Tras el fallecimiento de Isabel II, se ha reabierto en Australia el debate sobre la necesidad de celebrar un referendo sobre la monarquía.
Esto no es nuevo, ya en noviembre de 1999, el país oceánico ya celebró un referendo para consultar si Australia debería convertirse en una república, en el que se impuso el «No» con 6,4 millones de votos o el 54,87 %, frente al «Sí» con 5,2 millones de papeletas o el 45,13 %.
En la actualidad, se abre nuevamente el debate, donde encontramos a los monárquicos que argumentan su decisión al cuestionar la necesidad de un cambio y al mostrar desconfianza en los políticos en el supuesto de convertirse en una república.
Mientras que las personas que optan por un cambio de modelo afirman la necesidad de tener un australiano como jefe de Estado para ser una nación completamente independiente, o al asegurar que la monarquía no representa la sociedad actual australiana, considerarla un vestigio colonial y un insulto a los aborígenes.
En una encuesta publicada el día de ayer, en la que participaron 1012 personas, se observa que el 60% de los encuestados prefiere mantener la monarquía como modelo de Estado frente al 40% que opina que la nación oceánica debe convertirse en una república con un presidente electo.
Según la encuesta, se observa un aumento de 5% con respecto al año 1999 cuando se hizo la consulta popular.
El actual ministro, Anthony Albanese, en su campaña electoral de este año, se comprometió a impulsar una consulta popular si es reelegido para un segundo mandato. Sin embargo, también mencionó que en «este momento no es apropiado hablar de un cambio constitucional».
Habrá que esperar que avance el tiempo para conocer si Australia tendrá un cambio en su estructura política u optará por mantener el actual.