Brasil: Tribunal Supremo autoriza investigar a Bolsonaro por el asalto realizado por sus simpatizantes

La Corte Suprema de Brasil ha autorizado este viernes a la Fiscalía General investigar al expresidente Jair Bolsonaro por su presunta participación como autor intelectual del asalto a los tres poderes de miles de sus simpatizantes en Brasilia.

El magistrado Alexandre de Moraes, uno de los once jueces del Supremo, ha acatado la petición de la Fiscalía, que pretende esclarecer si el líder incitó el ataque de sus partidarios más radicales, que buscaba derrocar al mandatario Luis Ignacio Lula da Silva.

Según la petición de la Fiscalía al Supremo Tribunal Federal, «Bolsonaro habría hecho incitación pública a la práctica del crimen» al publicar un video el 10 de enero cuestionando nuevamente la regularidad de las elecciones presidenciales de 2022 en las que fue derrotado por Lula.

El video al que alude la Fiscalía fue publicado dos días después de los incidentes del domingo, pero, ante la repercusión negativa, rápidamente lo eliminó de su cuenta de Facebook.

En el polémico video, un elector asegura que Lula no fue elegido por el pueblo sino por el tribunal electoral.

Brasil: fiscalía pide investigar a Bolsonaro por incitar al asalto de las instituciones democráticas

La Fiscalía General de Brasil ha solicitado al Supremo Tribunal Federal (STF) que incluya al expresidente Jair Bolsonaro en la investigación sobre el asalto a las instituciones brasileñas por parte de simpatizantes bolsonaristas.

La solicitud ha sido presentada por varios miembros del Ministerio Público. Ahora corresponderá a la presidenta del STF, Rosa Weber, analizar la demanda y decidir si abre una investigación contra Bolsonaro, según ha informado el diario ‘O Globo’.

La petición, firmada por el fiscal general adjunto, Carlos Frederico Santos, se ha presentado después de que al menos 80 miembros del Ministerio Público solicitaran al fiscal general, Augusto Arias, investigar a Bolsonaro.

Bolsonaro compartió un video en su Facebook el 11 de enero en el que sugería que la victoria del presidente Luiz Inácio Lula da Silva había sido manipulada por el Tribunal Superior Electoral (TSE) y el STF, según ha informado el diario ‘Folha de Sao Paolo’.

La Fiscalía, que ha abierto hasta siete investigaciones para determinar la responsabilidad sobre el asalto a las instituciones democráticas, también ha pedido medidas urgentes a la empresa Meta para que recupere el vídeo, ya que Bolsonaro lo borró.

El ministro de Justicia y Seguridad Pública, Flávio Dino, ha informado este mismo viernes de que en los próximos días se realizarán nuevas detenciones sobre los sospechosos que participaron en el asalto al palacio de Planalto.

Menos democracia y más libertad; Venezuela no necesita democracia

Por: Roymer Rivas.

Muchos años después de que el ideal democrático se gestara en un ambiente hostil durante años (1928-1945), en 1945 la Junta de Gobierno promulga el derecho a voto la mujer venezolana; esto da paso para que en octubre de 1946, en las elecciones de representantes para la Asamblea Nacional Constituyente, ellas puedan ejercer por primera vez su derecho. El resultado de esto fue que dicho derecho quedara plasmado en la Constitución de 1947.

Éste es el punto de partida de la historia democrática en Venezuela que se vería interrumpida temporalmente con las dictaduras de la junta militar y Marcos Pérez Jiménez (1948-1959), para luego instaurarse y consolidarse con el pacto de punto fijo (1958) que llega para marcar el mayor periodo de democracia en Venezuela (1958-1998); un periodo bipartidista.

Los turbios 40 años de “ilusiones” y “cortinas” —cabe decir que auspiciadas por el mismo sistema democrático— sirven como base para que Hugo Chávez se haga del poder y convoque una Asamblea Constituyente que tiene el respaldo de la Corte Suprema de Justicia, una entidad que debió haber velado por el cumplimiento de la ley y, en su lugar, paradójicamente, generó una nueva manera de reformar la constitución a pesar de que la constitución de 1961 no lo preveía; cosa que fue y aún sigue siendo criticada por abogados constitucionalistas. Estos eventos abren camino para que se promulgue la Constitución de 1999 y, junto con ella, termine de morir la democracia en el país.

Desde entonces, los venezolanos en general luchan por la recuperación de la democracia; de hecho, todos los partidos políticos de oposición, tanto socialistas como liberales (clásicos), proponen “recuperar la democracia”; las protestas que ha habido durante los últimos 9 años han sido por la libertad y el “retorno a la democracia”.

Ahora bien, ¿Realmente necesita la sociedad venezolana regresar a la democracia? Para responder esta pregunta es necesario dar respuesta primero a otra pregunta: ¿Qué es la democracia? A menudo se da por sentado que la democracia es la mejor forma de orden social, de gobierno, y que es de sentido común que todos tengamos derecho a voto; nada más alejado de la realidad; este sistema es incompatible con los tres derechos fundamentales del hombre, a saber, vida, libertad y propiedad privada; y, por tanto, como todo sistema que no se sustente en ellos, sus bases son de arena y las consecuencias de crear una estructura en ella son nefastas. La teoría lo indica y la evidencia empírica lo ilustra, basta ver el escenario mundial, y más específico por su cercanía, Venezuela, para entenderlo.

Según la Real Academia Española, la democracia es “una forma de gobierno en la que el poder político es ejercido por los ciudadanos”, una “doctrina política según la cual la soberanía reside en el pueblo, que ejerce directa o indirectamente o por medio de representantes; y esto es lo que nos venden, de una u otra manera, desde pequeños bajo la educación —adoctrinamiento— publica. En otras palabras, en un sistema democrático, supuestamente, todos los miembros de la sociedad participan, o tienen el derecho a hacerlo, en la toma de decisiones. Sin embargo, la verdad es que “democracia” significa la regla de la mayoría; ya Platón definía el sistema como el gobierno “de los más” en su “Republica”; en la misma línea, a mí me gusta llamarlo como lo que realmente es: “tiranía de las mayorías”.

Puede que algunos difieran de estas afirmaciones, ciertamente la discusión es amplia y por la misma razón no me extenderé en la explicación por no ser el punto central de este artículo. Pero estén de acuerdo o no, nadie podrá negar el hecho de que la democracia ha servido como medio para que muchos personajes hagan propuestas sociales —políticas, económicas, etc.— que no hacen más que atentar y, en casos extremos, atacar las libertades de todos los miembros de la sociedad. Bajo el sistema democrático Evo Morales, Perón, Hitler, los Kirchner y Hugo Chávez, entre tantos liberticidas, han llegado al poder gracias al apoyo masivo (apoyo “popular”; más del 50% de los votos, sin importan si fueron todos a votar o no) de sus respectivos países.

Estos gobiernos han hecho relucir la esencia misma de la democracia, el populismo. No es que uno de los problemas de la democracia es el populismo, es que la democracia es esencialmente populismo; un sistema en el que quien pretenda hacerse con el poder necesita del apoyo de las masas incentiva, a priori, a que dicha persona se valga de todos los medios a su alcance —muchas veces no muy buenos— para ganarse el apoyo popular; y lo más terrorífico es que las personas en general muchas veces no se dan cuenta de ello y, en consecuencia, los personajes populistas tienen muchas chances de conquistar el poder.

Una de las razones por la que esto sucede es por lo que Bryan Caplan dice en su libro “The Myth of the Rational Voter” (El Mito del Votante Racional), que el votante promedio “is worse tan ignorant” ya que es irracional, en la medida en que defiende políticas en base a creencias erróneas que tiene sobre las políticas que repercuten en la sociedad e incluso esas políticas que apoyan se contraponen al mayor bienestar que buscan y valoran. Esta ignorancia es la que aprovechan los personajes carismáticos para ganarse el favor del pueblo y establecer sus agendas malditas.

Venezuela ha sido víctima de este fenómeno durante décadas, y es aquí en donde reluce otro problema: la nesciencia de la sociedad sobre las verdaderas causas de los problemas que les acaecen y sobre los mejores medios para alcanzar sus fines lleva a que se creen las condiciones necesarias para que cada vez más surjan carismáticos con tendencias autoritarias que apelan a los sentimientos y emociones de una sociedad cegada por las ansias de bienestar.

Son estas las razones —junto a muchas más— que, respondiendo a la primera pregunta planteada, Venezuela no necesita regresar a la democracia. Reestablecer este sistema no debe ser el fin de los venezolanos, ni siquiera debería verse como el medio para alcanzar el verdadero fin por el que se lucha, la libertad. El sistema democrático no nos dará la verdadera salida a la crisis por la que está atravesando el país actualmente, si la libertad.

Ahora bien, si la democracia no es el medio para alcanzar la libertad que permitirá crear una sociedad feraz en Venezuela, entonces ¿Cuál es? Simple: el medio para alcanzar la tan ansiada y necesaria libertad es la libertad misma, y para ejercer verdadera libertad hay que reivindicar el respeto a la propiedad privada. Esto requiere cambiar el fundamento en el que se pretenderá construir la nueva sociedad. Una vez se tenga el fundamento sólido, los materiales de la arquitectura social que se han usado hasta ahora deben desecharse y usar otros para la construcción de la estructura; es decir, se necesita cambiar completamente la arquitectura del país, se necesitan profundas reformas institucionales a lo largo y a lo ancho del país.

Esto requiere tiempo, compromiso y, sobre todas las cosas, paciencia. Revertir el estado actual, que es resultado de siglos de desatinos, no sucederá de la noche a la mañana; pero con los cambios institucionales se creará la fuerza suficiente para hacer contrapeso y, con el tiempo, se retomará el camino del crecimiento en Venezuela que el mundo parece haber olvidado; esto es, el orden natural, espontaneo. Todo en el ámbito de la propiedad privada y el libre ejercicio del componente empresarial innato que posee cada ser humano.

Para terminar, tengo que decir que un sistema con menos problemas que la democracia que, a mi parecer, podría constituir un trampolín que ayude a recuperar el orden natural del hombre es la “Demarquía”, pero hablaré de este sistema —sus problemas y las ventajas en comparación con la democracia— en otro artículo. Por ahora, te invito a cuestionarte todo y a no dar las cosas por hecho, sobre todo si se trata del sistema que de alguna forma rige tu vida.

La Democracia NO es para los Pueblos Libres

La oclocracia desalojó la democracia imperfecta y la llaman socialismo.

La democracia es un gobierno civil de todos los ciudadanos, libres por naturaleza y no comandado por grupos de militares corruptos que se les imponen a @NicolasMaduro. Los venezolanos fueron sacados de su condición de libertad para someterlos sin su consentimiento. Están condenados a una situación generalizada de precariedad. Sin servicios, sin trabajo digno y en las peores condiciones de salud. El sistema público de salud fue demolido hasta los cimientos.

Maduro y los militares NO están protegiendo a la comunidad venezolana contra incursiones e invasiones. NO hay paz, NO hay seguridad y NO hay nada para el pueblo, mientras la camarilla que usurpa saquea los bienes nacionales y subasta hasta los cayos de Chichiriviche al mejor postor. Ya entregó la Guayana Esequiba, no deja de enviar petróleo a Cuba y le entrega la soberanía a rusos, iraníes y chinos. Se creen los intocables, pero no hay poder más alto que el PODER del Padre Celestial y de su Hijo, que son los que dictan las leyes y sus reglas que rigen en el universo.

Venezuela es una democracia falsa. Dejó de ser verdadera hace muchas décadas, cuando los partidos huyendo de la crítica a su mala gestión se refugiaron en el populismo, que nos ha traído estos fangos. La socialdemocracia y también el socialcristianismo traicionaron las ideas que permitieron algún avance de la sociedad venezolana. Prefirieron el baño de masas, el clientelismo político, el culto a la personalidad antes que tomar las medidas que evitaban la inflación, la escasez y el desempleo. Volvieron polvo la moneda y desataron una inflación que pasó de criminal a genocida, pero no levantan el control de cambio. Como reveló Aristóbulo Istúriz, el gobierno se cae sin el control de cambio. Pero son pocos los políticos de aparato que han demandado que se ponga fin al control de cambio. Ellos también sacan su tajada, su beneficio.

La población de Venezuela, sus ciudadanos, no participará en elecciones hasta que se establezca un nuevo sistema económico ajeno al socialismo, a los cultos e idolatrías que nos retrotraen a la época de las cavernas, y a los sacrificios para complacer a los dioses.

La democracia socialista-hamponil que se ha impuesto en Venezuela a partir de una constitución llena de trampas y de laberintos interpretativos ha sido, sin duda, muy perjudicial. Su igualitarismo tramposo pretende imponer como un derecho humano la ignorancia y la coloca en el mismo plano de la ciencia. El saber y el no saber no son estados de conciencia sino opiniones, y las opiniones ganadoras se deciden por mayoría. Esa es la trampa del populismo.

A los más instruidos, a los más sabios, le corresponde una responsabilidad para que la situación venezolana cambie. Lamentablemente, la intelectualidad venezolana ha sido cómplice y cobarde.

Cómplice porque no cabe duda que mayoritariamente profesaron ideas marxistas, socialistas, progresistas, liberales, de avanzada y creyeron que serían traidores a sus ideas si denunciaban que la ignorancia, la oclocracia, se había hecho del poder en Venezuela. Estuvieron callados más de veinte años, y se dan cuenta de su fracaso humano e intelectual cuando como profesores eméritos reciben como salario mensual poco menos de cinco dólares y no les alcanza ni para la gasolina.

Mientras más sabios más escandaloso ha sido su silencio, su dejar hacer, su responsabilidad. Debemos restituir la democracia, por el bien de la humanidad y de la naturaleza. Este engaño de elecciones amañadas y legitimaciones a cambio de un pequeño conuco de poder debe terminar. Hay que reconstruir el poder de la ciudadanía, del ciudadano como individuo, no como integrante de un colectivo que decide como ordenan desde el palacio de gobierno. El poder no está en las organizaciones políticas cogolléricas, está en la comunidad organizada y dispuesta a rescatar la soberanía popular secuestrada por el socialhamponismo.

Haremos una constitución que se ajuste al nuevo país, ético y trabajador. Rescataremos al Israel perdido en la historia, de miles de años de antigüedad.

Angel Jesús Prato Espinoza, presidente de Líderes Libres

(Derechos Humanos & Conservación Ambiental)

FIP PRENSA Nº: VE 2229 / CNP Nº: 20.202

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