Este sábado, integrantes del movimiento feminista FEMEN realizaronx una protesta en la plaza del Trocadero de París, situada frente a la Torre Eiffel, contra el partido «Agrupación Nacional» (RN), encabezado por Marine Le Pen.
La protesta tuvo lugar un día antes de las elecciones parlamentarias, lo que contradice la prohibición de llevar a cabo manifestaciones políticas durante la jornada de silencio electoral.
«Esta mañana, en la plaza del Trocadero, seis activistas de FEMEN han venido a limpiar Francia de su inmundicia fascista», escribió el movimiento en su cuenta en X.
En los videos publicados en las redes sociales se puede ver como seis mujeres en faldas rojas y azules y con diferentes inscripciones en sus cuerpos limpian la plaza, a la vez que gritan diferentes eslóganes.
Cabe señalar que esta no es la primera acción de este tipo de los movimientos feministas en Francia, que se han movilizado en vísperas de las elecciones y protestan contra el ascenso al poder de lo que llaman «extrema derecha».
Este domingo Francia celebra la primera ronda de las elecciones legislativas anticipadas, convocadas después de que el presidente Emmanuel Macron anunciara la disolución de la Asamblea Nacional (Cámara Baja del Parlamento) tras conocerse la derrota de su partido en los comicios europeos.
En este marco, y de acuerdo con la última encuesta del Instituto Francés de Opinión Pública (IFOP), es necesario señalar que un 37% de los electores desea unavictoria de la Agrupación Nacional, por lo que la izquierda vislumbra perder nuevamente las elecciones.
Por Roymer Rivas, coordinador local senior de EsLibertad Venezuela y teórico del Creativismo Filosófico.
Hace poco, la escritora argentina Antonella Marty, considerada por algunos como una “musa del liberalismo”[1], ha dado una entrevista lamentable donde arremete contra lo que considera alguna especie de dogma liberal, dándose el tupé de comparar a Javier Milei, el actual presidente de Argentina, con el genocida dictador que somete al pueblo venezolano, Nicolás Maduro, en un marco donde también se jacta de entender correctamente a Ludwig von Mises y Ayn Rand. En vista de ello, me veo en la obligación moral de matizar ciertas posturas y corregir otras, en aras de ser más responsables con lo que se dice, y no en un marco donde impera más el dar de qué hablar —marketing— para promoverse en las redes —he allí la gran diferencia entre quienes con autenticidad nos interesamos por aprehender la verdad y quienes solo difunden cosas para aparentar cierta intelectualidad—.
En este marco, he de decir que solo tocaré algunos puntos importantes, donde no hay debate, y pasaré por alto todo lo demás, por considerarlo cosas que tienen que seguir debatiéndose dentro del liberalismo —y no es el fin de este texto abordarlos con la rigurosidad que ameritan—. Sin más, comienzo:
Sobre el “ser liberal” y lo “insalvable” de la expresión
Desde hace mucho vengo escuchando cómo algunos autodenominados liberales —o, en el caso de Antonella Marty, que se autodenominaban— de cierta influencia sacan alguna especie de liberalometro para “establecer” si alguien es o no es “liberal”, como si de buenos o malos se tratara. Y hasta cierto punto esto es bueno, ayuda al debate de creencias, pero lo cierto es que la realidad no es tan simple y el problema llega cuando la etiqueta, por un lado, (i) no permite apreciar lo variopinto que puede ser algún espectro ideológico y, por el otro, (ii) se usa como sinónimo de cualquier cosa, tergiversando su significado y separándolo por completo de los principios que la enmarcan y le hacen ser lo que es para, curiosamente, decir “esto es ser liberal” con total desconexión de lo que significa realmente.
Antonella tiene cierto grado de razón, hoy se ha dado algo curioso con el “ser liberal”, a saber, que se intenta explicar lo que “verdaderamente significa” vaciando de significado —aunque con apariencia contraria— el concepto; hoy “ser liberal” es muchas cosas, llevando a una confusión que en muchos casos es mejor un escenario donde no signifique nada. De hecho, del mismo modo en que lo que es de todos termina siendo de nadie, un concepto interpretado a gusto de todos termina vaciando su significado. Hoy “ser liberal” es defender los “derechos” LGBTIQ+ o cualquier otra minoría[2], promover ciertas creencias especificas en lo que respecta al género y al sexo —a veces siendo sin sentidos totales—, pero también “ser liberal” es hacer todo lo contrario; hoy “ser liberal” es ser conservador, pero también es no serlo; hoy “ser liberal” es ir contra el Estado en su totalidad, pero también es defenderlo hasta cierto punto; hoy “ser liberal” es [inserta la definición que gustes, al parecer todo vale]. La cuestión, no obstante, es que este “problema” ha llegado de la mano por personas como la misma Antonella, José Benegas y Gloria Álvarez, por lo que ella criticarlo es darse un tiro en el pie. Quienes han pretendido sumar nuevas luchas al “liberalismo” son los mismos que ahora tachan al liberalismo originario —clásico— de “conservador” y quien sabe cuantas cosas más, no respetando la historia de las ideas, mientras la tergiversan en el camino.
Esto no necesariamente es malo, nuevamente, es el debate de ideas lo que permite matizar posturas, pero llegar a decir ahora que el “liberalismo” es “una secta” a la que no quiere ser vinculada, pues es un espacio donde “un grupo de viejos amigos deciden si entras o no”, es una irresponsabilidad total que no hace más que demostrar que Antonella nunca estuvo segura de donde estaba y no conoció a cabalidad aquello que decía defender —cosa que queda más en evidencia cuando salen expresiones como “y si eres mujer, peor”, “te tachan de loca si hablas de feminismo, migración, legalización de drogas, derechos y libertades LGBTQ+”… ¿Discrimina el “liberalismo” ideas buenas y malas en función del sexo que exprese las ideas? ¿En qué parte del mundo está el liberalismo en contra de la libertad, sea donde sea donde se manifieste, siempre con vista a que las personas se hagan responsables de las consecuencias positivas y/o negativas de sus acciones? Son preguntas que, evidentemente, no se hizo está mujer antes de decir lo que dijo, o, si se las hizo, no meditó en la respuesta con el criticismo que ameritaba… no sé qué es peor—.
Por otro lado, es un tanto gracioso que alguien que dice ser seguidora acérrima de Ayn Rand, quien dio una batalla incansable para recuperar el concepto de “egoísmo” y no dejarlo con la connotación negativa que desde hace mucho alimentaron los colectivistas, ahora quiera dar por “insalvable” el término “liberal/liberalismo”. La pobre Rand posiblemente se suicidaría si resucita y ve que esta es la calidad de seguidores que tiene en el presente —contados por algunos también como “sectarios”—.
El liberalismo y el feminismo
Antonella dice que todas las olas del feminismo son importantes porque todas tienen algo que decir. Para dar fuerza a esto, dice que “la mujer está siendo víctima todavía de un modelo heteropatriarcal que marca a estas nuevas derechas y que las hace, por ejemplo, ir contra el aborto”, pero yo pregunto: ¿Qué demonios significa eso de “modelo patriarcal”? ¿Es la mujer hoy sometida a todos los preceptos que dicen los hombres en la sociedad? ¿El hombre manda y la mujer calla? Este tipo de afirmaciones simplistas solo se apegan a retoricas de movimientos que no comprenden la complejidad característica de nuestra sociedad y, por tanto, es lamentable por irresponsable. Además, ¿Es el aborto un tema ya definido dentro del liberalismo? ¿El debate del aborto es tan simple como: “es o no es asesinato”, así sin más? Pretender encapsular a quienes estamos en contra del aborto en esas “nuevas derechas”, que a su juicio son conservadoras y nacionalistas, es un absurdo total en la medida en que no reconoce que este tema no está saldado del todo dentro del espectro liberal, y he allí la diferencia entre varias posturas. Ambas posturas tienen puntos válidos, unas más validas que otras, pero sensatas al fin. Visto lo anterior, ¿Quién es, entonces, quien quiere dogmatizar el “liberalismo”, al punto de que “quien no piense igual a Antonella no es liberal”? —aunque ahora, como no se dice a si misma liberal, imagino que ya no tendrá que decirlo—.
En adición, el liberalismo tiene bases fundamentales sobre las que pueden cambiarse ciertas estructuras para adaptarse al contexto, incluso extender esas bases para abarcar temas antes descuidados, pero, yo pregunto: ¿Pueden considerarse estos feminismos de última ola asuntos que tengan que hacer cambiar la estructura del liberalismo en general? A mi juicio, no. De hecho, en nuestra sociedad no hay mayor amenaza contra la verdadera libertad, esa que tiene límites, dadas las circunstancias, que estos movimientos feministas de última ola, esos movimientos que quieren dejar de lado la imposición de una religión —que es algo que también apoyan los liberales— para imponer autopercepciones de géneros, quitarle la custodia o encarcelar a los padres por “no aceptar” la autopercepción de sus hijos menores de edad —y, por tanto, con carencias de juicio suficientes como para aprehender todas lo que implican ciertas decisiones o posturas de vida—, que expulsa a profesores de colegios u obliga a médicos no hablar con cierto lenguaje para no herir susceptibilidades, y pare usted de contar. Es aquí donde pierde gracia el descaro, que alguien que dice comprender muy bien a Mises no entienda la diferencia entre una libertad sostenida en aquellos elementos que la conforman —circunstancias naturales, capacidad de acción del human, no coacción— y la libertad espuria sostenida a base desconexión de la realidad y de coacción.
Desde el momento cero, el liberalismo ha defendido que no se debe coactar a otros de forma ilegitima mientras trabajan por sus metas de vida, por eso no apoya el movimiento de derecha o de izquierda per sé, sino las posturas que se alineen con una sociedad libre, independientemente de quien las promulgue, pero hoy ese feminismo que defiende Marty, infantil en muchos casos, adolescentes en muchos otros, proveniente de un mundo donde los parámetros objetivos son inexistentes, tiene niveles de tolerancia cero y sus seguidores pretenden cambiar la historia que nos ha hecho ser lo que somos hoy, para bien o para mal, a fuerza estatal. ¿Para eso quiere el Estado Antonella? ¿Con qué moral va a decir que quienes hablan hoy de libertad son sus principales contendores, cuando ella es parte de aquello que critica? Sí, ella tiene razón en que nos encontramos en una sociedad con desorden ideológico —y no puede ser de otra manera, dado que, como ya se mencionó, es el mundo de lo subjetivo lo que parece imperar hoy, subjetividades que vienen de personas que, curiosamente, apoyan movimientos del estilo feminista de estos últimos tiempos—, pero Marty no se encuentra fuera de ese problema —evidentemente—.
Argentina, Milei, Venezuela, el dictador Maduro y “la izquierda coherente”
Como si esto no fuese suficiente, Antonella llega a comparar a Javier Milei y Nicolás Maduro, diciendo que ambos hablan de lo mismo… ¿¡Es enserio!? ¿Milei habla de lo mismo que Nicolás Maduro? ¿Cómo comparar a alguien que llegó al poder de forma democrática, con instituciones más o menos funcionales, con alguien que se hizo del poder de forma dudosa en el 2013 y se mantiene en él a punta de pistola? ¿Por qué no viene a Venezuela y hace esas declaraciones que puede hacer libremente en otros países de Latam, incluyendo Argentina, a ver si corre con la misma suerte y todavía le quedan ganas de seguir haciendo comparaciones estúpidas? Y cabe señalar que esto es solo una pequeña parte de lo que vienen diciendo desde hace mucho Antonella y seguidores, comparando a Milei con Hugo Chávez, Perón, o con personajes fascistas; pareciese que no se han paseado por un libro de historia con la honestidad intelectual suficiente para comprender bien los fenómenos sociales en contexto y a sus personajes. Un absurdo total. Desafortunadamente, la tendencia en las redes sociales es siempre dar voz a los carentes de sensatez intelectual.
Es necesario recordar que en la embajada argentina se encuentran algunos disidentes venezolanos que la narcotiranía que somete al país ha perseguido injustamente y tampoco quiere brindar los salvoconductos para que puedan salir del país sin miedo a ser capturados. Sí, esa embajada argentina que encabeza un “Milei que dice lo mismo que Maduro” —esa expresión es un chiste pobre sin gracia—. Y, ojo, tengo mis reservas con Javier Milei, pero creo que se pueden transmitir mensajes e invitar a debates con la verdad, y no con afirmaciones estúpidas.
En este marco, Antonella expresa que “en Argentina, al menos, las corrientes más de izquierdas, socialistas, comunistas, son las que están hablando ahora mismo de las cosas más coherentes: hablan de Estado de Derecho, de república, de no dar poderes a un tipo desquiciado como Milei”. Sí, claro, hay que agradecer que la “izquierda” argentina, que sumergió al país nuevamente en una crisis, vota todo en contra a Milei porque se leyeron todos los artículos de las leyes propuestas y han analizado el contexto país con suficiente criterio científico y filosófico y han llegado conclusiones coherentes, cero partidistas, de que votar a Milei es un atentado contra la libertad y el Estado de Derecho. La izquierda argentina coherente seguro sí comprende bien los conceptos de libertad, acción humana, sociedad, orden extenso, empresarialidad, institucionalidad, amor y paz, después de haber leído y meditado profundamente en las obras del Che Guevara y Karl Marx, y hay que poner los pies en el camino cada vez que intenta avanzar Javier Milei, que no hace más que idolatrar a Adolf Hitler y atacar a Mises, Hayek, Bastiat, Voltier, Montesquieu, Rothbard, Huerta de Soto, Bruno Leoni, y todo pensador liberal —desde el más clásico hasta el más extremo—. En este escenario, no me extraña que diga que la socialdemocracia es una rama “salvable” —o sea, el liberalismo no es salvable, sí lo es la socialdemocracia—… silencio total.
Habiendo visto todo lo anterior, no me queda más que repetir expresiones del pasado: ““Nadie está libre de decir estupideces, lo malo es decirlas con énfasis”, dijo en una oportunidad el gran filósofo humanista Michel de Montaigne, y son palabras que, sin duda, se pueden aplicar para mal en Antonella Marty —y seguidores—. Es claro que todos podemos decir cosas que son poco inteligentes o acertadas, pero el problema real llega cuando se hace fuerte énfasis en el error, haciendo que la estupidez sea tan insistente —como es el caso de este personaje—, al punto de volverse un agravio o infamia para la verdad y sus defensores”. Fin.
[2] Es curioso que Antonella critique que a muchos movimientos los financie “la derecha trumpista” —que puede ser criticable—, pero no diga nada sobre el financiamiento de George Soros, y otros personajes liberticidas, a este tipo de colectivos que ella defiende. Entonces, si acaso no es deshonesto, sí viene de alguien con doble moral.
La primera ministra de Islandia, Katrin Jakobsdottir, se unió este martes a la huelga que cuenta con la participación de prácticamente todas las mujeres de la nación que exigen poner fin a la brecha salarial y la violencia de género.
Las consecuencias de la protesta se reflejaron en los colegios, tiendas, bancos y hasta las famosas piscinas del país que cerraron, al tiempo que los hospitales se quedaron con plantillas visiblemente reducidas, las habitaciones de los hoteles sin limpiar y hubo retrasos en el transporte público.
Los sindicatos, que fueron los principales organizadores de la huelga femenina de 24 horas, instaron a las mujeres y «personas no binarias» a que rechazaran este día tanto el trabajo remunerado como el no remunerado, lo cual incluye las tareas del hogar.
Cabe mencionar que Islandia, que cuenta con unos 340.000 habitantes, ha sido clasificada por el Foro Económico Mundial durante 14 años seguidos como el país líder en cuanto a la «igualdad de género», tomando en consideración factores como los salarios, la educación, la atención médica y otros.
No obstante, ningún país ha alcanzado la «igualdad plena», incluyendo Islandia; «Aún seguimos combatiendo la violencia de género, lo que ha sido una prioridad para mi Gobierno», expresó la primera ministra.
En este sentido, también dijo: «Aún no hemos alcanzado nuestros objetivos de igualdad plena de género, y todavía combatimos contra la brecha salarial de género, lo que es inaceptable en 2023».
Cabe destacar que la huelga de las islandesas este martes ha sido la más grande desde la primera acción similar en el país, que se realizó el 24 de octubre de 1975, cuando el 90 % de las mujeres se negaron a trabajar, hacer tareas de limpieza o hasta cuidar de los niños, en protesta contra la discriminación en el lugar de trabajo.
El resultado de las protestas de ese año consiguieren que, al año siguiente, Islandia aprobara una ley que garantizaba igualdad de derechos para todos.
Por Roymer Rivas, Coordinador Local de Estudiantes por la Libertad Venezuela.
Vivimos en una época donde emitir una opinión se ha vuelto peligroso, sin importar si está bien fundamentada, dado que cualquier expresión puede considerarse ofensiva para ciertas personas o ciertos grupos, repercutiendo en censura y persecución para quien emitió su opinión. Y es curioso, porque los ofendidos, quienes posteriormente pasan a ser censuradores y perseguidores, son los mismos que dicen luchar por la igualdad.
Esto responde a un virus dictatorial convertido en movimientos que no toleran el discurso ajeno, no aceptan el derecho que tienen otros de expresar lo que piensan; y mucho menos si es de forma irónica y satírica. Y para muestra un botón, basta revisar las redes sociales para darnos cuenta que existen neo-inquisidores a los que solo les basta ver a alguien hacerse el ofendido o la víctima para arremeter contra el supuesto victimario. Hoy es suficiente con hacerse el ofendido para llamar la atención del mundo con el fin de censurar a quien piensa distinto a mí; y no es mera palabrería ni mímica, es un hecho comprobable de forma empírica, tan solo ver los casos donde personas han perdido cargos, han sido demandados y multados tan solo porque su opinión es un “discurso de odio contra las minorías” o “contra las mujeres u homosexuales”, se ha llegado al absurdo de decir que no es bueno llamar a los supuestos extraterrestres “aliens” porque es despectivo para ellos.
Nos encontramos en un mundo en el que pareciese que la realidad no se impone al sujeto, sino que es el sujeto quien, desde su subjetividad, pretende imponerse a la realidad, donde solo se acepta una verdad oficial y son los ofendidos quienes fijan los parámetros de la verdad y, por consiguiente, enmarcan los pensamientos y acciones del ser humano; es una tiranía que no tiene nada que envidiar a los regímenes totalitarios de la historia del hombre. Tal como pasa en la novela de George Orwell “1984”, hoy hay sistemas de control de lenguaje y pensamiento —o pretenden implementarlo— que buscan limitar las ideas y expresiones de ellas, de cortar vías de comunicación e imponer una sociedad que reconozca la ofensa como una razón irrebatible y un derecho universal que todos estamos obligados a reconocer y reparar y, por tanto, actuar conforme a eso.
Es un absurdo superlativo, pasamos de enaltecer la razón a silenciar la verdad para no ofender a los imbéciles; lo relativo ahora es más importante que lo objetivo; cualquier idea contraria a la mía es una potencial ofensa; mejor es callar y aceptar la estupidez, porque si no lo hago hasta mi integridad puede verse en juego.
Se ha olvidado que la libertad del hombre, que lo define en tanto hombre, se manifiesta también en que este puede expresar lo que piensa aun cuando no le guste o resulte ofensivo para quienes les rodea. Somos seres singulares, no puede haber libertad donde todos son iguales y todo es igual, empero, no habría opciones, ni acciones, ni posibilidades, ni sus consecuencias, positivas o negativas. Allí donde todos piensan lo mismo, no hay libertad. Y es precisamente la defensa de la libertad lo que lleva a proteger a los individuos que difieren de otros, para que puedan expresarse sin miedo, pero también hacerse responsables de lo que dicen.
El hombre ha avanzado en conocimiento precisamente porque todos no compartimos ideas, y en el debate de ellas se puede ver cual se acerca más a la realidad. Sin embargo, esto contrasta con el mundo de hoy, que parece haberse estancado e involucionado en ciertos aspectos, pues, a pesar de que muchos dicen defender la libertad y la igualdad, son los mismos que segregan y atacan a otros; caen en lo mismo que critican; quieren acabar con el racismo hablando sobre “los blancos”; quieren igualdad entre mujeres y hombre priorizando a la mujer por encima del hombre; quieren derechos para los homosexuales arremetiendo contra los heterosexuales y recibiendo privilegios; quieren tolerancia para sus ideas, pero son los primeros en no tolerar a otros; dicen ser objeto de ataques y acosos, sistemática e institucionalmente, pero atacan personas y destruyen instituciones, físicas y abstractas. A estas personas se les hace más efectivo la lucha por el pensamiento libre —definido solo por ellos— cuando la gente deja de pensar.
El grupo feminista Code Pink invitó a un grupo de tres venezolanas defensoras del régimen tiránico venezolano para hacer un tour por 7 ciudades de los Estados Unidos en el cual exigirían el levantamiento de las sanciones.
Entre otras cosas, se argumenta que son las sanciones, y no el régimen dirigido por Nicolás Maduro, las causantes de la crisis que se vive en la nación sudamericana.
Ante esto, un grupo de venezolanos en la ciudad de Nueva York expresó su rechazo a esta iniciativa e increparon a las panelistas y organizadores de este evento, dejando en evidencia su clara intención de desinformar e impulsar agendas que beneficien directamente al régimen venezolano.
Por este motivo, la organización Code Pink y las tres panelistas invitadas a este tour, han sido catalogados como ‘El Borrego de la Semana,’ por este portal, pues se quedaron sin ningún tipo de argumentos cuando personas que han vivido en carne propia el sistema venezolano las enfrentaron.
Una de las banderas que ha alzado la izquierda moderna en los últimos años ha sido el feminismo y lo relacionado con las causas de las mujeres. A raíz de esto, algunos espacios han surgido para contar la otra parte de la historia
De manos de la periodista venezolana Jennifer Barreto-Leyva, se fundó un programa cuyo objetivo es hacer contra peso a la narrativa que la izquierda ha armado en torno a las figuras femeninas, “Política en faldas es el primer programa de radio y Podcast dedicado a las mujeres en la política, enfocadas en la derecha porque ya la izquierda tiene suficiente propaganda,” destacó que el espacio también posee una versión en inglés por lo que hay “dos enfoques distintos de lo mismo”.
Barreto-Leyva admitió que existen muchos obstáculos y paradigmas que derribar cuando se habla de este tema, “Ha sido un gran reto. Lamentablemente, el feminismo actual ha hecho mucho daño, cuando dices mujeres, ya la gente está predispuesta,” añadió, “Ha habido que derribar ese estigma”.
“Este programa está creado para desmitificar ese tipo de cosas (feminismo) y darle cabida a las mujeres de la derecha que son censuradas en los grandes medios,” expresó la periodista, quien mostró su optimismo con respecto al efecto que está teniendo en su audiencia, “La receptividad ha sido muy buena. Incluso mujeres que sí apoyan cosas de las feministas se han sentido bienvenidas”.
Del mismo modo, Barreto-Leyva advirtió que en Venezuela se está tratando de introducir el lobby feminista latinoamericano, lo cual ella catalogó de “peligroso”, “Hay gente que está llamando al diablo a venir. Están mezclando feminismo con chavismo y es gente que dice que son de la derecha,” señaló.
La comunicadora resaltó que “la mujer no tiene más participación en la política (venezolana) por la situación socioeconómica, está pendiente es de resolver los problemas en la casa;” sin embargo, afirmó que han hecho un esfuerzo enorme para poder ser tomadas en cuenta, “Hace décadas se incluía a la mujer por llenar cuotas, pero poco a poco se ganaron sus espacios”.
Barreto-Leyva concluyó que en la sociedad venezolana aún “hay vestigios importantes de machismos,” e instó a solucionarlo desde una perspectiva transparente que no busque privilegios para un grupo ni cambiar la naturaleza de otro grupo, “son conversaciones que se tienen que dar, pero para sanear y seguir adelante, sin meter ideologías.”
La activista e investigadora para Fundación Libre, Mamela Fiallo, arremetió nuevamente contra el feminismo debido a las contradicciones constantes que giran alrededor de este movimiento.
Una de las principales campañas de este grupo ha sido buscar beneficios a través de las instituciones, lo cual Fiallo considera que es inconsistente con lo que las feministas dicen defender, “Ayer nos decían que el Estado opresor es un macho violador. Hoy piden ser mantenidas por él,” añadió, “El feminismo es tan tóxico que convierte a su maltratador en su proveedor”.
Así mismo, Fiallo criticó la iniciativa de no referirse a las féminas como ‘mujeres’ sino catalogarlas de ‘personas menstruantes’, lo cual, a su juicio, esconde los logros de este grupo de personas, “Nos redujeron a ser personas menstruantes. El feminismo dice luchar por visibilizar a las mujeres. Pero ha llegado a un punto donde ya ni siquiera existimos”.
“Al feminismo no le conviene reducir la violencia hacia la mujer porque se quiebra su discurso victimizador,” denunció la activista e investigadora para Fundación Libre, Mamela Fiallo.
Fiallo declaró que su rechazo al movimiento feminista no se limita a la ola más reciente, sino que viene desde la primera pues, a su juicio, independientemente de la época y las exigencias, el comportamiento ha sido el mismo, “Si estudiamos la base de este movimiento vamos a encontrar que la violencia ha sido el factor común,” recordó, “Las sufragistas, en 1909 le azotan con un látigo a Churchill; en 1913 quemaron hasta las cenizas la Catedral de Santa Caterina; hacían atentados terroristas; entraban a museos a acuchillar cuadros.”
La activista afirmó que el feminismo “parte de falsas premisas” y lejos de ayudar, lo que ha hecho es entorpecer la búsqueda de igualdad ante la ley, pues se basa en un odio irracional hacia el sexo opuesto, “Entre hombres y mujeres hubo desigualdad legal y social; pero, el feminismo no ha sabido subsanar esas diferencias”.
Una de las principales banderas de este movimiento es el aborto. En el país natal de Fiallo, Ecuador, fue aprobado recientemente en casos de violación, lo cual llevó a la activista a manifestarse en contra de esta medida, asegurando que existe una contradicción clara en lo que el feminismo predica y las agendas que impulsa, “Si el feminismo quiere reducir la violencia hacia la mujer, debería querer que los delincuentes sean perseguidos, encerrados y ajusticiados, pero son prioridad del estado; el feminismo quiere pena de muerte para el más inocente, y el delincuente, prioridad del estado. No hay esta noción de perseguir al delincuente, el culpable es la sociedad entera,” añadió, “Son estos casos los que exponen la maldad de esta ideología, que quiere condenar a pena de muerte al más inocente y dejar en impunidad al delincuente”.
Fiallo aprovechó para denunciar que estos grupos promueven la violencia en contra de quienes poseen distintos criterios, “Por rechazar esta violencia, (las feministas) piden que a nosotras nos violen,” y aclaró que la mayoría de los ecuatorianos se oponen a este tipo de políticas, “Estadísticamente, los ecuatorianos somos más del 76% provida” “Esto no podrían aprobarlo en una consulta popular. Tampoco fue aprobado a nivel parlamentaria, se rechazó. El feminismo (en Ecuador) es pequeño, pero goza de impunidad”.
La activista también brindó su opinión respecto a la incorporación de Irán en la presidencia para la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer de las Naciones Unidas, “No es casual que estas contradicciones pasen. Es parte de un juego psicológico y político donde reina la mentira;” sin embargo, enfatizó que existen algunos ‘privilegios’ de los cuales las mujeres gozan en ese país, como la homosexualidad condenada con pena de muerte en caso de ser hombres, mientras que en mujeres esta práctica sí es aceptada, “El maltrato hacia una mujer en una sociedad, es el reflejo del maltrato generalizado”.
Fiallo relación a estos movimientos con la ideología de izquierda, afirmando que buscan eliminar cualquier foco de resistencia hacia el autoritarismo, por lo que deben debilitar a quienes puedan enfrentárseles en un momento determinado, “El feminismo es el brazo armado del socialismo, que castra al varón. Una sociedad totalitaria necesita de hombres aplacados.”
Finalmente, la activista brindó soluciones para quitarle la causa de la mujer a la izquierda política, “La gran fortaleza de la izquierda es su sensibilidad; la gran fortaleza de la derecha es su sentido práctico. Hay que transmitir que la verdadera empatía está en valorar a cada ser humano más allá de su sexo y preferencias sexuales. Ahí está la clave, tener un discurso más empático,” también instó a los ciudadanos a influir en otros a través de las enseñanzas, “Invito a que se aventuren al trabajo de la educación, hay que educar. La gran lucha está en las aulas,” concluyó.
«Femenina sí, feminista no» es una frase que repite con mucha frecuencia la activista e investigadora para Fundación Libre, Mamela Fiallo. ¿Por qué, siendo mujer, Fiallo rechaza el feminismo? Lo conversamos de manera detallada.
Desde el inicio de la humanidad una de las interrogantes más frecuentes para un ser humano es la psique del sexo opuesto, esta curiosidad está fielmente documentada en los escritos de Sigmund Freud, especialmente en sus tratados sobre la histeria. Desde que este médico judío austriaco fue a estudiar con Jean-Martin Charcot pudo evidenciar que no había una correspondencia anatómica con el síntoma de las pacientes, así que se trataba como un trastorno psicológico y no como una enfermedad del soma (cuerpo). Este trastorno caracterizado por la somatización, comportamiento exageradamente dramático que roza con lo teatral, y una labilidad emocional, hizo que el propio Freud dudara de la honestidad de sus pacientes.
La mayoría de las pacientes de Freud eran mujeres de clase media alta. Al principio Freud quiso valerse de la hipnosis para curar sus síntomas; pero sería la asociación libre el método por el cual se llegaría al origen de la enfermedad y mediante la catarsis una posible cura.
El estado domesticado
En los años setenta, la medico judía de nacionalidad germano-argentina Esther Vilar traería de nuevo el debate sobre la histeria en la opinión pública. En su libro el Hombre Domesticado relata cierto tipo de mujer que mediante el chantaje emocional domina, aunque no de manera explícita, a su marido, convirtiéndolo en un esclavo financiero.
Vilar denuncia como ciertas mujeres jóvenes con rasgos histéricos se valen de comportamientos infantiles para domesticar a un hombre, y cuando estas envejecen se valen de sus hijos para seguir manipulando a su marido. También señala que muchas veces este tipo de mujeres no sufre por despecho sino por la pérdida de una potencial víctima.
Un punto interesante en el cual coinciden Esther Vilar, Hannah Arendt, Ayn Rand, y Camille Paglia es que los sujetos que forman parte de un colectivo (que no es lo mismo que comunidad política) tienen un aplanamiento cognoscitivo. El sujeto-masa no se rodea de los que piensan igual, es imposible, el pensamiento es una habilidad netamente individual, sino que se rodea de quienes repiten el mismo discurso, el cual es planteado y replanteado por el líder del colectivo.
En los años 70 el marxismo de la escuela de Frankfurt ayudaría a colectivizar a hombres y mujeres, de la lucha de clases se pasaría a la lucha de los sexos. Al igual que otros movimientos posmodernos encontraría un buen mercado en la cultura anglo sajona, que historialmente se ha caracterizado por la dificultad de ser inclusiva en la esfera pública. Sin embargo un acceso a la vida pública no es el objetivo de muchos de estos movimientos sino los subsidios y las cuotas, lo que a muchos hace dudar del altruismo de estos movimientos.
Si bien la histérica clásica busca dominar al marido con un chantaje emocional; la histérica posmoderna busca mediante esta misma estrategia dominar al estado. En términos coloquiales quieren volver al gobierno su suggar daddy, o en términos hispanos; el tipo que las mantiene.
La culpabilidad indefinida y la falsa sororidad
Uno de los aspectos más inmorales del feminismo es que bajo el muñeco de paja del heteropatriarcado capitalista se les quiere culpar a todos los hombres por la violencia y la segregación de la mujer, olvidando que uno de los fundamentos del derecho penal es que la culpa es personal e intransferible. Tampoco se hace una distinción antropológica del papel de mujer en distintas culturas, por ejemplo, en países predominantemente budistas las mujeres gozan de muchos más derechos que en países musulmanes, o que históricamente en países católicos las mujeres han tenido mayor participación en la vida pública que en países protestantes. En el caso de Inglaterra se llegó incluso a hacer ventas de esposas, nada extraño en un país donde se ejecutaron dos de las esposas de Enrique VIII.
Por otra parte, la falsa sororidad de estos colectivos se manifiesta cuando ignoran intencionadamente por ejemplo la violencia que puede haber dentro de una pareja lésbica, o los secuestros colectivos que la organización musulmana Boko Haram hace a niñas nigerianas.
Ataraxia frente al posmodernismo
Esther Vilar hace una invitación a dejar de intentar comprender la psique de las histéricas, y a querer complacerlas. Contundentemente dice que en la mente de ciertas mujeres (y hombres también) no hay nada; que es mucho más fructífero intentar el que sujeto entienda primero su propia mente. Tanto los antiguos griegos como indios comprendieron que el control de las propias emociones es la llave a la libertad, quien es consciente de sí mismo es menos manipulable.
Por otra parte el estudio de la antropología, y la historia echa por tierra las teorías feministas. Una de las tareas pendientes del mundo hispanoamericano es el estudio de su propia historia. Tradicionalmente el lado español (por ende católico) de América ha sido mucho más inclusivo que el lado inglés (protestante), sin embargo si bien la actitud de la derecha conservadora católica ha sido firme frente al posmodernismo, su actitud frente al protestantismo has sido de poner la otra mejilla.
Lo más indignante del mundo hispano es su total sumisión ante ideologías provenientes del mundo germánico, sin hacer el más mínimo análisis. Esta sumisión es visible en Argentina y España, país donde el feminismo más radical se ha asentado.
El desconocimiento del periodo Habsburgo; especialmente Hispanoamérica, mantiene en una profunda ignorancia el esfuerzo colosal que hombres y mujeres de distintos pueblos hicieron para construir una nueva civilización cual lo hicieron los romanos. Más tarde a partir de la revolución industrial seria la tecnología y no las revoluciones marxistas las que materializarían lo que para la “izquierda” se denomina la libertad; tiempo para el ocio.
La tecnología no solo ha liberado a la mujer de la labor sino también al hombre del trabajo. Ha hecho que la mujer tenga más flexibilidad para trabajar fuera del hogar y en este proceso le ha dado al hombre más participación en la vida familiar, especialmente al poder utilizar su tiempo libre para la paternidad.
La posmodernidad se ha impuesto como un paradigma en la cultura occidental, quien se opone es perseguido cual acusado de brujería en la Alemania feudal. Si bien Hispanoamérica no es Occidental deberá decidir si seguir como un cordero el sermón posmoderno o aventurarse a crear su propio destino.
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