María José Salinas, comunicóloga y especialista en relaciones públicas. Desde hace más de siete años impulsa las ideas de la libertad con una visión emprendedora, además de promover el empoderamiento femenino a través de proyectos y espacios de liderazgo. Su trabajo combina estrategia, comunicación y una defensa auténtica del individualismo y la acción personal, siendo líder del capítulo Guanajuato, México, de Ladies of Liberty Alliance (LOLA)
“No se trata de victimizarnos ni de convertir el debate en una guerra de géneros. Se trata de reconocer una realidad: la normalización del escarnio estético constriñe voces, daña personas y empobrece la conversación pública. Recuperar espacio para la discusión de ideas implica, necesariamente, recuperar la posibilidad de que las mujeres opinen, piensen y existan sin tener que pagar con su dignidad.”
María José Salinas
Acabo de terminar el nuevo libro de Gloria Álvarez, “Cómo defender la libertad y no suicidarte” en el intento, una obra que, en su recorrido por la defensa del individuo y la libertad, toca con honestidad temas que muchas veces se silencian: entre ellos, el costo emocional que pagan las mujeres por ocupar espacio público. Pocas horas después, un comentario en redes ilustró con brutal claridad el problema: que la portada “enseña demasiado”, que “parece para abrir un OnlyFans” o que quedaría “como póster en un taller mecánico”. No era una crítica al contenido; era una reducción instantánea de una autora con trayectoria a un objeto.
Lo notable no es solo el ataque: es la respuesta de Gloria. Ella no responde con insultos ni con victimismo; responde con ironía, argumentos y propuestas. Responde desde la dignidad intelectual. Esa forma de devolver la discusión al plano de las ideas es, en sí misma, una defensa de la libertad: no ceder el debate a la grosería ni a la trivialización.
Si bien, este fenómeno no se queda en los espacios académicos o políticos; llega con igual fuerza al entretenimiento. Mi amiga Sofía Rivera Torres, actriz y conductora, lo vive en carne propia. Después de convertirse en madre, ha recibido comentarios crueles sobre su cuerpo. A diferencia de otros, ella ha elegido no polemizar públicamente: sigue trabajando, saliendo en cámara y ejerciendo su oficio con profesionalismo. La admiro mucho por eso. Me duele la crueldad: ninguna mujer debería ser agredida por haber dado vida, ni por el proceso natural de su cuerpo.
Un ejemplo más: Maite Perroni, actriz y cantante mexicana, conocida internacionalmente por su participación en RBD, ha denunciado la presión estética que enfrentan las mujeres tras la maternidad. Su caso lo confirma: la exposición y la agresión no distinguen popularidad ni éxito.
Y esto no son anécdotas sueltas. Los datos muestran que la violencia digital y el acoso por apariencia son fenómenos generalizados y con consecuencias reales. En México, el Módulo sobre Ciberacoso (MOCIBA) reportó que 21% de la población usuaria de internet vivió alguna forma de ciberacoso en 2024; la desagregación por sexo mostró que 22.2% de las mujeres que usan internet reportaron haber sido víctimas frente a 19.6% de los hombres.
En el terreno académico, estudios recientes han documentado el impacto específico del ciberacoso relacionado con la apariencia (appearance-related cyberbullying) sobre la salud mental de adolescentes y jóvenes: mayor insatisfacción corporal, riesgo de trastornos alimentarios y síntomas ansiosos o depresivos asociados. Un metaanálisis y revisiones sistemáticas conectan la victimización en línea con mayores niveles de depresión, ansiedad y estrés entre víctimas, lo que nos recuerda que la violencia estética no es “solo comentarios” sino un riesgo real para la salud psicológica.
Además, hay evidencia de que el miedo a ser atacadas condiciona la participación pública femenina. Encuestas y análisis recientes muestran que las mujeres se sienten significativamente menos cómodas expresando opiniones políticas u opiniones en línea: en algunos estudios solo alrededor del 24% de las mujeres dijeron sentirse cómodas expresando posturas políticas en redes, frente a casi 40% de los hombres. Ese auto-silenciamiento es un problema democrático: si una parte de la población opta por callar por miedo, el debate público empobrece.
¿Por qué persiste esta violencia estética? Hay varios factores que se combinan: una cultura en la que todavía se sexualiza y vuelve un objeto el cuerpo femenino; el anonimato y la impunidad que ofrecen las plataformas digitales; y la normalización de estándares irreales de belleza impulsados por filtros, algoritmos y economías de la atención. A eso súmale que no solo existen ataques masculinos: muchas agresiones provienen de cuentas femeninas y de redes de acoso que reproducen los mismos estereotipos desde adentro. Esto vuelve el fenómeno más complejo y culturalmente enraizado.
El costo es alto: además de los efectos en salud mental, la violencia estética tiene consecuencias en la participación pública de las mujeres en su carrera, en su posibilidad de ser escuchadas, en la calidad del debate público y en la autoestima colectiva de generaciones que están creciendo creyendo que lo digital es la realidad. Si las jóvenes interiorizan que su valor es la apariencia y no la capacidad de pensar, persuadir o crear, estamos perdiendo capital humano y libertad.
Entonces, ¿Qué hacer? No busco aquí soluciones simplistas, pero sí urgentes:
Promover educación digital y afectiva que enseñe a distinguir crítica útil de humillación;
Responsabilizar a plataformas y a agentes públicos para reducir la impunidad (medidas de moderación y denuncia que funcionen);
Fomentar normas profesionales y periodísticas que no reduzcan a una persona a su cuerpo;
Crear redes de apoyo y protocolos para víctimas que atiendan salud mental y protección digital;
Y, desde la cultura, cambiar el estatus de la burla estética: que insultar por apariencia deje de ser “normal” .
Mujeres como Gloria, Sofía y Maite muestran distintos modos de resistir: responder con argumentos, mantener la rutina profesional o alzar la voz por la dignidad. Ninguna de estas respuestas es perfecta ni única; todas son válidas. Lo que sí es innegable es que la libertad esa que Gloria defiende con pasión no se limita a espacios institucionales: se juega también en el terreno de lo cotidiano, en la batalla por poder existir sin que el cuerpo sea la sentencia.
No se trata de victimizarnos ni de convertir el debate en una guerra de géneros. Se trata de reconocer una realidad: la normalización del escarnio estético constriñe voces, daña personas y empobrece la conversación pública. Recuperar espacio para la discusión de ideas implica, necesariamente, recuperar la posibilidad de que las mujeres opinen, piensen y existan sin tener que pagar con su dignidad.
Cuando la sociedad deje de medir cuerpos y empiece a medir ideas, habremos ganado un pedazo de libertad.
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(Nota: las ideas expresadas son netamente del autor y no necesariamente representa la posición de ContraPoder 3.0)
Paola B. Condori Fernández, estudiante de Economía y Derecho, analista e investigadora económica en el Centro de Estudios POPULI y líder del capítulo de LOLA Santa Cruz – Bolivia. Su enfoque académico y de análisis económico aporta una perspectiva joven, crítica y rigurosa en temas regionales y socioeconómicos.
“(…) los países que garantizan mayores niveles de libertad económica —esto es: un Estado limitado, instituciones sólidas y mercados competitivos— son los que han alcanzado los mayores avances en bienestar e inclusión femenina.”
Paola B. Condori Fernández
La búsqueda de la igualdad de género ha sido uno de los ejes más persistentes en la agenda global de desarrollo. Sin embargo, gran parte de las políticas implementadas en las últimas décadas se han centrado en la igualdad de resultados, priorizando cuotas, subsidios o mandatos regulatorios que, aunque bienintencionados, con frecuencia generan distorsiones económicas y reducen los incentivos al mérito.
Frente a este paradigma intervencionista, la evidencia empírica sugiere un patrón distinto: los países que garantizan mayores niveles de libertad económica —esto es: un Estado limitado, instituciones sólidas y mercados competitivos— son los que han alcanzado los mayores avances en bienestar e inclusión femenina.
El Fraser Institute, a través del informe Women, Economic Freedom and Prosperity around the World 2025, dirigido por Rosemarie Fike, demuestra que la libertad económica y la igualdad de género evolucionan conjuntamente. Las mujeres prosperan cuando el entorno institucional les permite acceder libremente a la propiedad, el crédito y el empleo, sin barreras legales ni discriminación institucional. Más adelante se analiza las variables utilizadas en este estudio con los actuales datos del índice de Libertad Económica 2025.
Índice de Disparidad de Género e Índice de Libertad Económica
El Índice de Disparidad de Género (GDI), elaborado por Fike (2025), evalúa si las mujeres pueden ejercer los mismos derechos que los hombres en 17 áreas, que van desde la libertad de movimiento hasta la propiedad privada. En 2022, 69 países lograron un puntaje perfecto de 1, lo que significa que hombres y mujeres gozan de plena igualdad legal en materia económica. En el extremo opuesto, 35 países, principalmente en Medio Oriente y África subsahariana, aún mantienen severas restricciones legales, como la obligación de autorización masculina para abrir cuentas bancarias o poseer propiedades —en Sudán, por ejemplo, el GDI apenas alcanza 0,35—.
La tendencia global, no obstante, es positiva. Entre 1970 y 2022, el promedio mundial del GDI ha aumentado de 0,68 a 0,87, lo que implica un avance sostenido hacia la igualdad jurídica. Este progreso se ha visto acompañado por un fuerte vínculo con la Libertad Económica, porque los países con un mayor índice de libertad presentan mayores ingresos, esperanza de vida más larga, menor mortalidad materna y una mayor participación de las mujeres en el mercado laboral.
Según Fike y Hall (2024), la libertad económica genera condiciones para la inclusión femenina mediante tres canales:
Incentivos de mercado, que penalizan la discriminación y premian la productividad.
Seguridad jurídica, que permite a las mujeres acumular capital y participar formalmente en la economía.
Acceso a mercados abiertos, que amplía las oportunidades laborales y empresariales.
Esperanza de vida al nacer
La esperanza de vida femenina constituye un indicador sintético del bienestar económico y social. En los países más libres, las mujeres viven en promedio 82,6 años, mientras que en los menos libres apenas 69,5 años, según datos del Banco Mundial. Esta diferencia de 13 años refleja los beneficios indirectos de las instituciones de mercado: mayores ingresos per cápita, mejor acceso a servicios de salud y menor mortalidad materna.
Independencia Financiera
La autonomía financiera —medida por la proporción de mujeres con cuentas bancarias o acceso a medios de pago— es uno de los indicadores clave de libertad económica individual. Según datos del Fraser Institute y del Banco Mundial:
En las economías más libres, el 97,3% de las mujeres posee una cuenta bancaria.
En las menos libres, solo el 40% tiene acceso a servicios financieros básicos.
La brecha de casi 60 puntos porcentuales refleja el rol central del acceso al sistema financiero y del respeto a la propiedad privada, porque, sin capacidad para administrar sus propios recursos, la independencia económica femenina queda fuertemente limitada.
Como señalan Lawson, Miozzi y Tuszynski (2024), “los derechos de propiedad y el acceso al sistema financiero son prerrequisitos para la emancipación económica y la reducción de la desigualdad de género”.
Fuerza Laboral
En las economías menos libres, solo 40–45% de las mujeres en edad de trabajar participa en el mercado laboral. En las más libres, esta cifra aumenta a 75–80%, y la brecha con los hombres se reduce de 22,9% a 11,7% (Fike & Hall, 2024).
La calidad del empleo también mejora en entornos más libres:
76% de las trabajadoras tiene educación postsecundaria —frente al 61% en economías restrictivas—.
Los ingresos nacionales brutos per cápita de las mujeres son 7,3 veces mayores en el cuartil superior de libertad económica.
Esto muestra que la libertad institucional no solo aumenta la participación laboral femenina, sino que mejora la calidad del empleo, permitiendo que las mujeres compitan en sectores formales, innovadores y de mayor productividad.
El caso de Bolivia
En el Economic Freedom of the World Report 2025, Bolivia se ubica en el puesto 116 de 165, con un puntaje de 6,05/10, un retroceso respecto al año anterior (6,13), colocando al país en el tercer cuartil, junto a economías caracterizadas por altos niveles de intervención estatal y debilidad institucional. De este modo, aunque el marco jurídico boliviano reconoce la igualdad formal entre hombres y mujeres, su aplicación práctica enfrenta importantes limitaciones, creando en buena medida un escenario de inseguridad jurídica, informalidad e inestabilidad normativa que restringen la libertad económica general y, en consecuencia, la autonomía femenina.
Algunos indicadores ilustran esta situación:
Esperanza de vida femenina: 71 años, muy por debajo del promedio del cuartil superior (82,6).
Acceso financiero: solo 53,4% de las mujeres posee una cuenta bancaria, 30% menos que en las economías más libres.
Fuerza laboral: alrededor del 80% participa en actividades económicas, pero el 85% lo hace en el sector informal, sin seguridad social ni estabilidad.
Conclusiones
Muchos países aún confunden igualdad legal con igualdad impuesta. Pretenden alcanzar la paridad mediante cuotas, subsidios o intervenciones que, en la práctica, distorsionan los incentivos económicos. Pero los datos muestran que los entornos más libres son los que generan la igualdad más genuina: aquella que surge del mérito y la libre elección.
Por ejemplo, Europa y Asia Central alcanzaron un GDI promedio de 0,94, mientras que América Latina y el Caribe llegan a 0,92. En contraste, la región de Medio Oriente y Norte de África (MENA) permanece rezagada con un 0,61, reflejando estructuras jurídicas que aún subordinan la libertad femenina a normas patriarcales. En definitiva, los datos del Fraser Institute ratifican lo que la teoría económica ya intuía: cuanta más libertad económica tiene una sociedad, más libres y prósperos son los individuos.
Bibliografía
Fike, R. (2024). Economic Freedom and Gender Norms. Fraser Institute.
Fike, R., & Hall, J. (2024). Economic Freedom vs. Gender Equality Mandates. Fraser Institute.
Fraser Institute. (2025). Women, Economic Freedom and Prosperity around the World 2025.
Gwartney, J., Lawson, R., Mitchell, M., Feldmann, H., & Murphy, R. (2025). Economic Freedom of the World: Annual Report 2025. Fraser Institute.
Lawson, R., Miozzi, V., & Tuszynski, M. (2024). Economic Freedom and Growth, Income, Investment, and Inequality: A Quantitative Summary of the Literature. Southern Economic Journal.
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(Nota: las ideas expresadas son netamente del autor y no necesariamente representa la posición de ContraPoder 3.0)
Esta semana, la vicepresidente del gobierno español, Yolanda Díaz, del partido SUMAR, de extrema izquierda, acérrima divulgadora de los movimientos feministas, ha expresado en una entrevista que se sintió atacada porque un periodista le comentó que «estaba guapa».
A su juicio, ese tipo de actos demuestra lo mal que está la sociedad con respecto a las mujeres, que tienen que sufrir ese tipo de acosos en todos los niveles de la sociedad.
Sin embargo, su discurso se muestra doblemoral cuando se revela que la misma Ypolanda Díaz ha usado esa expresión con hombres, diciendole a alguien que que «está guapo», lo que lleva a preguntar: ¿Por qué ella dice sentirse horrorizada porque le digan, de forma cortéz, que «está guapa», pero ella no duda en hacer —siguiendo su línea de pensamiento— que un hombre se sienta amenazado por decirle que «está guapo»?
A la izquierda, Yolanda Díaz saludando al presidente de la patronal: "Qué guapo estás"
A la derecha, la ministra de Trabajo denunciando el 'machismo' de un periodista: "Me dijo que cada día estaba más guapa"
Esto es una clara muestra de cómo la izquierda, desde el extremo hasta el centro, y un poco más, se inventa problemas para luego atacarlos y sentirse utiles tratando de solucionar un problema inexistente, sin importar cuán doblemoral e insensato sea.
Por este motivo, Yolanda Díaz ha sido elegida como la Borrego de la Semana 177.
Este sábado, integrantes del movimiento feminista FEMEN realizaronx una protesta en la plaza del Trocadero de París, situada frente a la Torre Eiffel, contra el partido «Agrupación Nacional» (RN), encabezado por Marine Le Pen.
La protesta tuvo lugar un día antes de las elecciones parlamentarias, lo que contradice la prohibición de llevar a cabo manifestaciones políticas durante la jornada de silencio electoral.
«Esta mañana, en la plaza del Trocadero, seis activistas de FEMEN han venido a limpiar Francia de su inmundicia fascista», escribió el movimiento en su cuenta en X.
En los videos publicados en las redes sociales se puede ver como seis mujeres en faldas rojas y azules y con diferentes inscripciones en sus cuerpos limpian la plaza, a la vez que gritan diferentes eslóganes.
Cabe señalar que esta no es la primera acción de este tipo de los movimientos feministas en Francia, que se han movilizado en vísperas de las elecciones y protestan contra el ascenso al poder de lo que llaman «extrema derecha».
Este domingo Francia celebra la primera ronda de las elecciones legislativas anticipadas, convocadas después de que el presidente Emmanuel Macron anunciara la disolución de la Asamblea Nacional (Cámara Baja del Parlamento) tras conocerse la derrota de su partido en los comicios europeos.
En este marco, y de acuerdo con la última encuesta del Instituto Francés de Opinión Pública (IFOP), es necesario señalar que un 37% de los electores desea unavictoria de la Agrupación Nacional, por lo que la izquierda vislumbra perder nuevamente las elecciones.
«La pobre Rand posiblemente se suicidaría si resucita y ve que esta es la calidad de seguidores que tiene en el presente (…)»
Autor
Por Roymer Rivas, coordinador local senior de EsLibertad Venezuela y teórico del Creativismo Filosófico.
Hace poco, la escritora argentina Antonella Marty, considerada por algunos como una “musa del liberalismo”[1], ha dado una entrevista lamentable donde arremete contra lo que considera alguna especie de dogma liberal, dándose el tupé de comparar a Javier Milei, el actual presidente de Argentina, con el genocida dictador que somete al pueblo venezolano, Nicolás Maduro, en un marco donde también se jacta de entender correctamente a Ludwig von Mises y Ayn Rand. En vista de ello, me veo en la obligación moral de matizar ciertas posturas y corregir otras, en aras de ser más responsables con lo que se dice, y no en un marco donde impera más el dar de qué hablar —marketing— para promoverse en las redes —he allí la gran diferencia entre quienes con autenticidad nos interesamos por aprehender la verdad y quienes solo difunden cosas para aparentar cierta intelectualidad—.
En este marco, he de decir que solo tocaré algunos puntos importantes, donde no hay debate, y pasaré por alto todo lo demás, por considerarlo cosas que tienen que seguir debatiéndose dentro del liberalismo —y no es el fin de este texto abordarlos con la rigurosidad que ameritan—. Sin más, comienzo:
Sobre el “ser liberal” y lo “insalvable” de la expresión
Desde hace mucho vengo escuchando cómo algunos autodenominados liberales —o, en el caso de Antonella Marty, que se autodenominaban— de cierta influencia sacan alguna especie de liberalometro para “establecer” si alguien es o no es “liberal”, como si de buenos o malos se tratara. Y hasta cierto punto esto es bueno, ayuda al debate de creencias, pero lo cierto es que la realidad no es tan simple y el problema llega cuando la etiqueta, por un lado, (i) no permite apreciar lo variopinto que puede ser algún espectro ideológico y, por el otro, (ii) se usa como sinónimo de cualquier cosa, tergiversando su significado y separándolo por completo de los principios que la enmarcan y le hacen ser lo que es para, curiosamente, decir “esto es ser liberal” con total desconexión de lo que significa realmente.
Antonella tiene cierto grado de razón, hoy se ha dado algo curioso con el “ser liberal”, a saber, que se intenta explicar lo que “verdaderamente significa” vaciando de significado —aunque con apariencia contraria— el concepto; hoy “ser liberal” es muchas cosas, llevando a una confusión que en muchos casos es mejor un escenario donde no signifique nada. De hecho, del mismo modo en que lo que es de todos termina siendo de nadie, un concepto interpretado a gusto de todos termina vaciando su significado. Hoy “ser liberal” es defender los “derechos” LGBTIQ+ o cualquier otra minoría[2], promover ciertas creencias especificas en lo que respecta al género y al sexo —a veces siendo sin sentidos totales—, pero también “ser liberal” es hacer todo lo contrario; hoy “ser liberal” es ser conservador, pero también es no serlo; hoy “ser liberal” es ir contra el Estado en su totalidad, pero también es defenderlo hasta cierto punto; hoy “ser liberal” es [inserta la definición que gustes, al parecer todo vale]. La cuestión, no obstante, es que este “problema” ha llegado de la mano por personas como la misma Antonella, José Benegas y Gloria Álvarez, por lo que ella criticarlo es darse un tiro en el pie. Quienes han pretendido sumar nuevas luchas al “liberalismo” son los mismos que ahora tachan al liberalismo originario —clásico— de “conservador” y quien sabe cuantas cosas más, no respetando la historia de las ideas, mientras la tergiversan en el camino.
Esto no necesariamente es malo, nuevamente, es el debate de ideas lo que permite matizar posturas, pero llegar a decir ahora que el “liberalismo” es “una secta” a la que no quiere ser vinculada, pues es un espacio donde “un grupo de viejos amigos deciden si entras o no”, es una irresponsabilidad total que no hace más que demostrar que Antonella nunca estuvo segura de donde estaba y no conoció a cabalidad aquello que decía defender —cosa que queda más en evidencia cuando salen expresiones como “y si eres mujer, peor”, “te tachan de loca si hablas de feminismo, migración, legalización de drogas, derechos y libertades LGBTQ+”… ¿Discrimina el “liberalismo” ideas buenas y malas en función del sexo que exprese las ideas? ¿En qué parte del mundo está el liberalismo en contra de la libertad, sea donde sea donde se manifieste, siempre con vista a que las personas se hagan responsables de las consecuencias positivas y/o negativas de sus acciones? Son preguntas que, evidentemente, no se hizo está mujer antes de decir lo que dijo, o, si se las hizo, no meditó en la respuesta con el criticismo que ameritaba… no sé qué es peor—.
Por otro lado, es un tanto gracioso que alguien que dice ser seguidora acérrima de Ayn Rand, quien dio una batalla incansable para recuperar el concepto de “egoísmo” y no dejarlo con la connotación negativa que desde hace mucho alimentaron los colectivistas, ahora quiera dar por “insalvable” el término “liberal/liberalismo”. La pobre Rand posiblemente se suicidaría si resucita y ve que esta es la calidad de seguidores que tiene en el presente —contados por algunos también como “sectarios”—.
El liberalismo y el feminismo
Antonella dice que todas las olas del feminismo son importantes porque todas tienen algo que decir. Para dar fuerza a esto, dice que “la mujer está siendo víctima todavía de un modelo heteropatriarcal que marca a estas nuevas derechas y que las hace, por ejemplo, ir contra el aborto”, pero yo pregunto: ¿Qué demonios significa eso de “modelo patriarcal”? ¿Es la mujer hoy sometida a todos los preceptos que dicen los hombres en la sociedad? ¿El hombre manda y la mujer calla? Este tipo de afirmaciones simplistas solo se apegan a retoricas de movimientos que no comprenden la complejidad característica de nuestra sociedad y, por tanto, es lamentable por irresponsable. Además, ¿Es el aborto un tema ya definido dentro del liberalismo? ¿El debate del aborto es tan simple como: “es o no es asesinato”, así sin más? Pretender encapsular a quienes estamos en contra del aborto en esas “nuevas derechas”, que a su juicio son conservadoras y nacionalistas, es un absurdo total en la medida en que no reconoce que este tema no está saldado del todo dentro del espectro liberal, y he allí la diferencia entre varias posturas. Ambas posturas tienen puntos válidos, unas más validas que otras, pero sensatas al fin. Visto lo anterior, ¿Quién es, entonces, quien quiere dogmatizar el “liberalismo”, al punto de que “quien no piense igual a Antonella no es liberal”? —aunque ahora, como no se dice a si misma liberal, imagino que ya no tendrá que decirlo—.
En adición, el liberalismo tiene bases fundamentales sobre las que pueden cambiarse ciertas estructuras para adaptarse al contexto, incluso extender esas bases para abarcar temas antes descuidados, pero, yo pregunto: ¿Pueden considerarse estos feminismos de última ola asuntos que tengan que hacer cambiar la estructura del liberalismo en general? A mi juicio, no. De hecho, en nuestra sociedad no hay mayor amenaza contra la verdadera libertad, esa que tiene límites, dadas las circunstancias, que estos movimientos feministas de última ola, esos movimientos que quieren dejar de lado la imposición de una religión —que es algo que también apoyan los liberales— para imponer autopercepciones de géneros, quitarle la custodia o encarcelar a los padres por “no aceptar” la autopercepción de sus hijos menores de edad —y, por tanto, con carencias de juicio suficientes como para aprehender todas lo que implican ciertas decisiones o posturas de vida—, que expulsa a profesores de colegios u obliga a médicos no hablar con cierto lenguaje para no herir susceptibilidades, y pare usted de contar. Es aquí donde pierde gracia el descaro, que alguien que dice comprender muy bien a Mises no entienda la diferencia entre una libertad sostenida en aquellos elementos que la conforman —circunstancias naturales, capacidad de acción del human, no coacción— y la libertad espuria sostenida a base desconexión de la realidad y de coacción.
Desde el momento cero, el liberalismo ha defendido que no se debe coactar a otros de forma ilegitima mientras trabajan por sus metas de vida, por eso no apoya el movimiento de derecha o de izquierda per sé, sino las posturas que se alineen con una sociedad libre, independientemente de quien las promulgue, pero hoy ese feminismo que defiende Marty, infantil en muchos casos, adolescentes en muchos otros, proveniente de un mundo donde los parámetros objetivos son inexistentes, tiene niveles de tolerancia cero y sus seguidores pretenden cambiar la historia que nos ha hecho ser lo que somos hoy, para bien o para mal, a fuerza estatal. ¿Para eso quiere el Estado Antonella? ¿Con qué moral va a decir que quienes hablan hoy de libertad son sus principales contendores, cuando ella es parte de aquello que critica? Sí, ella tiene razón en que nos encontramos en una sociedad con desorden ideológico —y no puede ser de otra manera, dado que, como ya se mencionó, es el mundo de lo subjetivo lo que parece imperar hoy, subjetividades que vienen de personas que, curiosamente, apoyan movimientos del estilo feminista de estos últimos tiempos—, pero Marty no se encuentra fuera de ese problema —evidentemente—.
Argentina, Milei, Venezuela, el dictador Maduro y “la izquierda coherente”
Como si esto no fuese suficiente, Antonella llega a comparar a Javier Milei y Nicolás Maduro, diciendo que ambos hablan de lo mismo… ¿¡Es enserio!? ¿Milei habla de lo mismo que Nicolás Maduro? ¿Cómo comparar a alguien que llegó al poder de forma democrática, con instituciones más o menos funcionales, con alguien que se hizo del poder de forma dudosa en el 2013 y se mantiene en él a punta de pistola? ¿Por qué no viene a Venezuela y hace esas declaraciones que puede hacer libremente en otros países de Latam, incluyendo Argentina, a ver si corre con la misma suerte y todavía le quedan ganas de seguir haciendo comparaciones estúpidas? Y cabe señalar que esto es solo una pequeña parte de lo que vienen diciendo desde hace mucho Antonella y seguidores, comparando a Milei con Hugo Chávez, Perón, o con personajes fascistas; pareciese que no se han paseado por un libro de historia con la honestidad intelectual suficiente para comprender bien los fenómenos sociales en contexto y a sus personajes. Un absurdo total. Desafortunadamente, la tendencia en las redes sociales es siempre dar voz a los carentes de sensatez intelectual.
Es necesario recordar que en la embajada argentina se encuentran algunos disidentes venezolanos que la narcotiranía que somete al país ha perseguido injustamente y tampoco quiere brindar los salvoconductos para que puedan salir del país sin miedo a ser capturados. Sí, esa embajada argentina que encabeza un “Milei que dice lo mismo que Maduro” —esa expresión es un chiste pobre sin gracia—. Y, ojo, tengo mis reservas con Javier Milei, pero creo que se pueden transmitir mensajes e invitar a debates con la verdad, y no con afirmaciones estúpidas.
En este marco, Antonella expresa que “en Argentina, al menos, las corrientes más de izquierdas, socialistas, comunistas, son las que están hablando ahora mismo de las cosas más coherentes: hablan de Estado de Derecho, de república, de no dar poderes a un tipo desquiciado como Milei”. Sí, claro, hay que agradecer que la “izquierda” argentina, que sumergió al país nuevamente en una crisis, vota todo en contra a Milei porque se leyeron todos los artículos de las leyes propuestas y han analizado el contexto país con suficiente criterio científico y filosófico y han llegado conclusiones coherentes, cero partidistas, de que votar a Milei es un atentado contra la libertad y el Estado de Derecho. La izquierda argentina coherente seguro sí comprende bien los conceptos de libertad, acción humana, sociedad, orden extenso, empresarialidad, institucionalidad, amor y paz, después de haber leído y meditado profundamente en las obras del Che Guevara y Karl Marx, y hay que poner los pies en el camino cada vez que intenta avanzar Javier Milei, que no hace más que idolatrar a Adolf Hitler y atacar a Mises, Hayek, Bastiat, Voltier, Montesquieu, Rothbard, Huerta de Soto, Bruno Leoni, y todo pensador liberal —desde el más clásico hasta el más extremo—. En este escenario, no me extraña que diga que la socialdemocracia es una rama “salvable” —o sea, el liberalismo no es salvable, sí lo es la socialdemocracia—… silencio total.
Habiendo visto todo lo anterior, no me queda más que repetir expresiones del pasado: ““Nadie está libre de decir estupideces, lo malo es decirlas con énfasis”, dijo en una oportunidad el gran filósofo humanista Michel de Montaigne, y son palabras que, sin duda, se pueden aplicar para mal en Antonella Marty —y seguidores—. Es claro que todos podemos decir cosas que son poco inteligentes o acertadas, pero el problema real llega cuando se hace fuerte énfasis en el error, haciendo que la estupidez sea tan insistente —como es el caso de este personaje—, al punto de volverse un agravio o infamia para la verdad y sus defensores”. Fin.
[2] Es curioso que Antonella critique que a muchos movimientos los financie “la derecha trumpista” —que puede ser criticable—, pero no diga nada sobre el financiamiento de George Soros, y otros personajes liberticidas, a este tipo de colectivos que ella defiende. Entonces, si acaso no es deshonesto, sí viene de alguien con doble moral.
La primera ministra de Islandia, Katrin Jakobsdottir, se unió este martes a la huelga que cuenta con la participación de prácticamente todas las mujeres de la nación que exigen poner fin a la brecha salarial y la violencia de género.
Las consecuencias de la protesta se reflejaron en los colegios, tiendas, bancos y hasta las famosas piscinas del país que cerraron, al tiempo que los hospitales se quedaron con plantillas visiblemente reducidas, las habitaciones de los hoteles sin limpiar y hubo retrasos en el transporte público.
Los sindicatos, que fueron los principales organizadores de la huelga femenina de 24 horas, instaron a las mujeres y «personas no binarias» a que rechazaran este día tanto el trabajo remunerado como el no remunerado, lo cual incluye las tareas del hogar.
Cabe mencionar que Islandia, que cuenta con unos 340.000 habitantes, ha sido clasificada por el Foro Económico Mundial durante 14 años seguidos como el país líder en cuanto a la «igualdad de género», tomando en consideración factores como los salarios, la educación, la atención médica y otros.
No obstante, ningún país ha alcanzado la «igualdad plena», incluyendo Islandia; «Aún seguimos combatiendo la violencia de género, lo que ha sido una prioridad para mi Gobierno», expresó la primera ministra.
En este sentido, también dijo: «Aún no hemos alcanzado nuestros objetivos de igualdad plena de género, y todavía combatimos contra la brecha salarial de género, lo que es inaceptable en 2023».
Cabe destacar que la huelga de las islandesas este martes ha sido la más grande desde la primera acción similar en el país, que se realizó el 24 de octubre de 1975, cuando el 90 % de las mujeres se negaron a trabajar, hacer tareas de limpieza o hasta cuidar de los niños, en protesta contra la discriminación en el lugar de trabajo.
El resultado de las protestas de ese año consiguieren que, al año siguiente, Islandia aprobara una ley que garantizaba igualdad de derechos para todos.
Por Roymer Rivas, Coordinador Local de Estudiantes por la Libertad Venezuela.
Vivimos en una época donde emitir una opinión se ha vuelto peligroso, sin importar si está bien fundamentada, dado que cualquier expresión puede considerarse ofensiva para ciertas personas o ciertos grupos, repercutiendo en censura y persecución para quien emitió su opinión. Y es curioso, porque los ofendidos, quienes posteriormente pasan a ser censuradores y perseguidores, son los mismos que dicen luchar por la igualdad.
Esto responde a un virus dictatorial convertido en movimientos que no toleran el discurso ajeno, no aceptan el derecho que tienen otros de expresar lo que piensan; y mucho menos si es de forma irónica y satírica. Y para muestra un botón, basta revisar las redes sociales para darnos cuenta que existen neo-inquisidores a los que solo les basta ver a alguien hacerse el ofendido o la víctima para arremeter contra el supuesto victimario. Hoy es suficiente con hacerse el ofendido para llamar la atención del mundo con el fin de censurar a quien piensa distinto a mí; y no es mera palabrería ni mímica, es un hecho comprobable de forma empírica, tan solo ver los casos donde personas han perdido cargos, han sido demandados y multados tan solo porque su opinión es un “discurso de odio contra las minorías” o “contra las mujeres u homosexuales”, se ha llegado al absurdo de decir que no es bueno llamar a los supuestos extraterrestres “aliens” porque es despectivo para ellos.
Nos encontramos en un mundo en el que pareciese que la realidad no se impone al sujeto, sino que es el sujeto quien, desde su subjetividad, pretende imponerse a la realidad, donde solo se acepta una verdad oficial y son los ofendidos quienes fijan los parámetros de la verdad y, por consiguiente, enmarcan los pensamientos y acciones del ser humano; es una tiranía que no tiene nada que envidiar a los regímenes totalitarios de la historia del hombre. Tal como pasa en la novela de George Orwell “1984”, hoy hay sistemas de control de lenguaje y pensamiento —o pretenden implementarlo— que buscan limitar las ideas y expresiones de ellas, de cortar vías de comunicación e imponer una sociedad que reconozca la ofensa como una razón irrebatible y un derecho universal que todos estamos obligados a reconocer y reparar y, por tanto, actuar conforme a eso.
Es un absurdo superlativo, pasamos de enaltecer la razón a silenciar la verdad para no ofender a los imbéciles; lo relativo ahora es más importante que lo objetivo; cualquier idea contraria a la mía es una potencial ofensa; mejor es callar y aceptar la estupidez, porque si no lo hago hasta mi integridad puede verse en juego.
Se ha olvidado que la libertad del hombre, que lo define en tanto hombre, se manifiesta también en que este puede expresar lo que piensa aun cuando no le guste o resulte ofensivo para quienes les rodea. Somos seres singulares, no puede haber libertad donde todos son iguales y todo es igual, empero, no habría opciones, ni acciones, ni posibilidades, ni sus consecuencias, positivas o negativas. Allí donde todos piensan lo mismo, no hay libertad. Y es precisamente la defensa de la libertad lo que lleva a proteger a los individuos que difieren de otros, para que puedan expresarse sin miedo, pero también hacerse responsables de lo que dicen.
El hombre ha avanzado en conocimiento precisamente porque todos no compartimos ideas, y en el debate de ellas se puede ver cual se acerca más a la realidad. Sin embargo, esto contrasta con el mundo de hoy, que parece haberse estancado e involucionado en ciertos aspectos, pues, a pesar de que muchos dicen defender la libertad y la igualdad, son los mismos que segregan y atacan a otros; caen en lo mismo que critican; quieren acabar con el racismo hablando sobre “los blancos”; quieren igualdad entre mujeres y hombre priorizando a la mujer por encima del hombre; quieren derechos para los homosexuales arremetiendo contra los heterosexuales y recibiendo privilegios; quieren tolerancia para sus ideas, pero son los primeros en no tolerar a otros; dicen ser objeto de ataques y acosos, sistemática e institucionalmente, pero atacan personas y destruyen instituciones, físicas y abstractas. A estas personas se les hace más efectivo la lucha por el pensamiento libre —definido solo por ellos— cuando la gente deja de pensar.
El grupo feminista Code Pink invitó a un grupo de tres venezolanas defensoras del régimen tiránico venezolano para hacer un tour por 7 ciudades de los Estados Unidos en el cual exigirían el levantamiento de las sanciones.
Entre otras cosas, se argumenta que son las sanciones, y no el régimen dirigido por Nicolás Maduro, las causantes de la crisis que se vive en la nación sudamericana.
Ante esto, un grupo de venezolanos en la ciudad de Nueva York expresó su rechazo a esta iniciativa e increparon a las panelistas y organizadores de este evento, dejando en evidencia su clara intención de desinformar e impulsar agendas que beneficien directamente al régimen venezolano.
Por este motivo, la organización Code Pink y las tres panelistas invitadas a este tour, han sido catalogados como ‘El Borrego de la Semana,’ por este portal, pues se quedaron sin ningún tipo de argumentos cuando personas que han vivido en carne propia el sistema venezolano las enfrentaron.
Una de las banderas que ha alzado la izquierda moderna en los últimos años ha sido el feminismo y lo relacionado con las causas de las mujeres. A raíz de esto, algunos espacios han surgido para contar la otra parte de la historia
De manos de la periodista venezolana Jennifer Barreto-Leyva, se fundó un programa cuyo objetivo es hacer contra peso a la narrativa que la izquierda ha armado en torno a las figuras femeninas, “Política en faldas es el primer programa de radio y Podcast dedicado a las mujeres en la política, enfocadas en la derecha porque ya la izquierda tiene suficiente propaganda,” destacó que el espacio también posee una versión en inglés por lo que hay “dos enfoques distintos de lo mismo”.
Barreto-Leyva admitió que existen muchos obstáculos y paradigmas que derribar cuando se habla de este tema, “Ha sido un gran reto. Lamentablemente, el feminismo actual ha hecho mucho daño, cuando dices mujeres, ya la gente está predispuesta,” añadió, “Ha habido que derribar ese estigma”.
“Este programa está creado para desmitificar ese tipo de cosas (feminismo) y darle cabida a las mujeres de la derecha que son censuradas en los grandes medios,” expresó la periodista, quien mostró su optimismo con respecto al efecto que está teniendo en su audiencia, “La receptividad ha sido muy buena. Incluso mujeres que sí apoyan cosas de las feministas se han sentido bienvenidas”.
Del mismo modo, Barreto-Leyva advirtió que en Venezuela se está tratando de introducir el lobby feminista latinoamericano, lo cual ella catalogó de “peligroso”, “Hay gente que está llamando al diablo a venir. Están mezclando feminismo con chavismo y es gente que dice que son de la derecha,” señaló.
La comunicadora resaltó que “la mujer no tiene más participación en la política (venezolana) por la situación socioeconómica, está pendiente es de resolver los problemas en la casa;” sin embargo, afirmó que han hecho un esfuerzo enorme para poder ser tomadas en cuenta, “Hace décadas se incluía a la mujer por llenar cuotas, pero poco a poco se ganaron sus espacios”.
Barreto-Leyva concluyó que en la sociedad venezolana aún “hay vestigios importantes de machismos,” e instó a solucionarlo desde una perspectiva transparente que no busque privilegios para un grupo ni cambiar la naturaleza de otro grupo, “son conversaciones que se tienen que dar, pero para sanear y seguir adelante, sin meter ideologías.”
La activista e investigadora para Fundación Libre, Mamela Fiallo, arremetió nuevamente contra el feminismo debido a las contradicciones constantes que giran alrededor de este movimiento.
Una de las principales campañas de este grupo ha sido buscar beneficios a través de las instituciones, lo cual Fiallo considera que es inconsistente con lo que las feministas dicen defender, “Ayer nos decían que el Estado opresor es un macho violador. Hoy piden ser mantenidas por él,” añadió, “El feminismo es tan tóxico que convierte a su maltratador en su proveedor”.
Ayer nos decían que el Estado opresor es un macho violador. Hoy piden ser mantenidas por él. El feminismo es tan tóxico que convierte a su maltratador en su proveedor.
Así mismo, Fiallo criticó la iniciativa de no referirse a las féminas como ‘mujeres’ sino catalogarlas de ‘personas menstruantes’, lo cual, a su juicio, esconde los logros de este grupo de personas, “Nos redujeron a ser personas menstruantes. El feminismo dice luchar por visibilizar a las mujeres. Pero ha llegado a un punto donde ya ni siquiera existimos”.
Nos redujeron a ser personas menstruantes. El feminismo dice luchar por visibilizar a las mujeres. Pero ha llegado a un punto donde ya ni siquiera existimos.
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