De Alt Media
Según los datos arrojados por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censo (INDEC) en su informe reflejaron que más de la mitad (51,4%) de las personas de 0 a 14 años son pobres, de ese total el 12,6% son indigentes, en el segundo semestre del 2021.
A su vez; los informes del Observatorio de Deuda Social Argentino (ODSA) de la UCA afirman que en el 2020 el riesgo alimentario total las infancias trepó al 46%, dentro de los cuales, el 28% experimentó episodios de “hambre” por no tener que comer.
En este sentido; el Dr. Víctor Gallo, pediatra especialista en nutrición, jefe del servicio de nutrición del Hospital del Niño Jesús de Tucumán y secretario del comité de nutrición de la Sociedad Argentina de Pediatría Tucumán, explica que “el niño que crece en hogares pobres, lo hace en desventaja con respecto al que no. Esto también condiciona la calidad de alimento que desde el gobierno ponen trabas o impuestos a las frutas, a las verduras o legumbres, que son fundamentales para una correcta nutrición. Se hacen inaccesible para estos sectores y sólo se alimentan de guiso porque es barato”.
A su vez, aclara que en consecuencia “vemos una paradoja, yo siempre les digo a mis alumnos ‘la paradoja del gordo pobre’, la mayoría tienen sobrepeso de los sectores vulnerables. El 60% de los niños tienen sobrepeso, porque tienen déficit de nutrientes”.
Por último; Paula Gallo, Licenciada en Nutrición, quien se encuentra en el servicio de alimentación y dietoterapia del Hospital de niños de la provincia de Tucumán, afirma que “la pobreza en un niño -y su entorno- afecta su seguridad alimentaria, es decir, el acceso a una alimentación adecuada y suficiente acorde a sus necesidades».
Y agrega que “una mala alimentación en la infancia deja secuelas irreversibles en el crecimiento, desarrollo corporal y cognitivo del niño ante el déficit de nutrientes esenciales.