan a las escuelas.

Menos democracia y más libertad; Venezuela no necesita democracia

Por: Roymer Rivas.

Muchos años después de que el ideal democrático se gestara en un ambiente hostil durante años (1928-1945), en 1945 la Junta de Gobierno promulga el derecho a voto la mujer venezolana; esto da paso para que en octubre de 1946, en las elecciones de representantes para la Asamblea Nacional Constituyente, ellas puedan ejercer por primera vez su derecho. El resultado de esto fue que dicho derecho quedara plasmado en la Constitución de 1947.

Éste es el punto de partida de la historia democrática en Venezuela que se vería interrumpida temporalmente con las dictaduras de la junta militar y Marcos Pérez Jiménez (1948-1959), para luego instaurarse y consolidarse con el pacto de punto fijo (1958) que llega para marcar el mayor periodo de democracia en Venezuela (1958-1998); un periodo bipartidista.

Los turbios 40 años de “ilusiones” y “cortinas” —cabe decir que auspiciadas por el mismo sistema democrático— sirven como base para que Hugo Chávez se haga del poder y convoque una Asamblea Constituyente que tiene el respaldo de la Corte Suprema de Justicia, una entidad que debió haber velado por el cumplimiento de la ley y, en su lugar, paradójicamente, generó una nueva manera de reformar la constitución a pesar de que la constitución de 1961 no lo preveía; cosa que fue y aún sigue siendo criticada por abogados constitucionalistas. Estos eventos abren camino para que se promulgue la Constitución de 1999 y, junto con ella, termine de morir la democracia en el país.

Desde entonces, los venezolanos en general luchan por la recuperación de la democracia; de hecho, todos los partidos políticos de oposición, tanto socialistas como liberales (clásicos), proponen “recuperar la democracia”; las protestas que ha habido durante los últimos 9 años han sido por la libertad y el “retorno a la democracia”.

Ahora bien, ¿Realmente necesita la sociedad venezolana regresar a la democracia? Para responder esta pregunta es necesario dar respuesta primero a otra pregunta: ¿Qué es la democracia? A menudo se da por sentado que la democracia es la mejor forma de orden social, de gobierno, y que es de sentido común que todos tengamos derecho a voto; nada más alejado de la realidad; este sistema es incompatible con los tres derechos fundamentales del hombre, a saber, vida, libertad y propiedad privada; y, por tanto, como todo sistema que no se sustente en ellos, sus bases son de arena y las consecuencias de crear una estructura en ella son nefastas. La teoría lo indica y la evidencia empírica lo ilustra, basta ver el escenario mundial, y más específico por su cercanía, Venezuela, para entenderlo.

Según la Real Academia Española, la democracia es “una forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por los ciudadanos”, una “doctrina política según la cual la soberanía reside en el pueblo, que ejerce directa o indirectamente o por medio de representantes; y esto es lo que nos venden, de una u otra manera, desde pequeños bajo la educación —adoctrinamiento— publica. En otras palabras, en un sistema democrático, supuestamente, todos los miembros de la sociedad participan, o tienen el derecho a hacerlo, en la toma de decisiones. Sin embargo, la verdad es que “democracia” significa la regla de la mayoría; ya Platón definía el sistema como el gobierno “de los más” en su “Republica”; en la misma línea, a mí me gusta llamarlo como lo que realmente es: “tiranía de las mayorías”.

Puede que algunos difieran de estas afirmaciones, ciertamente la discusión es amplia y por la misma razón no me extenderé en la explicación por no ser el punto central de este artículo. Pero estén de acuerdo o no, nadie podrá negar el hecho de que la democracia ha servido como medio para que muchos personajes hagan propuestas sociales —políticas, económicas, etc.— que no hacen más que atentar y, en casos extremos, atacar las libertades de todos los miembros de la sociedad. Bajo el sistema democrático Evo Morales, Perón, Hitler, los Kirchner y Hugo Chávez, entre tantos liberticidas, han llegado al poder gracias al apoyo masivo (apoyo “popular”; más del 50% de los votos, sin importan si fueron todos a votar o no) de sus respectivos países.

Estos gobiernos han hecho relucir la esencia misma de la democracia, el populismo. No es que uno de los problemas de la democracia es el populismo, es que la democracia es esencialmente populismo; un sistema en el que quien pretenda hacerse con el poder necesita del apoyo de las masas incentiva, a priori, a que dicha persona se valga de todos los medios a su alcance —muchas veces no muy buenos— para ganarse el apoyo popular; y lo más terrorífico es que las personas en general muchas veces no se dan cuenta de ello y, en consecuencia, los personajes populistas tienen muchas chances de conquistar el poder.

Una de las razones por la que esto sucede es por lo que Bryan Caplan dice en su libro “The Myth of the Rational Voter” (El Mito del Votante Racional), que el votante promedio “is worse tan ignorant” ya que es irracional, en la medida en que defiende políticas en base a creencias erróneas que tiene sobre las políticas que repercuten en la sociedad e incluso esas políticas que apoyan se contraponen al mayor bienestar que buscan y valoran. Esta ignorancia es la que aprovechan los personajes carismáticos para ganarse el favor del pueblo y establecer sus agendas malditas.

Venezuela ha sido víctima de este fenómeno durante décadas, y es aquí en donde reluce otro problema: la nesciencia de la sociedad sobre las verdaderas causas de los problemas que les acaecen y sobre los mejores medios para alcanzar sus fines lleva a que se creen las condiciones necesarias para que cada vez más surjan carismáticos con tendencias autoritarias que apelan a los sentimientos y emociones de una sociedad cegada por las ansias de bienestar.

Son estas las razones —junto a muchas más— que, respondiendo a la primera pregunta planteada, Venezuela no necesita regresar a la democracia. Reestablecer este sistema no debe ser el fin de los venezolanos, ni siquiera debería verse como el medio para alcanzar el verdadero fin por el que se lucha, la libertad. El sistema democrático no nos dará la verdadera salida a la crisis por la que está atravesando el país actualmente, si la libertad.

Ahora bien, si la democracia no es el medio para alcanzar la libertad que permitirá crear una sociedad feraz en Venezuela, entonces ¿Cuál es? Simple: el medio para alcanzar la tan ansiada y necesaria libertad es la libertad misma, y para ejercer verdadera libertad hay que reivindicar el respeto a la propiedad privada. Esto requiere cambiar el fundamento en el que se pretenderá construir la nueva sociedad. Una vez se tenga el fundamento sólido, los materiales de la arquitectura social que se han usado hasta ahora deben desecharse y usar otros para la construcción de la estructura; es decir, se necesita cambiar completamente la arquitectura del país, se necesitan profundas reformas institucionales a lo largo y a lo ancho del país.

Esto requiere tiempo, compromiso y, sobre todas las cosas, paciencia. Revertir el estado actual, que es resultado de siglos de desatinos, no sucederá de la noche a la mañana; pero con los cambios institucionales se creará la fuerza suficiente para hacer contrapeso y, con el tiempo, se retomará el camino del crecimiento en Venezuela que el mundo parece haber olvidado; esto es, el orden natural, espontaneo. Todo en el ámbito de la propiedad privada y el libre ejercicio del componente empresarial innato que posee cada ser humano.

Para terminar, tengo que decir que un sistema con menos problemas que la democracia que, a mi parecer, podría constituir un trampolín que ayude a recuperar el orden natural del hombre es la “Demarquía”, pero hablaré de este sistema —sus problemas y las ventajas en comparación con la democracia— en otro artículo. Por ahora, te invito a cuestionarte todo y a no dar las cosas por hecho, sobre todo si se trata del sistema que de alguna forma rige tu vida.

Gracias a las protestas, Venezuela no muere

Algunas veces se preguntarán el por qué invocar a la Corte Penal Internacional en las protestas, la respuesta es simple; es la única forma de hacer el ruido necesario para seguir retomando las investigaciones frente a los crímenes de lesa humanidad que hizo el régimen de Hugo Chávez- Nicolás Maduro en el pasado y para que lo piensen en el presente antes de volverlo a cometer.

“De hecho, ya el presidente de la CPI ha solicitado retomar las investigaciones”. Exigir Justicia, jamás será en Vano.

Recuerden la chequera de la dictadura en Venezuela es superior a la de todos los venezolanos que nos oponemos, y si le sumamos el poder comunicacional totalitarista que tiene su tiranía en la actualidad, cerrando prácticamente todas las emisoras de radio, canales de televisión, periódicos, y prensa digital que publican todas las protestas que están ocurriendo en el país.

El siempre exigir Justicia hasta lograrlo, debe ser nuestro objetivo.

Por: Angel Jesús Prato Espinoza, presidente de Líderes Libres